Tu historia no empezó cuando naciste.
La manera en la que te desarrollaste durante nueve meses, pasando de ser una célula microscópica a un bebé, contribuyó a que seas lo que eres hoy en día.
¿Cómo?
Vamos al puro principio...
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El precioso óvulo que se convirtió en ti estuvo guardado dentro de los ovarios de tu madre durante décadas. Cuando llegó el momento, subió a la superficie para madurar.
Apenas estaba maduro, fue liberado y flotó hacia la apertura de las trompas de Falopio.
Los espermatozoides, a su vez, se lanzaron en una carrera en la que sólo podía haber un ganador. Los competidores cruzaron la nube de células que rodeaban el óvulo y trataron de insertarse en él.
Finalmente, uno de los 250 millones de los espermatozoides de tu papá que logró sortear un largo y riesgoso camino, atravesó la suave membrana: este fue un momento crítico para el óvulo, pues si otro espermatozoide hubiera entrado, no habría sobrevivido.
Para protegerse, unos gránulos diminutos detonaron para endurecer la membrana e hicieron que el óvulo fuera impenetrable.
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BBC Ciencia