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6 de agosto de 2014

¿Cómo acabar con la ciencia?: ABC de la ‘ciencidiología’, de Mario Bunge

(Este texto es un adelanto de Ciencia, técnica y desarrollo, que publica la editorial Laetoli en su colección Biblioteca Bunge. El autor del libro, del que publicamos un capítulo, es el reconocido filósofo Mario Bunge, consejero editorial de Materia)
Si realmente se desea obstaculizar el avance científico, hay que tomar la cosa en serio: elaboremos recetas que impidan el avance de la ciencia.

Las recetas biológicas son las más eficaces, ya que muerto el perro se acabó la rabia. Conviene, pues, empezar por ellas. He aquí algunas:


  • RB1. Manténgase al pueblo en un estado de subdesarrollo biológico. Para esto basta asegurar que la gente de pueblo consuma menos de 70 g de proteínas por día. Uno de los efectos de la subalimentación es un desarrollo subnormal de la corteza cerebral y con ello una disminución acusada de las facultades mentales. En particular, se logra la apatía. En tales condiciones es difícil que surjan jóvenes con inquietudes científicas o de otras, al menos entre el pueblo.
Si, por algún descuido, apareciesen jóvenes con inquietudes científicas entre las clases superiores o medias, será preciso aplicar:
  • RB2. Elimínese a todos los intelectuales díscolos. Nunca faltará motivo para aplicar esta receta, porque los intelectuales suelen ser individualistas y díscolos. Pero es preciso proceder con moderación, ya que todo Estado moderno necesita intelectuales. No se trata de arrasar con todos ellos sino sólo con los inconformistas. Los demás, los mansos, deberán ser utilizados.
Si fallan las recetas anteriores, será menester recurrir al remedio heroico:
  • RB3. Declárese una guerra cualquiera con un pretexto cualquiera. Esta receta fue ensayada con gran éxito y repetidamente por diversas potencias europeas, que lograron producir huecos generacionales irreparables. (La indiscutible ventaja científica de EE UU se ha explicado por esta causa: mientras las demás naciones enviaban al exilio o la muerte a sus jóvenes más prometedores, los norteamericanos acogían a los exiliados y se mantenían esencialmente al margen del conflicto). Téngase en cuenta que la guerra no sólo mata a científicos y aprendices de científicos: también interrumpe investigaciones que tal vez no se retomen jamás.
Las recetas biológicas, por eficaces que sean, no son infalibles. Por ejemplo, la persecución de los intelectuales puede causar una rebelión, o bien llevarse al extremo hasta privar al Estado de funcionarios competentes. Y una guerra puede ganarse o perderse antes de haber sido segada la flor y nata de la juventud. Por estos motivos, y porque la ciencia depende también de factores extrabiológicos, es indispensable elaborar recetas para controlarlos. Ocupémonos ahora de éstas.

La receta económica más eficaz salta a la vista:
  • RE1. Manténgase un régimen económico-social que exija que todo el mundo se ocupe solamente de la subsistencia. La ciencia sólo puede florecer cuando queda tiempo para pensar en problemas que no se refieren a las necesidades inmediatas; por eso no existe en las regiones o los períodos en que dichas necesidades inmediatas no son satisfechas.
Con todo, ocurre a veces, sobre todo en sociedades con una tradición de respeto por el conocimiento, que aparecen investigadores científicos. En tal caso, habrá que recurrir a la:
  • RE2. Precarícese la remuneración de los investigadores científicos. La aplicación de esta receta limitará las filas de los investigadores a los individuos de medios pecuniarios independientes y a unos pocos desgraciados que prefieren pasar hambre con tal de satisfacer su curiosidad a pasar curiosidad con tal de satisfacer su hambre. Los primeros serán vistos como extravagantes; los segundos, como tontos: ninguno de ellos será tomado como modelo. Y unos y otros serán casi siempre aficionados antes que profesionales.
Aplicada a fondo y sin vacilaciones, basta una sola prescripción política:

  • RP. Restrínjanse drásticamente las libertades públicas, comenzando por las libertades de investigación, de información, de crítica y de enseñanza. Sin libertad de investigación no hay investigación original sostenida; a lo sumo hay investigación rutinaria, que aplica resultados de investigaciones originales hechas en otros lugares u otros tiempos pero rara vez inaugura rumbos. Sin libertad de información (que incluya la posibilidad de entablar y mantener contactos personales con colegas nacionales y extranjeros), no puede haber información al día, en particular información referente a nuevos enfoques, nuevos problemas y nuevos métodos. Sin libertad de crítica languidece la innovación, que con frecuencia se opone a ideas o métodos establecidos, y florece el dogmatismo. Y sin libertad de enseñanza se les evita a los jóvenes enfrentarse a problemas cuyo tratamiento puede llevar a cuestionar los dogmas establecidos.
Pero, puesto que aun en las sociedades más cerradas aparecen de cuando en cuando cerebros inquisitivos e imprudentes, la regla RP será ineficaz a menos que sea complementada con reglas de política cultural bien específicas. Veamos algunas de ellas.

El artículo completo en:

Materia

1 de junio de 2014

BBC: Cinco preguntas incómodas sobre el mundo en 2039


robot

El hombre del futuro no sabrá si los pensamientos son suyos o se los generó alguien o algo.

¿Qué problemas y temores tendremos dentro de 25 años sobre el modo en que interactuaremos con las computadoras?

La revista New Scientist analizó el tema según las predicciones de los principales investigadores en el área y, si tienen razón, vamos a estar discutiendo, preocupándonos y debatiéndolo todo, desde la cirugía extrema hasta las implicaciones de la publicidad en implantes cerebrales.
Los chips cerebrales harán que no distingamos del todo cuáles son nuestros propios pensamientos o meras ideas implantadas por los anunciantes. Los vehículos que se manejan solos relegarán a los conductores humanos tradicionales, que sólo podrán estar al volante en parques especiales de recreación. Y el número óptimo de dedos en nuestras manos será 12,5.

¿Confundido? Esta es una visión sobre cómo será el mundo en 25 años según investigadores especializados en tecnologías de interacción humano-computadora (CHI).

Humanos y computadoras

órganos

Un dispositivo inteligente hará que nuestros órganos se comuniquen.

Normalmente, CHI significa investigar formas de interacción entre humanos y los dispositivos electrónicos. Pero en una conferencia celebrada recientemente en Toronto, Canadá, fueron más allá.

Crearon el programa de una conferencia imaginaria celebrada en el año 2039, donde se predicen los retos que enfrentaremos con las computadoras del futuro, muchas de las cuales serán implantadas.

"Se supone que es una especie de parámetro en la investigación de la interacción humano-computadora, lo que realmente es aterrador o provocativo", dice Eric Baumer, de la Universidad de Cornell en Ithaca, Nueva York.

"Hay una gran cantidad de pensamientos retrospectivos sobre el pasado, pero no se ha pensado mucho acerca de lo que es el futuro hacia el cual creemos que estamos trabajando".

New Scientist utilizó el resumen de esta hipotética conferencia para crear una lista de preguntas que, en el año 2039, podrían hacerse nuestros descendientes cyborg.

Lea el artículo completo en:

BBC Tecnología

19 de mayo de 2014

Basta de hablar de revolución tecnológica




Si hay una idea asociada con la tecnología que hay que desterrar es que estamos presenciando o que presenciaremos una revolución.

Ya se trate del grafeno, la impresión en 3D, la biología sintética, el gas de esquisto, los grandes datos (big data) o el bitcoin, cualquier descubrimiento, técnica o invento nuevo e importante invoca la palabra con "R". Es el caballito de batalla de los proveedores del bombo tecnológico.
La idea de una revolución no solamente se utiliza para impulsar una tecnología en particular. Por ejemplo, en respuesta al cambio climático, políticos como Nicolás Stern promueven una nueva revolución industrial con bajas emisiones de carbono.

Pero qué tecnologías se usarán y, fundamentalmente, cómo serán los procesos de toma de decisiones que las rodean, parece en gran medida irrelevante. El punto es que en una revolución está la salvación.

¿Pero es la revolución una manera adecuada de describir cómo se da el cambio tecnológico o cómo podría mejorar nuestras vidas? Y si no, ¿cómo debemos definir a estos procesos?

Es fácil comprender por qué aquellos que tienen un producto o una idea para vender o promocionar recurren a este lenguaje. Suena emocionante y progresista. Pero tiene menos sentido que los periodistas, los responsables de diseñar políticas y otras personas repitan esta frase propia de las relaciones públicas.

Los que están impacientes por ver el éxito de un nuevo elemento tecnológico podrían proclamar "Es el futuro, acéptalo", pero ¿qué pasa con el derecho a dudar, criticar o simplemente rechazar una tecnología? Nuestro futuro no está tan limitado. Abrir espacios para hacernos preguntas y ver otras opciones (o como el académico de política científica Andy Stirling dice: "pluralizar el progreso") nos podría beneficiar a todos.

Esperanza

La idea de una revolución tiende a exagerar el poder de las tecnologías para impulsar un cambio por sí solas sin las ayuda de otros actores o fuerzas.

bitcoin

La moneda virtual bitcoin, una de las "revoluciones" tecnológicas del momento.

El grafeno bien podría tener un impacto enorme en nuestra vida, pero no lo va a hacer por sí mismo y no va a resolver todos nuestros problemas. La impresión en 3D solo será una revolución del consumismo si se lo permitimos.

Los grandes datos ya están teniendo un impacto significativo en muchas vidas y es probable que eso continúe, pero ¿hasta qué punto, precisamente, sigue siendo tema de debate? Las revoluciones tecnológicas y científicas son también revoluciones de la sociedad, la economía y la cultura.

Diversos factores influyen enla forma en que una tecnología termina forjando nuestras vidas, desde las normas sociales imperantes hasta las estructuras de poder existentes en la sociedad. Es peligroso esconder esos contextos debajo de la alfombra.

También cabe recordar que la Revolución Industrial no fue precisamente gloriosa para todo el mundo. Las personas sufrieron, muchos se opusieron a ella y además tuvo diversas consecuencias a largo plazo no deseadas, como las emisiones de carbono.

Actualmente estamos a mitad del bicentenario de las revueltas de los luditas (1811-1817). Más conocidos por destruir telares de vapor automatizados, tal vez no sorprenda que la palabra ludita se emplee comúnmente hoy en día para denominar a alguien que se opone y que posiblemente les teme a los avances tecnológicos.

Pero el activismo ludita en realidad se centraba más en quién debía controlar la tecnología que en estar en contra de cualquier tecnología en sí misma. Para repetir una frase muy citada del ludita George Mellor: "Dejen las máquinas, pero dispárenles a los amos". Lo que también se olvida muchas veces es el esfuerzo por sofocar este movimiento. Según el proyecto bicentenario ludita, el cuerpo de Mellor y muchos otros fueron donados a la ciencia médica como parte de su castigo.


El término "Revolución Industrial", nació 12 años después.

Lea el artículo completo en:

4 de mayo de 2014

¿Cómo legalizar cualquier fenómeno, desde la eutanasia hasta el canibalismo?

En la actual sociedad de la tolerancia, que no tiene ideales fijos y, como resultado, tampoco una clara división entre el bien y el mal, existe una técnica que permite cambiar la actitud popular hacia conceptos considerados totalmente inaceptables.


Esta técnica, llamada 'la ventana Overton' y que consiste en una secuencia concreta de acciones con el fin de conseguir el resultado deseado, "puede ser más eficaz que la carga nuclear como arma para destruir comunidades humanas", opina el columnista Evgueni Gorzhaltsán.

En su artículo en el portal Adme, pone el ejemplo radical de cómo convertir en aceptable la idea de legalizar el canibalismo paso a paso, desde la fase en que se considera una acción repugnante e impensable, completamente ajena a la moral pública, hasta convertirse en una realidad aceptada por la conciencia de masas y la ley. Eso no se consigue mediante un lavado de cerebro directo, sino en técnicas más sofisticadas que son efectivas gracias a su aplicación coherente y sistemática sin que la sociedad se dé cuenta del proceso, cree Gorzhaltsán.

El artículo completo en:

RT Actualidad

8 de marzo de 2014

“Nos gastamos millones en defensa, pero contra el cambio climático no hacemos nada”

El 8 de agosto de 1975, Wallace Broecker publicó en la revista Science un texto profético. Con el título Cambio Climático: ¿Estamos al borde de un calentamiento global pronunciado?, advertía de que la temperatura del planeta se incrementaría durante las décadas siguientes. El motivo de ese “calentamiento global”, un término acuñado por el propio investigador de la Universidad de Columbia, sería la acumulación en la atmósfera de dióxido de carbono y otros gases por la quema de combustibles fósiles.

Casi cuatro décadas después y miles de estudios científicos ha quedado claro que tenía razón. Pese a la satisfacción que haya podido extraer de su logro profesional, el investigador se siente abrumado por la certeza de que la continua emisión de CO2 provocará problemas medioambientales serios y los que podrían evitarlo no muestran determinación para evitarlo.

Wallace_Broecker_entrevista_OpenMind_FBBVA

Wallace Broecker fue galardonado con el premio Fronteras del Conocimiento en cambio climático en 2008. Crédito: FBBVA

Conociendo lo que han descubierto los científicos sobre el cambio climático, ¿cree que nos lo tomamos lo bastante en serio?

Hay mucha incertidumbre sobre la magnitud del cambio, pero aunque los científicos aceptamos eso, nuestra mejor estimación es que si se dobla la cantidad de CO2 en la atmósfera, vamos a incrementar la temperatura del planeta en unos 3 grados centígrados. Podrían ser cinco o dos, pero en cualquier caso, si continuamos lanzando CO2 al aire, estamos haciendo algo estúpido. El problema es que el precio de los combustibles fósiles se mantiene bajo y eso hace difícil que la energía solar o el viento puedan competir, así que la transición va extraordinariamente lenta y si uno extrapola, para hacer la transición, van a ser necesarios 50 o 60 años.
“El problema es que el precio de los combustibles fósiles se mantiene bajo y eso hace difícil que la energía solar o el viento puedan competir”.
Con la crisis, en países como España, el cambio climático ha descendido en la lista de prioridades. ¿Hay alguna forma de convencer al público de que preste atención a un problema tan importante pese a que no parezca tan urgente?

Ese es el reto. Vamos a tener que hacerlo, pero también ha habido mucha propaganda diciendo que no se trata de un problema serio. Como el ciudadano medio tiene la esperanza de que no sea un problema, hicieron muchos conversos. Lo malo es que lo único que ha disminuido es la percepción pública, no el problema.

No obstante, recientemente, en EEUU, algunas grandes compañías como Exxon han asumido que en sus planes futuros es necesario incluir un precio para el carbono. Si emitimos carbón, tendremos que hacer algo para capturarlo y tendremos que incluir esos costes en el precio de la energía. Eso es un gran cambio, porque Exxon antes no admitía que el CO2 es un problema.

Además, nuestro secretario de Estado [encargado de la política exterior estadounidense], Kerry, ha dicho recientemente que su principal preocupación durante los próximos dos años va a ser qué hacer respecto al clima.

Algunos políticos plantean que una lucha global contra el cambio climático podría suponer un impulso para la economía mundial similar al que supuso la II Guerra Mundial.

Para mí, lo que sea que hagamos, si vamos a cambiar hacia la solar o la nuclear o vamos a retirar de la atmósfera el CO2 que producimos, va a crear una gran industria y habría grandes oportunidades.
Aún no estamos preparados para capturar y enterrar el CO2 que hemos lanzado a la atmósfera. Deberíamos saberlo todo sobre esa tecnología para saber si podemos usarla o no, cuánto costaría o cuál sería el impacto medioambiental. Todo este tipo de cosas que no estamos haciendo. Vivimos en un mundo en el que gastamos grandes cantidades en seguridad interna, ejércitos o prevenir enfermedades que pueden afectarnos, por miedo, pero respecto a la mayor amenaza a la que nos enfrentamos no estamos haciendo prácticamente nada. Hay algo equivocado en que EEUU se gaste todos los años 500.000 millones de dólares en defensa y solo mil en problemas medioambientales.

“Aún no estamos preparados para capturar y enterrar el CO2 que hemos lanzado a la atmósfera”
Cree que los científicos pueden hacer algo más para convencer a la gente de que el cambio climático puede ser más peligroso que, por ejemplo, el terrorismo.

Hay que afronta este problema de la misma manera que afrontamos el de la basura o las aguas residuales, que se convirtieron en problemas enormes en áreas urbanas y la gente decidió que tenía que gastar dinero en gestionarlos. Esto es a una escala totalmente diferente. Afecta a todo el mundo y mientras las ciudades tienen un gobierno que puede tomar decisiones, el mundo no tiene un gobierno global capaz de tomar estas decisiones.

¿Cree que sería posible resolver el problema del CO2 en la atmósfera con alguna tecnología de captura, aunque se tardase mucho en empezar a aplicarla?

Estoy convencido de que se puede hacer con un incremento razonable en el precio de la energía que se produce con combustibles fósiles, subiendo entre un 10% y un 15% el precio.

Hay muchas razones por las que deberíamos capturar el CO2 y hacerlo inmediatamente, porque cuanto más tardemos será más caro y más difícil. Además, si lo logramos, podríamos mantener la gasolina como combustible para algunas aplicaciones en las que la electricidad no sería tan práctica, como los vuelos o la conducción de larga distancia.

¿Cree que estos cambios son posibles antes de que lleguemos a una situación demasiado crítica?

No creo que vayamos a cruzar necesariamente un umbral para sufrir grandes problemas. Pero cuanto más CO2 haya en el ambiente, más problemas tendremos, los glaciares se derretirán más, habrá regiones como España que serán más secas… No creo que si seguimos así, en 2030 tendremos un desastre, no  pienso en absoluto en esos términos, pero creo que el problema será cada vez más serio.

¿Qué es necesario para que la búsqueda de la solución al cambio climático sea vista como una oportunidad por los emprendedores?

De momento, el negocio es muy pequeño porque no se ha puesto un precio al carbono. Para que alguien se encargue de retirar el CO2 de la atmósfera es necesario pagar por delante el coste de su retirada junto con el del uso de la energía. Una vez que se haga eso, habrá todo tipo de oportunidades para la industria.

¿Cree posible que China o India estén  dispuestos a poner un precio en el carbono?

Si China pusiese un precio al carbono, eso incrementaría el precio de sus exportaciones inmediatamente y China está prosperando sobre las exportaciones. Las industrias en China no querrán ese coste extra y en una época en la que el dinero está más justo en el planeta, la gente no va a querer pensar en este problema. Y eso es lo que está pasando y es muy desgraciado y es muy estúpido, porque el problema no va a dejar de crecer y nos golpeará con fuerza.

Tomado de:

Open Mind

24 de febrero de 2014

El Comercio: Educación para el crecimiento

El domingo pasado, 23 de febrero de 2014, el decano publicó un Editorial que resume la visión de las clases en el Poder sobre la educación y su relación con el Crecimiento Económico y la Inversión Privada.

Lea:


El Gobierno está generando y manteniendo una serie de normas que dificultan y desincentivan la inversión privada en educación.

La calidad de nuestra educación en todos sus niveles es uno de los principales problemas que tiene el país. De hecho, tanto en el caso de la educación escolar, como en el de la superior, abundan los indicadores que nos colocan de lleno en el Tercer Mundo.

Demás está decir que este problema aminora anualmente, de mil y un maneras, nuestro crecimiento y, por tanto, la generación de las oportunidades con las que se disminuye la pobreza. Como bien recordaba hace un tiempo el decano de la Facultad de Economía de la Universidad del Pacífico, Gustavo Yamada, el 50% de las empresas grandes del país declara tener dificultades para contratar mano de obra calificada. Un porcentaje que solo es esperable que aumente conforme nuestra economía siga sofisticándose  –hasta donde pueda, al menos– sin que vaya acompañada por una paralela mejora de la educación. Recordemos que según la Encuesta Nacional de Hogares (Enaho) solo entre el 2004 y el 2012 la demanda por trabajadores calificados con educación superior se incrementó en 40%.

Por otro lado, es también evidente que esta situación tiene un alto costo a nivel de las oportunidades que el sistema pueda generar con la mayor independencia posible del origen socioeconómico de cada cual. Las posibilidades de agregar valor a la cadena productiva (y, por lo tanto, de generar riqueza para sí mismos) que tienen los jóvenes que salen del colegio sin poder comprender lo que leen o realizar operaciones básicas de matemática están limitadas de arranque.

Así las cosas, es preocupante que el Gobierno esté generando y manteniendo una serie de normas que dificultan y desincentivan la inversión privada en educación y, por lo tanto, las posibilidades de que la competencia vaya empujando por mejores calidades en los diferentes nichos de precios del mercado educativo. Sobre todo, habida cuenta de que a la fecha el mismo Gobierno no muestra resultados en el intento por lograr que la educación estatal de cualquier tipo tenga un mejor nivel que el de las instituciones privadas de pobre calidad que –se supone– todas las aludidas regulaciones buscan combatir.

En el caso de las escuelas, por ejemplo, se ha dado una norma que impide a los colegios suspender o dejar de tomar exámenes a los alumnos cuyos padres no paguen sus pensiones, lo que de facto ha convertido a las escuelas privadas en financistas de muchos padres avispados, incrementando los riesgos del negocio de la educación. Por otro lado, se ha prohibido a los colegios “discriminar” por exámenes de ingreso, forzándolos más bien a seleccionar a sus alumnos solo en base a criterios como su lugar de residencia o parientes ex alumnos, con lo que niños con diferentes necesidades académicas tienen que acabar siendo agrupados bajo el mismo modelo educativo. Finalmente, y por solo citar un tercer ejemplo significativo, no se ha hecho nada por cambiar la fórmula según la cual es el Estado el que manda las materias y horas que cada colegio podrá impartir, impidiendo así el surgimiento y la competencia de diferentes diseños educativos.

A nivel de los institutos de educación técnica superior, por su parte, tenemos unos corsés que hacen sumamente difíciles la inversión, los cambios y la adaptación del sector a las necesidades del mercado. Puede sorprender, por ejemplo, que pese a la enorme demanda que hay para técnicos en industria y minería (cuyos sueldos promedio superan los US$2.000 mensuales) solo se gradúe en estudios relacionados con estos sectores el 20% de los alumnos de nuestros 401 institutos superiores privados. Pero ya va resultando menos extraño cuando uno ve que sacar la aprobación para desarrollar una nueva  carrera le cuesta a un instituto alrededor de 2 años. Y que cada vez que una de estas instituciones quiere dictar una carrera para la que ya tiene permiso en una región nueva, tiene que pasar por todos los permisos necesarios para fundar un nuevo instituto. Y eso, por solo nombrar dos ejemplos de un sector que está atiborrado de regulaciones insensatas

Finalmente está el caso de las universidades, donde el oficialismo no encontró mejor manera de combatir el problema de la calidad que prohibiendo la creación de nuevas universidades –y por lo tanto, de más competencia– por cinco años; y donde avanza en el Congreso un proyecto de ley universitaria que pondrá en manos del Gobierno decidir cosas como los títulos que deberán de tener los profesores de cada universidad, la manera en que estos deberán ser adquiridos, el tipo de infraestructura que deberá poseer cada centro y, en general, lo que pueda mandar una poderosa superintendencia ad hoc que se crea en la ley. El supuesto implícito, desde luego, es que a la hora de decidir sobre las universidades privadas –que así serán uniformizadas– la burocracia sabrá hacer mucho mejor que lo que ha hecho con nuestras universidades públicas.

Es, en fin, por lo menos contradictorio que un Gobierno que ha tenido el tino de confiar en el poder de la libertad y el emprendimiento individual a fin de mantener creciendo, para bien de todos, el edificio de la economía, esté yendo en una dirección tan opuesta a la hora de ocuparse de que este no acabe encontrando en el problema de nuestra educación su cruel tope y frustración.
Fuente:

16 de enero de 2014

Las erráticas prácticas investigativas en las “ciencias sociales” P

¿Qué confiabilidad y validez tiene una “evidencia” que se sustente en la pura capacidad interpretativa del investigador? ¿puede ser auditado y replicado el proceso de investigación cuando éste descansa en las intrincadas rutas de la subjetividad de quien investiga? al parecer esto no es importante para algunos de mis pares.


La ciencia en general ha tenido momentos notables, como el anuncio que hizo el CERN de los cinco sigmas que confirman el descubrimiento de un bosón como el Higgs en el experimento realizado en el LHC. Hubo mucho aplauso y emoción en la comunidad científica, en especial entre los físicos de partículas (tanto los teóricos como los experimentales) dado que se trató de la validación empírica de un trabajo teórico planteado hace medio siglo. Pero no ha sido lo único que ha conmovido a la ciencia. No, no, no. También una noticia recorrió las redacciones de la prensa científica del mundo: dos artículos publicados en la revista SCIENCE refutaron una de las más rimbombantes investigaciones de la NASA que afirmaba que habían dado con una bacteria que vivía e incorporaba en su ADN el arsénico. Eso mismo, ¿es esto un fracaso de la ciencia?, y ¿qué tiene que ver todo esto con las “ciencias sociales”?. Pues no es un fracaso, y sí tiene mucho que ver con las ciencias sociales. Vamos por partes.

Ocurre que hacia finales de 2010 la NASA publica en un artículo un hallazgo impresionante. Habían descubierto una bacteria capaz de sustituir el fósforo por el arsénico, lo que más allá de tecnicismos más o menos suponía una redefinición de las posibilidades para el desarrollo de la vida misma. Es más, hubo varios que apuntaron a la bacteria como una probable muestra de vida extraterrestre. El artículo en cuestión fue enviado a Science y publicado tras la revisión de sus pares bajo el título: A Bacterium That Can Grow by Using Arsenic Instead of Phosphorus.

Me detendré en éste punto de la historia.

Lea el artículo completo en:

Pie de Página

18 de diciembre de 2013

BBC: ¿Por qué odiamos los químicos?

Sodio reacciona con agua

Cuando el sodio entra en contacto con el agua estalla... ¡un gran truco!

La química está en todas partes... ¿por qué nos asusta tanto entonces?

Realmente disfruto de mi trabajo: soy un químico en el círculo académico. Puedo revolcarme en el fascinante mundo de la investigación científica y luego transmitirle mi pasión a mentes jóvenes.

Y es incluso mejor que eso: soy un académico al que dejan salir de la torre de marfil e ir a colegios, centros comerciales y festivales a presentar la química más entretenida.

Echo nitrógeno líquido por todas partes, enciendo bombas de hidrógeno como si fueran mini Hindenburgs y lanzo cohetes impulsados por etanol.

La química es entretenida.

Siendo así, ¿por qué le tememos a los químicos?

Para construir el mundo

Jugo de naranja y cristales de E300

La vitamina C, buena; E300, malo; la razón, confusa.

La mera palabra "químico" a menudo es sinónimo de toxinas o veneno. Usamos frases como "está lleno de químicos" para decir que algo es artificial y, por ende, malo.

Etiquetas sin sentido, como "sin químicos", se ven en productos que venden en las tiendas de alimentos sanos. A nadie parece importarle: cuando puse una queja ante la autoridad de estándares de publicidad británica me respondieron que los consumidores entienden que eso significa "libre de químicos sintéticos".

Yo, por mi parte, no entiendo la distinción. ¿Por qué son peores los químicos sintéticos que los naturales? ¿Por qué el aditivo sintético E300 es considerado malo mientras que la vitamina C que le añaden a su jugo de naranja, buena? (A pesar de que son la misma cosa).

La química es fascinante precisamente porque se puede usar para sintetizar nuevas cosas. Es como un Lego molecular. El que todo esté hecho de poco más de 100 componentes básicos es extraordinario.

Sólo con echar químicos en una olla de la manera indicada se puede construir el mundo que nos rodea.

Reputación terrible

Entonces, ¿por qué la química es la chica mala de las ciencias? ¿De dónde viene esa 'quimifobia'?

Brian Cox

La física tiene a Brian Cox de su lado, así como las estrellas y el Colisionador de Hadrones.

La biología no tiene una mala reputación, todo lo contrario. La biología tiene animales y plantas asombrosas, el proyecto del genoma humano y a David Attenborough. Es natural y buena.

¿Y la física? Todas las estrellas, rayos láser y la máquina más impresionante que se haya construido jamás: el Gran Colisionador de Hadrones. Y esas maravillas del Universo son presentadas por Brian Cox (que además de físico, solía ser rockero)... ¡difícil ser más atractivo que eso!

Y luego está la química que, por reputación, tiene polución, veneno y armas tan terribles que justifican la existencia de una organización galardonada con el Premio Nobel para controlarlas. Lo más cercano a una celebridad con lo que cuenta viene de la serie "Breaking Bad", en la que Walter White -un profesor de química que se convierte en un capo del mundo de las drogas- usa sus conocimientos enciclopédicos de química para sintetizar drogas, envenenar a sus enemigos y disolver los cuerpos de sus víctimas.

Realmente no hace mucho para combatir la quimifobia.

En defensa de la química

Para mí, la mala reputación de la química es algo muy raro.

Considere las estimadas 1.300 muertes en Siria víctimas de un ataque con gas sarín. Fueron, por supuesto, absolutamente terribles. Sin embargo, ¿por qué son peores que las estimadas 100.000 muertes causadas por armas físicas convencionales?

Y más cerca de casa, ¿cuál es la causa más probable de lesiones o enfermedades? Estoy dispuesto a apostar que si tuvo que quedarse en cama recientemente fue debido a algún bicho biológico o herida física, no a algún envenenamiento relacionado con químicos.

¿Y qué se toma para aliviar los síntomas de ese resfrío "natural", torcedura de tobillo o dolor de cabeza? Algún analgésico químico, por supuesto.

Considere

Mark Lorch haciendo un experimento

Otro experimento explosivo: meter una galleta en oxígeno líquido.

Es cierto que los químicos pueden ser peligrosos. Mi abuelo, que era horticulturista me lo enseñó. Tenía un laboratorio en el que con los años acumuló lo necesario para experimentar con sus plantas. Para un niño de 10 años, loco por la química, era como la cueva de Aladino.

Algunos abuelos le dan a los nietos dulces. El mío no. Cuando nos portábamos bien, sacaba su sodio metálico y con sus largas pinzas lo metía en un balde de agua: ¡FIZZZZ, BANG!

Usted quizás tuvo un profesor de química al que también le gustaba ese truco. Créame, mi abuelo lo hacía más grande y mejor.

Lea el artículo completo en:

BBC Ciencia
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