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19 de agosto de 2011

En las llamas de las velas se forman 1,5 millones de diamantes por segundo


En poesía no es difícil encontrar metáforas y comparaciones que ligan el fuego con diferentes piedras preciosas. Por ejemplo, las ascuas de una hoguera recuerdan a rubíes incandescentes. El parpadeo de una llama, a los destellos de los diamantes. El famoso científico Michael Faraday, en sus conferencias celebradas del siglo XIX sobre “La historia química de una vela“, dijo: “Usted tiene la belleza resplandeciente del oro y la plata, y el brillo aún mayor de las joyas, como el rubí y el diamante, pero ninguno de éstas son rivales de la brillantez y la belleza de la llama. ¿Qué diamante puede brillar como el fuego?

Pero ahora la ciencia ha hecho que esta metáfora adquiera más consistencia.

Y es que, según un estudio de la Universidad de St Andrews llevado a cabo por Wuzong Zhou, en las llamas de las velas se forman pequeñas partículas de diamante: concretamente 1,5 millones de nanopartículas de diamante se crean cada segundo en la llama de una vela mientras se quema.

Usando una nueva técnica de muestreo que él mismo ha desarrollado, Zhou fue capaz de eliminar las partículas del centro de la llama (algo nunca antes logrado con éxito), encontrándose para su sorpresa que la llama de una vela contiene las cuatro conocidas formas del carbono.

En la parte inferior de la llama ya se sabía que existían moléculas de hidrocarburos, que se convierte en dióxido de carbono en la parte superior de la llama. Ahora, tanto nanopartículas de diamante como partículas de fullerenos se han descubierto en el centro de la llama, junto con carbono grafítico y amorfo.

El descubrimiento podría conducir a futuras investigaciones sobre cómo los diamantes, una sustancia clave en la industria, se podrían crear de forma más barata, y de una manera más ecológica.

Zhou señaló:

Desafortunadamente las partículas de diamante se queman en el proceso, y se convierte en dióxido de carbono, pero esto va a cambiar la manera de ver la llama de una vela para siempre.

Vía | University of St Andrews

Tomado de:

Xakata Ciencia


10 de abril de 2011

Japón: Crean un extintor que se lanza al fuego

47 comentarios

Alineación al centro

Nuevamente los japoneses demuestran su ingenio, y esta vez lo usan para combatir incendios. Se trata de Nagekesu SAT 119, un extintor de incendios que en vez de liberar su contenido a través de un gatillo, funciona al ser lanzado a las llamas.

Como si fuera una granada, la persona tira el extintor (hecho de plástico) al fuego y este explota, liberando un líquido azul que combate el incendio de dos maneras. En una primera etapa, los químicos se dispersan sobre la área encendida. El amonio liberado por los químicos al incendiarse retarda el fuego.

Finalmente, la mezcla de los químicos más el dióxido de carbono producido por el fuego terminan eliminando el oxígeno, por lo que se apagan las llamas. Sus creadores dicen que SAT 119 sólo funciona con incendios pequeños. En el video de abajo, una demostración del extintor en uso.





Fuente:


Fayer Wayer

6 de abril de 2011

Conquistar el fuego nos tomó miles de años

cremàLos primeros humanos pasaron frío durante miles de años. Y es que según un artículo publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), dominamos el fuego hace unos 400.000 años, mucho más tarde de lo que se pensaba.

El estudio destierra así las principales posturas al respecto. Algunos investigadores han especulado que los homínidos comenzaron a cocinar con fuego hace unos dos millones de años, lo que les proporcionó una dieta más saludable, más oportunidades para interactuar socialmente, y, finalmente, cerebros más grandes. No obstante, la mayoría de los arqueólogos coinciden en que los seres humanos empezaron a utilizar el fuego para sobrevivir a los fríos inviernos europeos poco después de la migración desde África.

El nuevo estudio, sin embargo, señala que aquellos primeros europeos no adoptaron el fuego como tecnología hasta tal vez cientos de miles de años después de que abandonaran el continente africano y llegaran a la más fría Europa.

Para llegar a esta conclusión, los responsables del estudio, Wil Roebroeks, de la Universidad de Leiden (Holanda) y Paola Villa, del Museo de Historia Natural de la Universidad de Colorado (EEUU), hicieron una extensa revisión del registro arqueológico europeo, y no hallaron pruebas que demostraran el uso habitual del fuego antes de los 400.000 años.

En concreto, Roebroeks y Villa encontraron muchos artefactos y huesos con signos reveladores de haber estado en contacto con una lumbre o cerca de ella, con una antigüedad de entre 300.000 y 400.000 años. Los artefactos más antiguos encontrados en otros lugares no revelaron estas evidencias.

Los autores también concluyen que los neandertales dominaron el fuego y pudieron haberlo utilizado para mejorar las herramientas de piedra.

Fuente:

E Ciencia

26 de enero de 2010

Aprendimos a cocinar ¡y evolucionamos!


Miércoles, 27 de enro de 2010

Aprendimos a cocinar ¡y evolucionamos!

Hace entre 1,9 y 1,8 millones de años, sobre suelo africano, la evolución horneaba lentamente los primeros especímenes de nuestro árbol genealógico. El Homo erectus se perfilaba como el primer eslabón en la cadena de los “nuestros”, la estirpe que podemos rastrear sin interrupciones hasta antes de ayer.



Click para amploar al imagen

Fue el primero en salir del continente cuna, y presentó un asombroso 42% de incremento en su capacidad craneal respecto a su especie homínida más cercana: el Homo habilis, con el que convivió y con el que no se sabe si tuvo lazos de parentesco.

Hasta ahora, uno de los argumentos más significativos para explicar el estirón que supuso el H. erectus se centraba en el famoso adagio de que somos lo que comemos. Por entonces, la dieta de raíces, frutos, tubérculos, insectos y hojas había hecho hueco a un potente y nuevo manjar: la carne.

Sin embargo, un conocido primatólogo de la Universidad de Harvard (EEUU), Richard Wrangham, ha llegado a la conclusión de que en este caso lo realmente decisivo es cómo comemos. En su último libro, Catching Fire, aún no publicado en España, defiende que no fue la carne, sino el uso del fuego para preparar los alimentos lo que lanzó a aquellos seres por un camino que culminaría en la humanización.

Su visión ha resultado controvertida, porque hasta ahora el control sobre la lumbre no se databa en una fecha tan temprana. Las cenizas más antiguas con trazas de haber sido provocadas voluntariamente se encuentran en el yacimiento de Gesher Benot Ya’aqov (Israel), y la investigadora Nira Alperson les ha atribuido una edad de 790.000 años. Sin embargo, Wrangham aduce que: “La arqueología del fuego es muy difícil de detectar”, y se ha apartado de ese indicio tradicional a la hora de establecer su teoría sobre la trascendencia de los fogones.

Lo que hay que tener

De hecho, su punto de partida ha sido la convicción de que “somos el único animal adaptado biológicamente a la comida cocinada”, según afirma, mientras nos explica que la causa reside exactamente en nuestras tripas.


Ejemplo salvaje. Los chimpancés se alimentan de frutos con muchos taninos, unas sustancias que a nosotros nos dejan la boca acorchada porque ya no estamos adaptados a ellos.

De todos los primates, poseemos el sistema intestinal más pequeño en relación al tamaño corporal. Nos lo podemos permitir, porque hemos trasladado a la encimera (y, a veces, otros sitios) una gran parte del trabajo que supone transformar las viandas en compuestos químicos aprovechables. Como ejemplo, exponer la carne a una temperatura de entre 60 y 70ºC derrite su tejido conjuntivo y reduce al punto mínimo la fuerza necesaria para cortarla. Y un diente destinado a partir una patata hervida puede ser hasta un 82% más pequeño que el que deba hincarse en una cruda.

Aunque también existen formas de adecuar el maná que nos ofrece la naturaleza sin necesidad de chispas. Eduardo Angulo, biólogo de la Universidad del País Vasco, argumenta que: “Una visión más amplia de la gastronomía incluye sistemas de conservación como el secado (seguramente el más antiguo), la salmuera, el enterramiento en la tundra para congelarlo…” En su libro El animal que cocina recoge con detalle cómo ya nuestros ancestros empezaron a ensayar sus primeros pinitos con todos ellos.

Buscando el cambio

Si queremos saber cuándo empezamos ese proceso único de trasteo culinario, bastará con detectar el momento en que se nos empezó a encoger el estómago. La mayor reducción se produjo precisamente en el Homo erectus. Acompañada de una disminución en los dientes, la pelvis y la caja torácica, y un aumento del cerebro. Algo que, desde luego, también contribuyó a hacernos humanos y que no se dio en el contemporáneo Homo habilis; según Wrangham, porque nunca llegó a dominar el fuego.

Lea el artículo completo en:

QUO

17 de noviembre de 2009

Prehistóricos sí, pero no tan primitivos


Martes, 17 de noviembre

Prehistóricos sí, pero no tan primitivos

Los cazadores del Paleolítico no sólo fueron capaces de crear obras de arte aclamadas como Patrimonio de la Humanidad, sino que también sacaron provecho para sobrevivir de principios científicos que se enunciarían varios milenios más tarde y que hoy son la base de inventos como el avión o el motor diésel, ¿cómo? En serio. Lea:




El descubridor de Altamira, Marcelino Sanz de Sautuola, murió señalado como un farsante por los principales paleontólogos europeos de su época, porque la ciencia de finales del siglo XIX tenía tal concepto de la Prehistoria, que no podía admitir que unos seres primitivos pudieran crear arte y, mucho menos, pintar una maravilla de la talla de los bisontes polícromos de Santillana del Mar.

La afrenta de la ciencia al descubridor del primer testimonio del arte rupestre paleolítico quedó saldada en 1902 cuando uno de sus mayores detractores, el francés Émile Cartailhac, reconoció públicamente su error, pero en el imaginario colectivo todavía pervive una idea del hombre de las cavernas como un ser primitivo.

El Museo de Altamira lleva años luchando contra esa imagen, con actividades que revelan al visitante que sus antepasados de hace 20.000 años no eran menos inteligentes que él. Eran Homo sapiens. "No confundamos inteligencia con conocimiento o información. Las capacidades neurobiológicas de una persona de hace 20.000 años eran idénticas a las nuestras. Su capacidad de aprendizaje y análisis era la misma", explica el director del museo, José Antonio Lasheras.

La última de esas actividades tiene lugar estos días, con motivo de la Semana de la Ciencia, una cita que Altamira suele aprovechar cada año para lucir sus programas de arqueología experimental y mostrar a los visitantes cómo era la vida en la Prehistoria.

Este año cuenta con la colaboración del Aula de la Ciencia de la Universidad de Cantabria, cuyo director, el profesor de Termodinámica Julio Güeméz, no oculta su admiración por la brillantez que demostraron los hombres del Paleolítico para aplicar a base de observación y ensayo-error principios de la física que llevaron de cabeza a los matemáticos hasta los siglos XVIII y XIX.

Estos son algunos:

- PRINCIPIO DE CONSERVACIÓN DE LA ENERGÍA, que podría traducirse así para los hombres del final de la última glaciación: "Cómo hacer fuego golpeando dos piedras o frotando un palo contra una madera".

La ciencia creyó hasta casi el siglo XIX que el calor era un fluido ingrávido, que se transmitía de objeto a objeto. De hecho, explica Güémez, esa teoría funcionó razonablemente bien hasta que un soldado metido a fabricante de armas, Benjamin Thompson, conde de Rumford, se preguntó en 1798 por qué se calentaban tanto sus cañones de bronce cuando perforaba el ánima con una broca roma.

Rumford dedujo que el calor no lo transmitía un objeto a otro, sino que era fruto del rozamiento. Era movimiento, energía mecánica. En el Paleolítico, el hombre aplicó ese mismo principio durante milenios, al golpear pedernal y pirita para obtener una chispa o al frotar dos maderas para obtener una brasa con la que hacer fuego. Con siglos de tecnología de diferencia, puso en práctica los mismos principios por los que funcionan un mechero o un motor diésel.

- LA TEORIA DEL CALOR ESPECÍFICO, o cómo hacer hervir el agua utilizando piedras.

El químico escocés Joseph Black explicó en el siglo XVIII por qué unos materiales necesitan más energía para calentarse que otros e introdujo en la termodinámica el concepto de calor específico.

En la Prehistoria, el hombre tuvo que enfrentarse a la necesitad de hervir agua, una de las sustancias con mayor calor específico de la naturaleza, tanto, que elevar un grado la temperatura de un kilo de agua requiere la misma energía que levantar un metro un peso de 400 kilogramos. Y lo resolvió poniendo al fuego piedras, que se calientan con poca energía, y sumergiéndolas en el agua, con lo que lograba el mismo efecto que en la actualidad emplean en las saunas finlandesas.

- EL TEOREMA DE BERNOULLI Y EL EFECTO VENTURI, o cómo pintar con aerógrafo hace 20.000 años. Esos dos complejos fenómenos físicos sobre el comportamiento de los fluidos, desentrañados en el siglo XVIII por los científicos que les dan nombre, son hoy la base del barómetro o incluso de la aerodinámica que explica la sustentación de los aviones.

Los hombres que habitaron la Cornisa Cantábrica en el Paleolítico los aplicaron para pintar con aerógrafos rudimentarios, de los que se han encontrado ejemplos en Altamira. Y lo consiguieron tras descubrir que si colocaban un hueso hueco de ave sobre un pigmento líquido y soplaban sobre su extremo con otro hueso, la pintura subía y se proyectaba de forma uniforme, pulverizada.

"No sé cómo a alguien se le pudo ocurrir esto. No es algo tan intuitivo. Tenían que ser muy ingeniosos para relacionar fenómenos que son muy poco frecuentes en la naturaleza", reflexiona Güémez.

- LA PALANCA, o cómo lanzar más lejos un venablo y cazar seguro. Durante generaciones, hasta la invención del arco, los cazadores del Paleolítico utilizaron un instrumento llamado propulsor prehistórico para lanzar venablos a más distancia, lo que permitía no ser descubierto por la presa y mantenerse a una distancia prudente de ésta. En realidad, se trata de un pequeño bastón que prolonga la longitud del brazo y potencia el efecto de la palanca que enunciaría siglos más tarde Arquímedes, en la Grecia clásica.

En América, recuerda Güémez, ese artilugio se siguió utilizando hasta la llegada de los conquistadores españoles, que sufrieron en sus propias carnes un arma, el atlatl, que lanzaba proyectiles con tal fuerza y velocidad que perforaban sus cotas de malla.

Conocer Ciencia: Ciencia Sencilla, ciencia divertida, ciencia fascinante

Fuente:

El País Ciencia

28 de octubre de 2008

Los humanos sabían hacer fuego hace 790.000 años

Los humanos sabían hacer fuego hace 790.000 años

Un estudio sostiene que el hombre dejó pronto de depender de los rayos y otros fenómenos naturales para conseguir fuego y que esto le animó a colonizar nuevos continentes.


REUTERS - Jerusalén - 26/10/2008



Un nuevo estudio de la Universidad Hebrea de Israel concluye que la especie humana fue capaz de hacer fuego antes de lo que hasta ahora se creía. Los arqueólogos que han excavado el yacimiento de Gesher Benot Yaaqov sostienen, según se ha publicado en Quaternary Science Reviews, que los seres humanos de este asentamiento ya sabían iniciar un fuego hace 790.000 años.

Gesher Benot Yaaqov está ubicado al norte de Israel en el valle del río Jordán, un pasillo natural empleado por los humanos primitivos en las rutas migratorias de África a Asia. Anteriores excavaciones en el mismo yacimiento mostraron, tal y como se publicó en 2004, que los hombres y mujeres que pasaron por allí ya sabían transportar y controlar el fuego hace 790.000 años.

Sin embargo, ahora los investigadores han ido más allá al asegurar que ese fuego que transportaban no procedía necesariamente de un rayo o de un incendio natural como se creía. "Los nuevos datos muestran que había un control continuado del uso del fuego a lo largo de varias civilizaciones y que estas no dependían de los fuegos naturales", cuenta la arqueóloga Nira Alperson-Alfil.

La conclusión se basa en la aparición de muestras de sílex quemado en hasta 12 estratos diferentes del yacimiento israelí. Por la posición estratégica del mismo, los arqueólogos han señalado que el desarrollo de esta habilidad animó a nuestros antepasados a migrar hacia Asia. "Cuando [los humanos] ya dominaban el fuego para protegerse de los depredadores y obtener calor y luz, se sintieron más seguros para adentrarse en un territorio inhóspito", concluye Alperson-Alfil.

Fuentes:

El País - España

Europa Sur

22 de junio de 2008

¿Cómo hacían fuego los hombres primitivos?

¿Cómo hacían fuego los hombres primitivos?

Navegando en la red, llegué a Metacafe, una web al estilo YouTube donde se pueden subir y descargar videos, busque en la categoría de ciencias y me encontré con este espectacular video: cómo encender fuego, pero al estilo de nuestros antepasados.

Conocer Ciencia quiere compartir este video con todos ustedes. Espero lo disfruten:


Fuego Primitivo - Semana De La Ciencia Murcia 2006 - More amazing video clips are a click away

Fuente:

Metacafe
google.com, pub-7451761037085740, DIRECT, f08c47fec0942fa0