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29 de febrero de 2012

¿Olemos mejor con los ojos abiertos o cerrados?


oler-florUn estudio publicado en la última edición de la revista Journal of Neuroscience revela que estimulando las regiones cerebrales de la corteza visual a la vez que aspiramos el aroma de una rosa, nuestra capacidad de distinguir los matices e identificar ciertos olores aumenta. Según los autores, del Instituto Neurológico de Montreal, el hallazgo indica que en las estructuras cerebrales encargadas de los distintos sentidos están mucho más interconectadas de lo que se pensaba. Y que no es algo exclusivo de los sinestésicos –personas en que la estimulación de un sentido activa otro, por ejemplo haciéndoles ver colores en los números o escuchar olores-.

Los investigadores sugieren que la vista juega una papel clave a la hora de “conectar” la información procedente de distintos sentidos. Y, como aplicación práctica inmediata, recomiendan que la próxima vez que olamos un perfume, una flor o una especia exótica mantengamos los ojos bien abiertos.

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Muy Interesante

14 de diciembre de 2011

El buen olfato, clave en la evolución de los humanos

Markus Bastir y Antonio Rosas, del CSIC, con los cráneos del estudio. | CSIC

Markus Bastir y Antonio Rosas, del CSIC, con los cráneos del estudio. | CSIC

El olfato nos hizo más humanos, o al menos favoreció en nuestra especie procesos cognitivos como la percepción o la intuición, según revela un análisis de decenas de cráneos de humanos actuales, ancestros y otros primates liderado por un equipo de investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

El trabajo, publicado en la revista 'Nature Communications', lo inició hace años el investigador de origen alemán Markus Bastir, un paleontólogo especializado en el estudio de la morfología de los cráneos humanos para determinar algunas de sus capacidades funcionales. En concreto, en el análisis se compararon 80 cráneos de 'Homo sapiens', 30 de chimpancés y otros 14 de otras especies de homínidos, como los neandertales, 'Homo ergaster', 'Homo erectus' y ' Midpleistocene Homo'.

Los investigadores se centraron en la base del cráneo, que estudiaron en tres dimensiones, y concluyeron que los bulbos olfativos, donde está la estructura que recibe la información del olfato, son un 12% mayor en nuestra especie que en el resto de las especies estudiadas.

"Fue una sorpresa descubrir esta capacidad humana porque los primates no se caracterizan precisamente por su olfato excepcional. Pero estas funciones olfativas superiores están relacionadas con procesos cognitivos, porque nos permiten percibir de modo inconsciente algo del entorno que se integra en los circuitos cerebrales y nos ayuda en la toma de decisiones", explica Antonio Rosas, investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (CSIC), coautor del análisis.

Estos bulbos olfativos se sitúan, según explica Bastir, muy cerca de los lóbulos temporales, que también son más grandes en los 'sapiens' y que se relacionan con el lenguaje, la memoria y algunas funciones sociales. "Esta combinación nos permite interpretar que el mayor tamaño tiene una función emotiva y cognitiva y modula actos conscientes y otros que no lo son", argumenta Bastir.

Funciones sociales

Así, el olfato ha favorecido el desarrollo de algunas funciones sociales que no tienen otros primates. En palabras de Rosas, "nos permite captar un olor indirecto que ayuda a elegir a la pareja, a los amigos y que genera incompatibilidades que tienen que ver más con la intuición que con lo que realmente olemos".

Un ejemplo claro, como añade Markus, sería el de las madres, capaces de identificar a su bebé por el olor. "Es un sentido del olfato que creíamos que tenía poca importancia en nuestra especie y que ahora descubrimos que ayuda a establecer y profundizar relaciones, que tiene un sentido social", concluye.

De ahí, comentan, vendrían algunas de las frases repetidas en muchas culturas: "Tal cosa huele mal", aunque en realidad sea absolutamente inodora, como una corruptela urbanística o los negocios de Iñaki Urdangarin, sin ir más lejos.

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El Mundo Ciencia

20 de octubre de 2011

Rocía tu nariz con un poco de oxitocina para favorecer la economía


Hacer negocios con alguien, sobre todo si ese alguien es un desconocido, siempre tiene sus riesgos. Debemos depositar la confianza en alguien que, en el fondo, sólo persigue el máximo beneficio individual. Y la cuestión es que nosotros también buscamos lo mismo.

Así que la economía, concretamente la transacciones económicas, son una de las mayores fuentes de fricción social, pero también uno de los mayores alicientes para socializar, derribar prejuicios, romper barreras, aprender lenguas, etc.

El mayor engrasador de las relaciones es la oxitocina, así que la oxitocina tiene un papel muy importante en la economía. Un simple acto de generosidad financiera, por ejemplo, tal y como ocurre con una sonrisa o un pequeño gesto de deferencia, puede ocasionar la secreción de hormona oxitocina en el cerebro del receptor, y la oxitocina es la química que la evolución usa para hacer que los mamíferos se sientan bien entre ellos.

Funciona también en sentido contrario, tal y como apunta Matt Ridley:

Rociar oxitocina en las narices de estudiantes causará que confíen su dinero a extraños más fácilmente que aquellos que reciben un rocío de placebo. “La oxitocina es la firma fisiológica de la simpatía”, dice el neuroeconomista Paul Zak, quien conduce los experimentos, “y parece inducir un apego temporal a los otros.

Zak, en 2004, junto con Ernst Fehr, fue el responsable de uno de los experimentos más curiosos de la historia de la economía. Para llevarlo a cabo, usaron a 194 estudiantes varones de Zúrich (el experimento no puede hacerse con mujeres, no porque Zak sea un machista redomado, sino porque si la mujer está embarazada sin saberlo, la oxitocina podría inducir al parto).

Zak sometió a los participantes varones a dos juegos diferentes. El primero se llamo el juego de la confianza, y consistía en lo siguiente:

un jugador llamado el inversor recibe doce unidades monetarias y se le dice que si las otorga a otro jugador, el fiduciario, esa cantidad será cuadruplicada por el experimentador. Así que si da sus doce unidades, el fiduciario recibirá 48. El fiduciario puede retribuir con alguna cantidad al inversor, pero no tiene obligación de hacerlo. Así que el inversor se arriesga a perder todo su dinero, pero si confía en la generosidad del fiduciario, podría tener una buena ganancia. La pregunta es: ¿cuánto dinero entregará el inversor? Los resultados fueron sorprendentes. Los inversores que fueron rociados con oxitocina en la nariz antes del experimento entregaron 17 % más dinero que los que fueron rociados con solución salina, y la transferencia media subió de ocho a diez unidades. Los inversores con oxitocina son más de dos veces más proclives a dar las doce unidades que los sujetos controles.

El segundo juego era idéntico al primero salvo por una cuestión: la generosidad de los fiduciarios era decidida aleatoriamente. Entonces la oxitocina no mostraba un efecto en los inversores. Es decir, que la oxitocina no es que nos invite al riesgo sino que aumenta específicamente la confianza. Algo que está bastante débil en la economía actual. ¿Quizá necesitemos un chute de oxitocina?

Si el progreso económico humano ha incluido un momento crucial en el que los seres humanos aprendieron a tratar con extraños como compañeros de comercio en vez de enemigos, la oxitocina tuvo sin lugar a dudas un papel fundamental.

Vía | El optimista racional de Matt Ridley

Fuente:

Xakata Ciencia

27 de junio de 2011

El olfato como clave de la inteligencia


Los científicos se han preguntado numerosas veces por qué los mamíferos (incluidos los humanos) han sido capaces de desarrollar cerebros más grandes y complejos que otros animales, cerebros que en algunos casos han crecido hasta diez veces más que el tamaño corporal relativo.

Un equipo de paleontólogos cree saber el motivo: facilitar un agudo sentido del olfato. La clave se encuentra en dos diminutos mamíferos de principios del Jurásico con aspecto de musaraña y una sesera más que considerable. La investigación aparece publicada en la revista Science.

Investigadores de las universidades de Texas y St Mary y del Museo Carnegie de Historia Natural en Pittsburgh (Pensilvania) utilizaron una técnica de tomografía computorizada con rayos X para estudiar los raros fósiles de los cráneos de dos criaturas, el Morganucodon y el Hadrocodium, de 190 millones de años de antigüedad y cuyos restos fueron encontrados en China.

El equipo descubrió que estos animales, dos de las primeras especies conocidas de mamíferos, tenían cerebros mucho más grandes de lo esperado, especialmente si se tiene en cuenta su escasa masa corporal. El Hadrocodium apenas pesaba dos gramos.

La tomografía computorizada permitió a los investigadores observar el interior del cráneo de estos animalillos sin tener que destruir los valiosos fósiles. Después, construyeron un molde virtual de sus cerebros, que fueron comparados con otra docena de fósiles y con los cerebros de 200 especies de mamíferos que viven actualmente.

Los resultados, según los científicos, fueron sorprendentes. Incluso hace 190 millones de años, el cerebro de los primeros mamíferos era especialmente grande (en relación a su masa corpora), con un tamaño que se acerca a las proporciones vistas en los mamíferos modernos.

Tras observar las imágenes tridimensionales, los científicos llegaron a la conclusión de que el cerebro de los mamíferos evolucionó en tres etapas principales: primero mejoró el sentido del olfato, después el tacto o la sensibilidad del vello corporal, que actuaba como un controlador del espacio y, finalmente, la coordinación neuromuscular.

Nuestro estudio muestra claramente que la parte olfativa del cerebro y la parte vinculada a la sensación táctil a través de la piel se ampliaron en estos primeros mamíferos

Afirma Zhe-Xi, uno de los responsables del artículo.

Vía | Science Mag

Tomado de:

Xakata Ciencia

31 de enero de 2011

Descubren que perros podrían oler el cáncer

Científicos japoneses descubrieron que el olfato del perro es tan poderoso que podría detectar el cáncer en su fase inicial.

A través de una investigación, que fue publicada en la revista médica British Medical Journal, los expertos del departamento de cirugía de la Universidad de Kyushu, en Japón, señalaron que existen componentes químicos correspondientes a ciertos tipos de cáncer específicos que circulan por el cuerpo humano y que un perro puede oler.

Para llegar a esta conclusión los científicos nipones realizaron un experimento con un perro labrador especialmente adiestrado, que realizó durante varios meses pruebas de olfato entre las que se incluyeron test de aliento y muestras de heces de los participantes.

Fuente:

Generacción

19 de abril de 2010

El peor olor del mundo

Lunes, 19 de abril de 2010

El peor olor del mundo


Aunque es difícil establecer un ranking de hedores, la mayoría de los expertos coinciden en que el olor más desagradable del mundo es el que genera el mercaptano. Se trata de un compuesto sulfurado que genera la materia en descomposición, y que en estado puro emite un “tufo” que puede hacernos sentir realmente enfermos. Quienes lo han olido comparan su hedor con el que desprenden los huevos podridos o unos calcetines muy usados.

No obstante, este aroma fétido también ha resultado ser útil: añadiendo un derivado, el metilmercaptano, al gas natural se consigue que este combustible, que es inodoro, pueda ser detectado por el olfato humano, alertando de posibles fugas. De ahí que se pueda afirmar que el mercaptano también ha salvado muchas vidas.

El mercaptano se añade además a los combustibles de los reactores y a los pesticidas.

Fuente:

Muy Interesante

6 de noviembre de 2009

El olor de los recuerdos


Viernes, 06 de noviembre de 2009

El olor de los recuerdos

¿Qué es el olor?

El olor es una propiedad intrínseca de la materia y se define como la sensación resultante de la recepción de un estimulo por el sistema sensorial olfativo. El término “olor” se refiere a una mezcla compleja de gases, vapores, y polvo, donde la composición de la mezcla influye directamente en el olor percibido por un mismo receptor. Aquello que carece de olor se denomina inodoro. El olor es el objeto de percepción del sentido del olfato.


¿Alguna vez ha sentido que un olor de la infancia le transporta inesperandamente a un recuerdo del pasado? Un estudio neurocientífico publicado en la revista Current Biology revela que los primeros olores ocupan un lugar privilegiado en el cerebro, lo que explica por qué la memoria olfativa puede llegar a ser tan vívida.

“La primera vez que asociamos un objeto a un olor se crea una huella profunda en el cerebro”, explica Yaara Yeshurun, del Instituto Weizmann de Israel, que aclara que esto sucede tanto para olores agradables como desagradables. “Según nuestro anterior paradigma las primeras asociaciones olfativas y las posteriores se recordaban con igual intensidad, pero hemos comprobado que no es así, que hay una memoria especial la primera vez que olemos algo, que es creada en nuestro cerebro por las regiones del hipocampo y la amídgala”, aclara Yeshurun. Según los investigadores se trata de una impronta privilegiada, y observando en el momento de la exposición el sistema nervioso sería posible predecir qué asociación olfatoria va a ser recordada. Conocer cómo funciona podría ayudar a borrar recuerdos traumáticos, pronostica Yeshurun.

Fuente:

Muy Interesante
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