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17 de octubre de 2015

Maxwell y sus ecuaciones

En 1865, el físico escocés James Clerk Maxwell formuló la teoría clásica del electromagnetismo deduciendo así que la luz está hecha de campos eléctricos y magnéticos que se propagan por el espacio, teoría que llevó a la predicción de la existencia de las ondas de radio y a las radiocomunicaciones.



Las ecuaciones de Maxwell

Un investigador precoz

Según la famosa expresión atribuida a Newton, todos los científicos trabajan aupados 'a hombros de gigantes', es decir, construyen sus teorías sobre los conocimientos logrados por las generaciones anteriores a lo largo de siglos de estudios y experiencias. Esa elevación a gran altura les permite mirar más lejos y progresar en las ideas. Esto es particularmente cierto en el caso de Maxwell quien supo combinar todo el conocimiento existente hace 150 años sobre su tema de trabajo llegando a la forma más bella y sucinta de expresar los principios sobre la electricidad, el magnetismo, la óptica y su interrelación física.

Nacido en Edimburgo en 1831, en el seno de una familia de clase media, Maxwell manifestó una peculiar curiosidad desde su temprana infancia. A los 8 años recitaba versos de Milton y largos salmos, y a los 14 ya había escrito un paper (artículo científico) en el que describía métodos mecánicos para trazar curvas.

Estudió en las universidades de Edimburgo y de Cambridge donde asombró a alumnos y profesores por su capacidad para resolver problemas de matemáticas y de física. A los 23 años se diplomó en matemáticas por el Trinity College, y dos años más tarde obtuvo una plaza de profesor de filosofía natural en el Marischal College de Aberdeen donde permanecería 4 años. En 1860 obtuvo un puesto similar pero en el prestigioso King's College de Londres. Ahí comenzó la época más fructífera de su carrera. Ingresó en la Royal Society en el 1861, publicó la teoría electromagnética de la luz en 1865, regresó entonces con su familia a la casa de sus padres en Escocia, y fue nombrado director del Cavendish Laboratory de Cambridge en 1871. Allí, en Cambridge, murió de cáncer abdominal en 1879, a la edad de 48 años.

La esencia electromagnética

En 1865, Maxwell publicó un artículo titulado 'Una teoría dinámica del campo electromagnético' en el que aparecieron por primera vez las ecuaciones hoy mundialmente famosas y conocidas como 'ecuaciones de Maxwell'. Estas ecuaciones expresan de una manera concisa y elegante todas las leyes fenomenológicas sobre electricidad y magnetismo que se habían formulado desde el siglo XVIII, entre ellas las leyes de Ampère, de Faraday y de Lenz. La notación vectorial que se utiliza hoy fue introducida en 1884 por Heaviside y Gibbs.




La naturaleza electromagnética de la luz

El valor de las ecuaciones de Maxwell no solo reside en la síntesis de todas las ideas anteriores, que revelaba la íntima interrelación entre electricidad y magnetismo. De sus ecuaciones, Maxwell también dedujo otra ('la ecuación de ondas') que le llevó a predecir la existencia de ondas de naturaleza electromagnética capaces de propagarse a la velocidad de la luz. En efecto, Maxwell concluyó que '...luz y magnetismo son aspectos de la misma substancia, y la luz es una perturbación electromagnética...'. De esta forma, su trabajo de síntesis también consiguió unificar la óptica al electromagnetismo y reveló la esencia electromagnética de la luz.

La teoría de Maxwell predecía la generación de ondas electromagnéticas en el laboratorio. Esta posibilidad fue llevada a cabo por el físico alemán Heinrich Hertz en 1887, ocho años después del fallecimiento de Maxwell, mediante la construcción de un oscilador como emisor y de un resonador como receptor. La capacidad para producir tales ondas y de recibirlas en un lugar distante conduciría a un ingeniero italiano, Guillermo Marconi, mediante sucesivos perfeccionamientos de la técnica, a una gran revolución tecnológica: las comunicaciones por radio. Y sobre esta tecnología reposan hoy algunos de los elementos cotidianos más útiles y más utilizados, como los teléfonos móviles.

El artículo completo en:

El Mundo

15 de agosto de 2015

Las 10 mejores películas de ciencia ficción (según los científicos)

Nada como la ciencia ficción, nada como las películas de ciencia ficción. La importancia de este género traspasa muchos aspectos y, lo mejor, hay para todos los gustos y está presente en casi cualquier expresión artística; sin embargo las obras muchas veces están bajo el escrutinio y rigor científico, a veces el argumento es laxo que se permite amplias licencias de la ficción; otras, todo lo contrario.

Sea cual sea la inclinación de la balanza, en ese amplio espectro que cubre la ciencia ficción, repasamos las opiniones de algunos científicos sobre sus películas favoritas de este género. Luego de este listado, tenemos un bonus especial del genial Neil DeGrasse Tyson sobre películas favoritas de ciencia ficción.

10. The War of the Worlds (1953)

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Seth Shostak sabe de lo que habla al recomendar esta película basada en la novela homónima de HG Wells publicada en 1897, ya que es el director y astrónomo senior en el Center for SETI research (Search for extraterrestrial intelligence). Shostak asegura que en una veintena de años se encontrará vida extraterrestre... y si no, nos comprará un café. Sobre la película dirigida por Byron Haskin dijo que, luego de verla, "estuvo enfermo toda la noche" y que "esto es la marca de un filme que ha hecho la diferencia". También existe una versión de 2005, dirigida por Steven Spielberg, aunque no tan afortunada.

9. Star Wars (1977)

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Sin duda una película que no se queda fuera de cualquier recomendación de ciencia ficción. Para Aaron Blaisdell, profesor en el UCLA Brain Research Institute en el área de neurociencia conductual, la película dirigida por George Lucas marcó su vida desde los 9 años (¿a cuántos no?), de la cual dice que "nada tan fantástico e inspirador había sido expuesto antes en la pantalla grande". A su vez, Siddhartha Srinivasa de The Robotics Institute de la Carnegie Mellon University trabaja en un robot sirviente parecido a C-3PO y asegura que "la ficción estimula la ciencia, ya que apunta a un futuro por el que debemos luchar".

8. Blade Runner (1982)

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Esta película de culto dirigida por Ridley Scott muestra un alucinante panorama postapocalíptico de la Tierra, así como un avance tecnológico impresionante: androides con aspecto humano tan sofisticado que es necesario una unidad oficial para exterminar a aquellos que se salen de su directiva. Para Daniel Novy, científico en el Media Lab del MIT, explica: "La inspiración es importante, incluso a costa de cierta precisión." Blade Runner está basada en la novela 'Do Androids Dream of Electric Sheep?'de Philip K. Dick, una de los 13 libros ciencia ficción que todo geek debe leer.

7. Jurassic Park (1993)

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La primera entrega de la, ahora, franquicia taquillera de Steven Spielberg, nos dejó con la boca abierta con la adaptación al cine de la novela del mismo nombre de Michael Crichton. Sin duda una idea revolucionaria y espectacular para científicos genetistas, antropólogos y un montón de otras áreas están en un mismo lugar: Jurassic park. Así, para Jack Horner, famoso antropólogo, "Jurassic Park representa la ciencia que desearíamos fuera verdad". Horner fue el descubridor del Maiasaura, un dinosaurio ornitópodo hadrosáurido, que vivió a finales del período Cretácico superior, que aparece en las novelas de Jurassic Park, aunque ausente de las películas. Incluso en la nueva película de la franquicia no aparece, aunque hay una larga lista de nuevos dinosaurios que aparecen en Jurassic World.

6. WALL-E (2008)

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Steven Schlozman, profesor asistente en el área de psiquiatría en el Harvard Medical School and Lecturer in Education, comenta sobre WALL-E, "Estas películas reflejan nuestra conceptualización del yo, luego distorsionan lo que vemos", y va más allá: "¿En WALL-E te sientes más cercano a los robots o a los humanos?" Gran pregunta ¿cierto? Así pues, esta película de Disney-Pixar fue dirigida por Andrew Stanton, y está basada en el fabuloso guión de Peter Docter, escritor y director de la bellísima Inside-Out que también tiene importantes estudios científicos que la respaldan.

5. Fantastic Voyage (1966)

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Esta película dirigida por Richard Fleischer nos muestra la historia del "viaje fantástico" a través del cuerpo humano que es realizado en un submarino de exploración oceánica reducido a tamaño microscópico en el Centro de Miniaturización Norteamericano para salvar la vida de Jan Benes. Para David Carroll, director del Centro de Nanotecnología y Materiales Moleculares de la Universidad Wake Forest, esta película hizo eco en su trabajo, ya que "Es exactamente lo que estamos trabajando: en la inyección de nanobots que encuentran un tumor canceroso, decir cuando lo han encontrado y destruirlo". Como nota final, esta película inspiró la novela del genial Isaac Asimov del mismo año, titulada en español como 'Viaje alucinante'.

4. Alien (1979)

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La querida franquicia de Alien es señalada por Terry Johnsson profesor e investigador de bioingeniería en la Universidad de California, Berkeley, como una que ha "basado el ciclo de vida de sus xenomorfos en avispas parásitas en la Tierra", además agrega: "Es un placer ver una película que reconoce cuán extraño puede ser la vida".

3. Brazil (1985)

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"Me convertí en un arquitecto que trabaja en las ciudades del futuro", dice Mitchell Joachim profesor en la Universidad de Nueva York y co-fundador de el proyecto urbano (mind-blowing) Terreform 1. Y es que en esta película del gran Terry Gilliam, Joachim encontró "un fascinante escenario distópico y ubando", a lo que agrega: "Es soñadora y llena de ironía en una sociedad tecnológica del sur. Pero el mensaje es acerca de nuestra meta humana compartida de desear un lugar mejor (para vivir)".

2. The Matrix (1999)

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Sin duda esta película de los hermanos Wachowski es una referencia obligada en el mundo del cine y de la ciencia ficción. Una agitada trama, un argumento entrelazado y complicado nos fue revelado poco a poco en la franquicia, luego del estallido de ésta cinta de 1999; de la que Jeremy Bailenson, co-fundador del Stanford University's Virtual Human Interaction Lab, dice: "The Matrix trajo la realidad virtual a la luz pública", y con toda razón. Y agrega, "Se hizo más fácil para mí comunicar los resultados de la investigación acerca de los avatares, los agentes y la realidad virtual a personas que no son científicas."

1. 2001: A Space Odyssey (1968)

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Una obra que generalmente aparece en la cima de todo conteo. Dirigida por Stanley Kubrick su guión fue confeccionado por este mismo director y Arthur C. Clarke; se basaron en la novela corta del mismo Clarke 'El Centinela', publicada en 1948. Para Anders Sandberg, investigador en el Future of Humanity Institute de la Universidad de Oxford "2001 es minuciosamente realista, haciendo todo lo posible para representar una colonia lunar y una expedición tripulada a Júpiter". Y agrega: "La vi por primera vez cuando era adolescente, ya conocía la historia pero, conforme la vi, estaba cada vez más fascinado".

El artículo completo (y un BONUS) aquí:

Hipertextual

24 de julio de 2015

Isaac Newton: Biografìa (incluyendo su lado oscuro)

Fue venerado durante su vida, descubrió las leyes de la gravedad y del movimiento, inventó el cálculo infinitesimal y ayudó a moldear nuestra visión racional del mundo.

Pero su vida personal a menudo estuvo plagada de sentimientos menos felices.


25 de diciembre de 1642: Sin expectativa de vida


Newton nació prematuramente el día después de Navidad en Woolsthorpe, Lincolnshire.
Era un bebé pequeñísimo y le dieron pocas posibilidades de supervivencia.
El país en el que nació era caótico y turbulento.

Inglaterra estaba siendo destrozada por una guerra civil. La peste era una amenaza constante. Muchos creían que el fin del mundo era inminente.

Lea también: Lo que quizás no sabías de la gravedad

Pero la aldea de Woolsthorpe era una comunidad tranquila, a la que casi no había llegado ni la guerra ni la peste, donde se respetaban los valores puritanos de la sobriedad, el trabajo duro y la adoración sencilla.



La peste fue la enfermedad más temida del siglo XVII, y no sólo de ese siglo, sino de todos desde su reaparición en Europa en la década de 1340. Les dejo con power point que relizamos para un programa de Conocer Ciencia TV.

 

1645: Un niño solitario que odiaba a su padrasto

El padre de Newton murió antes de que él naciera. Cuando cumplió tres años, su mamá lo dejó con su abuela y se casó con un hombre de un pueblo cercano.

Esto le dejó una herida de por vida; se sintió rechazado por su familia.
Odiaba a su padrasto y amenazaba con prenderle fuego a su casa.

Lea también: Árbol de Newton desafía la gravedad

En la escuela, buscó consuelo en los libros.

No le interesaba ni la literatura ni la poesía, pero le fascinaba la mecánica y la tecnología, que lo llevaron a inventar un elaborado sistema de relojes de sol que daban la hora y los minutos precisos.

Su madre tenía la esperanza de que se dedicara a manejar la granja de la familia, pero su tío y el director del colegio se dieron cuenta de que Newton estaba destinado a vivir en la esfera intelectual.

1661: Un mentor matemático

Newton se inscribió en el colegio Trinity de la Universidad de Cambridge y ahí encontró a una figura paterna que lo puso rumbo a importantes descubrimientos.

En vez de pedirle que estudiara los textos que los otros universitarios leían, Isaac Barrow -el primer profesor de matemáticas de Cambridge- lo orientó hacia los grandes problemas matemáticos no resueltos de ese momento, como el Cálculo, esa manera de describir cómo cambian las cosas.

Esa materia después sería crucial para explicar el Universo en términos matemáticos.
Newton además se la pasaba buscando nuevos escritos de hombres como Descartes, quien argumentaba que el Univeso estaba gobernado por leyes matemáticas.

Un video, de Conocer Ciencia TV, donde hablamos sobre Newton y la luz blanca: 



El artículo completo en:

BBC

28 de noviembre de 2014

Los beneficios de jugar para el desarrollo del cerebro de los niños

Algunos científicos creen que el tiempo invertido jugando es más importante que el pasado en la escuela de cara a la maduración de nuestro cerebro durante la infancia



A los seres humanos nos encanta jugar. A los perros, gatos, osos, pájaros y otros muchos animales también. Los científicos llevan tiempo investigando sobre el origen del juego y el papel que tiene en el desarrollo del cerebro. Uno de los especialistas que más se ha dedicado al tema es Jaak Panksepp, de la Universidad Estatal de Washington.

Como experimentar con el cerebro de los niños no es posible, Panksepp ha trabajado con ratas de laboratorio y ha descubierto que no sólo les encanta jugar, sino que emiten una especie de divertida carcajada cuando les hacen cosquillas.

En su afán por localizar qué áreas del encéfalo tienen que ver con esta actividad, en un experimento, el científico eliminó a un grupo de ratas la corteza cerebral, la región más externa y evolutivamente “moderna” del cerebro, y se dio cuenta de que seguían jugando. Dedujo que el juego tendría que ver con una zona más profunda del cerebro, más “antigua” y compartida con otras muchas especies animales.

La teoría de Panksepp es que jugar provoca cambios duraderos en zonas del cerebro utilizadas para pensar y para desarrollar las habilidades sociales y la capacidad de interactuar con otros individuos.

Estas observaciones en el cerebro de ratas de laboratorio no implican que ocurra lo mismo en el cerebro de un niño, pero los científicos creen que el juego tiene un papel similar en casi todas las especies porque, por ejemplo, ya sea en ratas, en monos o en humanos, el juego requiere la participación de varios individuos.

Si este argumento no te parece suficiente quizás sí el experimento que realizó Panksepp y que explica en esta divertida animación de NPR: cuando colocó a dos ratas macho junto a una hembra, el individuo que había pasado más horas jugando tenía una mayor habilidad para engatusar a la hembra y se impuso al “no juguetón”. Una especie de George Clooney de las ratas.




Fuente:

FayerWayer

31 de julio de 2014

Avelino Corma: El 'Midas' español de la Química

Todo empezó cuando Avelino Corma (Moncófar, Castellón, 1951) empezó a ayudar a su padre a plantar melones, patatas y tomates. El flamante Premio Príncipe de Asturias de Ciencia 2014 era entonces un niño inquieto y curioso, con muchas ganas de descubrir el mundo. Hoy, no tiene ninguna duda de que en aquella huerta no sólo brotaron manjares deliciosos, sino que también se sembraron las semillas de su propia vocación científica.

«Provengo de una familia humilde de agricultores, y estoy convencido de que mis orígenes inspiraron mi trayectoria como investigador porque cuando estás en el campo, las preguntas surgen continuamente, todos los días», recuerda Corma en una entrevista exclusiva con EL MUNDO. El diálogo tiene lugar en la sede madrileña de L'Oreal, donde el sabio valenciano ha participado en el jurado de los premios Woman in Science, un galardón que se concede a los mejores proyectos de investigación liderados por jóvenes científicas españolas. «Aquel contacto directo que tuve en mi infancia con la naturaleza y los animales no sólo despertó mi curiosidad, sino el interés por diseñar experimentos para comprobar cómo funcionaban las cosas, y también para intentar descubrir la manera de mejorarlas», asegura.

Corma recuerda cómo cuando veía a su padre sembrando semillas, se fijó que siempre lo hacía a una determinada altura muy precisa, dependiendo de lo que estaba plantando. «¿Por qué plantas los melones justo ahí?», le preguntaba. Y fue así cómo empezó a recibir sus primeras lecciones científicas sobre causas y efectos en la naturaleza: «Si lo plantas demasiado bajo», le explicaba su padre, «cuando reguemos va a recibir demasiada agua, y se van a pudrir las raíces. Pero si lo plantas demasiado alto, no le va a llegar». Eran preguntas muy simples sobre fenómenos muy sencillos, pero Corma está totalmente convencido de que en aquel microcosmos rural nació su hambre voraz por conocer, comprender, y mejorar el mundo: «Fue así cómo empecé a pensar por mí mismo y a plantearme problemas».

Una trayectoria meteórica

Esa curiosidad infantil acabó madurando hasta transformarse en una insaciable pasión por la investigación y la experimentación en los laboratorios de la Facultad de Química de la Universidad de Valencia, donde hizo su Licenciatura a principios de los 70. «Me gustaba tanto la carrera que convencí a un profesor para que me dejara las llaves del departamento, y me pasaba allí día y noche. De hecho, en muchas asignaturas no iba a clase porque estaba todo el tiempo metido en el laboratorio, enfrascado en mis experimentos», confiesa. 

Tras doctorarse en la Complutense en 1976 y continuar su formación durante dos años en la Queen's University de Kingston (Canadá), volvió a España para incorporarse al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Pero sin duda el hito crucial de su meteórica trayectoria fue su decisión de fundar en 1990 el Instituto de Tecnología Química (ITQ), inicialmente en un antiguo aparcamiento de coches de la Universidad Politécnica de Valencia (no fue hasta cuatro años después cuando Corma y su equipo pudieron trasladarse hasta el edificio que ocupan en la actualidad). En poco más de dos décadas, este centro se ha convertido en una referencia de prestigio internacional que ha generado más de 150 patentes. De éstas, unas 80 se han desarrollado directamente con compañías del sector privado, convirtiendo al ITQ en un modelo de la transferencia de investigación básica a la aplicación tecnológica.

Corma se ha convertido así en el científico español con más patentes licenciadas a empresas, y sus más de 900 artículos en Nature, Science y otras revistas científicas de referencia le han catapultado a la fama internacional en su campo. De hecho, es el octavo químico más citado del mundo, y no sólo acaba de ganar su merecido Premio Príncipe de Asturias, sino que algunos le consideran el español con más opciones de ganar el Nobel. Cuando le preguntamos por esta posibilidad, sin embargo, Corma asegura que no le quita el sueño: «Lo veo muy lejos y no pierdo el tiempo pensando en eso. No es lo que me motiva».

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

28 de julio de 2014

John Oliver entrevista a Stephen Hawking

https://www.youtube.com/watch?v=Q_FYH0dwZRQ&cc_load_policy=1

Click en la imagen para ver el video...

Recientemente, el físico británico Stephen Hawking ha sido entrevistado por su compatriota John Oliver en su programa Last Week Tonight. La conversación inicia una nueva sección, llamada Great minds: people who think good (Grandes mentes: la gente que piensa bien), que pretende ofrecer entrevistas a “gente inteligente” que ha destacado por su gran trabajo, en contraposición a los “miles y miles de idiotas” que ha habido “a lo largo de nuestra extensa historia”. Hawking, famoso en el campo de la física teórica y de la divulgación científica, ha afirmado sarcásticamente que esta entrevista es el mayor honor que ha recibido nunca.
 
Aunque tiene en cuenta que “la mayoría de gente no entendería su trabajo”, el físico inglés eligió el tiempo imaginario como la parte de su obra que más le gustaría que se entendiera. “La gente piensa que es algo que ocurre en sueños o cuando te enfrentas a una fecha límite, pero es un concepto bien definido”, explica Hawking. “El tiempo imaginario es como otra dirección en el espacio”, añade.
Pero no todo es tan serio. La entrevista, llevada en constante clave de humor, demuestra que el mundo de la Física no es tan aburrido como se piensa. Ante el interés del cómico británico por saber si hay un universo (de los infinitos universos paralelos que Hawking describe) en pudiera ser más listo que él, éste bromeaba: “Sí. Y también uno en el que eres gracioso”. Hawking, diagnosticado de ELA en 1963, se comunica con un sintetizador de voz desde hace 29 años, y no tiene reparos en zanjar sarcásticamente la insistencia de Oliver en saber si en alguno de esos universos podría tener una cita con Charlize Theron: “Te das cuenta de que teclear una respuesta es difícil para mí, ¿no?”.

Tomado de:

Alfa Hélice

17 de enero de 2014

La muerte (poco heroica) de algunos científicos


Hay científicos que han muerto probando sus experimentos en sí mismos; otros lo han hecho tras un empacho al celebrar algún hallazgo; otros murieron por su exceso de confianza; otros por pura mala suerte.

Sea como fuere, a continuación os mostramos algunos casos de científicos que murieron de forma, digamos, indigna, impropia, poco heroica. De una forma que posiblemente los interfectos habrían preferido que no se aireara en un artículo como éste. Al estilo Humayun, el emperador indio al que se le enredó la túnica en el pie, cayó por las escaleras de su templo y se partió la crisma.

Empédocles se quemó

Al menos la leyenda nos cuenta que Empédocles (490-430 a. JC), el filósofo griego, saltó en secreto a un volcán en busca de preguntas acuciantes sobre su funcionamiento interno. El problema es que desapareció sin dejar rastro.

Celebrándolo hasta reventar

El filósofo y médico francés Julien Ofray de la Mettrie (1709-1751) estaba muy contento y ufano por haber curado a un paciente. Tanto que, en la fiesta que el propio paciente había celebrado en su honor, el médico murió por comer demasiado paté de trufa.

Transfusión de malaria y otras enfermedades

Alexander Bogdanov (1873-1928) fue un físico ruso que murió tras realizarse una autotransfusión de sangre… infectada de malaria y tuberculosis. Al mismo estilo cafre que Nicholas Chervin, de Gibraltar, que en el siglo XIX comió el “vómito negro y sanguinolento” de víctimas de la fiebre amarilla para dejar paladina constancia de que la enfermedad no se transmitía mediante contacto humano. Y el cirujano del siglo XVIII John Hunter, se infectó con “material venéreo” para comprobar si la sífilis y la gonorrea son la misma enfermedad.

Y En 1900, en Estados Unidos, durante el estudio de la transmisión de la fiebre amarilla en Cuba, el doctor William Lazear dejó que mosquitos infectados le picaran sin comunicarlo. Murió con 34 años y, posteriormente, su investigación fue reconocida como incalculablemente valiosa para el tratamiento de la enfermedad.

El abrigo paracaídas

Franz Reichelt (1879-1912), además de sastre, había hecho sus pinitos como inventor. Tanto es así que mezcló sus pasiones en un mismo objeto: un abrigo paracaídas. Lo probó él mismo saltando desde el primer piso de la Torre Eiffel, y ya nunca más lo contó.

Sadomasoquismo científico

El siguiente científico, finalmente, no murió, pero habida cuenta de todo lo que “sufrió”, podría haberlo hecho. A finales del siglo XIX, el doctor Hildebrandt puso a prueba la eficacia de la anestesia espinal permitiendo que su colega le sometiera a diversos actos de sadismo muy gráfico, tal y como explicita Ian Crafton en Historia de la ciencia sin los trozos aburridos:
permitiendo que lo quemara, le acuchillara el muslo, le oprimiera los testículos y le golpeara las espinillas con un martillo; de este modo demostró sin lugar a dudas que no podía sentir nada de cintura para abajo.

Tomado de:

Xakata Ciencia

19 de diciembre de 2013

Un premio nobel llama al boicot contra las grandes revistas científicas

Randy Schekman, un biólogo de EE.UU. galardonado este martes con el Premio Nobel de Medicina, aseguró que su laboratorio ya no enviará más trabajos de investigación a "las revistas de primer nivel", como 'Nature', 'Cell' o 'Science'.


"He publicado en las grandes revistas, incluso documentos que me han llevado a ganar un Premio Nobel. Pero eso se acabó", declaró Schekman al diario 'The Guardian'.

"Al igual que Wall Street tiene que romper el dominio de la cultura de los bonos, la ciencia debe romper la tiranía de las revistas de lujo", agregó. Schekman, quien recibió el premio conjuntamente con los científicos James E. Rothman y Thomas C. Südhof, señaló asimismo que la presión existente por publicar en revistas 'de lujo' anima a los investigadores a buscar campos de moda en la ciencia en vez de realizar trabajos de investigación sobre temas realmente importantes.

En opinión del investigador, el problema se ve agravado por los editores, que no son científicos, y que favorecen la realización de estudios que puedan tener un gran impacto en términos de lectores.

Schekman critica a 'Nature', 'Cell' y 'Science' por restringir artificialmente el número de trabajos que aceptan, una política que, dice, alimenta la demanda "de la misma manera que los diseñadores de moda que crean bolsos de edición limitada".

Asimismo, el biólogo arremetió contra una práctica generalizada llamada 'factor de impacto', utilizada por muchas revistas de 'primer nivel' para aumentar las ventas. El factor de impacto de una revista mide la frecuencia con la que se citan sus trabajos, y se utiliza como indicador de calidad.

Sin embargo, para Schekman esta práctica supone para la ciencia una "influencia tóxica" que "introduce una distorsión", ya que: "Un estudio puede ser muy citado porque es riguroso o simplemente porque es llamativo o provocativo, aunque sea incorrecto".

Fuente:

Actualidad RT
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