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27 de febrero de 2012

El techo de América parece que sigue creciendo

Aconcagua

En 1989 se determinó que la altura del Aconcagua es de 6.962 metros.

Se lo conoce como el "techo" de América porque es la montaña más alta del continente. Ahora algunos científicos creen que el famoso cerro Aconcagua podría aún estar creciendo.

La última medición oficial del gigante se realizó en 1959 y concluyó que la montaña mide 6.959 metros. En 1989 académicos internacionales determinaron que en realidad su altura es de 6.962 metros.

Un equipo de científicos argentinos quiere comprobar si en los últimos años el cerro siguió ascendiendo.

Los expertos creen que el terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter que destruyó la ciudad chilena de Concepción, en 2010, podría haber hecho que el Aconcagua ganara altura.

Ya hay evidencia de que ese sismo logró clic mover de su lugar a varias ciudades de Chile, Argentina y Brasil.

Y en los últimos dos años los expertos también pudieron comprobar que algunas montañas en la cordillera de los Andes crecieron tras el fenómeno.

Ahora los responsables del Proyecto Sigma (Sistema de Investigación Geodinámico Monte Aconcagua) quieren averiguar si también el punto más alto del continente americano cambió de tamaño como consecuencia del terremoto de Concepción.

Para ello, un equipo de 12 hombres del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla) y la Universidad Nacional de Cuyo (que componen el Proyecto Sigma), junto con el Instituto Geográfico Nacional (IGN), ascendió el Aconcagua y esta semana regresó a la base con la valiosa información, que ahora deberá ser procesada.

¿Cómo se mide?

Medir una montaña de casi siete kilómetros de alto no es tarea fácil. El Aconcagua tiene cerca de 2.000 metros más que el promedio de los cerros que componen los Andes.

Para cualquier andinista subir a su cumbre sería todo un desafío. Pero el equipo del Proyecto Sigma debió escalar cargando unos nueve kilogramos de aparatos.

El director del proyecto, Luis Lenzano, le dijo a BBC Mundo que el desafío más grande fue subir el gravímetro, un instrumento de tamaño similar a una TV mediana, que pesa cinco kilogramos.

Su tamaño y peso no fue su principal inconveniente. Lo más difícil fue mantener su temperatura, ya que el gravímetro sólo opera a más de 51ºC.

"Considerando que en la montaña hacen 20ºC bajo cero, no fue nada fácil", dijo Lenzano.

terremoto en Chile en 2010

Los expertos creen que el terremoto de Chile, en 2010, pudo haber aumentado la altura del Aconcagua.

Tal como su nombre sugiere, el gravímetro es un medidor de gravedad. Su uso es indispensable para medir con precisión la altura, ya que el aparato establece la distancia desde el nivel medio del mar.

"Los equipos de GPS no dan mediciones exactas porque utilizan un sistema de referencia propio. Sólo las mediciones tomadas desde el nivel medio del mar son precisas", apuntó Lenzano.

Es por eso que los científicos registraron toda la información: los resultados de la gravimetría y también los datos aportados por el GPS, más otras observaciones que hicieron.

Los expertos del Sigma realizaron mediciones en 10 puntos de la montaña durante su recorrido de 19 días.

El próximo paso será analizar la información recabada, algo que tardará varios meses.

Recién en junio el Instituto Geográfico Nacional anunciará formalmente cuál es la nueva altura del Aconcagua.

Menos complicado

Además de aportar la primera actualización oficial en más de cinco décadas sobre el punto más alto de América, el equipo del Sigma logró otro valioso objetivo.

Pudo colocar antenas de GPS en varias estaciones a lo largo de la montaña, gracias a lo cual en el futuro será posible seguir midiendo cualquier alteración que sufra el Aconcagua.

"Una vez que sepamos la distancia real en relación al nivel medio del mar podemos crear un modelo físico de la tierra –un geoide local- y a partir de ahí podemos utilizar las mediciones de GPS correctamente", explicó Lenzano.

Fuente:

BBC Ciencia

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¿Por qué hace más frío cuanto más alto subimos, si se está más cerca del sol?


Estas cosas que pasan… El otro día un familiar me preguntó el por qué de algo que le parecía sumamente contraintuitivo. ¿Por qué cuanto más subimos, más frío hace, si en realidad nos vamos acercando más al sol, y por tanto debería hacer más calor?

Cuando una porción de aire se calienta cerca de la superficie de la tierra, esta tiende a subir (el principio fundamental del aerostato). Pero si esto es así ¿por qué no hace entonces más calor ahí arriba? Bien, la respuesta está en la presión atmosférica, o por resumir, en el peso de la columna de aire que hay sobre un punto cualquiera.

Bien, a medida que esa porción de aire caliente se mueve a regiones altas, la presión atmosférica sobre ella desciende. (El descenso es de 1 milibar por cada 9 metros de ascenso, o lo que es lo mismo 110 milibares por cada kilómetro que subamos). Y cuando ese aire caliente se adentra en las regiones de baja presión tiende a expandirse, lo cual hace que se enfríe. Esto es así porque para expandirse el aire necesita efectuar un trabajo, y la única fuente de energía de la que puede nutrirse para efectuar dicho trabajo es la térmica. Esta reducción de temperatura producida por la expansión del aire puede establecerse en unos 5 grados por cada 1000 metros de ascensión.

Pero para que ese aire suba a enfriarse, antes tiene antes que calentarse. ¿Cómo? Bien, ahí entra el hecho de que el aire es transparente, lo que hace que la radiación solar lo atraviese casi limpiamente sin que los fotones le cedan energía. Cuando estos fotones llegan al suelo (o al agua) transfieren su energía generando calentamiento, y es desde estos medios (tierra o agua) desde los que se produce una cesión de calor al aire colindante, principalmente a través del espectro infrarrojo. De ahí que cuanto más cerca del suelo, más caliente esté el aire.

También hay que tener en cuenta (siquiera anecdóticamente) que la Tierra está viva geológicamente, y que el interior del planeta cuenta con su propia “calefacción”. Parte de este calor también asciende a la superficie, especialmente si te encuentras en una zona activa geotérmicamente (como bien saben los turistas que visitan el Parque Nacional de Timanfaya en Lanzarote).

Pero todo esto, lo de que intentar comprender las cosas de forma intuitiva, y no de manera empírica, me hizo recordar lo sencillo que resulta ser engañado por los sentidos (y aquí incluyo al sentido común). O por decirlo de un modo más pedante. ¡Cuan aristotélicos somos todos en cierto modo! Aristóteles (como todo hijo de vecino) creía en sus sentidos, él veía cada mañana salir al sol por oriente. Veía al astro trazar un círculo en el aire sobre su cabeza, y esconderse por occidente. Con todas estas pistas, parecía claro que el sol giraba alrededor de la Tierra, y teniendo en cuenta que algo similar pasaba también con las estrellas, estaba claro que la Tierra debía ser el centro del universo.

Basándose en concepciones como estas, aparéntemente lógicas aunque erróneas, los clasicos griegos idearon hermosas historias totalmente “aristotélicas” que no pasarían un control de calidad científico en nuestros días. Y sí, estoy pensando en el arquitecto Dédalo intentando escapar volando de la isla en la que él y su hijo eran retenidos.

Pasemos por alto la imposibilidad de volar con alas de pájaro sin inimaginablente poderososo músculos pectorales, el “fallo” científico que me preocupa está relacionado con el título del post. Todo sabéis que Ícaro desoyó el consejo paterno y voló muy alto, más cerca del sol, y que de este modo la cera que daba soporte a las plumas de sus alas se derritió, precipitándolo al mar y hacia la muerte.

Y es que en nuestros días, cualquier niño que haya hecho una excursión a lo alto de una montaña (de esas que no eran especialmente altas en Atenas, recordemos que su mitológico monte Olimpo queda en Macedonia, mucho más al norte) sabría que efectivamente Ícaro debería evitar subir mucho con sus alas emplumadas si quería ahorrarse problemas. Pero no el que nos cuenta la historia clásica (de hecho a mayor altura más se solidificaría la cera y por tanto más seguras serían las alas) sino el verdadero problema: vestido con un taparrabos, el frío allí arriba debía ser endemoniado. ¡La pulmonía no se la evitaba nadie!

Platón es desde el punto de vista científico algo más acertado que Aristóteles, sabía que los sentidos nos engañaban, y que la verdad se encontraba oculta a nuestra mirada en un mundo ideal. Bien podríamos imaginar hoy que era en ese platónico mundo de las ideas en el que se encontraba latente el método científico, esperando aún al nacimiento de Descartes para irrumpir con fuerza.

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Mailkenais Blog

El liderazgo de las elefantas más viejas


Los seres humanos no somos los únicos animales en cuyos grupos hay líderes. En otras especies en las que se configuran grupos estables también los hay. Los grupos de elefantes están formados por hembras adultas y por crías e individuos jóvenes de ambos sexos. En esos grupos la hembra de más edad, la matriarca, ejerce el liderazgo: juega un papel clave en la coordinación de los movimientos del grupo y en las respuestas a las amenazas. Y la condición de líder obedece probablemente al hecho de que, al ser la hembra de más edad, cuenta con más conocimiento ecológico que el resto de miembros del grupo.

Una de las situaciones en que se puede poner a prueba el conocimiento de una matriarca es la que se produce cuando ha de afrontar la amenaza de los depredadores o cuando existe tal riesgo. Dejando aparte a los seres humanos, los leones son los principales depredadores de los elefantes africanos, y suelen atacar a crías de menos de cuatro años de edad. Cuando un grupo de elefantes es atacado por un grupo de leones, los elefantes adoptan un comportamiento de defensa cooperativo y muy agresivo que resulta bastante eficaz, por lo que no resulta nada fácil para los leones abatir a un joven elefante.

Recientemente se ha sometido a contraste experimental la capacidad de diferentes matriarcas para detectar y reaccionar a la amenaza que suponen los rugidos de leones. En los experimentos se analizaron las respuestas dadas por 39 grupos de elefantes a grabaciones de rugidos de leones que diferían en dos características: número (uno o tres) y sexo de los leones que integraban el grupo. Lógicamente, es más probable que tenga éxito un grupo de tres que un único león, y también es más probable que los leones tengan éxito si son machos, ya que son mucho más fuertes que las hembras (tienen un 50% más de masa).

En la investigación se estudiaron las siguientes respuestas: la actitud de escucha prolongada de la matriarca del grupo de elefantes, la adopción de un comportamiento defensivo de agrupamiento, la intensidad de tal agrupamiento, el cambio en la disposición de la matriarca con respecto al origen del sonido grabado, y la aproximación de los miembros del grupo hacia la matriarca.

Todos los grupos estudiados reaccionaron con mayor intensidad a las grabaciones de los rugidos de tres leones que a las de uno, algo que resulta perfectamente lógico. Pero el resultado más significativo del estudio fue que las matriarcas de más edad mostraron una mayor sensibilidad ante los rugidos de los leones macho, como mostraba el hecho de que cuanto más años tenían, más probable era que prestasen atención prolongada a las grabaciones de esos leones y que sus grupos adoptasen comportamientos defensivos. Por lo tanto, las hembras de más edad están más capacitadas para detectar con prontitud la presencia de leones macho, algo que puede resultar crucial a la hora de defender a los miembros más débiles del grupo.

Este estudio ha mostrado que las matriarcas de más edad son más capaces que las más jóvenes de distinguir diferentes niveles de amenaza dentro de un mismo tipo de depredador potencial. Y eso pone de manifiesto el valor del conocimiento acumulado a lo largo del tiempo, por la gran importancia que tiene tal conocimiento de cara a tomar decisiones de carácter colectivo de las que depende la supervivencia de alguno de los miembros del grupo. Debe tenerse en cuenta, por otro lado, que seguramente el conocimiento ecológico de las matriarcas no se limita a la capacidad para valorar la amenaza de depredadores potenciales, sino que muy probablemente también abarca a la disponibilidad y ubicación de los recursos, -de alimento, agua u otro tipo-, esenciales para la supervivencia del grupo que lideran.

Para terminar, una breve consideración acerca de nuestra especie. En las sociedades más dependientes de la explotación directa de recursos naturales, las personas de más edad han ejercido normalmente el liderazgo dentro de sus grupos; son esos a los que denominamos, arquetípica y cinematográficamente, “ancianos de la tribu”. Eran, como las matriarcas de los grupos de elefantes, las personas que acumulaban un mayor conocimiento “ecológico”. En las sociedades modernas, basadas en la industria y los servicios, el conocimiento relevante para los grupos humanos no es ese conocimiento ecológico que proporciona, ante todo, la experiencia, o no lo es de manera exclusiva, al menos. En la actualidad no es extraño que haya organizaciones gobernadas por individuos relativamente jóvenes, porque aparte de sus cualidades para dirigir grupos humanos, esos individuos jóvenes bien pueden ser los que cuenten con el conocimiento más valioso para el grupo que lideran.

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Amazings

Flickr se renueva imitando a Pinterest

Así será la nueva portada de Flickr.

Flickr se está poniendo al día. La próxima semana llegarán los cambios. La portada pasará a ser un mosaíco con las últimas imágenes de los contactos. A primera vista recuerda sospechosamente a Pinterest, la red social de moda. También a The Fancy, un fotoblog de uso sencillo.

Flickr es uno de los servicios más veteranos de la Red, considerado uno de los primeros lugares que apostó por el mundo 2.0, que hizo que el contenido generado por el usuario fuese la razón de ser. Nacido en Reino Unido en 2004, de las mentes de la pareja Stewart Butterfield y Caterina Fake, con el objetivo de convertirse "en los ojos del mundo". Su impacto fue tal que un año fueron comprados por Yahoo!. Era una de las pocas empresas supervivientes de la burburja de las puntocom. En 2010 sumaron más de 10.000 millones de instantáneas, una cifra que esperan doblar en los próximos dos años. Cuenta con 67,5 millones de usuarios únicos, de ellos dos millones en España.

Markus Spiering, responsable mundial de este producto, explica que las mejoras no son solo visuales, sino también funcionales. "Con la nueva interfaz se va a potenciar el uso en tabletas. Automáticamente se puede consultar todo el catálogo ocupando toda la superficie de la pantalla y haciendo zoom sin demoras, explotando la calidad de cada foto", insiste.

Pinterest, el sitio de moda.

La gestión de los álbumes y las colecciones será menos farragosa. Bastará con arrastrar y soltar en el nuevo contenedor, sin tener que ir marcándolas o tocando las etiquetas. "Nos faltaba algo de fluidez en este aspecto", comenta el directivo.

Flickr sigue un modelo freemium, que consiste en ofrecer una versión gratuita que permite almacenar hasta 200 imágenes. A cambio de 16 euros anuales (20 dólares) el espacio se vuelve ilimitado. Uno de los primeros guiños a los profesionales fue la posibilidad de vender las fotos en la agencia Getty.

Este acuerdo no ha evitado que los que quieren exhibir sus trabajos apuesten por una nueva web, 500px, cuyas fotogalerías aprovechan mejor el tamaño de pantalla. "La competencia es buena, evita el inmovilismo. En nuestro caso apostamos por ser abiertos, por ser una comunidad y no solo un escaparate" se defiende Spiering.

Bastará con arrastrar y soltar las fotos en el nuevo contenedor, sin tener que ir marcándolas o tocando las etiquetas.

La primera semana de marzo está previsto que la interfaz se renueve por completo. Spiering da una pista para los más impacientes: "La página para subir fotos será la primera en cambiar". Ya no será necesario dejar una pestaña abierta mientras se suben los archivos, sino que el proceso seguirá en segundo plano.

La explosión de iPhones ha creado un nuevo fenómeno, el de las fotografías retocadas. Instagram es su mejor exponente. Suena contradictorio, usar cámaras de hasta ocho megapíxeles para darles el aspecto de viejas instantáneas hechas con una Kodak de bolsillo, una cámara Lomo o una Polaroid. Spiering es consciente de la aceptación que tienen pero apuesta por una posición intermedia. "Para nosotros lo primero es la calidad. Somos un almacén y como tal entre nuestras responsabilidades está que se mantengan con las mismas características con que se tomaron, sin perder un ápice de calidad", prosigue, "pero, como ya hemos hecho en la aplicación para Android, se pueden añadir filtros y efectos. La diferencia está en que mantenemos las dos versiones, la original y la retocada".

Hace menos de un mes Google anunció que iba a cerrar Picnik, un servicio de edición fotográfica desde el navegador. Pasará a ser parte de Picasa, el competidor de Flickr. Spiering pide un poco de paciencia: "Tras el cambio de cara, tenemos en mente plantear la batalla en este campo".

A medida que las cámaras, sobre todo las de lentes intercambiables, añadían la posibilidad de grabar vídeo, sitios como YouTube fueron creciendo. Fue un movimiento extraño pero Flickr se sumó al mismo, con una aclaración, no acepta más de 90 segundos y lo denominan "fotos móviles", algo así como el equivalente a una escena. "Cuanto nadie creía en ello, nosotros dimos el paso".

Fuente:

El País Ciencia

Las nubes perdieron altura en la última década

Las nubes están más cerca de la superficie terrestre, según un nuevo estudio financiado por la NASA que se basa en datos aportados por satélites de la agencia espacial.

Imagen de nubes captada por uno de los instrumentos de la sonda Terra de la NASA

Imagen de nubes captada por el espectro radiómetro a bordo de la sonda Terra, que cuenta con nueve cámaras a diferentes ángulos.

La altura de las nubes ha disminuido en promedio un uno por ciento durante la primera década de este siglo y ello podría tener consecuencias para el clima global en el futuro.

Científicos de la Universidad de Auckland, en Nueva Zelanda, analizaron registros sobre la altura de las nubes desde marzo de 2000 a febrero de 2010.

Para ello utilizaron datos obtenidos por el espectro radiómetro de ángulos múltiples, Multiangle Imaging Spectroradiometer, o MISR, uno de los instrumentos a bordo de la sonda Terra.

MISR fue construido por el Laboratorio de Propulsion a Chorro de la NASA, Jet Propulsion Laboratory o JPL, en Pasadena, California, y es uno de los cinco instrumentos a bordo de Terra.

El instrumento utiliza nueve cámaras a diferentes ángulos que producen imágenes de las nubes alrededor del planeta, permitiendo medir su altura y movimiento.

Impacto en el calentamiento global

El estudio, que fue publicado en la revista Geophysical Research Letters, mostró una tendencia a la disminución en la altura de las nubes.

A lo largo de la década, la reducción promedio fue de entre 30 y 40 metros y gran parte de la disminución en la cifra global se debió a la menor presencia de nubes a grandes alturas.

Los científicos descubrieron patrones complejos, con disminuciones en la altura en algunas regiones y aumentos en otras. Pero a nivel global, la tendencia promedio es una reducción en altura.

El profesor Roger Davies, uno de los investigadores, señaló que si bien los registros no cubren un tiempo suficientemente prolongado como para indicar cambios definitivos, sí proveen un indicio de que "puede estar ocurriendo algo importante".

Los científicos deberán monitorear a largo plazo la altura de las nubes para determinar cuán significativos son los cambios para la temperatura global del planeta.

Una reducción consistente en la altura de las nubes podría contribuir a la pérdida de calor hacia el espacio y reducir la temperatura en la superficie terrestre, lo que a su vez podría hacer más lentos los efectos del calentamiento global.

"No sabemos exactamente qué es lo que ha causado una reducción en la altura promedio de las nubes", señaló Davies.

"Pero la razón debe estar relacionada con un cambio en los patrones de circulación que regulan la formación de las nubes a gran altura".

Incertidumbre

Sólo ha sido posible recientemente medir los cambios en la altura de las nubes a nivel global.

Imagen artística de la sonda Terra de la NASA

Está previsto que la sonda Terra siga recogiendo información hasta el final de esta década.

"Las nubes son uno de los grandes factores de incertidumbre a la hora de predecir el clima del futuro", señaló Davies.

"Es extremadamente difícil proyectar la altura de la nubes y por eso esta variable no suele ser tomada en cuenta en los modelos computarizados sobre el clima futuro. Por primera vez hemos logrado medidr la altura de las nubes a nivel global y el desafío ahora es incorporar esta información en los modelos climáticos".

Está previsto que la sonda Terra, que fue lanzada en diciembre de 1999, continúe recoletando datos durante toda la presente década.

Otra misión de la NASA que estudia las nubes es CloudSat, que fue lanzado en 2006 y es el primer satélite que utiliza radares para hacer un corte virtual hacia el interior de la nube con el objetivo de ver su estructura vertical.

Fuente:

BBC Ciencia

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La agonía de la posmodernidad

RAQUEL MARÍN

Desde los años sesenta del pasado siglo hasta la quiebra que estamos viviendo, la palabra posmodernidad ha designado toda una época en la historia de Occidente, una especie de epílogo que habría tornado líquido el carácter sólido de la modernidad clásica, según Zygmunt Bauman, y hasta gaseoso, de acuerdo con la más sugestiva metáfora que en su Manifiesto Comunista propusieron Marx y Engels. La modernidad capitalista, vinieron éstos a decir, se distinguía porque todo lo que había sido o parecido firme se desvanecía en el aire; proceso de sublimación que se precipitó una centuria después, cuando la prosperidad subsiguiente a la hecatombe mundial trajo consigo —junto con otros factores— un nuevo espíritu del tiempo. De la moral puritana se pasó al ethos individualista y hedonista; del auge de los ídolos a su solo aparente crepúsculo; de la sucesión de estilos puros a su promiscuidad; de las utopías que buscaban la consumación del futuro al culto a la consumición del ahora; y de la reverencia a la Verdad una y mayúscula, en fin, a la coexistencia de verdades relativas, minúsculas y plurales.

En 1979, J.F. Lyotard ofició el bautizo de la época recién nacida, tomando prestado el vocablo de la jerga arquitectónica: confrontada a la seriedad y la coherencia, la conciencia social y la subordinación de la forma a la función propias de la arquitectura moderna —la de Lloyd Wright, Le Corbusier o la Bauhaus—, la arquitectura posmoderna sería estetizante, incoherente y jovial, ecléctica y sincrética incluso, mucho menos atenta a la función que a la forma y su embrujo. El despilfarro abigarrado y kitsch de Las Vegas fue ensalzado, por Robert Venturi, como el rutilante emblema de esa arquitectura; metáfora a su vez de la entera época que culminó hacia 1990, cuando el neocon Francis Fukuyama decretó el presunto "fin de la Historia" y el triunfo sempiterno del capitalismo.

Es hora de despabilar: la posmoderna mojiganga ha terminado

Con sustancial razón, Lyotard observó que el rasgo más distintivo de tal posmodernidad era la caída de las grandes narrativas que habían sustentado el edificio moderno, esto es, de las ideologías emancipadoras que lo habían inspirado desde, cuando menos, la Ilustración de Kant y Voltaire hasta la ufana década de 1960. El derrumbe apenas dejó títere con cabeza. En primer lugar, el milenario relato cristiano de la emancipación redentora devino en asunto de elección personal, y ya no en dogma de fe obligatorio, en un Occidente embriagado por la secularización, la libertad sexual y la tecnolatría. En segundo lugar, el relato ilustrado de la emancipación de la ignorancia y la servidumbre por la educación y la Razón había sufrido una doble erosión, debida por un lado a los totalitarismos generados en la culta Europa, y por otro al creciente dominio de una razón crudamente instrumental que, más allá de la esfera económica, estaba engullendo múltiples vertientes de la vida pública y privada. En tercer lugar, el relato liberal-burgués que prometía la emancipación de la pobreza gracias al mercado libre fue cuestionado por la flagrante desigualdad en la distribución de la riqueza —dentro de los Estados y entre ellos—, y por un expolio medioambiental que empezó a hacerse patente por entonces, sobre todo cuando el Club de Roma alertó sobre los límites del crecimiento. Y por último, el gran relato marxista de la emancipación de las mayorías mediante la socialización de los recursos —de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad: esa auroral utopía que había galvanizado el mundo— resultó en fosca distopía cuando la doble caída del Muro de Berlín y la URSS revelaron el horror del estalinismo, décadas antes denunciado por pensadores como Camus, Merleau-Ponty o Koestler.

La posmodernidad que resultó de semejante hundimiento muestra, vista con perspectiva, un saldo plural de virtudes y defectos, como cualquier época histórica. Entre las virtudes se cuenta la extensión de las libertades, garantías y derechos; el medro de las clases medias y el acceso al confort y al consumo de una porción de las subalternas; el reemplazo de las rígidas ortodoxias por la heterodoxia y el relativismo; la relajación de los tabúes y los dogmas, así como la atmósfera de tolerancia y pluralidad asociada a la vida urbana. Por vez primera en la historia, millones de personas otrora desposeídas se sentían llamadas a sentarse a la mesa de los escogidos, en alas del Estado-providencia y, ante todo, de un Progreso en apariencia imparable. A finales de los años noventa, cuando tamaño ensueño culminó, Europa y el sedicente "Primer Mundo" semejaban un balneario de instalados y rentistas, cuyos inexpugnables muros contenían el oleaje de la planetaria indigencia.

Será menester poner al día los viejos idearios de emancipación y concebir otros de cuño actualizado y distinto

Entre las carencias y defectos de la posmodernidad, no obstante, debe incluirse la desactivación del talante y del talento críticos, tan patente en los ámbitos pedagógico y político. O la tendencia a orillar la problemática del mal en aras de un narcisismo que atrofia los vínculos solidarios, fomenta la desafiliación e induce el "declive del hombre público", en palabras de Richard Sennet. O el relevo de la ética del ser por la del tener, espoleado por un consumismo basado en la creación de necesidades y deseos superfluos. O la sustitución de las ideologías continentales por un archipiélago de islotes ideológicos ––feministas, ecologistas, poscolonialistas o identitarias––, tan dispersos que se muestran incapaces de enfrentar la tecnoburocracia globalizada. O la anemia de un pensamiento de izquierdas confinado al reducto erudito, que a fuer de servil resulta inofensivo e inane.

Añádanse a tales penurias otras de comparable fuste, a fin de otear el paisaje. Así, la rampante mercantilización de la práctica totalidad de los ámbitos sociales, incluidos los de tenor espiritual y artístico. Y la erosión de la frágil secuencia temporal humana en una época señalada, en palabras de Fredric Jameson, por no saber ni querer pensarse históricamente. Y la proclividad, alentada por la sociedad del espectáculo, a la trivial estetización de la economía y la política, de la ética y la ciudad, del cuerpo y los sentimientos, de la naturaleza y la guerra. Y la irresponsabilidad de buena parte de los ciudadanos, que a su condición de súbditos que se ignoran —de una democracia carcomida por la demagogia, la corrupción y el decisionismo, por cierto— añaden el desvarío de sentirse cómplices del mismo sistema que los sojuzga, como se echa de ver en este trance aciago. Y, en fin, la miopía de unas generaciones que se han creído propietarias de un presente pletórico y eterno, una utopía del ahora y el aquí que ha hipotecado el porvenir de las futuras.

De unos años a esta parte, sea como fuere, esa ambivalente posmodernidad da muestras de patente agonía, arrancada de su quimera jovial por una cadena de seísmos en los que Occidente se juega el bienestar que le queda, amenazado extramuros por una globalización que está desplazando hasta ambas orillas del Pacífico los centros de control y riqueza. Y amenazado también, intramuros, por el casi unánime delirio de opulencia que nos ha emplazado ante el precipicio: ideológica, política y éticamente desarmados cuando más urgente resulta disponer de criterios para conducirnos con tiento, conciencia y temple, inspirados por esa antigua sabiduría humanista que sugiere la autolimitación y la mesura. Es hora de despabilar: la posmoderna mojiganga ha terminado. La crisis epocal que atravesamos está teniendo ya, junto a su cohorte de efectos indeseables, el deseable de conjurar la bobería política, ética y estética que por desgracia colea aún. Y también el de urgirnos a rehabilitar la plural herencia del Humanismo y la Ilustración en este nuevo tiempo penumbral, a fin de tornarnos lúcidos y éticos, sobrios y solidarios, cívicos y compasivos. Con las debidas cautelas, será menester poner al día los viejos idearios de emancipación y concebir otros de cuño actualizado y distinto, porque al despertar la modernidad capitalista sigue todavía aquí, aunque más desregulada, ensoberbecida y digitalizada que nunca.

Lluís Duch es antropólogo y monje de Montserrat. Albert Chillón es director del Máster en Comunicación, Periodismo y Humanidades de la UAB. Ambos son coautores de Un ser de mediaciones. Antropología de la comunicación, vol. I, que el próximo marzo publica la editorial Herder.

Fuente:

El País Ciencia

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