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18 de octubre de 2012

Estudio prueba que los delfines duermen con "la mitad del cerebro"

Delfín

Los delfines duermen con un ojo puesto en la superficie y otro en los depredadores.

Científicos de la Universidad de California comprobaron que los delfines pueden permanecer alertas y activos durante 15 días o más, durmiendo con solo una mitad del cerebro a la vez.

Los expertos creen que el truco es clave para la supervivencia, pues permite que les permite dormir con un ojo fuera de la superficie para poder respirar y a la vez estar pendientes de los depredadores.

Durante el estudio, los investigadores midieron las ondas cerebrales de dos delfines nariz de botella, a través de extensas y agotadoras pruebas de localización de eco.

Fuente:

BBC Ciencia

29 de febrero de 2012

El Tiranosaurio rex poseía el mordisco más potente de todos los tiempos

Cráneo de un 'T-rex' expuesto en el Museo CosmoCaixa de Barcelona. | Jordi Soteras

Cráneo de un 'T-rex' expuesto en el Museo CosmoCaixa de Barcelona. | Jordi Soteras

De todos los animales que han caminado alguna vez sobre la Tierra, el mítico Tiranosaurio rex, recreado en películas como la trilogía de 'Parque Jurásico', es el que poseía el mordisco más potente. Así lo demuestra un estudio recién publicado por la revista de la Royal Society británica 'Biology Letters'.

La fuerza de la mandíbula del dinosaurio ha dividido durante años a la comunidad científica, hasta el punto de que algunos expertos han defendido que el mordisco del Tiranousaurio rex era tan débil que el animal debía limitarse a comer despojos de presas muertas.

Una simulación por ordenador ha determinado, sin embargo, que el saurio, que vivió hace 65 millones de años, podía ejercer una fuerza con su mandíbula de entre 20.000 y 57.000 newtons, hasta cuatro veces más que el animal vivo con el mordisco más potente, el águila americana.

El estudio, desarrollado por un equipo de la Universidad de Liverpool, sugiere que el Tiranosaurio rex, que podía alcanzar doce metros de largo y cuatro de altura, era capaz de cazar grandes animales para alimentarse y partir los huesos de sus presas con los dientes.

Simulación por ordenador

Los músculos de la mandíbula de los dinosaurios no se conservan entre los restos fósiles con los que trabajan los científicos, por lo que los responsables de la investigación han evaluado distintos modelos posibles de tejido muscular para calcular la fuerza que ejercía la mandíbula de un Tiranosaurio.

Incluso en los modelos en los que los músculos eran más débiles, la simulación por ordenador determinó que la potencia de la mandíbula del dinosaurio era dos veces mayor de la que se había determinado hasta ahora.

"El poder de la mandíbula del Tiranosaurio rex ha sido un tema muy debatido durante años. Los científicos solo cuentan con su esqueleto, ya que los músculos no se fosilizan, así que en muchas ocasiones tenemos que confiar en análisis estadísticos o bien en comparaciones cualitativas con animales vivos", explicó el responsable del estudio, Karl Bates.

Para contextualizar sus resultados, el equipo de Bates calculó la fuerza que ejercerían una mandíbula humana y una de águila si tuviera el tamaño de la de un Tiranosaurio.

En ambos casos, la potencia era mayor respecto a una mandíbula de tamaño natural, si bien el "enigmático dinosaurio gigante" continuaba poseyendo el mordisco más poderoso.

"Nuestros resultados muestran que el rex tenia un mordisco extremadamente potente. Es uno de los depredadores más peligrosos que han habitado nuestro planeta, y su esqueleto y su sistema muscular continuarán fascinando a los científicos durante años", explicó Bates.

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El Mundo Ciencia

7 de diciembre de 2011

El primer gran predador de los océanos veía muy bien


Ilustración del gran predador marino Anomalocaris.- KATRINA KENNY/UNIVERSITY OF ADELAIDE.

El hallazgo de las lentes fósiles del extraño Anomalocaris indica que tenía ojos con decenas de miles de lentes.

Unos ojos grandes y muy complejos hallados por paleontólogos en Australia han resultado pertenecer al Anomalocaris, el primer gran predador marino de la historia, que es todo un símbolo de las extrañas formas de vida del Cámbrico, hace más de 500 millones de años.

Ojo fósil
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Uno de los ojos prominentes de Anomalocaris hallados en el sur de Australia.Las flechas indican el límite con la superficie visual y (en la imagen pequeña) las complejas lentes.- JOHN PATERSON

Ojo de libélula
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Ojo de libélula actual, con decenas de miles de lentes distintas.-

Nunca antes se habían encontrado lentes conservadas de Anomalocaris, ni en Burgess Shale ni en Chengjiang ni en Fezouata, tres de los yacimientos más importantes del mundo de esta época, indica Diego García Bellido, del CSIC y miembro del equipo de científicos que han estudiado los fósiles en el yacimiento de Emu Bay (sur de Australia). Se infería la composición compleja del ojo a partir de su tamaño y forma, lo único observable en otros fósiles, explican los investigadores, liderados por John Paterson, de la Universidad de Nueva Inglaterra, en la revista Nature.

Además, el hallazgo es espectacular porque muestra que el Anomalocaris tenía una agudeza visual extraordinaria, ya que los pares de ojos (pedunculares) tienen entre dos y tres centímetros de diámetro y al menos 16.000 lentes hexagonales cada uno. Son comparables a los ojos más complejos de los artrópodos actuales. Esta agudeza refuerza los indicios de que estos animales, de hasta un metro de longitud, eran predadores que utilizaban su buena visión para moverse rápidamente en el agua y alcanzar sus presas.

"En vida, sus ojos pedunculares hubieran tenido forma similar a la de un chupachups, por lo que el fósil comprimido sólo muestra una mitad y suponemos que el número total de lentes podría ascender hasta las 30.000", añade García Bellido. Cada lente proporciona el equivalente a un píxel en una imagen digital, por lo que este nivel de resolución es comparable al de los artrópodos con la vista más aguda de la actualidad, las libélulas, con unas 28.000 lentes. La cifra es, a su vez, muy superior al de la mosca del vinagre (Drosophila melanogaster) y el cangrejo cacerola (Limulus), con entre 800 y 1.000 lentes en cada ojo. Además, el Anomalocaris es el animal más grande descubierto en el Cámbrico, y por su desarrollado par de apéndices frontales cazadores, una boca circular armada de afiladas placas y su gran capacidad visual, se le atribuye un hábito depredador: "Sería el gran tiburón blanco de los mares de aquella época" afirma García-Bellido.

Los fósiles indican que los ojos complejos evolucionaron antes que los exoesqueletos duros y confirman que estas criaturas están relacionadas con los artrópodos (como los insectos y crustáceos actuales). Curiosamente la composición de los fósiles no es única, unos ojos se preservan como óxidos de hierro y otros como fosfato cálcico.

Algunos fósiles de tipo Burgess Shale ya se habían encontrado en Emu Bay Shale en la década de los setenta, pero solo se conocían de los afloramientos de la costa (ahora protegidos por ley). A unos 400 metros tierra adentro está la nueva localidad, que ya ha producido más de 5.000 ejemplares y unas 50 especies distintas, la mayoría nuevas para la ciencia.


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El País Ciencia

15 de julio de 2011

Los catastróficos efectos en los ecosistemas de la desaparición de grandes depredadores

Especial: Reino Animalia

Recreación de un ecosistema en el Parque de Yellowstone (EEUU). | Science.

Recreación de un ecosistema en el Parque de Yellowstone (EEUU). | Science.

  • Un estudio alerta de los efectos del gran declive de leones, lobos o tiburones
  • Provoca cambios en la vegetación y la llegada de especies invasoras
  • Han aumentado los incendios forestales y las enfermedades infecciosas
  • La caza y la pérdida de hábitats por la acción del hombre, principales causas

El gran declive de grandes depredadores como leones, tigres, leopardos, lobos o tiburones está haciendo estragos en los ecosistemas terrestres. Según asegura un estudio internacional publicado esta semana en la revista 'Science', la alarmante pérdida de estos animales representa el mayor impacto causado por el hombre en los ecosistemas a lo largo de la historia.

Y es que entre las causas que explican el dramático descenso que las poblaciones de algunas especies están experimentando en los últimos años está la caza incontrolada y la pérdida de sus hábitats, dos fenómenos provocados por la acción del hombre.

Tras examinar la situación de un amplio abanico de ecosistemas terrestres, marinos y de agua salada, los 24 investigadores que forman parte de este estudio concluyeron que el descenso en la población de los depredadores en todo el mundo es mucho mayor de lo que hasta ahora se pensaba. Este declive afecta ahora a muchos otros procesos ecológicos en la naturaleza, pues la pérdida de los depredadores tiene graves consecuencias para otras especies vegetales y animales.

Graves consecuencias para el hombre

El ser humano es, asimismo, uno de los principales perjudicados por esta pérdida, una situación que presumiblemente se agravará en los próximos años ni no se toman drásticas medidas para proteger a estas especies.

James Estes, profesor de Ecología y Biología evolutiva de la Universidad de California (EEUU) y autor principal, recuerda que hubo una época en la que los grandes depredadores estaban presentes en todos los rincones de la Tierra. Fueron ellos los que modelaron las estructuras y las dinámicas de los ecosistemas.

Su declive, causado en gran medida por la caza y la fragmentación de sus hábitats, está teniendo graves consecuencias para otras especies. Entre ellas, los autores de esta investigación destacan cambios en la vegetación, introducción de especies invasoras, aumento de incendios forestales, de la contaminación y de enfermedades infecciosas. Asimismo, está afectando a la calidad de agua y modificando los ciclos de nutrientes en la cadena alimenticia.

La sexta gran extinción, en marcha

El estudio destaca, además, que la desaparición progresiva de los depredadores está contribuyendo decisivamente a la sexta gran extinción en la historia de la Tierra, que según advierten los científicos, está en marcha.

William Ripple, investigador de la Universidad del estado de Oregón (EEUU) y coautor de este estudio, asegura que ahora han encontrado "pruebas demoledoras" que demuestran que los grandes depredadores son tremendamente importantes en el engranaje de la naturaleza, "desde las profundidades de los océanos a los picos más altos de las montañas, del trópico al Ártico", señala. "El colapso de estos ecosistemas ha alcanzado un punto en el que ya no sólo resultan afectados los lobos o ciertas especies de árboles, la deforestación, el suelo o el agua. Estos depredadores y procesos protegen, en última instancia, a los humanos. No se trata sólo de ellos, sino de nosotros", advierte Ripple.

Los investigadores, pertenecientes a 22 instituciones de seis países, señalan que históricamente se ha valorado poco cómo afectan los grandes depredadores a otras especies. Con frecuencia, los procesos ecológicos se centraron en estudiar una determinada especie vegetal o animal en un área pequeña, por lo que no se apreciaban los cambios que se estaban produciendo en la naturaleza.

Uno de los estudios citados en esta investigación se centró en analizar el efecto de la pérdida de lobos en el Parque Nacional de Yellowstone (EEUU). Cuando los lobos desaparecieron, la población de alces aumentó. También cambió su comportamiento, puesto que ya no tenían miedo de alimentarse de árboles jóvenes, como el álamo temblón, que se encontraban en zonas en las que antes solían ser atacadas por lobos. Sin estos animales al acecho, la población del álamo temblón y de sauces se vio muy afectada. También se redujo la población de castores. Con el regreso de los lobos, la zona volvió a restablecer su equilibrio.

En la investigación se mencionan muchos más casos que muestran el importante papel de los depredadores en los ecosistemas. En África, por ejemplo, la reducción de leones y leopardos provocó la explosión en la población de una especie de babuino ('Papio anubis') que transmite parásitos intestinales a los humanos que viven en las proximidades.

El declive de tiburones, tan amenazados por la pesca incontrolada debido a sus apreciadas aletas, propició un gran aumento de una especie de raya ('Rhinoptera bonasus') y, con ello, el colapso de las pesquerías de vieiras. Y es que, como señala este estudio, la reducción de los recursos pesqueros es otro de los efectos indirectos causados por la pérdida de estos animales clave en la naturaleza.

Fuente:

El Mundo Ciencia

16 de marzo de 2010

El homínido que se impuso a los grandes depredadores


Martes, 16 de marzo de 2010

El homínido que se impuso a los grandes depredadores


Hace un millón de años...

Fémur de hipopótamo con marcas de corte. | Joan Garcia y Kenneth Martínez | IPHES

Fémur de hipopótamo con marcas de corte. | Joan Garcia y Kenneth Martínez | IPHES

  • Habitó la costa mediterránea de la Península Ibérica, en Vallparadís (Terrasa)
  • Subsistió gracias a una importante capacidad de adaptación al medio
  • A pesar de su tecnología rudimentaria, se enfrentó a los grandes depredadores
  • Es el mayor registro arqueológico del Pleistoceno inferior europeo

Sus limitaciones físicas e instrumentales no le impidieron adaptarse al entorno hostil. El 'eslabón perdido' entre los primeros habitantes de Orce, hace 1,3 millones de años, y el 'Homo Antecessor' de Atapuerca, hace 800.000, se ha revelado como un gran superviviente. Vivió hace un millón de años en la costa mediterránea de la Península Ibérica, y se ha encontrado su rastro en Vallparadís, Terrasa (Barcelona).

"El aspecto más importante del descubrimiento de estos restos es que demuestra la gran capacidad de adaptación al entorno que tenían estos homínidos", explica el doctor Joan García, director de la investigación del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES). "Con una tecnología muy simple y un físico muy primitivo, estos hombres supieron competir en un ecosistema frente a felinos de gran tamaño, como hienas y jaguares, y alimentarse de la carne de grandes herbívoros, como hipopótamos o rinocerontes", añade, aunque precisa: "No se sabe si consumían el cuerpo de animales vivos o muertos".

"Es un homínido que aún está muy lejos de las sociedades", matiza el doctor, "ni siquiera vivía en cuevas, eso es mucho más moderno". "Son los primeros humanos, de rasgos simiescos", continúa, "similares a familias de unos 15 chimpancés, muy conocedores del entorno y sin asentamiento fijo ni cultura material".

Punta denticulada de cuarzo | IPHES

Punta denticulada de cuarzo | IPHES

Tecnología rudimentaria

"Los instrumentos que hemos encontrado son cuchillos de piedra muy básicos", comenta García. Los homínidos golpeaban el mineral y "al saltar un fragmento de cuarzo, les bastaba para cazar y despellejar animales". Se trata de rastros de tecnología Olduvayense, la industria africana más remota, que se caracteriza por su escasa elaboración. Utiliza principalmente materiales autóctonos como el cuarzo, el sílex o la lidita, que los hombres golpeaban sobre un yunque para confeccionar instrumentos muy cortantes y muy útiles para la carnicería.

Algunos de los restos de herbívoros que los investigadores han encontrado en Vallparadís presentaban marcas de cortes, "lo que demuestra un acceso primario de los humanos a las carcasas de los animales en relación al resto de los grandes carnívoros. Este fue el elemento clave del éxito adaptativo de las primeras poblaciones ibéricas", concluye Joan García.

El yacimiento de Vallparadís ha proporcionado el mayor registro arqueológico y paleontológico del Pleistoceno inferior europeo, una etapa clave en la primera ocupación humana de Europa.

Fuente:

El Mundo Ciencia

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