El gran declive de grandes depredadores como leones, tigres, leopardos, lobos o tiburones  está haciendo estragos en los ecosistemas terrestres. Según asegura un  estudio internacional publicado esta semana en la revista 'Science',  la alarmante pérdida de estos animales representa el mayor impacto  causado por el hombre en los ecosistemas a lo largo de la historia.
 Y es que entre las causas que explican el dramático descenso que las  poblaciones de algunas especies están experimentando en los últimos años  está la caza incontrolada y la pérdida de sus hábitats, dos fenómenos provocados por la acción del hombre.
 Tras examinar la situación de un amplio abanico de ecosistemas  terrestres, marinos y de agua salada, los 24 investigadores que forman  parte de este estudio concluyeron que el descenso en la población de los depredadores en todo el mundo es mucho mayor de lo que hasta ahora se pensaba.  Este declive afecta ahora a muchos otros procesos ecológicos en la  naturaleza, pues la pérdida de los depredadores tiene graves  consecuencias para otras especies vegetales y animales.
Graves consecuencias para el hombre
  El ser humano es, asimismo, uno de los principales perjudicados por  esta pérdida, una situación que presumiblemente se agravará en los  próximos años ni no se toman drásticas medidas para proteger a estas  especies.
 James Estes, profesor de Ecología y Biología evolutiva de la  Universidad de California (EEUU) y autor principal, recuerda que hubo  una época en la que los grandes depredadores estaban presentes en todos  los rincones de la Tierra. Fueron ellos los que modelaron las  estructuras y las dinámicas de los ecosistemas.
 Su declive, causado en gran medida por la caza y la fragmentación de  sus hábitats, está teniendo graves consecuencias para otras especies.  Entre ellas, los autores de esta investigación destacan cambios en la  vegetación, introducción de especies invasoras, aumento de incendios forestales, de la contaminación y de enfermedades infecciosas. Asimismo, está afectando a la calidad de agua y modificando los ciclos de nutrientes en la cadena alimenticia.
La sexta gran extinción, en marcha
  El estudio destaca, además, que la desaparición progresiva de los  depredadores está contribuyendo decisivamente a la sexta gran extinción  en la historia de la Tierra, que según advierten los científicos, está  en marcha.
 William Ripple, investigador de la Universidad del estado de Oregón  (EEUU) y coautor de este estudio, asegura que ahora han encontrado  "pruebas demoledoras" que demuestran que los grandes depredadores son  tremendamente importantes en el engranaje de la naturaleza, "desde las  profundidades de los océanos a los picos más altos de las montañas, del  trópico al Ártico", señala. "El colapso de estos ecosistemas ha  alcanzado un punto en el que ya no sólo resultan afectados los lobos o  ciertas especies de árboles, la deforestación, el suelo o el  agua. Estos depredadores y procesos protegen, en última instancia, a los  humanos. No se trata sólo de ellos, sino de nosotros", advierte Ripple.
 Los investigadores, pertenecientes a 22 instituciones de seis países,  señalan que históricamente se ha valorado poco cómo afectan los grandes  depredadores a otras especies. Con frecuencia, los procesos ecológicos  se centraron en estudiar una determinada especie vegetal o animal en un  área pequeña, por lo que no se apreciaban los cambios que se estaban  produciendo en la naturaleza.
 Uno de los estudios citados en esta investigación se centró en analizar el efecto de la pérdida de lobos en el Parque Nacional de Yellowstone  (EEUU). Cuando los lobos desaparecieron, la población de alces aumentó.  También cambió su comportamiento, puesto que ya no tenían miedo de  alimentarse de árboles jóvenes, como el álamo temblón, que se  encontraban en zonas en las que antes solían ser atacadas por lobos. Sin  estos animales al acecho, la población del álamo temblón y de sauces se  vio muy afectada. También se redujo la población de castores. Con el regreso de los lobos, la zona volvió a restablecer su equilibrio.
 En la investigación se mencionan muchos más casos que muestran el  importante papel de los depredadores en los ecosistemas. En África, por  ejemplo, la reducción de leones y leopardos provocó la explosión en la  población de una especie de babuino ('Papio anubis') que transmite  parásitos intestinales a los humanos que viven en las proximidades.
 El declive de tiburones, tan amenazados por la pesca incontrolada  debido a sus apreciadas aletas, propició un gran aumento de una especie  de raya ('Rhinoptera bonasus') y, con ello, el colapso de las pesquerías  de vieiras. Y es que, como señala este estudio, la reducción de los recursos pesqueros es otro de los efectos indirectos causados por la pérdida de estos animales clave en la naturaleza.
Fuente:
El Mundo Ciencia