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25 de agosto de 2015

Científicos daneses inventan un sistema que permite respirar debajo del agua

 
¿Te imaginas poder respirar debajo del agua sin necesidad de utilizar bombonas o cualquier otro aparato?. Pues según unos científicos de Dinamarca ese sueño ya es una realidad.

Gracias a un material cristalino denominado “Cristal de Aquaman” es posible extraer oxigeno del agua en tiempo real, sin consumo de otros recursos, incluyendo el propio cristal, que es necesario en cantidades mínimas para el proceso.

El artefacto funciona con cobalto, que actúa como un filtro para las partículas de agua, separando el oxígeno del hidrógeno. Además de eso, su capacidad de almacenamiento es gigantesca, en especial bajo altas presiones como en el fondo de la mar.

A pesar del tamaño, también por la alta concentración de oxígeno, una cucharadita de esos cristales sería equivalente al contenido de 3 tanques (botellas presurizadas), o lo suficiente para chupar todo el oxígeno de una habitación.

Además de su utilización para deportes y actividades de recreo, también facilita un uso medicinal que permitirá a asmáticos y personas con problemas de respiración salir de casa sin necesidad de cargar un tanque y una máscara.

Según Christine McKemzie, del equipo de investigadores, “Este mecanismo es bastante conocido por todas las criaturas terrestres que respiran. Los humanos y otras especies utilizan hierro, mientras que los crustáceos, arañas y otros pequeños animales utilizan cobre. Pequeñas cantidades de metales son esenciales para la absorción de oxígeno, por lo que no es tan sorprendente ver ese efecto en nuestro nuevo material”.
Fuente:
Bakio

20 de julio de 2014

¿Sabemos nadar de nacimiento?

Existe el falso y peligroso mito de que los bebés flotan en el agua por instinto. Lo que ocurre es que las crías humanas bloquean la entrada de agua con la boca abierta, un comportamiento innato que se pierde a partir de los seis meses, aproximadamente. También mueven las manos y los pies cuando son sumergidos, pero no sacan espontáneamente la cabeza; si los dejáramos solos, acabarían, por supuesto, ahogándose.
Únicamente algunos simios, como los macacos y los babuinos, son buenos nadadores. Nuestra especie forma parte de los primates de “secano”: la técnica de natación es un comportamiento aprendido. Al adquirir la bipedestación, los homínidos mantienen un equilibrio inestable en el agua para impedir que prevalezca el impulso de sacar la cabeza y adquirir la postura vertical. En cambio, los mamíferos cuadrúpedos prolongan el movimiento de marcha terrestre y flotan más fácilmente en horizontal.

Tomado de:

MUY

2 de julio de 2013

El peligro de nadar desdués de comer: ¿Verdad o Mito?

Todavía recuerdo cuán lento pasaba el tiempo cuando era niña y estaba en la playa, y tenía que esperar una hora después de terminar de comer mis emparedados antes de que me permitieran volver al agua.

La razón, me decían siempre, era que nadar con la barriga llena era peligroso pues a uno le podía dar un calambre o una punzada de dolor que le impidiera nadar, así que se podía ahogar.

¿Será cierto?

No hay evidencia de que hacer ejercicio después de comer dé calambre pero lo que sí sabemos es que el ejercicio vigoroso dirige el flujo de sangre del aparato digestivo hacia la piel y los músculos de los brazos y las piernas. (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1760153/pdf/v048p00435.pdf)

Así que si la comida todavía no ha sido completamente digerida, puede producir nauseas.

Es la misma razón por la que el miedo extremo da ganas de trasbocar. La respuesta de lucha o huida hace que se abandonen procesos menos urgentes como la digestión, desviando el flujo de sangre a los músculos para que uno se pueda defender físicamente o correr más rápido que nunca.

Los estudios sobre los calambres se han hecho con atletas en carreras de larga distancia o que estaban participando en triatlones, actividades que exigen mucho más vigor y resistencia que el tipo de chapoteo en el agua al que se dedican los niños en las vacaciones.

Los nadadores profesionales se aseguran de no competir con el estómago lleno, pero también de que han comido lo suficiente para tener la energía necesaria para desempeñarse óptimamente.

Cuando los nadadores de larga distancia o de aguas abiertas tienen que ir muy lejos, incluso comen durante la carrera. Si les dan calambres, son más bien resultado del esfuerzo excesivo; no parece estar relacionado con los alimentos.

Esas punzadas 

Hanser Garcia, nadador olímpico cubano

Los nadadores élite son más proclives a sentir DAT, aún más si habían comido mucho.


¿Y esas punzadas que dan en los lados del cuerpo? En español se les conoce de varias maneras, como "flatos de corredor", o "dolor de caballo o de yegua" o "dolor de vaso".

Aunque se sienten a veces igual que un calambre, los investigadores diferencian entre los dos.

Tienen un nombre médico: "dolor abdominal transitorio vinculado al ejercicio" (DAT), pero aún no se entiende completamente bien de qué se tratan.

En Australia, el científico de deporte Darren Morton ha dedicado su carrera a investigar el tema.

Descubrió que los nadadores élite son más proclives a sufrirlo que los corredores (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/10694128).

La gente que ha ingerido una comida grande una o dos horas antes de la carrera eran más propensos a tenerlos, así hayan esperado la hora requerida antes del ejercicio (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16075775).

La buena noticia es que entre más viejo sea uno, menos le dan.

El estómago hinchado

Sin embargo, hay una teoría que podría explicar los DAT vinculados al ejercicio.
Morton notó que muchos atletas de larga distancia sentían el dolor durante la carrera poco después de pasar por la estación de bebidas para rehidratarse.

Decidió hacer un experimento, en el cual la gente tenía que tomar más fluidos que lo usual justo antes de hacer ejercicio.

Los que más se sintieron hinchados o sentían las punzadas eran los que tomaron jugo de frutas reconstituido.

Morton especula que el jugo hace que el estómago se hinche y eso pone presión en el peritoneo parietal, la capa exterior de la pared abdominal.

Es un área particularmente sensible, lo que puede explicar el dolor.

Si un estómago hinchado puede irritar el área y causar un DAT entonces, en principio, la comida podría hacer lo mismo. (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15118193)

Volvamos al agua 

Si a uno le da un DAT o un calambre, ¿hay alguna evidencia de que se ahogaría?


Niños saltando a la piscina

Algunos mitos sirven para otras cosas, como lograr que los niños hagan caso.


Si un niño está en aguas pandas, se puede parar. Además es posible flotar en la espalda si uno tiene un DAT.

Un niño sólo estaría en peligro si estuviera en aguas profundas, lejos de algo de lo que se pueda agarrar, sin saber nadar lo suficientemente bien para poder flotar: una situación en la cual meterse al agua no es conveniente, habiendo comido hace una hora o no.


Las estadísticas muestran que efectivamente muchos niños se ahogan en todo el mundo cada año. En China es la causa principal de muerte accidental entre los niños (http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs347/en/index.html).

Sin embargo, comer no figura como un factor que contribuye.

En su lista de los principales riesgos, el Centro para el control de la enfermedad de Estados Unidos, por ejemplo, incluye la inhabilidad de nadar, la falta de verjas alrededor de las piscinas, la falta de supervisión. Entre los adultos, otra causa principal es el ingerir alcohol antes de nadar (http://www.cdc.gov/homeandrecreationalsafety/water-safety/waterinjuries-factsheet.html).

A pesar de ello, hay otras buenas razones para no fomentar nadar justo después del almuerzo: para evitar sentirse mal y evitar el sol cuando está en su punto más caliente, por ejemplo.

Así que decirle a los chicos que se pueden ahogar porque acaban de comer puede ser una manera de lograr que le hagan caso.

Pero según la evidencia, no parece estar respaldado por la ciencia.

Fuente:

BBC Ciencia

6 de marzo de 2013

Cómo sobrevivir a una avalancha de nieve ¡empleando la física de los cereales!



El principio por el que un esquiador consigue salir a la superficie tras un alud de nieve es el mismo que funciona con las cajas de cereales. Hasta hace unos años, se pensaba que el mejor consejo para sobrevivir a una avalancha era tratar de "nadar" como si se tratase de un río, pero las características de una avalancha son distintas de las de un líquido.

El desprendimiento masivo de nieve constituye lo que los físicos conocen como un "flujo granular" y provoca que los fragmentos más grandes asciendan a la superficie mientras que los más pequeños se quedan en el fondo. Es lo mismo que sucede cuando uno abre una bolsa de cereales y encuentra los trozos más grandes y pesados en lo alto de la bolsa. Este fenómeno contraintuitivo fue descubierto en la década de 1930 por las industrias relacionadas con el empaquetado  y lo bautizaron como  "efecto muesli" o "efecto nuez de Brasil", dado que en una lata de nueces es esta variedad (la más grande) la que suele aparecer en la parte superior.

Esquema del efecto de nuez de Brasil  - Foto: Wikimedia Commons

"Las avalanchas son flujos granulares, un fenómeno que reúne características de los líquidos y los sólidos", asegura Dale Atkins, representante de la Comisión Internacional de Rescate Alpino. "En estos flujos", añade, "las partículas más grandes son las que terminan en la superficie".  Lo mismo, insiste, es lo que sucede con las cajas de cereales, "y los humanos somos una 'nuez' bastante grande que suele salir a la superficie".

"Esto lo conocemos como segregación positiva y hace que todo aquello que tiene un volumen mayor tienda a estar en superficie si hay menos densidad", asegura Fernando Rivero Díaz, teniente en la jefatura de Montaña de la Guardia Civil con 24 años de experiencia en rescate sobre el terreno. Su equipo ha intervenido en el rescate de personas atrapadas por avalanchas en el Pirineo y dos de sus compañeros han vivido la experiencia en su propia piel. "Uno de ellos se mantuvo a flote procurando controlar la situación desde el principio", recuerda, "y al otro le pilló de sorpresa y lo enterró. Tuvo la suerte de hacerse una buena cámara de aire y aguantar hasta que otro compañero le rescató".

El chaleco salvavidas, en funcionamiento  -Foto: Hansi Heckmair/ABS

Si uno realiza esquí de travesía, la primera medida de seguridad es llevar una baliza de localización y una pala, para realizar un rescate temprano. Pero en los últimos años varias empresas han comercializado un sistema de supervivencia basado en una especie de mochilas con 'airbag' que se hinchan cuando se produce una avalancha y presentan altos índice de éxito. Añadir 28 litros de volumen al cuerpo del montañero que se ve atrapado en un alud no le ayuda a flotar como en un río, sino a ascender por las características del propio flujo granular. "Convertirse en una gran nuez, por decirlo de alguna manera", insiste Atkins, "es el motivo por el que los sistemas de airbags han aumentado las cifras de supervivencia".

"Nadar sobre la avalancha  puede matar"

En un polémico artículo publicado en 2007 por la Asociación Americana de Avalanchas, Dale Atkins recomendaba olvidar la recomendación tan extendida de ponerse a "nadar" encima de la nieve en caso e avalancha. En su opinión - y ha entrevistado a cientos de supervivientes - el gesto de nadar puede provocar que la víctima aleje las manos de la zona de la boca, y una de los consejos más útiles para sobrevivir es construir un hueco con las manos frente a la cara que te permita respirar. "Una vez que tus pies se levanten del suelo", escribe, "debes ponerte las manos en la cara. Por supuesto, si puedes agarrarte a algún objeto fijo, hazlo. Cada segundo que aguantes suspendido significa que mucha más nieve pasa y ya no puede enterrarte".

En su opinión, el testimonio de los cientos de supervivientes que dicen haber nadado" sobre la avalancha para sobrevivir pertenecen a una muestra sesgada por el hecho de  que aquellos que nadaron y murieron en el alud no pueden contar su experiencia. "Durante los últimos 150 años", concluye, "la gente ha explicado cómo nadar les sirvió para no ser enterrados por la nieve, pero armados con el conocimiento moderno de los flujos de avalanchas resulta que permanecer en la superficie no tiene nada que ver con nadar".

"Efectivamente, en los últimos años se ha descubierto que en ciertas partes de la avalancha si te pones a nadar es posible que en realidad te estés enterrando  más profundo", confirma el teniente Rivero en conversación telefónica a lainformacion.com. Rivero es miembro del Grupo de Trabajo en Tecnologías Avanzadas para Rescate en Nieve, de la Universidad de Zaragoza, y su grupo también ha tenido que actualizar sus conocimientos. "Una avalancha se comporta de tres maneras", asegura, "al principio es una rotura de bloques de la que hay que intentar salir de manera oblicua, luego hay un movimiento turbulento intentar salir hacia uno de los laterales y rodando como un tonelete, y en la última parte lo importante es mantener una cámara de aire, usando la mochila si la llevamos, y la parte interior del codo. Eso aumenta las posibilidades de supervivencia".

El problema viene si hacemos el movimiento de nadar en el momento equivocado.  "Si en la parte final hacemos movimientos natatorios", relata. "puede que estemos entrando más profundo de lo que nosotros quisiéramos". La dificultad, añade, es que todo esto sucede en apenas 20 ó 30 segundos y "es muy difícil identificar en qué parte de ese movimiento estás tú".

En cualquier caso, el protocolo de actuación en caso de avalancha está muy claro: además de tratar de flotar y hacerse una cámara de aire, lo primero es deshacerse de los esquís y los bastones y todo aquello que nos pueda dejar anclados en la nieve. "Lo que hay que intentar es mantenerte lo más suelto que puedas de todo aquello que luego te impediría salir", incide Rivero. "Imagina que te quedas a solo 20 cm y no te puedes mover porque tienes pillados los pies por todo lo largo de tu esquí". Y sobre todo, si uno sale a hacer esquí de travesía, lo importante es llevar siempre un transmisor (ARVA), una sonda y una pala que permita hacer un autosocorro rápido de un compañero. "Una vez transcurridos los primeros 20 minutos", asegura, "las posibilidades de sobrevivir se reducen en un 90%".

Tomado de:

La Información Ciencia

2 de diciembre de 2012

El tamaño si importa... ¡para nadar!

Uno de los temas recurrentes del cine de ciencia ficción es la miniaturización de seres humanos, desde los clásicos El increíble hombre menguante y Viaje alucinante hasta las más recientes Cariño, he encogido a los niños y Arthur y los minimoys. La gran mayoría de estas películas, por no decir todas, caen en el mismo error: Los protagonistas beben o nadan con normalidad, cuando en realidad tendrían muchas dificultades para hacer esas cosas con su tamaño reducido, porque el comportamiento de los fluidos cambia con la escala.


Que el comportamiento de un fluido depende del tamaño ya lo podemos intuir cuando vemos películas en las que se han filmado escenas de barcos con maquetas a escala reducida: Ni el movimiento de los barcos ni la propia agua parecen reales.


Los físicos caracterizan el movimiento de los fluidos mediante un parámetro llamado número de Reynolds, que describe la importancia relativa de las fuerzas inerciales frente a las fuerzas viscosas en el fluido; cuanto mayor es ese número, mayor es el efecto de las primeras y menor el de las segundas. Las fuerzas inerciales son las que hacen que un nadador siga avanzando aunque deje de mover brazos y piernas, mientras que las fuerzas viscosas son las que oponen resistencia a ese movimiento y acaban por detenerlo.


El número de Reynolds depende de la densidad y viscosidad del fluido, pero también de su velocidad y del tamaño del objeto que se mueve en él (o del grosor de la tubería por la que fluye). Así, el número de Reynolds de un nadador humano es de unos 10 millones, mientras que el de una bacteria es de 0,00001. En el primer caso, las fuerzas dominantes son las de inercia, mientras que en el segundo es todo lo contrario. Un nadador, o una embarcación, siguen moviéndose durante un tiempo aunque dejen de propulsarse, mientras que una bacteria en el mismo caso se detiene inmediatamente. En términos prácticos, el agua opone más resistencia al movimiento cuanto menor es el tamaño y la velocidad del objeto que se mueve en ella.


El estudio de los líquidos a escala microscópica tiene multitud de aplicaciones prácticas, desde la medicina hasta la nanotecnología. Pero resulta más fácil realizar los experimentos con maquetas de nuestro tamaño. Para que esas maquetas se comporten como objetos microscópicos es preciso reducir su número de Reynolds, lo que se logra sustituyendo el agua por un líquido más viscoso; tan viscoso, de hecho, como la miel. Así deberían experimentar el agua los miniaturizados protagonistas de las películas que citábamos; les resultaría enormemente difícil nadar e incluso beber.


Otra consecuencia del aumento de las fuerzas viscosas a pequeña escala es el llamado teorema de la vieira. La vieira, ese exquisito molusco, se desplaza cerrando violentamente sus valvas, con lo que el chorro de agua que expulsa propulsa su cuerpo hacia atrás. El teorema de la vieira afirma que un movimiento de vaivén como ése sólo es eficaz cuando el número de Reynolds es alto. A bajo número de Reynolds, cuando las fuerzas viscosas dominan a las inerciales, la apertura de las valvas generaría el mismo impulso que su cierre, pero en sentido contrario; el desplazamiento neto de la vieira sería nulo. A un nadador humano le ocurriría lo mismo con el movimiento de vaivén de las piernas en el estilo libre; a escala normal genera alrededor de la quinta parte del impulso total, pero a escala reducida, en un líquido tan viscoso como la miel, no produciría ningún impulso. Más dificultades para nuestros protagonistas.


Pero, pensándolo bien, el error es disculpable, ya que si llevamos la física hasta sus últimas consecuencias, los personajes tendrían incluso dificultades para respirar, ya que el aire también es un fluido. Y si los personajes no pueden respirar, nos quedamos sin película.


Tomado de:

El Neutrino

20 de marzo de 2012

La fauna de Madagascar llegó a la isla a bordo de troncos o islas vegetales

Un especie de lemur de Madagascar. | E.M.

Un especie de lemur de Madagascar. | E.M.

La isla de Madagascar se separó del continente africano hace unos 130 millones de años y de la India hace entre 65 y 80 millones de años, tras la desmembración del supercontinente Gondwana. Una investigación internacional en la que ha participado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha desvelado que la mayor parte de la fauna malgache llegó a la isla a través de repetidas dispersiones oceánicas después de la separación del continente. El artículo aparece publicado en el último número de la revista 'PNAS'.

El equipo de investigadores reconstruyó la historia de colonización de Madagascar mediante la secuenciación de varios genes nucleares de los principales grupos de vertebrados de Madagascar y de las especies más próximas de África, Asia y Sudamérica. Después, para datar los periodos de divergencia, aplicaron el llamado 'reloj molecular', que permite estimar el tiempo evolutivo a partir del número de diferencias entre dos secuencias de ADN.

"Los resultados muestran que el origen de la mayor parte de los grupos malgaches es relativamente reciente, geológicamente hablando, y que colonizaron la isla por dispersión oceánica, principalmente desde África. Lo más probable es que fuertes ciclones arrastrasen hasta tierra firme grandes troncos o pequeñas islas flotantes de vegetación con los que serían los primeros colonizadores", explica el investigador del CSIC David Vieites, del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

No pudo ser por la bajada del nivel del mar

Según los expertos, los colonizadores tuvieron que desplazarse necesariamente atravesando el océano. El Canal de Mozambique que separa Madagascar de África, tiene una profundidad de casi 3.000 metros, demasiados para que una bajada del nivel del mar hubiese permitido la dispersión por tierra.

A finales del periodo Cretácico se produjo una extinción masiva en todo el planeta. Según este estudio, sólo dos grupos de las especies vertebrados que vivían entonces en Madagascar sobrevivieron a esa ola de extinciones: unas tortugas de agua dulce y las iguanas. El resto de la fauna presente en la isla llegó a ella a con posterioridad cruzando el océano en varios periodos.

"Gran parte de las colonizaciones más antiguas se produjeron desde Asia y África, si bien las más recientes, que ocurrieron en los últimos 30 millones de años, son todas de origen africano. Uno de los factores que pudieron influir en este hecho es la proximidad, ya que a pesar de haberse separado antes, Madagascar permaneció relativamente cerca de África, mientras La India se alejaba rápidamente, cuyo choque con Asia formó la cordillera del Himalaya", añade Vieites.

Según este estudio, la diversificación posterior dentro de la isla se vio favorecida por la existencia de selvas húmedas, que permitieron que los grupos adaptados a ese hábitat se diversificaran hasta convertir Madagascar en uno de los puntos calientes de biodiversidad mundial. En la actualidad, esta isla alberga una fauna y una vegetación únicas, tanto por su elevado número de especies endémicas como por la gran biodiversidad que alberga. A pesar de todo, señala el investigador del CSIC, el futuro de la Biodiversidad de Madagascar es incierto. "Los humanos llevamos tan sólo 2.000 años en la isla y ya ha desaparecido el 90% de la superficie original de sus hábitats naturales. Es necesario parar la destrucción de la selva y gestionarla adecuadamente para que no se pierda esta diversidad en breve", concluye.

El Mundo Ciencia

25 de enero de 2011

La osa que nadó 687 kilómetros en nueve días

Foto de archivo de un oso polar nadando en aguas de Alaska. | AP

Recorrió 687 kilómetros en nueve días sumergida en las frías aguas del Mar Beaufor, al norte de Alaska. El épico viaje de una hembra de oso polar ha sido seguido por un grupo de investigadores estadounidenses del Instituto Geológico de EEUU (US Geological Survey). Durante dos meses llevó puesto un collar GPS para estudiar las rutas de esta emblemática especie. Los resultados de su estudio se publican en 'Polar Biology'.

El creciente deshielo de las regiones polares está obligando a estos animales a recorrer a nado largas distancias para buscar alimento. Habitualmente se sumergen en el agua y nadan para cazar focas pero los científicos han observado que cada vez disponen de menos superficie helada, lo que les obliga a desplazarse con más frecuencia por el agua.

La rutina observada en esta osa polar ('Ursus maritimus') así lo demuestra. Según los autores de la investigación, se trata de la primera prueba de las grandes distancias que deben recorrer los ejemplares de esta especie carnívora. En otras ocasiones se habían avistado animales nadando pero hasta ahora no se había podido controlar un viaje entero, según aseguran los investigadores.

Seguimiento durante dos meses

Los científicos siguieron los pasos de la osa durante dos meses gracias al collar, que les permitía saber si se encontraba en tierra o en el agua, y a un termómetro implantado en su piel que les informaba de la temperatura.

Las consecuencias de un viaje tan largo pasan factura a estos animales. Por ejemplo, la osa perdió durante dos meses el 22% de su grasa corporal, según explicó a la BBC el investigador George M. Durner.

El masivo derretimiento del hielo durante el verano, cada vez más habitual en el Mar Beaufor, les obliga a nadar más. Los osos polares que habitan las regiones del Ártico siguen una dieta rica en calorías que les permite aguantar las gélidas temperaturas. Se alimentan sobre todo de focas ('Pusa hispida'), por lo que son uno de los animales que más dependen del hielo y por tanto, uno de los más amenazados por los efectos del cambio climático.

Aunque son unos buenos nadadores, no están adaptados para cazar a sus presas en el agua, y suelen hacer agujeros en el hielo para capturar a los mamíferos de los que se alimentan.

Fuente:

El Mundo Ciencia

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