Recorrió 687 kilómetros en nueve días sumergida en las frías aguas del Mar Beaufor, al norte de Alaska. El épico viaje de una hembra de oso polar ha sido seguido por un grupo de investigadores estadounidenses del Instituto Geológico de EEUU (US Geological Survey). Durante dos meses llevó puesto un collar GPS para estudiar las rutas de esta emblemática especie. Los resultados de su estudio se publican en 'Polar Biology'.
El creciente deshielo de las regiones polares está obligando a estos animales a recorrer a nado largas distancias para buscar alimento. Habitualmente se sumergen en el agua y nadan para cazar focas pero los científicos han observado que cada vez disponen de menos superficie helada, lo que les obliga a desplazarse con más frecuencia por el agua.
La rutina observada en esta osa polar ('Ursus maritimus') así lo demuestra. Según los autores de la investigación, se trata de la primera prueba de las grandes distancias que deben recorrer los ejemplares de esta especie carnívora. En otras ocasiones se habían avistado animales nadando pero hasta ahora no se había podido controlar un viaje entero, según aseguran los investigadores.
Seguimiento durante dos meses
Los científicos siguieron los pasos de la osa durante dos meses gracias al collar, que les permitía saber si se encontraba en tierra o en el agua, y a un termómetro implantado en su piel que les informaba de la temperatura.
Las consecuencias de un viaje tan largo pasan factura a estos animales. Por ejemplo, la osa perdió durante dos meses el 22% de su grasa corporal, según explicó a la BBC el investigador George M. Durner.
El masivo derretimiento del hielo durante el verano, cada vez más habitual en el Mar Beaufor, les obliga a nadar más. Los osos polares que habitan las regiones del Ártico siguen una dieta rica en calorías que les permite aguantar las gélidas temperaturas. Se alimentan sobre todo de focas ('Pusa hispida'), por lo que son uno de los animales que más dependen del hielo y por tanto, uno de los más amenazados por los efectos del cambio climático.
Aunque son unos buenos nadadores, no están adaptados para cazar a sus presas en el agua, y suelen hacer agujeros en el hielo para capturar a los mamíferos de los que se alimentan.
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