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4 de junio de 2017

Perú: el misterio de las pinturas negras descubiertas en Machu Picchu


La pintura representa la imagen de una camélido y de una figura humana.

Por lo pronto ofrecen más preguntas que respuestas. El hallazgo de unas pinturas rupestres inéditas en las proximidades de la ciudadela de Machu Picchu significa un nuevo desafío para los arqueólogos del Ministerio de Cultura de Perú.

Las pinturas fueron descubiertas hace un par de meses por el equipo multidisciplinario de investigaciones que trabaja en el lugar en búsqueda de nuevos elementos que permitan entender más sobre la ciudadela inca erigida a 2.400 metros sobre el nivel del mar.

"La novedad es que la pintura está cerca del monumento y el hecho de que está hecha en color negro", dijo a BBC Mundo Fernando Astete, director del parque arqueológico nacional de Machu Picchu.

El experto explicó que en el pasado ya se habían encontrado en el parque petroglifos y pinturas rupestres en unos 20 sitios distintos, pero que esta es la primera vez que descubren unas imágenes tan cerca de la ciudadela.

"Fueron halladas en el camino principal de acceso hacia allí, en un lugar conocido como Pachamama, en el camino del inca que va de Intipunco a Machu Picchu, a unos 10 minutos del monumento", agregó.

Indicó que hasta ahora, las pinturas que habían encontrado en el parque de Machu Picchu eran de color ocre, más amarillento o más naranja, "que es bastante profuso en la iconografía inca".

Sin embargo, esta es la primera vez que encuentran imágenes hechas en color negro.

"En la pintura se ve una silueta humana, un camélido y algunos otros elementos que aún están por definir. Están todos pintados en color negro. Más o menos de unos 15 centímetros", dijo.

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BBC

El arte erótico de los Moches, una de las primeras civilizaciones de América


Las escenas que inquietan a los visitantes del Museo Larco, de Lima (Perú), pertenecen a la cultura moche, una civilización que floreció en lo que hoy es la costa norte peruana entre los siglos II y VIII después de Cristo. 

Aunque eso de florecer, es un decir. La tierra era avara y ruda. 

"Los moche se desarrollan en uno de los climas más secos del planeta", explica el arqueólogo Walter Alva a BBC Mundo.

Alva lideró en 1987 el hallazgo de la tumba del señor de Sipán, un gobernante moche cuyo entierro es considerado uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes del continente. 

"No es que en las vasijas ellos hayan representado su vida diaria. Lo que hicieron fue plasmar escenas rituales y lo erótico está enmarcado en el principio de la vida", apunta. 

Las cerámicas muestran un frenesí de poses sexuales y, para esta antigua sociedad agrícola, el sexo se relacionaba con la fecundidad de la tierra. 

Quizá por ello, a pesar del detalle con el que los alfareros moche modelaron los genitales de sus esculturas, no pusieron mucho empeño en reflejar gestos de placer. 

En cambio, abundan las escenas sexuales que nada tienen que ver con la fertilidad, como el sexo oral, la masturbación e incluso el coito con los muertos. 

Y como veremos, son justamente estas últimas vasijas las que dan algunas pistas sobre la desaparición de esta cultura.

Ofrendas

Cuando el museo Larco trasladó los vestigios moche a Lima en la década de 1960, los menores de edad tenían prohibido ingresar a la sala de los huacos eróticos. 

Hoy, los colegios organizan excursiones.

Sin embargo, la gran mayoría de los casi 120.000 visitantes que recibe al año son turistas extranjeros.
Según la web de viajes Tripadvisor, recorrer este museo es la segunda actividad más popular en Perú, sólo después de la visita a Machu Picchu. 

"Tenemos unas 45 000 piezas y todas ellas, incluidas las vasijas con motivos sexuales, fueron encontradas en tumbas", indica Andrés Álvarez Calderón, director del museo.

Las figuras eróticas apenas representan el uno por ciento de la totalidad de los vestigios, pero su estudio revela un universo que va mucho más allá del sexo.

"Estos huacos son ofrendas que reflejan el círculo de la vida. Los moche no utilizaban las cerámicas eróticas para el uso diario", aclara a BBC Mundo. 

Pese a lo que imaginan algunos turistas, los antiguos habitantes del continente no se servían el desayuno en recipientes fálicos. 

El sexo en las vasijas era una manera de atraer la lluvia sobre sus campos desérticos y colocarlas en los entierros quería propiciar la fecundidad del campo. 

Pero, ¿podían reflejar también su vida sexual? 

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BBC 

El misterio de Chankillo o el Templo de las 13 torres de Casma (Perú): el observatorio solar más antiguo de América


Vistas desde arriba, las 13 torres parecen el lomo una inmensa iguana descansando en el desierto.

Estos edificios de piedra son parte de Chankillo (o el Templo de las 13 torres), considerado el observatorio solar más antiguo de América, según el arqueólogo Iván Ghezzi, director del Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú y director del Proyecto Chankillo.

El complejo, ubicado en Casma, Áncash, a unos 365 kilómetros al norte de Lima, en la costa peruana, servía para señalar con gran exactitud los solsticios, equinoccios y una serie de fechas a lo largo del año, a partir de la posición del Sol.

Además de las 13 torres, el sitio cuenta con un templo y una plaza, construidos en piedra y dedicados al culto al Sol.

Chankillo todavía permite identificar la posición de nuestro astro y el Fondo Mundial de los Monumentos (WMF, por sus siglas inglés) empezará a restaurarlo en unas semanas.

"Es un ejemplo magistral del uso del paisaje para medir el tiempo", según la Delegación Permanente de Perú en la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

¿Cómo funciona este antiguo calendario que permite saber la fecha hasta hoy?

Precisión de dos a tres días


Los arqueólogos calculan que el lugar estuvo habitado entre el 500 y el 200 a.C. (hace unos 2.200 años).

Las 13 torres, que miden entre dos y seis metros de altura, se alinean de norte a sur a lo largo de la cresta de una colina. 

El 21 de diciembre, cuando en el hemisferio sur es el solsticio de verano, el Sol sale por la derecha de la primera torre del extremo derecho.

A medida que avanza el año, se va moviendo entre las torres hacia la izquierda. Se puede saber en qué fecha estamos al ver qué torre que coincide con la trayectoria del Sol al amanecer.
 
El 21 de junio, o el solsticio de invierno en el sur, el Sol sale por la izquierda de la última torre del extremo izquierdo. 

Luego, el Sol se va moviendo hacia la derecha, para volver otra vez en diciembre a salir por la torre del extremo derecho.

"Los habitantes de Chankillo habrían podido determinar la fecha con una precisión de dos a tres días", dice el WMF.

Los astrónomos de las 13 torres tenían al menos dos puntos de observación, uno para el amanecer y otro para la puesta de sol, pero el arqueólogo Iván Ghezzi sospecha que puede haber más. 

El conocimiento del calendario pudo haberse aplicado en la agricultura, pero se piensa que el propósito fundamental fue la "organización de un calendario ceremonial", como le dice Ghezzi a BBC Mundo.

Chankillo se encuentra a unos seis kilómetros del océano Pacífico, pero entre ambos se elevan las Lomas de Mongón.

"Estos cerros son una barrera natural a la neblina, lo que explica en parte la visibilidad excepcional del observatorio", explica el arqueólogo.

Por estos méritos, Chankillo fue inscrito en una lista preliminar de lugares propuestos para Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco en 2013.

"Representa una obra maestra del genio creativo humano", según el documento que sustenta esta postulación.

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BBC

¿Qué le pasa a tu cerebro cuando te equivocas?

¿Por qué hay personas que les fascinan los retos y otras que prefieren evitar cualquier desafío para no equivocarse? Carol Dweck, psicóloga de la Universidad de Stanford, dio la respuesta con una clasificación muy sencilla. Todos podemos tener dos tipos de mentalidades: una orientada al crecimiento y otra fija.





Las personas con “mentalidad de crecimiento” piensan que el éxito depende del esfuerzo, del trabajo o de sudar la camiseta. Sin embargo, las personas con “mentalidad fija” creen que depende de habilidades innatas y tienen urticaria ante cualquier error. “Si no se ha nacido con dichos dones, ¿para qué intentarlo?”, se plantean. Curiosamente, el hecho de decantarnos por una o por otra no depende de cuestiones genéticas, sino de educación, como demostró Dweck con alumnos de once años y después de que hicieran un trabajo difícil. A aquellos a los que les reconoció que su éxito dependía de su esfuerzo, se atrevían después con otro desafío aún más difícil. “Total, si me equivoco, no importa”, pensaban. Sin embargo, a los niños que se les dijo que lo habían conseguido porque eran muy listos o muy inteligentes, cuando el reto iba en aumento, preferían no intentarlo… “¿Para qué probar suerte y equivocarme? Mejor me quedo como estoy y así sigo demostrando que soy inteligente”, era el pensamiento que lo resumía.


Este resultado resulta muy desconcertante. Siempre se ha dicho que es bueno reforzar la autoestima de nuestros hijos con el verbo “ser”, ser muy buen chico, muy listo… Sin embargo, como ha comprobado Dweck, con esta técnica corremos el riesgo de reforzar también la mentalidad fija. Cuando esto ocurre, no se encaja el error y se evita cualquier desafío que nos haga salirnos de nuestra zona de confort, como también ha comprobado la neurociencia.

Jason S. Moser y sus colegas en la Universidad de Michigan State han descubierto qué nos ocurre en nuestro cerebro cuando nos enfrentamos a una equivocación. Dependiendo de si nuestra mentalidad es de aprendizaje o fija, la actividad neuronal ante un error será más activa o menos. En otras palabras, cuando pensamos que podemos aprender, si nos equivocamos, se despierta un intenso baile neuronal para identificar causas, patrones o aprendizajes que nos sirvan para un futuro (color rojo de la imagen). Sin embargo, si nuestra mentalidad es fija, ante una equivocación, echaremos balones fuera, nos justificaremos con mil y un argumentos y nuestra actividad neuronal para encontrar razones para el aprendizaje quedará un tanto dormida (color verde). Y todo ello no depende de la edad. Según Dweck, el 40 por ciento de las personas tienen “mentalidad de crecimiento”; otro 40 por ciento, su “mentalidad es fija” y el resto, dependiendo del momento.

¿Qué podemos hacer? Lo primero de todo, revisar la educación. Comencemos a valorar el esfuerzo y no solo las habilidades innatas. Si queremos que nuestros hijos se enfrenten con seguridad a los desafíos, es mejor que vivan el error de una manera constructiva y no evitándolo a toda costa. Por ello, tengamos cuidado con los reconocimientos que hacemos e incluyamos también el concepto de trabajo y no solo el ser un niño o niña muy lista o inteligente.

Segundo, asumamos que nuestro cerebro es plástico, que somos capaces de crear nuevas conexiones neuronales si comenzamos a proponérnoslo. Por ello, reflexionemos qué tipo de mentalidad tenemos (de manera sincera, que no siempre ocurre). Si solemos buscar excusas ante los desafíos, comencemos a darnos cuenta de que la mayor parte de las personas que encajan los fracasos mejor que nosotros tienen “mentalidad de crecimiento”, que esta no es innata y que se puede desarrollar a cualquier edad. Por tanto, no valen las excusas.

Fuente:

El País (España)
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