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20 de junio de 2011

Un neurochip que restaura y mejora la memoria



Un grupo de científicos encabezado por Theodore Berger, de la Universidad del Sur de California, ha desarrollado un sistema por el cual los recuerdos están o dejan de estar, literalmente, accionando un interruptor. Se trata de un dispositivo electrónico que duplica las señales neuronales relacionadas con la memoria y que el equipo ha conseguido que reproduzca la función cerebral implicada en el comportamiento aprendido a largo plazo, incluso cuando las ratas han sido drogadas para que olviden. Gráficamente: interruptor ON, las ratas recuerdan; interruptor OFF, las ratas olvidan. Los resultados aparecen publicados en el Journal of Neural Engineering.

Como los lectores de este blog saben sobradamente, el hipocampo es esa zona del cerebro relacionada fundamentalmente con el aprendizaje, esto es, con la transformación de los recuerdos a corto plazo por otros a largo plazo. En concreto son dos sub-regiones del hipocampo, CA3 y CA1, las que interactúan para crear los recuerdos a largo plazo.

Los investigadores trabajaron con el hipocampo de ratas. En el experimento, los científicos hacían que las ratas aprendiesen una tarea, presionando una palanca en vez de otra para recibir una recompensa. Las ratas tenían sondas implantadas en el hipocampo midiendo la actividad eléctrica entre CA3 y CA1.

Posteriormente, los experimentadores bloquearon las interacciones neuronales normales entre las dos áreas del hipocampo usando fármacos. Las ratas que habían sido entrenadas previamente ya no mostraban el comportamiento aprendido a largo plazo. Todavía recordaban sin embargo que tenían que presionar una palanca si querían agua, pero sólo recordaban entre 5 y 10 segundos si habían presionado ya una u otra palanca.

Los investigadores desarrollaron un dispositivo electrónico, un neurochip, el equivalente a un sistema del hipocampo artificial que duplicaba los patrones de interacción entre CA3 y CA1. La capacidad para la memoria a largo plazo volvía a las ratas bloqueadas farmacológicamente cuando el equipo activaba el dispositivo.

Además, los investigadores también comprobaron que si el neurochip y sus electrodos asociados se implantan en animales con un hipocampo con un funcionamiento normal, el dispositivo puede realmente reforzar el recuerdo que se está generando en el cerebro y mejorar la capacidad de memoria de las ratas normales.

No podemos dejar de mencionar en este punto al pionero en los chips cerebrales, el malagueño José Manuel Rodríguez Delgado.

El siguiente paso será experimentar con primates, con la idea de reproducir los resultados con el objetivo último de desarrollar neurochips que podrían ayudar a las víctimas de la enfermedad de Alzheimer, de los infartos cerebrales o heridos en general a recuperar esta función crítica.

Tomado de:

Experientia Docet

17 de junio de 2011

La muerte del mar Aral

Especial: Desiertos

¿Por què dedicamos en "Conocer Ciencia" un especial a los desiertos? Lea el siguiente post y atèrrese copn las imágenes y sabrà el porquè...

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Asesinato en primer grado

¿Es posible que la estupidez humana pueda hacer desaparecer un lago milenario de la faz del planeta en tan solo unas décadas? ¿Es posible que los intereses económicos de unos pocos primen sobre las vidas de millones de personas? ¿Es posible que armas biológicas estudias durante la guerra fría puedan ser desenterradas por cualquier niño con una paleta de playa? Todo esto, y mucho más, es la historia del Mar de Aral.

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Mar de Aral, situado al sur de Kazajstán y el norte de Uzbekistán. Final de la década de los cincuenta del siglo pasado. El Mar de Aral, con unos 1.060 km3 de agua, es el cuarto lago salino más grande del planeta. De él viven directa o indirectamente millones de personas. Alrededor de 50.000 toneladas de pescado, de sus 30 especies comerciales, son extraídas todos los años del lago. En sus riberas, decenas de ciudades de tradición pesquera despiertan todos los días con el bullicioso y frenético vaivén de todo tipo de personas; comerciantes, pescadores, armadores de barcos, ganaderos o agricultores. Todos tienen allí alguna tarea por delante que, desde tiempos inmemoriales el Mar de Aral les has proporcionado. El nivel freático poco profundo de las aguas subterráneas, permite la construcción de pozos para el regadío en una vastísima extensión alrededor del lago, que dotan a toda la zona de su peculiar vergel, de el cuál se suministran todas las ciudades en cuanto a frutas y vegetales y que también da trabajo a miles de personas. Un ciclo natural que lleva siglos manteniéndose en el que naturaleza y civilización se han mantenido en equilibrio.

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Mar de Aral, en nuestra época actual. La pesca se ha reducido de las 50.000 toneladas de los años 50 a ¡CERO!. El volumen del lago se ha reducido en un 80% contando ahora con apenas 200 km3 y su salinidad, de 1 gramo por litro en los 50 llega ahora en algunos puntos a 100 gramos por litro, su nivel, ha disminuido aproximadamente 25 metros. De todas las especies que habitaban el lago, tan solo quedan un par en algunos puntos concretos… y que tienen las horas contadas. El nivel freático ha descendido a más de cincuenta metros de profundidad y la mayoría de pozos para el riego han quedado inservibles. Seis millones de hectáreas de tierras agrícolas han sido destruidas como consecuencia de la salinización y la desertificación. Donde antes había un mar vivo, ahora descansan sobre su lecho blanco y yermo centenares de barcos viejos y oxidados, con la única y eterna función, hasta que la podredumbre los haga desaparecer por completo, de hacer sombra a los camellos cansados del que ahora se podría llamar, desierto de Aral. Las tormentas de viento y polvo, arrastran la sal de los lechos secos hasta más de doscientos kilómetros a la redonda, arruinando para siempre las tierras ante cualquier intento de cultivo. Los pueblos y las ciudades de las riberas han quedado prácticamente desiertas y millones de personas, al igual que las aguas del lago, se han evaporado del lugar.

¿Qué ha pasado con el Mar de Aral? Porqué se rompió el ciclo milenario que mantenía este lago vivo y en equilibrio.

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LOS ASESINOS DEL MAR DE ARAL

La respuesta, que muchos ya habréis intuido es sencilla. La estupidez humana, otra vez y de nuevo, se presenta vergonzosa ante nosotros.

A principios de los años 60, el gobierno de Moscú tiene la brillante idea de tomar parte de las aguas de los ríos Amu Daria y Syr Daria, que alimentan al Mar de Aral, y llevarlas, tras la construcción de un canal de 500 kilómetros, hasta una gran cuenca donde se encuentran los campos de algodón, con la intención de que dicha producción aumente hasta el punto de que la Unión Soviética sea autosuficiente, y no tenga que importar algodón a terceros.

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Su estrategia es todo un éxito, y en apenas un par de décadas, la producción de algodón se multiplica y de igual modo, se duplica la población de la zona.

Por supuesto, a nadie se le ocurrió calcular la cantidad de agua que el Mar de Aral necesitaba recibir para seguir vivo que, lógicamente y sin hacer muchos cálculos, era el 100% de la que recibía de los ríos. En otras palabras, la cantidad de agua que se evaporaba anualmente en el mar era la misma que recibía de los ríos.

Así, con el tercio de agua sustraída para abastecer el regadío de los campos de algodón, el Mar de Aral comienza su rápida y acelerada agonía, que entrará en un bucle sin vuelta atrás. Año tras año, al ser el nivel del agua más bajo, el nivel de refracción solar es menor y más agua se evapora y, así, hasta desaparecer prácticamente por completo.

Viendo el desastre ecológico que se avecinaba, los dirigentes rusos, en lugar de intentar subsanar el error cometido todavía lo incentivaron más, aumentando el caudal del canal de riego paulatinamente. En los años ochenta, el 90% del caudal de los ríos era destinado a los campos del algodón.

La progresiva desaparición del gran lago no sorprendía a los soviéticos. Ya lo habían esperado. Aparentemente, en la URSS se consideraba que el Aral era un “error de la naturaleza”, y un ingeniero soviético habría dicho en 1968 que “es evidente para todo el mundo que la desaparición del Mar de Aral es inevitable”.

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La mayoría de gente que vivía gracias al lago con relativa paz y armonía, se vio obligada a trasladarse al lugar que, paradójicamente, había sido la causa de su desgracia. Pescadores, agricultores, artesanos, armadores… ahora todos son simplemente recolectores de algodón trabajando de sol a sol que, en los días de fiesta, sueñan con comer un buen pescado importado de algún lugar lejano.

Los que decidieron quedarse padecen la escasez de agua dulce, unos veranos e inviernos muchísimos más duros al desaparecer el lago, que era un regulador natural del clima y una serie de enfermedades producidas por la contaminación del lugar como, anemias, enfermedades respiratorias y problemas renales.
En fin, todo un cúmulo de despropósitos que incluso tienen mucho que ver el en cambio climático mundial, puesto que los últimos estudios han demostrado que en lugares tan lejanos como el Everest, se han encontrado muestras de los contaminantes y la sal que ha quedado en el lecho vacío del Mar de Aral, variando incluso el índice de fundición de la nieve o de los glaciares próximos.

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Tormenta de polvo sobre el mar Aral

En el ciclo de desecación, el Mar quedó dividido en dos partes, conocidas como sur y norte. Entre los dos se construyó un muro para intentar salvar la parte norte, menos salinizada y quizás con alguna esperanza más que la sur. Dejando esta última a su completa suerte. Vanos intentos, puesto que la asfixia de más de cuarenta años que ha sufrido el Mar de Aral, según los expertos, ya no tiene reanimación posible.


CEMENTERIO DE BARCOS… Y DE ANTRAX

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Antiguos laboratorios abandonados en la isla de Vozrozhdenie

Y si con todo esto piensan que los despropósitos del gobierno ruso con la zona de Aral son imperdonables, todavía queda algo igualmente terrible.

El Aral también es tristemente famoso por la isla de Vozrozhdenie (Renacimiento), que en la época soviética fue polígono de armas bacteriológicas y que hoy en día permanece abandonado. En 1988, en plena perestroika de Gorbachov, los científicos uralenses trasladaron desde Yekaterimburg a Uzbekistán centenares de toneladas de bacterias de ántrax, que fueron enterradas en la isla. La mortífera carga fue puesta en barriles con lejía y enviada con gran secreto en un tren de 12 vagones. En Renacimiento, los soldados cavaron grandes hoyos y enterraron los gérmenes.

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Tras desaparecer la URSS, los soldados rusos abandonaron la isla en 1992, y unos tres años después científicos militares de EE UU comenzaron a viajar en misiones secretas a la isla para tomar muestras de las bacterias enterradas. Pese a que las bacterias habían sido tratadas con lejía al menos dos veces (al ponerlas en los barriles y al enterrarlas) y estar cubiertas por un metro y medio de arena, algunas de las esporas aún sobrevivían con vida. El problema de contaminación es claro, y aumenta por el hecho de que, debido a que el Aral se está desecando, la isla terminará (ya ha terminado) por dejar de ser tal y se uniría a la tierra firme..

MÁS FOTOGRAFÍAS

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Tejido por Sinuhé

Fuentes:

Información al detalle (inglés):

columbia.edu

Galerías fotográficas:

emergency.co.nz

orexca.com

flickr.com

Compostar para frenar la desertificación

Especial: Desiertos

España es uno de los países más afectados por la desertificación y la erosión de los suelos. Uno de los componentes claves para evitar esta situación es mantener un buen nivel de materia orgánica. Para este fin, Amigos de la Tierra resalta la importancia del compostaje, como una práctica viable, económica y fácil de aplicar, que regenera el desgaste del suelo a través de la materia orgánica producida.


El 40% de la superficie de España se ve amenazado por severos procesos de erosión y desertificación. En la actualidad, nuestro territorio es uno de los países industrializados más afectados por este problema. Por esta razón, cada vez se hace más urgente implantar medidas preventivas y correctoras que impidan el aumento progresivo de la desertificación.

La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) prevé que, en 2030, el agua disponible se reducirá en torno a un 25%, lo que implica que el 65% de la población española sufrirá “estrés hídrico”. Estas condiciones han sido generadas por una gestión incorrecta del agua, unas prácticas agrícolas inadecuadas, una construcción desmesurada de infraestructuras y el desarrollo urbanístico descontrolado del litoral, entre otros factores, que llevan a la disminución de la proporción orgánica del suelo.

“El suelo, como parte fundamental de los ecosistemas, debe recuperar su importancia. Es necesario revalorizar su fertilidad, tener en cuenta su fragilidad ante los impactos ambientales y detener la enorme especulación económica, que no solo amenaza al medio ambiente, sino a nuestras vidas y sustentos”, señala María Durán, responsable del área de residuos de Amigos de la Tierra.

Enfrentar la desertificación se convierte en un proceso lento, pero posible con soluciones basadas en medidas que garanticen la integridad del suelo. El compostaje de la materia orgánica contenida en los residuos domésticos se convierte en este contexto en una herramienta imprescindible: aporta un abono que mantiene la cobertura vegetal y respeta los ciclos naturales, logrando desembocar en un uso racional del terreno. Amigos de la Tierra exige que toda la materia orgánica procedente de los residuos urbanos se recupere con el fin de aprovechar este recurso para frenar la desertificación, siendo un paso esencial su recogida selectiva.

La solución al problema no requiere de tecnologías innovadoras ni costosas, sino de un cambio de actitud de las administraciones y la ciudadanía en asuntos clave como el cambio climático, la gestión de residuos orgánicos o la ordenación del territorio con criterios de sostenibilidad. Así, la práctica del compostaje es una alternativa, que demuestra su alta efectividad para frenar la pérdida de riqueza vegetal en nuestros suelos.

Amigos de la Tierra lleva 8 años trabajando con proyectos de compostaje doméstico en más de 30 municipios de Galicia, Baleares, Madrid, Andalucía y Navarra. Los resultados han demostrado la capacidad de implantación del modelo con la ciudadanía, que gestiona sus propios residuos orgánicos transformándolos en un abono natural de alta calidad, el compost.

Para evitar la pérdida de riqueza del suelo mediante la contención de materia orgánica, la práctica del compostaje es una medida efectiva y muy viable para devolver al suelo esta materia, porque aumenta las propiedades físicas del suelo, favoreciendo su estabilidad y estructura, y aumentando su porosidad y permeabilidad; se refuerzan sus propiedades químicas, incrementando su contenido en nutrientes y su actividad biológica, actuando como soporte y alimento de los microorganismos que contribuyen a su mineralización, al mismo tiempo, proporciona estructuras más propicias de retención de agua. Además, se evita la introducción de fertilizantes químicos, que aceleran el proceso de desertificación.

Fuente:

Ecoticias

Región china ampliará cobertura forestal para evitar desertificación

Especial: Desiertos

La Región autónoma china de Mongolia Interior ampliará en 800 mil hectáreas su cobertura forestal este año para evitar la desertificación y las tormentas de arena que afectan a la parte norte del país.


Para el 2015 el área de bosques y praderas de Mongolia Interior deberá aumentar un 21,5 y un 43 por ciento, respectivamente, según los planes del gobierno.

A fin de lograr ese objetivo, las autoridades prevén reforzar las campañas de plantación y cuidado de esos recursos a nivel regional, indicó hoy Guo Xilin, director del departamento local de silvicultura, citado por medios de prensa.

También planea promover proyectos vinculados al origen de las tormentas de arena y mejora del entorno.

Estas iniciativas forman parte del compromiso del gobierno por impulsar el desarrollo integral de esa región, que abarca el 12 por ciento del territorio de China.

La nación asiática invirtió más de cuatro mil 150 millones de dólares en la lucha contra la desertificación en Mongolia Interior en el período 2005-2010.

A finales del año pasado anunció además que continuará y expandirá su programa de protección forestal en la próxima década como parte de un esfuerzo para proteger la seguridad ecológica nacional y hacer frente al cambio climático.

Iniciado en 2000, ese plan, dirigido hacia las áreas más vulnerables a la sequía o desertificación, mejoró eficazmente los ecosistemas locales, donde se redujo la erosión del suelo y protegió la biodiversidad del área.

En 2010 el país reforestó cinco millones 920 hectáreas y devolvió seis millones 667 mil de tierras de pastoreo a pradera.

Los planes anunciados hoy coinciden con el Día Mundial de lucha contra la Desertificación y la Sequía, jornada instaurada por las Naciones Unidad en 1994.

También se integran al cúmulo de actividades que desde principio de año el país desarrolla como parte del Año Internacional de los Bosques.

Fuente:

Prensa Latina

Cerca del 40% del territorio mexicano es desértica o semidesértica

Especial: Desiertos


ORIGEN DE LA CONMEMORACIÓN

El 17 de junio se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía, fecha en que se conmemora la creación de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (CNULD), surgida en 1994 para enfrentar el deterioro ambiental en el mundo (particularmente el referido a la degradación de tierras, sequía y desertificación) como resultado de las negociaciones de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro (Brasil) dos años antes.

El objetivo primordial de esta conmemoración, es reconocer la importancia de prevenir y evitar que los ecosistemas naturales pierdan sus propiedades biológicas y físicas, ocasionados por las actividades humanas como son: las inadecuadas prácticas de cultivos agrícolas, la degradación de la cubierta vegetal (dando lugar a modificaciones del ciclo hidrológico y a la pérdida de la capa de suelo), así como las ocasionadas por el mismo cambio climático.

La desertificación fue considerada por la ONU (1994), como el problema más grave que vive la humanidad y que afecta al medio ambiente y su desarrollo. Su avance produce sequía y empobrecimiento en todo el mundo. Sus efectos más agudos se observan en los países pobres, donde la interrelación de los procesos socioeconómicos y biofísicos, afecta de manera negativa tanto a los recursos de la tierra como al bienestar humano.

La desertificación es el proceso de degradación de los ecosistemas de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, dada por condiciones climáticas (aridificación) y actividades antrópicas.

DECENIO DE LAS NACIONES UNIDAS PARA LOS DESIERTOS Y LA LUCHA CONTRA LA DESERTIFICACIÓN

Ante el aumento del deterioro y la degradación de la tierra en el mundo, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el Decenio de las Naciones Unidas para los Desiertos y la Lucha contra la Desertificación, que estará vigente entre enero de 2010 y diciembre de 2020 con el fin de promover acciones que protejan las tierras secas. El Decenio representa una oportunidad para establecer cambios críticos que mejoren la capacidad de las tierras secas para contribuir al bienestar de la humanidad a largo plazo.

Las metas y objetivos de este Decenio emanan directamente de la resolución A/64/201 de la Asamblea General. Esta resolución fue motivada por la preocupación de las Partes ante el deterioro de la situación de la desertificación en todas las regiones, mismo que tiene implicaciones de largo alcance para la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, particularmente para erradicar la pobreza y garantizar la sostenibilidad medioambiental.

LA DEGRADACIÓN Y DESERTIFICACIÓN MUNDIAL

La degradación de la tierra es una pérdida a largo plazo de función y servicios del ecosistema causada por alteraciones de las que no se puede recuperar por sí misma. Supone un daño grande para una proporción significativa de la superficie de tierra, y hasta un tercio de la población mundial, sobre todo las personas y los países más pobres, padecen desproporcionadamente sus efectos.4 Estos pueden ocurrir en cualquier ecosistema, pero cuando se presenta en zonas secas, se califica como desertificación, y es en estas áreas donde el problema es más grave, ya que los suelos son particularmente frágiles, la vegetación es escasa y el clima extremoso. Alrededor del 70% de los 5.2 billones de hectáreas de tierras secas utilizadas para agricultura en el mundo ya están empobrecidas.

Los efectos directos incluyen pérdidas en el carbono orgánico de la tierra, nutrientes, almacenamiento y regulación de agua subterránea y la biodiversidad subterránea. Indirectamente, implica una pérdida de capacidad productiva y del hábitat de la flora y fauna.

Durante los últimos 20 años, se ha visto reducida la expansión exponencial de la tierra cultivable, pero la tierra se usa en la actualidad de una manera mucho más intensa. En general, en la década de 1980, una hectárea de tierra cultivable producía en promedio 1.8 toneladas, mientras que ahora produce 2.5 toneladas.

En el ámbito mundial, en el periodo de 2000 a 2007, se deforestaron anualmente 7.3 millones de hectáreas, es decir, una superficie equivalente al territorio de Baja California.

La tasa de deforestación y pérdida de bosque por causas naturales se está reduciendo. A nivel mundial, se registró una disminución de 16 millones de hectáreas al año en la década de 1990 a aproximadamente 13 millones de hectáreas al año en el último decenio. Al mismo tiempo, la forestación y la expansión natural de los bosques en algunos países y áreas redujeron notablemente las pérdidas netas de área de bosque a nivel mundial.6

El aumento de la población mundial, el desarrollo económico y la expansión de los asentamientos humanos han acarreado un cambio sin precedentes en el uso de la tierra.

REGIONES DESÉRTICAS EN MÉXICO

Los desiertos son definidos como aquellas zonas donde la evaporación excede a la precipitación pluvial, en donde las variaciones de temperatura entre el día y la noche son extremas. Se encuentran localizados principalmente en el trópico de Cáncer y el de Capricornio.

Podemos encontrar tres tipos de desiertos: los semidesiertos (con una precipitación entre 150 a 400 mm al año), los desiertos verdaderos (con una precipitación menor a los 150 mm y mayor de 70mm al año) y los e desiertos extremos (lluvia inferior a 70 mm al año).

Entre los factores que influyen para el asentamiento de un desierto se encuentran las áreas de alta presión las cuales desvían los vientos húmedos hacia el este, provocando la presencia de los desiertos circundantes esto sucede en la Costa de la Península de Baja California.

Las montañas desempeñan también un importante papel ya que los vientos húmedos ascienden unos cientos de metros antes de dejar caer la lluvia, lo que ocurre a un lado de la montaña. Los vientos ya secos continúan ascendiendo y cuando pasan al otro lado de las altas cordilleras, van secos y, en vez de dejar humedad a su paso, la recogen. Así, podemos ver zonas húmedas y fértiles de un lado de la montaña y zonas áridas y secas del otro lado.

La lluvia, cuando llega, produce una cantidad de agua que es incapaz de filtrarse rápidamente y se forman torrentes que arrastran violentamente el suelo arenoso y la vegetación que se puede encontrar en él. Así, el suelo se erosiona con facilidad por el agua y, al no tener una cubierta vegetal que lo proteja, por el viento.

Cerca del 40% de la superficie en México es desértica o semidesértica, y se presenta en la mayor parte del territorio de la península de Baja California, casi la mitad de la superficie de Chihuahua, así como en grandes extensiones de la planicie costera de los estados de Sonora y Sinaloa y las montañas bajas de Sonora, casi la totalidad del estado de Coahuila y Nuevo León, parte de Tamaulipas, la mayor parte de los estados de Zacatecas, San Luís Potosí, la región noreste de Guanajuato, Aguascalientes y gran parte de Querétaro, así como los estados de Hidalgo, Puebla y una pequeña parte de Oaxaca, observándose, en estas regiones predominantemente los climas seco y semiseco.

La fauna y flora del desierto han desarrollado interesantes y complejos sistemas de adaptación para sobrevivir en esas condiciones.

Entre la flora encontramos plantas xerófilas (cactáceas, mezquites, palo fierro, rodadora, guamis, palo verde y joroba), bosque de pinos, abetos, cedro blanco, encinos, mezquites (lechuguilla gobernadora guayule y ocotillo); planicies de pastizales (espadaña, caña vaquera, zacates, avena y cebadilla).

La fauna la componen una variedad de reptiles (culebra, camaleón, iguana; tortuga terrestre; víbora de cascabel); roedores (rata, conejo, liebre, ardilla); aves (zopilote, tecolote, gavilán, halcón, guajolote silvestre, águila real, pato, ganso, codorniz y paloma); mamíferos (gato montés, jabalí, leopardo, puma, coyote, perro de la pradera, puerco espín, zorra del desierto); insectos (tarántula); artiodáctilos (venado, berrendo, borrego cimarrón) entre otros.

Lea el artículo completo en:

Kiosko Mayor

El desierto avanza imparable por España

Especial: Desiertos

Hoy celebramos el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía. Suena algo lejano, abstracto y burocrático, pero nos afecta mucho más de lo que pensamos. Con estos calores, anticipo de un duro verano, no está de más pensar en los peligros del avance imparable de un desierto, el Sáhara, que empujado por el cambio climático, los incendios forestales y la sustitución del paisaje agrario por especulativas macrourbanizaciones ha saltado el Mediterráneo.

El mayor desierto cálido del mundo hace 5.000 años no existía, era un lugar verde y agradable donde abundaba el agua. Desde entonces no ha hecho más que crecer, cada vez más rápido y más voraz. En los últimos 50 años ha consumido una superficie equivalente a dos veces la de España, un país que sufre como pocos los efectos devastadores de su llegada. Tan sólo debido a la erosión, el 42% del territorio español pierde más de 12 toneladas de suelo fértil por hectárea y año, y otro 12% más hasta 50 toneladas. Para el conjunto del Estado se calcula una pérdida total anual de suelo de 1.156 millones de toneladas, 60 millones de camiones bien cargados cada año.

La diferencia entre desertización y desertificación somos nosotros. La primera se debe a causas naturales imposibles de evitar, pero la segunda es toda culpa nuestra. Sin árboles, sin cultivos, sin pastos, sin agua, millones de personas de todo el planeta han pasado a convertirse en sedientos y hambrientos refugiados climáticos. Huyen del desierto como antes huían de las guerras. Y una vez asentado tiene mal arreglo lograr su retirada.

Hace unos días tuve la suerte de tener en mis manos el retoño de uno de los últimos 231 cipreses del desierto que sobreviven en el Sáhara. Al tocarlo me temblaron las manos. ¿Pasará algo parecido con nuestros bosques ibéricos?

Fuente:

20 Minutos
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