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21 de enero de 2011

La conquista de América no influyó en el clima

Solo el abandono de la tierra durante la invasión mongola superó a la deforestación, indica un nuevo estudio del paleoclima.

Una investigadora observa un testigo de hielo obtenido a 500 metros de profundidad en la Antártida.

La invasión mongola es el único acontecimiento histórico que pudo tener un efecto sobre el clima mayor que la deforestación constante de la superficie terrestre antes de la revolución industrial, han encontrado estudiosos del clima del pasado (el paleoclima). El efecto de los acontecimientos históricos en el contenido de dióxido de carbono en la atmósfera a lo largo de los siglos es objeto de debate. Se ha propuesto como explicación de las oscilaciones que se han detectado en los testigos de hielo muy antiguo. Esta hipótesis se basa en que algunos acontecimientos supusieron unos cambios demográficos bruscos que llevaron a abandonar tierras cultivadas en las que volvió a crecer vegetación que absorbió más dióxido de carbono.

Unos investigadores de Alemania y Estados Unidos se propusieron evaluar los efectos sobre el carbono y el clima de la invasión mongola (1200-1380), la peste negra (1347-1400), la conquista de América (1519-1700) y la caída de la dinastía Ming (1600-1650). "Se cree equivocadamente que el impacto humano en el clima comenzó cuando se empezaron a quemar carbón y petróleo a gran escala en la era industrial", explica Julia Pongratz, coautora del estudio, que se publica en la revista Holocene . "De hecho, los humanos empezaron a influenciar el ambiente hace miles de años al cambiar la cubierta vegetal, cuando talaban bosques para convertir los terrenos en agrícolas".

La tala de árboles libera dióxido de carbono a la atmósfera cuando estos se queman o se pudren. El aumento de este gas como consecuencia de la deforestación se puede detectar en los testigos de hielo extraidos en perforaciones en Groenlandia y la Antártida, señala la Carnegie Institution , donde trabaja Pongratz.

Sin embargo, durante épocas de alta mortalidad, por guerras o plagas, se abandonaron superficies cultivadas o dedicadas a la ganadería y los bosques volvieron a ganar terreno.

Pongratz y sus colegas estudiaron los cambios desde el año 800 a la actualidad y en especial los cuatro acontecimientos citados.

"Encontramos que durante los acontecimientos de corta duración, como la peste negra y la caída de la dinastía Ming, el crecimiento de los árboles no fue suficiente para contrarrestar las emisiones normales", dice esta investigadora. "Sin embargo, durante la conquista de América y la invasión mongola sí hubo tiempo suficiente".

Los resultados indican que, como se siguió produciendo deforestación, solo la invasión mongola, el acontecimiento de mayor impacto, pudo llegar a producir una disminución neta del dióxido de carbono, cifrada en 700 millones de toneladas de carbono, equivalente a la actual demanda anual de gasolina en el mundo. Sin embargo, es tan poca cantidad que no se puede detectar en los testigos de hielo, reconocen los investigadores.

Los estudios del paleoclima son importantes para la situación actual de aumento del dióxido de carbono atmosférico porque indican cómo el uso de la tierra influye en el ciclo global del carbono. En la época actual un cuarto de la producción primaria neta vegetal corresponde a la agricultura.

Fuente:

El País Ciencia

4 de junio de 2010

Rossi: "Si por el deshielo las corrientes marinas cambian, cabe una glaciación"

Viernes, 04 de junio de 2010

Rossi: "Si por el deshielo las corrientes marinas cambian, cabe una glaciación"

El investigador insiste en que los polos son los termostatos del planeta y lo que ocurra en ellos afectará a todos de modo directo


Sergio Rossi (dcha.) fue presentado por el biólogo Guillermo G. Cisneros. // José Lores
F. FRANCO - VIGO “Si hay demasiado deshielo las corrientes marinas pueden ralentizarse y producirse una glaciación”, dijo ayer en el Club FARO Sergio Rossí, doctor en Ciencias Biológicas por la Universidad de Barcelona. “Algo se mueve en el hielo: efecto del calentamiento en los polos de la Tierra” fue el título de una charla audiovisual que le presentó Guillermo G. Cisneros, catedrático de Biología y Geología.

El investigador español matizó su declaración inicial diciendo que la glaciación era una hipótesis científica, un miedo, y que ojalá se equivocaran en tenerlo. “Lo que sí está claro es que los dos polos, Ártico y Antártico, son los termostatos del planeta y lo que ocurra en ellos nos afectará a todos de modo directo. Digámoslo de otro modo: hay un efecto preocupante y es que si los glaciares se deshielan hasta un punto crítico se ralentizan las corrientes marinas y eso podría dar lugar a la citada glaciación”.

“Desde luego, el hielo retrocede; no en todas partes por igual pero los indicios de regresión son claros. Ese es uno de los sistemas que más ha de resentirse de un futuro aumento de la emperatura debido a los gases de efecto invernadero”, afirma Sergio Rossi.

Una helada certeza

En lo que insiste Sergio Rossi, autor de la novela “El cementerio de icebergs” en Plaza y Janés, es que, a pesar de que todavía se podría discutir qué parte del porcentaje de “culpa” es humano o es debido a un ciclo natural, de lo que hay certeza es de que en la mayoría de lugares claves del planeta el hielo está desapareciendo de forma acelerada. “En el Ártico ha desaparecido entre un 15 y 20 por ciento del hielo marino en los últimos 30 años –dice–. En el otro hemisferio, la Antártida, un regulador térmico del planeta, de los 244 glaciares que van a dar directamente el mar, 212 están en franca regrsesión”.

Rossi afirma que hay varias interpretaciones posibles pero afirma que el cambio que estamos viendo ahora se sale de los patrones que podríamos considerar naturales: el aumento de temperatura, CO2, metano, etc, es más acelerado respecto a otras épocas investigadas. Y citando al científico Antoni Rosell, coincide con él en que “es muy difícil sostener que gran parte del cambio no es de origen humano, antropogénico; hay demasiadas evidencias al respecto”.

¿Qué consecuencias tendrían los deshielos si los grandes glaciares se disuelven? Citando a otro estudioso, Rainer Zahn, Rossi dijo que “en el caso de Groenlandia, si la enorme masa de hielo se transformase en líquido, la corriente del Golfo se vería afectada: un ligero hundimiento de esa corriente provocaría una deceleración, ligero enfriamiento pero, a la par, una menor evaporación, al ser el agua superficial más fría”.

En cualquier caso, este biólogo explica que, si el proceso de retroceso en el Artico es claro, el de la Antártida es mucho más complejo, depende de muchos factores combinados hasta el punto de que en determinadas zonas en vez de regresión hay aumento de masas heladas. ¿Qué pasaría, se preguntó, si se desacelerase la corriente del Golfo? Según dijo, los datos paleoclimáticos indican que, sencillamente, se pondrían los ingredientes para revertir el cambio, esto es, para que el planeta se enfriase de forma brusca.” Volveríamos a sufrir una glaciación. Pero, por ahora, las potencias se interesan por las ventajas inmediatas del deshielo”.

Rossel afirmó que, más que los problemas de adaptación de osos polares o focas, lo que atrae la atención de los científicos son las algas microcópicas y los cambos en el permafrost (suelo helado). “Son los cambios de lo pequeño -explica- lo que está centrando la atención de los científicos porque esa es la base sobre la que se sustentan osos. focas, caribús o los mismos seres humanos que habitan esas zonas del planeta”.

Rosell se refirió al krill, una especie de maná alimentario que los investigadores consideran la pieza clave entre la producción primaria y el resto de los organismos (peces, cefalópodos, pingüinos, focas, ballenas...) del océano austral que baña las costan antárticas. “Hay zonas de esta península donde el hielo estacional es más escaso, y si no hay hielo, no hay krill. “La península antártica -comentó- es de las zonas que más rápidamente se están calentando del planeta y es uno de los lugares donde más krill hay. Hay cambios en su abundancia y, por ejemplo, el hecho de que las madres de pingüino tengan que nadar más para conseguirlo pueden reducir hasta un 20 por ciento las crías”.

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Faro de Vigo

2 de junio de 2010

La Edad de Hielo terminó por una gran emisión de CO2



Miércoles, 02 de junio de 2010

La Edad de Hielo terminó por una gran emisión de CO2

Un equipo de científicos de la Universidad británica de Cambridge ha encontrado el posible foco de una gran emisión de dióxido de carbono de hace 18.000 años que podría haber contribuido con el fin de la Edad de Hielo, unos resultados que aportarían por primera vez evidencias concretas de que el CO2 en aquella época se encontraba 'guardado' en las profundidades del océano, convirtiéndolo así en un auténtico sumidero de carbono; una teoría que los científicos intentaban comprobar desde hace tiempo y no podían por falta de datos.

El estudio, publicado en Science, señala que los expertos han trabajado con sedimentos marinos procedentes de las profundidades de los océanos del sur, situados entre la Península Antártica y Sudáfrica.

El principal coordinador del trabajo, el doctor Skinner, explica que estos descubrimientos muestran cómo durante la última etapa de la Edad de Hielo, hace alrededor de 20.000 años, el dióxido de carbono disuelto en las profundidades de las aguas que rodeaban la Antártida estaban 'más custodiadas' que en la actualidad. "Si las profundidades del mar se comportasen de la misma manera, este fenómeno podría explicar cómo el mar albergaba tales cantidades de dióxido de carbono en aquellas épocas", comenta el experto.

Alteraciones en la órbita terrestre

En la época Cuaternaria, en los últimos dos millones de años, la Tierra alternaba entre épocas glaciales y otras más calientes interglaciales. Estos cambios fueron conducidos principalmente por alteraciones en la órbita terrestre alrededor del Sol, de acuerdo con la teoría Milankovic, como así la conocen los científicos.

No obstante, estos indican que los cambios en esta órbita podrían haber actuado únicamente como 'pacificadores' entre las distintas etapas de hielo con la ayuda de importantes fenómenos que convirtieron los golpes solares en significantes desequilibrios energéticos a nivel global. Así, los cambio en el CO2 atmosférico protagonizaron una de estas reacciones, pero cómo se condujeron los cambios en el dióxido de carbono todavía se desconoce.

Además, los océanos del sur tienen un importante centro de actividad alrededor de la Antártida debido a que allí es en donde las aguas profundas 'empujan' el dióxido de carbono a la superficie del mar para que vaya a parar a la atmósfera.

Si esta teoría es correcta, se podría observar como las transferencias de dióxido de carbono a la atmósfera durante el final de la Edad de Hielo fue superior a cualquier otra época. Esta afirmación debería ser más obvia en las concentraciones relativas de radiocarbono (14C). Por otra parte, durante el deshielo se produjo un cambio en el modo de la circulación oceánica. Por último aún les queda determinar en qué medida afectó el cambio de la circulación acuática con el deshielo.

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Eco Diario

3 de mayo de 2010

Los mamuts tenía sangre "anticongelante"

Lunes, 03 de mayo de 2010

Los mamuts tenía sangre "anticongelante"


Los grandes mamuts del Pleistoceno tenían sangre “anticongelante” que les permitía mantener su cuerpo en perfectas condiciones aún cuando las temperaturas eran extremadamente bajas, según se desprende de un estudio publicado en Nature Genetics.

Para llegar a esta conclusión, los científicos han secuenciado los genes de la hemoglobina procedentes de tres mamuts siberianos, de hace diez mil millones de años de antigüedad, que se conservaron en el permafrost, la capa de hielo permanente situada en los niveles superficiales del suelo en las regiones muy frías, como los polos.

La hemoglobina es una proteína que se encuentra en los glóbulos rojos sanguíneos y que se ocupa de la circulación del oxígeno a través de la sangre, recogiéndolo en los pulmones y transportándolos hasta los tejidos. El análisis mostró que en estos animales prehistóricos la hemoglobina había sufrido una serie de mutaciones que le permitía liberar el oxígeno incluso a muy bajas temperaturas, una capacidad que normalmente se ve inhibida cuando los termómetros descienden por debajo de cero grados.

“Ha sido como viajar atrás en el tiempo y tomar una muestra de sangre de un mamut” afirma Kevin Campbell, coautor del estudio e investigador de la Universidad de Manitoba (Canadá) Según su compañero Alan Cooper, director del Centro Australiano de ADN de la universidad de Adelaida, ha sido muy significativo poder "traer de vuelta una compleja proteína de una especie extinta de nuevo a la vida y descubrir importantes cambios bioquímicos que no se encuentran en ninguna especie viviente".

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Muy Interesante

2 de diciembre de 2007

Los antecedentes climáticos pronostican guerras y hambrunas.

Un estudio histórico revela que las guerras aumentan con el frío y diezman a la población.

Un revelador estudio sobre el impacto social de los cambios climáticos pasados alerta de los peligros que acechan a nuestra sociedad por el mero hecho de afrontar otra época de cambios en el clima. Analizando el periodo comprendido entre 1400 y 1900, se descubrió que existe un patrón cíclico de periodos históricos turbulentos que coinciden con temperaturas bajas, seguidos de periodos de tranquilidad que coinciden con temperaturas más suaves.

Por otro lado, el estudio también reveló declives de población que seguían a cada aumento de las guerras. La lucha por los alimentos, cuya producción puede verse reducida en el futuro por los efectos del calentamiento global en la agricultura, puede ser en nuestra época el detonante de profundas turbulencias sociales.


Por Olga Castro-Perea.

El cambio climático en Brasil.

Según los antecedentes históricos, el cambio climático que padecemos actualmente es una amenaza para la humanidad porque el calentamiento global y la inestabilidad climática, derivados en esta ocasión de las acciones del hombre, provocarán guerras, hambrunas, y menguarán la población humana, señala una investigación llevada a cabo por científicos del Georgia Institute of Technology, de Estados Unidos, y de la Universidad de Hong Kong.

El estudio ha sido publicado en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), y revela que en otro periodo de cambio climático en el que las temperaturas se redujeron, en la llamada Pequeña Edad de Hielo, aumentaron las guerras y enfrentamientos, se produjeron hambrunas y la cantidad de población disminuyó.

La Pequeña Edad de Hielo transcurrió desde principios del siglo XIV y hasta mediados del XIX, poniendo fin a una era muy calurosa llamada Óptimo climático medieval. Estas subidas y bajadas de las temperaturas a lo largo de la historia han proporcionado información y datos sobre el clima del pasado que han ayudado a los científicos a predecir con exactitud lo que sucederá en el futuro, y a diseñar estrategias para los futuros y persistentes cambios climáticos de larga duración, informa el Georgia Institute of Technology en un comunicado.

Frenar el impacto social

La presente investigación, llevada a cabo por Peter Brecke, profesor de la Sam Nunn School of International Affaire, de dicho instituto, y el científico de la universidad de Hong Kong, David Zhang, ha tenido como objetivo analizar el impacto social del cambio climático a lo largo de la historia, para comprender y anticipar los posible los efectos del calentamiento global para nuestra época. Según Brecke, actualmente podrían llegar a presentarse los mismos conflictos que en el pasado, dado que seguimos dependiendo de los recursos terrestres para alimentarnos.

Zhang, que anteriormente había investigado a este mismo respecto la China oriental, señala que los resultados de la presente investigación, que cubre un área espacial mucho más amplia, pueden ser considerados como principios generales, es decir, aplicarse a cualquier región de la Tierra.

Según los científicos, existe una conexión entre los cambios en la temperatura y las guerras porque dichos cambios afectan a la disponibilidad del agua, a los cultivos y a la fertilidad de los terrenos, pudiendo producir escasez de alimentos. Si se llega a ese punto, surgen los conflictos: revueltas locales, desestabilización de los gobiernos e invasiones por parte de regiones vecinas. Las masacres y el hambre harían que la población menguara.

Diversas fuentes de datos

Para determinar de qué manera el cambio climático ha afectado a la cantidad de enfrentamientos a lo largo de la historia, los científicos examinaron un periodo de tiempo concreto: entre el año 1400 y el año 1900.

A lo largo de este periodo, las temperaturas medias más bajas se registraron alrededor de 1450, 1650 y 1820, fechas separadas por intervalos ligeramente cálidos. Los investigadores recopilaron datos de las guerras que se produjeron durante esos siglos en múltiples fuentes, incluyendo una base de datos de 4.500 guerras en todo el mundo que el propio Brecke empezó a desarrollar en 1995 con financiación del U.S. Institute of Peace.

Por otro lado, utilizaron registros de cambios climáticos realizados por paleoclimatólogos (científicos que estudian las formas en que los patrones del clima cambiaron en el pasado), consultaron documentos históricos y examinaron determinados indicadores de cambio en las temperaturas, como los anillos de los árboles y de los esqueletos del coral, así como los isótopos de oxígeno presentes en los núcleos de hielo.

Los árboles producen un anillo por año, debido al rápido crecimiento que sufren en primavera y verano y el escaso crecimiento que tienen en otoño e invierno. El grosor de cada anillo da la clave para conocer la temperatura de cualquier época: si el anillo es más ancho quiere decir que ese año fue más cálido.

En cuanto a los corales, algunos de éstos también forman anillos anuales en sus esqueletos, de carbonato de calcio, a medida que crecen, por lo que pueden servir igualmente para calcular las temperaturas que ha habido, y que habrán producido temperaturas más o menos altas en el agua del mar.

Por último, los núcleos de hielo también dan algunas pistas: se han perforado núcleos de hielo en gruesas capas heladas en diversas partes del mundo, alcanzando incluso capas muy profundas con miles de años de antigüedad. Los niveles de concentración del deuterio, un isótopo estable del hidrógeno, en el hielo están relacionados con la temperatura de cada época.

Patrón cíclico

A partir del estudio de todas estas fuentes variadas, se descubrió que existía un patrón cíclico de periodos históricos turbulentos que coincidían con periodos en que las temperaturas habían sido bajas y seguidos de periodos de tranquilidad que coincidían con temperaturas más suaves. De hecho, el número de guerras por año en todo el mundo durante los siglos fríos fue de casi el doble que en el siglo XVIII, más cálido que los demás.

Por otro lado, el estudio también reveló declives de población que seguían a cada aumento de las guerras, según los datos recopilados por Brecke. El incremento de la tasa de población del hemisferio norte del planeta fue elevado entre 1400 y 1600, a pesar de que el periodo frío comenzó a mediados del siglo XV. Sin embargo, durante el siglo XVII, más frío, en Europa y en Asia se vivieron más guerras de gran magnitud y la población disminuyó.

En China, se redujo la población un 43% en sólo treinta años, entre 1620 y 1650. Posteriormente, aumentó dramáticamente a partir de 1650, hasta que llegó otro periodo más frío, desde 1800 en adelante, cuando un nuevo descenso de la población ocasionaría una crisis demográfica en todo el mundo.

Un futuro incierto

Los científicos demostraron asimismo la importancia de los precios de los alimentos en la aparición de conflictos y su relación con las temperaturas: el desequilibrio ecológico ha afectado siempre a la producción agrícola y los cambios climáticos han condicionado dicha producción y, en consecuencia, los precios del grano. Estos precios más altos han fomentado la aparición de guerras y, por último, el declive de la población.

En nuestra época se espera que las temperaturas globales aumenten en el futuro, al mismo tiempo que crece sin parar el número de personas que habitan en el mundo. Según Brecke, podríamos no ser capaces de adaptarnos adecuadamente a los cambios ecológicos venideros.

El incremento de periodos de sequía, en combinación con el aumento de la población, hará cada vez más difícil que el suministro de alimentos pueda cubrir toda la demanda planetaria. Brecke señala que, por tanto, no debe sorprendernos que haya más ejemplos futuros de hambrunas y de luchas entre distintos pueblos y naciones para conseguir comida y agua.

Fuente:

Tendencias 21

2 de agosto de 2007

La Tierra era mucho más cálida y con más CO2 hace 120.000 años

La Tierra ha vivido épocas mucho más cálidas que la actual y aun con más CO2 en la atmósfera, por ejemplo hace unos 300.000 y 120.000 años, 'cuando el Homo Sapiens andaba ya por Africa'.



El cambio climático, como tal, ha existido siempre y 'es algo natural', aseguró en declaraciones a Efe la paleontóloga María Angeles Bárcena, de la Universidad de Salamanca y miembro del Comité Científico Español para la investigación en la Antártica, después de intervenir en un curso de verano en el Escorial sobre la vida en la Tierra a través del tiempo.

Lo que es nuevo, dijo, es la emanación de 'tanto dióxido de carbono' a la atmósfera por parte del hombre.

Según la investigadora, existen registros de 'variabilidades climáticas' ya desde la época romana y también de la medieval, a partir de las cosechas y las vendimias que confirmarían que el cambio climático es una constante en la Tierra, como también lo son las inundaciones y otras catástrofes.

También se tiene constancia de la antigua canalización de los ríos y otras obras civiles para evitar problemas derivados de inundaciones en los pueblos por intensas lluvias.

Explicó que cada 200 años se producen 'reconstrucciones' o movimientos de la posición del Sol, como centro del sistema solar, para mantener en órbita a todos sus planetas y esto propicia mayor actividad, un proceso en el que también influyen las llamadas manchas solares.

Otros factores que inciden en la variabilidad climática aparte del Sol, la geometría de la órbita terrestre y la inclinación de la Tierra, son los volcanes, la tectónica y 'la propia vida'.

'Vamos hacia un mínimo de temperaturas, por la propia geometría terrestre, y aunque estamos sumergidos en este proceso desde hace millones de años, ha habido períodos cálidos, y algunos mucho más que el actual, y con más CO2 en la atmósfera', insistió.

Sin embargo, precisó, 'desde la revolución industrial el hombre esta emitiendo CO2 a la atmósfera; antes esto no lo había hecho nadie, por lo que está bien tener precaución y no lanzar tantas emisiones'.

Lea el artículo completo en:

Terra

¿Una nueva edad de hielo?

Vamos hacia una pequeña era de hielo

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