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22 de abril de 2012

Escucha tu música favorita para rendir más físicamente

 

No es la primera vez que en Xataka Ciencia hablamos sobre cómo la música influye en nuestro rendimiento intelectual, y también, por supuesto, en nuestras emociones, tal y como si la música fuera una droga auditiva. 

Por ejemplo, El musicólogo Deryck Cooke, en The Language of Music, de 1959, apoyaba la concepción generalizada de que las escalas musicales mayores expresan emociones positivas tales como alegría, confianza, amor, serenidad o victoria. Las escalas menores transmiten emociones negativas como el miedo, el odio o la desesperanza. 

Cuando la psicóloga Paula Niedenthal, de la Universidad de Indiana, necesitaba que los sujetos de sus experimentos se sintieran felices, seleccionaban piezas de Vivaldi y Mozart; cuando necesitaba que se sintieran tristes, entonces escogía a Mahler o Rachmaninov. 

En 2003, Hella Oelman y Bruno Loeng, psicólogos de la Universidad de Tromso, demostraron que personas de distintas épocas y culturas experimentaban una gama universal de reacciones emocionales a intervalos musicales concretos. Como si existiera una especie de gramática tonal universal. Ahora la música también influye en nuestro rendimiento físico. 

Según un estudio presentado en la Conferencia Anual de la Sociedad Británica de Psicología por Alexandra Lamont y sus colegas de la Universidad de Keele, escuchar tus canciones favoritas cuando practicas un deporte competitivo mejora tu rendimiento. 

 Los efectos positivos se comprobaron en partidos de fútbol y de baloncesto, así como en carreras de atletismo, reduciendo la sensación de esfuerzo durante el entrenamiento y en el momento de la competición. 

Fuente:

1 de septiembre de 2011

La fórmula matemática... para abordar aviones más rápido

He aquí una prueba de que se pueden elaborar modelos matemáticos practicamente de cualquier situación...


Interior avión

Un astofísico halló la forma más eficiente de abordar un avión.

Abordar un avión en clase turista garantiza que uno se suba hasta el final, después de que hayan abordado primero los pasajeros de primera clase, ejecutiva u otras de boleto más caro.

Nuevas pruebas indican que éste tradicional método no es necesariamente el más eficiente.

Hay un método que hace ganar 70% de eficiencia: subir a la nave primero a los que tienen asientos pegados a las ventanillas, luego a los que ocupan los asientos de en medio y al final a quienes están en el corredor. Y si eso se combina con alternancia de filas, el tiempo que se ahorra también le puede ahorrar dinero a las aerolíneas.

Es un método matemático desarrollado por el astrofísico Jason Steffen, de los laboratorios Fermilab, de Estados Unidos. Su fórmula podría ser la mejor solución para la congestión dentro de los aviones.

Por filas alternadas

Steffen desarrolló esta técnica durante un viaje que hizo en 2008 y en el que tuvo que hacer una larga cola para sentarse.

Así desarrolló una serie de simulaciones informáticas para hallar el método mucho más rápido para embarcar. Los resultados los publicó en la revista de gestión de transporte aéreo (Journal of Air Transport Managment).

El resultado más eficiente resultó ser el siguiente:

Primero, los pasajeros que están sentados en las ventanas del avión abordan en filas alternadas de atrás para adelante, por ejemplo: 12A primero, luego 10A, 8A, etcétera. Primero un lado del avión, luego el otro.

Luego vienen lo pasajeros de ventanilla del resto de las filas: 11A, 9A, 7A, 5A, etc.

En medio

Después se sube la gente que se sienta en la mitad, también de forma alternada.

Pasillo

Y finalmente, lo mismo, pero para los pasajeros sentados en el pasillo.

Este método evita una situación en la que los pasajeros luchan por el mismo espacio físico.

La idea de Steffen fue puesta prueba por un canal de televisión estadounidense usando una aeronave 757, comparando con otros métodos.

"El método que yo propuse fue el mejor", comentó Steffen.

El astrofísico volverá ahora a su trabajo de rutina, que es diseñar planes para descubrir planetas y estrellas usando el el telescopio espacial Kepler.

Sin embargo, espera que alguna línea comercial se interese por su idea,

Fuente:

BBC Ciencia

13 de marzo de 2010

Nueva unidad para el ahorro de energía

Sábado, 13 de marzo de 2010

Nueva unidad para el ahorro de energía

Lo que no se puede medir, no se puede modificar.

Seguramente esa es la razón por la que un grupo de científicos ha propuesto la creación de una nueva unidad para medir el ahorro de energía en honor a Arthur Rosenfeld.


En la foto, el Dr. Rosenfeld en el Lawrence Berkeley National Laboratory en 1973.

De la misma manera que los físicos franceses Marie y Pierre Curie inventaron el curie, una unidad de radioactividad o el renombrado inventor Nikola Tesla nos dejó el tesla, que mide un campo magnético, Rosenfeld, a quien llaman el padrino de la eficiencia energética, ha propuesto una unidad para medir el ahorro energético.

Continuando con la tradición de poner los nombres de los investigadores involucrados en el descubrimiento o difusión de un determinado principio científico, un grupo de científicos ha propuesto hoy en un artículo de Environmental Research Letters la definición de Rosenfeld de ahorro eléctrico. La unidad se define como tres mil millones de kwh año, la cantidad que se necesita para reemplazar una central térmica de carbón de 500 MW.

¿Prosperará dicha propuesta?

Vía :: NY Times | Berkeley Lab

Fuente:

Ison 21

26 de octubre de 2009

En Tokio construyen la casa con la mayor eficiencia energética

Lunes, 26 de octubre de 20009

Construyen en Tokio la casa con la mayor eficiencia energética

Por favor, pasen al salón, pónganse cómodos, vamos a echar un vistazo a la casa más eficiente, la casa sin emisiones de CO2...



Paneles solares en el techo de la casa Eco Ideas House Panasonic.

Paneles solares en el techo de la casa Eco Ideas House Panasonic.

Los invitados llegan por una calle iluminada por farolas de consumo cero: éstas integran una placa solar y un minigenerador eólico que las mantienen en marcha. Al entrar al salón, los sensores de movimiento captan la presencia de los visitantes. Las bombillas LED, que gastan 10 veces menos que las convencionales, se encienden ante su presencia.

El sistema de climatización, accionado por los sensores, también se ajusta por sí solo al nivel de mayor confort y menor gasto. Son ejemplos llamativos de domótica aplicada, pero estos automatismos no son lo más importante. El verdadero corazón de la casa verde se desvela al encender la pantalla plana. Es una televisión, pero también el centro de control del edificio, que permite conocer su metabolismo. Cuántos aparatos, luces o sistemas de climatización están en marcha, cuánto gastan y cuántas emisiones de CO2 equivalentes están generando. Y también qué cantidad de energía se está produciendo. Porque las placas fotovoltaicas del techo y la pila de combustible del patio generan energía. Y una batería de ion litio almacena la que sobra. Es la misma que usa el coche eléctrico del garaje. La pantalla muestra el balance entre gasto y consumo. La intención es que sea cero.

Casa piloto en Tokio

¿Ciencia ficción? No. La casa se puede visitar en el Centro Panasonic de Tokio. Inaugurada en abril de este año, ha sido una de las atracciones de la feria de tecnología Ceatec, recién celebrada en la capital japonesa. Entre el refulgente despliegue de nuevos productos de centenares de empresas destacaba el stand de Panasonic. En él, la estrella era la televisión doméstica en tres dimensiones, que pronto llegará a los mercados. Pero lo verde era la otra apuesta expositiva de la compañía. Su iniciativa Eco Ideas, lanzada en 2007, pretende implementar la producción de aparatos eficientes y aplicar las políticas de ahorro al propio sistema de fabricación.

La Eco Ideas House exhibe los avances logrados en el campo del ahorro y la generación de energía limpia. Las lavadoras y los frigoríficos consumen hasta un 40% menos que los modelos de hace dos años. Un nuevo panel aislante evita hasta un 50% las fugas de calor. Respecto a la generación de energía, la pila de combustible, que quema gas ciudad para producir a la vez calor de calefacción y electricidad, logra un 70% más de aprovechamiento del recurso y está a punto de ponerse a la venta en Japón.

La batería acumuladora de ion litio ya está en el mercado: es la que equipa el motor eléctrico del Toyota Prius, la constructora de automóviles con la que está asociada la marca electrónica. Y los paneles solares son de tecnología propia. De hecho, la compañía cree que su división energética será el 10% de su volumen de negocio en breve plazo.

En Europa, Panasonic es conocida como fabricante electrónico, pero en Japón trabaja muchas otras ramas, incluso la construcción. Sin embargo, sus ejecutivos no dicen si llegarán a ofrecer la casa como un producto completo al consumidor. Pero sí afirman que casi todos los elementos que en ella se muestran están a la venta o lo estarán pronto.

No es extraño que la apuesta por la eficiencia llegue desde Japón, un país de poco territorio, con mucha población y un desarrollo urbano e industrial superlativo que lo convierten en un ejemplo de los retos del futuro, un campo de pruebas para el desafío de gestionar la escasez de recursos y el cambio climático. De hecho, el recién elegido Gobierno nipón ha dado un paso en ese frente al comprometerse a reducir un 25% sus emisiones para el año 2020.

También los líderes empresariales caminan hacia lo verde. Fumio Ohtsubo, presidente de Panasonic, afirma: «Una nueva percepción de valores se está extendiendo por todo el mundo. Cuando la economía se recupere [de esta crisis], creo que los mercados mundiales y el tipo de productos y servicios demandados por los consumidores serán muy diferentes y estarán marcados por las preocupaciones ambientales».

Fuente:

El Mundo Ciencia

19 de mayo de 2008

Los gobiernos pequeños son más eficientes

Los gobiernos pequeños son más eficientes, según modelo matemático.

Se cuantifica por primera vez el coeficiente de ineficacia.



Un grupo de físicos de la
Universidad de Viena ha conseguido demostrar -con un modelo matemático de la dinámica de opinión en grupos- que los gobiernos se gestionan mejor con equipos directivos de menos de 20 miembros. Para ello, estudiaron los gabinetes gubernamentales o consejos de ministros de 197 países de todo el mundo. El modelo respalda las ideas del historiador británico Cyril Northcorte Parkinson, especializado en el estudio de la burocracia, que afirmó que, con más de 20 miembros, los gabinetes gubernamentales se vuelven más ineficaces. El modelo explica por qué: con más de 20 miembros las facciones de opinión son demasiado variadas e independientes.

Por Yaiza Martínez.

Cuantos menos ministros tenga el gobierno de un país, más eficiente será su gestión, aseguran los físicos
Stefan Thurner, Peter Klimek y Rudolf Hanel, del Complex Systems Research Group (COSY) de la Universidad Médica de Viena.

A esta conclusión han llegado gracias a un modelo matemático con el que han demostrado empíricamente algunas de las ideas del historiador británico
Cyril Northcote Parkinson, que estudió a fondo la burocracia y descubrió una estrecha relación entre la habilidad de los comités directivos para tomar decisiones y su tamaño.

Según este historiador, los equipos directivos con más de 20 miembros son mucho más ineficaces en la toma de decisiones que los grupos pequeños. Es decir, que tienen un “coeficiente de ineficacia”, como lo bautizó Parkinson, mayor. Ahora, las matemáticas han confirmado este punto.

Mayor número, peores resultados

Según
Physicsworld, a pesar de que muchas organizaciones son conscientes de las limitaciones de los equipos directivos con muchos miembros, hasta ahora no se había dado una explicación matemática a este “coeficiente de ineficacia”. Por esta razón, los físicos de Viena se pusieron manos a la obra y desarrollaron un modelo matemático que explicara la situación.

Para ello, estudiaron los gabinetes gubernamentales o consejos de ministros de 197 países de todo el mundo. Por ejemplo, el de Mónaco, con cinco miembros, o el de Sri Lanka, con 54 miembros. España aparece en la lista junto a Gambia, Laos, Montenegro, el Reino Unido o los Estados Unidos, con 17 miembros.

Para medir la eficiencia de cada uno de ellos, los físicos se centraron en diversos parámetros e indicadores, como el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de las Naciones Unidas (que depende de la calidad y esperanza de vida de los habitantes de cada país, así como de su educación), o los datos obtenidos del Banco Mundial sobre la eficacia global de los gobiernos (su estabilidad, la calidad de la formulación política o los índices de desarrollo de cada país).

De esta forma, hallaron una estrecha relación lineal negativa entre el tamaño de los gabinetes y dichos indicadores, es decir: los países con gabinetes con mayor número de miembros tendían a obtener resultados más bajos en los índices de la ONU que los países con gabinetes más pequeños.

Modelo matemático simple

Los científicos descubrieron asimismo que la mayoría de los países con una puntuación media superior para todos los indicadores analizados tenían menos de 20 miembros en sus gabinetes.

Según explican los físicos en un artículo prepublicado en arXiv, la calidad del gobierno de las instituciones, corporaciones y países depende de la capacidad de tomar decisiones eficientemente. Y, por tanto, para conseguir esa calidad, habría que considerar el tamaño de los grupos directivos, tal y como se ha demostrado gracias a un “modelo simple de la dinámica de opinión en grupos”.

Tras verificar las observaciones de Parkinson, los investigadores desarrollaron además otro modelo matemático para tratar de comprender por qué el 20 es el número que marca la diferencia, tal y como predijo el historiador.

En dicho modelo, cada miembro de gabinete fue definido como un punto en una red, cuyo estado podía verse influenciado por un subgrupo formado por otros miembros –una parte del comité perteneciente a un partido político o una corriente de opinión determinada-. En total había entre cinco y 35 miembros representados.

Tasa de desacuerdo

Así, los científicos descubrieron que cada punto podía ser influido por alguno de los otros nódulos, aunque estuvieran distantes entre sí: es decir, que un miembro podía ser convencido por las opiniones de un colega, aunque no estuviera cerca.

Por otro lado, los investigadores constataron que el parámetro de desacuerdo en el grupo crecía en paralelo al incremento del número de miembros del comité, hasta llegar a los 20 miembros.

A partir de ese punto, la tasa de aumento del desacuerdo se doblaba, es decir, que el número 20 es el punto crítico a partir del cual cambia la dinámica de todo el grupo, seguramente porque éste no puede asumir mayor cantidad de facciones independientes ni puede tomar decisiones óptimas en esas condiciones.

Recientemente hablamos en Tendencias21 de Klimek y Thurner a raíz de la aparición de un artículo en la revista Europhysics Letter en el que estos científicos hablaban de otro modelo. En este caso, gracias a él consiguieron explicar los procesos de formación de opinión de las sociedades a partir de dos parámetros: el nivel de influencia entre unos individuos y otros, y la cantidad de conexiones individuales establecidas entre ellos.

Fuente:

Tendencias 21
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