Un nuevo estudio de la Universidad de Oxford acaba de descartar que el
sentimiento religioso esté relacionado con el pensamiento intuitivo. La
conclusión echa por tierra no solo una convención de la psicología.
Además descarta que la religiosidad sea algo con lo que nacemos. Hasta ahora la psicología cognitiva explicaba el desarrollo del
sentimiento religioso en el cerebro como un resultado del pensamiento
intuitivo. En otras palabras, que las creencias religiosas surgen de
manera intuitiva, y que las diferentes religiones canalizan una
conclusión a la que las personas llegan de antemano siguiendo un proceso
natural. Según esta hipótesis ampliamente aceptada, las personas
creyentes son más intuitivas que analíticas. Un equipo combinado de neurocientíficos, psicólogos y filósofos del
Centro de Avances en Ciencias del Comportamiento en las Universidades de
Coventry y Oxford ha examinado esa asunción realizando un estudio sobre
un grupo de peregrinos del Camino de Santiago. El estudio comenzaba entrevistando a los vountarios para determinar
su grado de creencias religiosas y sobrenaturales. Después se les
sometió a una larga batería de pruebas de lógica, matemáticas y
probabilidad destinadas a analizar su grado de pensamiento intuitivo.
Finalmente, se les sometió a un experimento no invasivo de
electroestimulación sobre el gyrus frontal inferior, una zona del
cerebro que se suponía estaba asociada a la inhibición de creencias
sobrenaturales en personas ateas. Ni
uno solo de los experimentos permitió probar de manera concluyente la
relación que se suponía entre sentimiento religioso y pensamiento
intuitivo. Según el principal autor del estudio: Miguel Farías:
Qué
nos impulsa a creer en dioses? ¿La intuición o la razón, el cerebro o
el corazón? Existe un largo debate en torno a esta cuestión, pero
nuestras conclusiones desafían la teoría de que las creencias religiosas
estén determinadas por un pensamiento intuitivo o analítico. No creemos
que las personas nazcan creyentes del mismo modo en que todas acaban
aprendiendo de manera inevitable algún tipo de lenguaje.
Si no es intuitivo ni de nacimiento, ¿de dónde provienen los sentimientos religiosos? Farías apunta a factores sociales:
Los
datos sociológicos e históricos de los que disponemos muestran que
nuestras creencias se basan fundamentalmente en factores sociales y
educativos, y no en diferencias cognitivas como la dicotomía entre
pensamiento intuitivo o analítico. El sentimiento religioso se basa muy
probablemente en la cultura de cada uno, no en algún tipo de intuición
primitiva o corazonada.
Divertir a un niño no es tan difícil una vez que aprendas algunos trucos que dependen de la edad.
Menos de un año: Los bebés solo quieren verte la cara o estar en tus brazos
Si tienes la oportunidad de tener en brazos a un bebé, no hay mucho
que pensar. Si el bebé parece soñoliento o no presta atención a su
alrededor, simplemente abrázalo con su cabeza sobre el hombro o el
brazo. Moverse un poco es un extra. Camina un poco, usa una mecedora si
la tienes a mano o mécelo suavemente. Si
el bebé está despierto, busca una postura en el regazo en la que pueda
verte la cara y simplemente habla o canta. ¿No sabes qué decir? Recita
las letras del alfabeto. Para más entretenimiento, puedes mover las
manos mientras hablas o tocar tu nariz con la suya.
De 0 a 3 años: A los niños pequeños les encantan los chistes bobos
Para este grupo de edad necesitas esforzarte un poco más. Los niños
pequeños están acostumbrados a ver adultos hablando, pero divertirles es
más fácil de lo que parece.
Ponte algo ridículo en la cabeza. Por alguna razón esto les resulta muy divertido.
Establece una relación causa-efecto absurda. Cada vez que te toques el pie haz un ruido gracioso.
Apila cosas como juguetes o cubos y luego derriba la torre. Es probable que el bebé quiera hacerlo él mismo.
Mueve
los dedos como si fuera una araña y hazle cosquillas mientras dices:
“Uuuuhhh!! La araña de las cosquillas va a por tiiii” o algo así.
Obviamente,
no vas a usar el truco de las cosquillas con cada niño que te
encuentres. Es probable (y muy normal) que el bebé desconfíe de ti. Haz
la araña con la mano pero sobre ti mismo. A veces los niños pequeños no
quieren participar en los juegos, solo disfrutar del espectáculo. Lo
mismo se aplica a todo lo anterior con variaciones. Quizá quieran echar
abajo la torre, o quieran que lo haga un peluche. Fingir que no has
visto como se ha caído y darte la vuelta para descubrirlo muy indignado
da puntos extra. Hay
más trucos que son éxitos instantáneos, al menos en mi limitada
experiencia, pero requieren cierta planificación. Si sabes hacer
malabares, hazlo sin dudarlo. Los bebés aún están tratando de comprender
cómo funciona la física y los malabares les fascinan. Las pompas de
jabón también suelen entretenerlos durante mucho rato. El artículo completo en: Gizmodo
Cuanto mayores son los niños, más infelices. No jugar o pasar tiempo con la familia entre las principales razones.
Te has preguntado alguna vez si tus hijos son felices, si se
divierten contigo o si, por el contrario, están aburridos. Estas son
las suposiciones que se planteó la juguetera Imaginarium (de España) para
desarrollar su II Estudio sobre Felicidad en la Infancia.
Con una muestra superior a los 4.500 participantes, la investigación
concluyó que un 9,6% de los padres cree que sus pequeños son infelices, a
pesar de las comodidades y facilidades con las que cuentan. Para
el estudio, se definió felicidad como la calidad de las relaciones
sociales y familiares, el tiempo que los padres pasan con sus hijos, y
el que dedican a jugar o explorar el mundo gracias al juego real. “Tan
solo un 17,27% de los niños es plenamente consciente de lo feliz que
es”, según los resultados. “Es fundamental que los niños aprendan a
identificar y expresar sus emociones. Esto se puede conseguir a través
del juego, al igual que con una correcta sociabilización, consiguiendo
en los niños una mayor sensación de felicidad y bienestar”, explica en
un comunicado Sonia Pérez, responsable de contenidos pedagógicos y miembro del Comité de Expertos de Imaginarium. La infelicidad aumenta según los niños van cumpliendo años. Por ejemplo,
mientras que un 16,56% de los niños entre 5 y 8 años no lo son, este
porcentaje aumenta hasta el 22,66% en el caso de los adolescentes, según
se explica en los resultados. “Es normal, ya que según los niños van
creciendo los desafíos a los que se enfrentan también son mayores, sobre
todo cuando la parte de socializar con iguales se convierte en algo
fundamental en sus vidas”, explica en un comunicado Ana Saro, psicóloga clínica y miembro del Comité de Expertos de Imaginarium. Lea el artículo completo en: El País (España)
Sean Parker, uno de los fundadores de Facebook
(y su primer presidente), está preocupado por cómo afectan las redes
sociales a las personas. Lo peor de todo, comenta, es que los creadores
de Facebook sabían muy bien lo que hacían y que estaban creando algo que
sería extremadamente adictivo. En un evento de Axios, el también creador de Napster mencionó:
“Solo Dios sabe lo que le está haciendo a la mente de nuestros hijos.”
Para
Parker, la red social explota las vulnerabilidades psicológicas
humanas, se aprovecha de ellas. Esto gracias a la sensación de
validación que los atrapa y los hace publicar una y otra vez
constantemente, buscando mensajes de aprobación, atención y los famosos
“me gusta”. Es un ciclo que no acaba, y los creadores de la plataforma
sabían que, a largo plazo, esto iba a suceder.
“Esta
es la clase de cosas que se le ocurriría a un hacker como yo, porque
estás explotando las vulnerabilidades de la psiquis humana. Los
creadores de redes sociales como yo, Mark [Zuckerberg] o Kevin Systrom
[Instagram] entendimos muy bien que esto iba a suceder, y aún así lo
hicimos”.
Según el creador de Napster, cuando
trabajaban en Facebook lo que querían era encontrar una forma en la que
la red social consumiera toda la atención y tiempo posible de los
usuarios. Por esta razón asegura haberse convertido en un “objetor de
las redes sociales”, y mantiene muy poca presencia en ellas. Aunque el hecho de que estos comentarios provengan de una persona que no
solo ayudó a crear la red social más grande del mundo sino que hizo una
fortuna gracias a ello, no deja de ser cierto que Facebook, al igual
que otras redes sociales, pueden ser algo increíblemente adictivo
gracias a lo sencillo de usar que es y, sobre todo, gracias al impacto
psicológico que tiene algo tan mínimo como recibir un “me gusta”. Fuente: Gizmodo