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4 de julio de 2018

Évariste Galois, el adolescente que revolucionó las matemáticas

Siempre que hablamos de una aportación esencial en cualquier campo, la calificamos de “revolucionaria”. Tal vez abusamos tanto de este término que llega a perder parte de su significado. Pero en la Francia de comienzos del siglo XIX, ser un revolucionario tenía un carácter más literal, y por tanto más arriesgado. Évariste Galois (25 de octubre de 1811 – 31 de mayo de 1832) lo fue en dos campos, la política y las matemáticas, y desde muy joven; tal vez demasiado para disfrutar de una larga vida. Falleció trágicamente a los 20 años, aunque no por la política ni las matemáticas, sino por el motivo que forja la leyenda de todo genio romántico.

La política le venía de familia. Su padre, el republicano Nicolas-Gabriel Galois, fue alcalde de la localidad de Bourg-la-Reine, cercana a París. Su madre, Adélaïde-Marie Demante, de amplia cultura clásica, se ocupó de educar a Évariste en casa durante su primera infancia. Cuando a los 12 años el niño comenzó a asistir al colegio, su carácter revolucionario afloró en una Francia de grandes tensiones políticas, regida por una monarquía constitucional de la que muchos recelaban.

En el colegio, Galois se enamoró de las matemáticas, ajenas a su tradición familiar. Su nivel era muy superior al de sus compañeros: devoró los Elementos de geometría de Legendre como si fuera una novela, y pronto dejó de lado los libros de texto para dedicarse a estudiar los trabajos originales de Lagrange. Su gran ambición le llevó en 1828 a intentar un ingreso prematuro en la École Polytechnique. Suspendió; pese a su inteligencia, aún no contaba con la formación necesaria.

Para Galois, la École Polytechnique no era sólo la mejor institución de matemáticas del país. La escuela era sede de un activo movimiento republicano que tendría un papel destacado en el derrocamiento en 1830 del rey Carlos X, el último Borbón de Francia. Cuando Galois suspendió el ingreso por segunda vez –según cuenta la leyenda, tras arrojar un borrador a un examinador incompetente–, tuvo que conformarse con la más modesta École Normale. Mientras la revolución prendía en las calles, Galois y el resto de alumnos de esta escuela quedaron encerrados bajo llave, y su queja posterior en una carta a la prensa motivó su expulsión.

Mientras, su carrera en matemáticas avanzaba a trompicones. Aunque publicó varios trabajos en vida, su mayor aportación se quedó bloqueada a las puertas de la Academia Francesa, primero por Cauchy y después por Fourier, cuya muerte resultó en la pérdida del manuscrito de Galois. Aquel trabajo resolvía un problema centenario, la demostración de las condiciones necesarias y suficientes para resolver ecuaciones polinómicas por raíces. Y sin embargo, su principal logro no vería la luz hasta después de su muerte.

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Open Mind

Juan Carlos Izpisúa: “Hemos alargado la vida de animales y nada indica que no se podrá hacer en humanos”

El investigador español habla de avances que pueden retrasar el envejecimiento o producir órganos en animales para trasplantes.


Javier Sampedro contó en este periódico que hace unos años a Juan Carlos Izpisúa (Hellín, Albacete, 1960) le diagnosticaron una enfermedad renal grave, una que afecta a sus dos riñones y puede costarle la vida. Su reacción ayuda a compartir la fe que transmite el investigador del Instituto Salk de la Jolla en California (EE UU) cuando habla de lo que hace en su laboratorio, hazañas que parecen de ciencia ficción, pero son solo ligeramente futuristas. Tras asimilar la noticia, abrió una línea de investigación renal en sus laboratorios de medicina regenerativa y en 2013, presentó unos minirriñones construidos a partir de células madre humanas. El trabajo fue incluido por la revista Science entre los más destacados del año.

En un estudio más reciente, mostró cómo había modificado la expresión génica de ratones enfermos doblando su esperanza de vida. El tipo de tratamiento no actuaba sobre la mutación causante de la dolencia sino que modificaba una serie de marcas químicas que se acumulan sobre el genoma. Izpisúa cree que estos tratamientos epigenéticos (del griego epi, sobre, porque van por encima de los genes) son una llave para combatir el envejecimiento y prolongar el número de años que podremos vivir con salud. “Hemos prolongado la vida de animales con cambios epigenéticos y no hay nada que me indique que no se podrá hacer en humanos”, afirma.

Si todas estas promesas se hacen realidad, el impacto social será inmenso y el investigador cree que los políticos no parecen conscientes de esta revolución que ya se está gestando. “Todo esto se debe regular, pero nuestros gobernantes desconocen hasta los experimentos que estamos haciendo. ¿Cómo van a poder regular? Deberían tener un poquitín más de interés en saber qué es lo que están haciendo los científicos para apoyarlo, regularlo y que se beneficie toda la sociedad y no solo unos pocos”, remacha poco antes de dar una conferencia en Madrid con motivo del 350 aniversario de la farmacéutica Merck.

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El País Ciencia

26 de junio de 2018

La ciencia, clave para alargar la vida de las flores

Investigadores de la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona (UB) han comprobado que se puede alargar la vida de las flores cortadas si se retrasa el proceso de apertura floral, según recoge un estudio publicado en la revista especializada “Plant Science”.

Hasta el momento, las investigaciones sobre la longevidad de las plantas se habían centrado en el proceso de senescencia o muerte celular de las flores, sin embargo, este trabajo analiza por primera vez el proceso de apertura floral como factor determinante de la vida de la flor cortada.

De hecho, en el momento en el que la flor empieza a abrir se produce un aumento del estrés fotooxidativo en la planta; este es un proceso que provoca la síntesis de especies químicas reactivas de oxígeno, la inhibición de la fotosíntesis y, en algunos casos, la senescencia o muerte celular, según una nota de prensa de la UB.

Además, el estrés fotooxidativo, que condiciona todo el proceso de crecimiento de la planta, puede estar causado por condiciones ambientales extremas.

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EFE Futuro

Los hombres viven menos que las mujeres en todo el mundo y la ciencia lleva décadas buscando por qué

Las mujeres sufren más estrés, más depresión, más ansiedad. Además, son más proclives a enfermedades crónicas. En muchos países, ganan menos dinero que sus compañeros masculinos; en otros tantos, tienen (muchos) menos derechos civiles y políticos. Y, sin embargo, viven más.

Es así. Las mujeres viven más tiempo que los hombres en todos los países del mundo. En todos, sin excepción. Y, en muchos de ellos, la diferencia es de más de una década. Como decían Austad y Bartke en 2016, “no hay patrón más robusto en la biología humana”. La cuestión es que no sabemos por qué.

Veamos los factores biológicos y culturales de este fenómeno AQUÍ
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