Siempre que hablamos de una aportación esencial en cualquier campo,
la calificamos de “revolucionaria”. Tal vez abusamos tanto de este
término que llega a perder parte de su significado. Pero en la Francia
de comienzos del siglo XIX, ser un revolucionario tenía un carácter más
literal, y por tanto más arriesgado. Évariste Galois
(25 de octubre de 1811 – 31 de mayo de 1832) lo fue en dos campos, la
política y las matemáticas, y desde muy joven; tal vez demasiado para
disfrutar de una larga vida. Falleció trágicamente a los 20 años, aunque
no por la política ni las matemáticas, sino por el motivo que forja la
leyenda de todo genio romántico.
La política le venía de familia. Su padre, el republicano Nicolas-Gabriel Galois,
fue alcalde de la localidad de Bourg-la-Reine, cercana a París. Su
madre, Adélaïde-Marie Demante, de amplia cultura clásica, se ocupó de
educar a Évariste en casa durante su primera infancia. Cuando a los 12
años el niño comenzó a asistir al colegio, su carácter revolucionario
afloró en una Francia de grandes tensiones políticas, regida por una
monarquía constitucional de la que muchos recelaban.
En el colegio, Galois se enamoró de las matemáticas, ajenas a su
tradición familiar. Su nivel era muy superior al de sus compañeros:
devoró los Elementos de geometría de Legendre como si fuera una
novela, y pronto dejó de lado los libros de texto para dedicarse a
estudiar los trabajos originales de Lagrange. Su gran ambición le llevó en 1828 a intentar un ingreso prematuro en la École Polytechnique. Suspendió; pese a su inteligencia, aún no contaba con la formación necesaria.
Para Galois, la École Polytechnique no era sólo la mejor institución
de matemáticas del país. La escuela era sede de un activo movimiento
republicano que tendría un papel destacado en el derrocamiento en 1830
del rey Carlos X, el último Borbón de Francia. Cuando Galois suspendió
el ingreso por segunda vez –según cuenta la leyenda, tras arrojar un
borrador a un examinador incompetente–, tuvo que conformarse con la más
modesta École Normale. Mientras la revolución prendía
en las calles, Galois y el resto de alumnos de esta escuela quedaron
encerrados bajo llave, y su queja posterior en una carta a la prensa
motivó su expulsión.
Mientras, su carrera en matemáticas avanzaba a trompicones. Aunque publicó varios trabajos en vida, su mayor aportación se quedó bloqueada a las puertas de la Academia Francesa, primero por Cauchy y después por Fourier,
cuya muerte resultó en la pérdida del manuscrito de Galois. Aquel
trabajo resolvía un problema centenario, la demostración de las
condiciones necesarias y suficientes para resolver ecuaciones polinómicas por raíces. Y sin embargo, su principal logro no vería la luz hasta después de su muerte.
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