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23 de junio de 2015

Se descifra la escritura Inca en los signos de los Tocapus

- La antropóloga Gail Silverman revela sus hallazgos de más de 30 años de investigación.
Por Victor Alvarado
22 de junio, 2015.- La antropóloga estadounidense Gail Silverman presentó el jueves 18 de junio a las 7 p.m. en una audición de Radio Filarmonía los tomos 1 y 2 de su obra “Los signos del Imperio”, en el que revela sus hallazgos sobre lo que ella llama la escritura pictográfica de los Incas, resultado de más de 30 años de investigación en las comunidades quechuas del Cusco, que aún mantienen vivo el legado idiomático del Tahuantinsuyo. La obra fue comentada por los estudiosos Alberto Benavides Ganoza y Róger Ravines. A continuación la entrevista exclusiva que le hizo Víctor Alvarado a la investigadora.
- Dra. Silverman, luego de los hallazgos hechos por usted y que están expuestos en su libro “Los signos del Imperio”, considera que la escritura inca fue pictográfica?
Por los datos que tengo actualmente, parece que es una escritura pictográfica porque el signo se refiere al referente, por ejemplo el damero en negro y blanco significa la mazorca del maíz del mismo color, porque tanto el damero como la mazorca tienen la misma forma geométrica.
- ¿Si es así con que escritura antigua del mundo es comparable o subsidiaria?
Todas las escrituras del mundo han empezado desarrollando un sistema de signos basado en formas geométricas que se encuentran en la naturaleza o en formas concretas hechas por el ser humano.
- Usted, alguna vez ha dicho que muchas ideogramas incas tienen semejanzas o están emparentados con los de la antigua cultura china Explique este hallazgo.
Voy a dar dos ejemplos de signos incas y chinos. Primero, en chino el ideograma shan expresa la montaña en la forma de tres triángulos, en la que la del medio es más alta. En el caso del signo inca, se trata de una serie de triángulos para decir orqokuna o las montañas. El segundo ejemplo es más interesante, se trata del tocapu 11 de la lista de Barthel y decorado la túnica inca de Dumbarton Oaks (1). El signo inca se dice pilpintu o sea la mariposa y en china, gege, el hermano mayor.

Legados

- ¿Qué tan cerca o tan lejos estamos de conocer el cuerpo completo de la escritura de los incas? ¿Cuánto es lo que conocemos? ¿Acaso un 10, 20, o 30%?
Primero necesitamos saber la categorización de los signos incas localizados en los soportes como metal, madera, cerámica, muros exteriores de adobe, lo que nos lleva a buscar más ejemplos en los museos y colecciones privadas para empezar a saber cuántos tocapus o signos inca hay. Estamos en una tarea que recién comienza.
- ¿Qué cronistas nacionales e internacionales anteriores a su investigación han caminado por su misma ruta de investigación y respaldarían sus hallazgos?
Hay por lo menos cuatro cronistas que dibujan, nombran y describen varios signos incas. Estos son Felipe Guamán Poma de Ayala en su Nuevo Crónica, quien nos dibuja la rejilla, los triángulos en series, cuadros dentro de cuadros, etc.; Segundo Ávila, describe los tocapus 22, 23 y 24; y el Padre Martin de Murúa nos ha dejado instrucciones para tejer un motivo cuatripartito de cuatro colores para ser llevado por la coya durante la cosecha del maíz en el Cusco. Esta instrucción confirma mi decodificación del damero en el maíz. Y finalmente el cronista Santa Cruz Pachacuti que nos han dado el gancho como canal de irrigación y cuadros encima de cuadros como ancestros.
- Usted ha llegado a identificar 13 motivos de la comunidad campesina quechua hablante de Q´ero que tienen paralelo con los motivos inca ¿Cuándo usted dice “motivos” está diciendo signos escriturales? Si es así cuántos motivos faltaría conocer o de cuántos motivos estaría conformado el legado escritural inca?
No podemos contestar ahora a esta pregunta.

Algunos signos

- Según la tesis de su libro, su hallazgo de 10 sufijos, 6 afijos, 5 sustantivos de edificios y 7 geográficos, fundamentan la existencia de una escritura inca. ¿Esos hallazgos tácitamente significan que hay otro tanto más de sufijos, afijos y sustantivos que faltaría conocer?
Cuando tengamos más nuevos signos incas, podríamos establecer definitivamente la escritura y sus partes gramaticales.
- Para nuestros electores podría traducir los dos o tres signos que usted ha descubierto que confirman la existencia de una escritura inca?
Sí, por ejemplo existen tres signos tejidos en las esquinas inferiores de la túnica de Dumbarton Oaks. Un panel negro, líneas curvadas y el damero que se leen como un terreno negro sin cultivos, los surcos, a las semillas de maíz negro y blanco. Otro es el signo de las acllas (mujeres que servían al inca) con el sitio provincial de su probable residencia.
- ¿Tiene pendiente nuevas revelaciones sobre la escritura de los incas?
Estoy alistando el tomo 3 de mi serie “Los Signos del Imperio”, en donde muestro los signos ocultos en telas incas y de los Q’ero.
Nota:
(1) La túnica inca en referencia pertenece a la Colección Precolombina del Instituto Dumbarton Oaks con sede en un barrio de Georgetown, en Washington, EE.UU.
Fuente:

17 de febrero de 2013

Seres Humanos y Mecanismos Lectores

Una vez  aprendidos los mecanismos y las rutinas lectoras es práctimente imposible sustraerse a su utilización al posar la vista sobre un texto escrito. Es decir, no podemos mirar un grupo de letras sin, automáticamente, leerlo.

La repetición y la práctica hacen que durante el proceso lector se desarrollen unos mecanismos automátcos que permiten aumentar la velocidad lectora. Así nuestro cerebro va captando el significado del texto a la par que lo leemos y va rellenando los huecos o vacíos de infomación que en el texto pudieran encontrarse, o incluso eliminando o sustituyendo unas letras por otras para soslayar el error tipográfico.

También nos permite completar un texto mutilado como el siguiente con relativa facilidad.

Todas l s mañan s, al sa ir el sol por encima de las mont ñas, se p ede contempla la más bella urora.

Siendo este mecanismo el utilizado en pasatiempos tan extendidos como el de fuga de vocales, en el que ya es necesaria una atención mayor para completar el juego.

T_d_s l_s m_ñ_n_s , _l s_l_r _l s_l p_r _nc_m_ d_ l_s m_nt_ñ_s , s_ p__d_ c_nt_mpl_r l_ m_s b_ll_ __r_r_.

Y volviendo atrás, es muy posible que al leer rápidamente el primer ejemplo hayas leído: “el pajarillo descansa en el nido de sus progenitores” en vez de “el pajarillo descansa en el el nido de sus progenitores” y hayas eliminado inconscientemente la duplicidad del artículo en la lectura. ¿No? Bueno, eso no tira por tierra la teoría. Casi seguro que no has reparado en los dos errores tipográficos del segundo párrafo. ¿Cuáles? 

Vuelve a leerlo.

¿Sigues sin verlos? A veces es más difícil detectarlos en una segunda o tercera lectura, puesto que tu cerebro ya ha asumido el mensaje.

Pero con una detallada lectura palabra por palabra seguro que descubrirás “automátcos” en vez de “automáticos” y “infomación” en vez de “información”. Eso es leer de memoria.

Veamos más ejemplos que ponen en funcionamiento las rutinas lectoras. Concretamente un par de versiones del mismo texto, que comparten la característica de estar alterados.

Ahí va el primero.

“Sgeun un etsduio de una uivenrsdiad ignlsea, no ipmotra el odren en el que las ltears etsan ersciats, la uicna csoa ipormtnate es que la pmrirea y la utlima ltera esten ecsritas en la psiocion cocrrtea. El rsteo peuden estar ttaolmntee mal y aun pordas lerelo sin pobrleams. Etso es pquore no lemeos cada ltera por si msima snio la paalbra cmoo un tdoo. Pesornamelnte me preace icrneilbe…”

Y ahí el segundo.

“De aecrudo a una invsetaigicaión raezildaa por una Uvsinedrad ignlsea no ipmotra en que odern las ltreas de una pbalara etsán erscitas. La úcncia csoa que ipmotra es que la premira y la úlmita ltrea eetsn bien ucabcidas. El rseto pedue ser un lío ttoal que iuagl se peude leer sin mryoaes didatfuciles. Etso se dbee a que nrotsoos no lemeos cdaa ltrea, snio la pbalara como un tdoo dtnro de la frsae. ¿Criouso, no?”

Ambos textos comparten mensaje y, aunque las palabras desordenadas no son las mismas, ello no parece influir en su comprensión. Esta facultad de nuestro cerebro para leer palabras y textos en su conjunto y no letra a letra, nos puede ser útil; pero también es el causante de que se nos escapen errores, aún tras leer y releer un mismo texto.

¡Qué cosas!

  Nota sabionda: También existen versiones del texto en otros idiomas.

en francés:
Sleon une édtue de l’Uvinertisé de Cmabrigde, l’odrre des ltteers dnas un mtos n’a pas d’ipmrotncae, la suele coshe ipmrotnate est que la pmeirère et la drenèire soit à la bnnoe pclae. Le rsete peut êrte dnas un dsérorde ttoal et vuos puoevz tujoruos lrie snas porlblème. C’est prace que le creaveu hmauin ne lit pas chuaqe ltetre elle-mmêe, mias le mot cmome un tuot.


en inglés:
Aoccdrnig to rscheearch at an elingsh uinervtisy, it deosn’t mttaer in waht oredr the ltteers in a wrod are, the olny iprmoetnt tihng is taht the frist and lsat ltteer is at the rghit pclae. The rset can be a toatl mses and you can sitll raed it wouthit a porbelm. Tihs is bcuseae we do not raed ervey lteter by it slef but the wrod as a wlohe.


en neerlandés:
Vglenos een odzeonrek aan de cmabridge uinervstieit, makat het neit uit in wkele vdgoorle de letters zcih in een worod bnedvien, het egine brelkganije is dat de eetrse en de latsate lteetr op de jutise piotsie satan. Zlef al is de rset een talote wbaerol, dan kan je de tkest nog zoednr plrombeen lzeen. Dit odmat de mlenskeije heserenn neit ekle lteter op zcih leset maar eeknl woreodn in zjin geeehl.


en alemán:
Afugrnud enier sduite an enier elingshcen unvirestiat ist es eagl, in wlehcer rienhnelfoge die bcuhtsbaen in eniem wrot sethen, das enizg wcihitge dbaei ist, dsas der estre und lzete
bcuhtsbae am rcihgiten paltz snid. Der rset knan ttolaer bolsdinn sien, und du knasnt es torztedm onhe porbelme lseen. Das ghet dseahlb, wiel wir nchit bcuhtsbae fur bcuhtsbae enizlen lseen, snodren wroetr als gnaezs.


Cosas de la globalización, supongo.

Tomado de:

Saber Curioso 

13 de noviembre de 2012

La evolución del simbolismo matemático

Página del Liber abacci de Leonardo Pisano "Fibonacci"



Todos, en mayor o menor medida, estamos familiarizados con el simbolismo matemático. En un país mínimamente desarrollado es difícil encontrar a alguien que no sepa qué significan estos cinco símbolos en este orden: 2+1 = 3. De hecho, la presencia del simbolismo matemático es tan común, efectiva y eficiente que ni nos paramos a pensar que durante buena parte de la existencia de la humanidad no existió. Ni siquiera durante la mayor parte de la historia de la escritura. Y es que el simbolismo matemático es un invento progresivo, con avances y retrocesos, y que no toma carta de naturaleza plena hasta el siglo XVII. Europa será el crisol donde se obtenga.

El uso de símbolos para representar ideas matemáticas es lo que caracteriza a una rama de éstas que conocemos como álgebra. En una expresión algebraica como

x3-ax2+10x-1 = 5

podemos distinguir tres tipos de símbolos: por una parte los que representan cantidades conocidas (10, 1, 5) o dadas (a), por otra los que representan cantidades desconocidas o incógnitas (en este caso x) y, finalmente los que expresan operaciones o relaciones (3, 2, +, -, =). En puridad, existe un cuarto simbolismo que es posicional, es decir, cómo cambia el significado de un símbolo por la posición con respecto a los demás, pero en lo que sigue no nos referiremos a él explícitamente y nos concentraremos en el origen de los otros tres tipos.

Muchas civilizaciones anteriores a la griega, particularmente la babilonia y la egipcia, tienen textos matemáticos. Suelen ser tablas contables, de control de producción agrícola o de medida de terrenos, aunque alguno hay de lo que parece entrenamiento en cálculo. Todos estos textos tienen en común que describen los problemas literariamente y que el sistema de numeración se basa en la repetición de símbolos. Estos textos emplean el mismo sistema de escritura durante, literalmente, miles de años sin cambios sustanciales. Ello nos hace ver que cumplían con las necesidades de escribas, almaceneros, agrimensores y cobradores de impuestos. O, visto de otra manera, no existía una necesidad de abstracción matemática que favoreciese la aparición de una forma más eficiente de representar las relaciones entre cantidades.

Hay que esperar a la era imperial romana para encontrar un avance realmente significativo, aunque sea de manos de un griego. Los griegos representaban las cantidades numéricas empleando letras, pero Diofanto, probablemente en el siglo III de la era común, da un paso más en el simbolismo en su Aritmética, la misma que Fermat estudiaba cuando se le ocurrió su famoso último teorema. Introduce abreviaturas para las expresiones más habituales así como una notación especial para la incógnita y las distintas potencias de la incógnita. El gran paso hacia la abstracción matemática de Diofanto fue crear una abreviatura para “igual a”, lo que constituye un paso fundamental desde un álgebra verbal, descriptiva, hacia un álgebra simbólica y abstracta.

A pesar de sus carencias (sólo existe una incógnita, no existe notación para un número general conocido, etc.) Diofanto consigue separarse de la geometría como único modo de expresar los conceptos y operaciones matemáticos.

Tras Diofanto se entra en los años oscuros donde prácticamente no existen avances. Habitualmente, los libros de historia, y algún conferenciante TED, citan los trabajos de los árabes como transmisores de la cultura grecolatina y, por tanto, de las matemáticas. Hay muchos que piensan en la labor realizada por los traductores en Castilla como fundamental. Y, efectivamente, esto es así, pero no para el avance del simbolismo algebraico, que retrocede a épocas anteriores a Diofanto, con un retorno a la literalidad y la geometría. En el 1800 a.e.c. los babilonios resolvían ecuaciones cuadráticas expresadas en forma de texto; tres mil años después, a comienzos del siglo XII e.c., Omar Jayam sigue haciéndolo igual.

La conexión con el conocimiento musulmán existe pero es diferente a la que habitualmente se cree. Fueron los intereses comerciales de Leonardo Pisano, más conocido como Fibonacci, y sus viajes por el Mediterráneo, particularmente a Egipto, donde habría entrado en contacto con las ideas matemáticas persas e hindúes además de las musulmanas, los que trajeron una revolución a Europa en forma de libro.

El Liber abacci (1202) de Fibonacci probablemente tenga uno de los comienzos más revolucionarios de la historia de la ciencia. Comienza tal que así:

“Hay nueve figuras de los indios: 9,8,7,6,5,4,3,2,1. Con estas nueve figuras, y con el signo 0 que en árabe se llama zephirum, se puede escribir cualquier número, como se demostrará.”

Los siguientes 7 capítulos del libro (de un total de 15) se dedican a explicar cómo usar y realizar operaciones con estos nuevos numerales.

Fibonacci aporta un avance fundamental, como vemos, que facilita la aritmética enormemente. Pero sigue habiendo limitaciones importantes. Fibonacci usa un sistema sexagesimal para expresar sus resultados. La fundamental, sin embargo, es que para incógnitas y operaciones Fibonacci también sigue a los musulmanes aunque traduciéndolos al latín italianizado. Así aparecen radix (raíz), res/causa/cosa (para la incógnita), census (propiedad, para el cuadrado), o cubus (cubo). Los problemas se siguen expresando literariamente.

Los desarrollos son muy lentos y, si bien los nuevos numerales indo-arábigos se popularizan rápidamente, hay que esperar hasta 1494, a la Summa de Luca Pacioli, para registrar un nuevo avance, que parece un retroceso. Pacioli vuelve a un sistema parecido al que Diofanto usó más de mil doscientos años antes, usando los numerales de Fibonacci y expresando la incógnita como co, su cuadrado como ce y el cubo como cu, simples abreviaturas de los nombres italianos.

Se producen algunos avances menores más, pero el sistema de Pacioli es tan eficaz para el uso habitual que será necesaria una crisis matemática para provocar el siguiente paso adelante en la notación simbólica. Y esa crisis será la resolución de la ecuación cúbica.

Diofanto y Cardano ya asumían la existencia “operativa” de los números negativos. Cardano atribuía la misma operatividad de facto a los complejos, pero para Rafael Bombelli que atacaba la resolución de ecuaciones cúbicas irreducibles y llegó a dar reglas de signos para la operación con números complejos, la notación disponible era una tortura. Bombelli se ve forzado a la introducción del corchete en su obra l'Algebra (1572):

Multiplichisi, R.c.[2 più di meno R.q.3] per R.c. [2 meno di meno R.q.3]

donde R.q. y R.c. son, respectivamente, la raíz cuadrada y la raíz cúbica.

El simbolismo moderno estaba a punto de surgir de pura necesidad. Los avances en trigonometría y sobre todo en álgebra requerían una forma más racional de expresar ideas matemáticas. Y este avance se dio en dos pasos gigantescos. Pero esos pasos se darían en Francia, que se convertiría en los siguientes siglos en el centro de las matemáticas.

El primero lo supuso la publicación de De artem analyticem isagoge en 1591 por parte de François Viète. En honor a la verdad, este libro fue un gran paso adelante y uno pequeño hacia atrás. Adelante porque en él se emplean de forma sistemática letras para representar números. Si bien esta idea se puede remontar a Diofanto, Viète va más allá y distingue rangos de letras y sus aplicaciones. Las cantidades podían ser de dos clases: “cosas buscadas” (quaesita) y “cosas conocidas” (data). Las incógnitas se escribían usando vocales mayúsculas A,E,I,O,U,Y y las constantes con consonantes también mayúsculas B,C,D,F,... Por ejemplo, en simbolismo de Viète la ecuación

bx2+dx = z

pasa a ser

B in A quadrum, plus D plano in A, aequari Z solido

Este ejemplo también ilustra el paso atrás que mencionábamos antes, que es un retorno a la geometría que se expresa a través de la “ley de homogeneidad”, según la que todos los términos de la ecuación deben tener las mismas dimensiones. Como bx2 tiene tres dimensiones, dx también debe tenerlas (de ahí lo de D plano) al igual que z. Esto hace la notación tediosa y aparentemente poco operativa, si bien Viète manejaba polinomios de grado 45 con soltura.

Y entonces llegó La géométrie de René Descartes en 1637. Este libro es el primero que se lee como un texto moderno de matemáticas. Descartes toma todos los conocimientos existentes sobre simbolismo matemático, los simplifica, los racionaliza y los emplea en un libro que marca el comienzo de la geometría algebraica. Sólo dos cosas importantes están ausentes: el signo = para la igualdad y, paradójicamente, los ejes cartesianos, y es que Descartes no veía la necesidad de que los ejes estuviesen a 90 grados.

En La géométrie las letras minúsculas del comienzo del alfabeto representan datos conocidos, y las letras del final del alfabeto las incógnitas buscadas. La x se convirtió en la representación de la incógnita por antonomasia porque Descartes le dio libertad a su impresor de usar la letra del final del alfabeto que más le conviniera, eligiendo éste la x porque es la que menos uso tiene en francés.

A partir de este momento se produce una triple revolución en las matemáticas: la generalización de la impresión de libros, el uso de un simbolismo potentísimo y la posibilidad de reducir la geometría a álgebra supondrán un florecimiento tal, que en sólo cincuenta años después de La géométrie se publicaba, por ejemplo, los Principia mathematica de Newton.
Fuente:

9 de octubre de 2012

60 años de la revolución del código de barras


El código de barras como ícono

Aunque algunos sectores se resisten a su uso, los códigos de barras se han vuelto ubicuos e icónicos.

El omnipresente código de barras cumplió este fin de semana 60 años. La combinación de rayas y espacios, una suerte de código morse gráfico, facilitó el crecimiento de los grandes supermercados y continúa utilizándose para controlar el stock en la era de las ventas online.

Según uno de los organismos internacionales que regula la adjudicación de estas "huellas dactilares" del comercio, GS1, hay más de cinco millones de códigos de barras únicos e individuales en uso en todo el mundo. 

Y no sólo en los pasillos de los supermercados y las tiendas de ropa; también en los hospitales, donde permiten identificar pacientes y localizar equipos de forma rápida y eficiente, o en la logística detrás de los servicios de courier o la distribución de mercancías.

Pero hubo una época en la que los cajeros de las tiendas llevaban una cuenta manual de lo que compraban los clientes, y los dueños de los almacenes se veían obligados a cerrar una vez al mes para hacer recuento de existencias.

Hasta que el 7 de octubre de 1952, dos estadounidenses patentaron el hoy ubicuo código de barras, y entraron en la historia.

Sin embargo, no sería sino hasta dos décadas más tarde que su invento se volvería apto para la comercialización global. Antes, simplemente no existía la tecnología láser necesaria para leerlos de manera práctica y económica.

El primer sector que se percató del potencial de los códigos de barras fue el de los ferrocarriles, que empezó a identificar trenes y vagones con números únicos. Pero sólo en 1974 llegaron a las cajas de los supermercados.

Gomas de mascar únicas

Código de barras linear

Al código de barras linear lo siguieron los de dos dimensiones, los hexagonales y más recientemente los QR.

Las distintivas franjas blancas y negras, en su primitiva versión linear, se utilizaron por primera vez en un supermercado de Ohio para escanear un paquete de goma de mascar de la marca Wrigleys.

Luego vendrían las versiones circulares y hexagonales, y más tarde aparecerían códigos legibles de dos dimensiones. La última innovación en este campo sería el código QR (del inglés Quick Response o "respuesta rápida"), un conjunto de puntos que contiene muchísima más información que la combinación de rayas original.

Sin embargo, sirven a distintos propósitos, y el concepto de las franjas blancas y negras está lejos de desaparecer, le aseguró a la BBC uno de los directivos de GS1 en el Reino Unido.

"El código de barras estampado en una lata de arvejas tiene como objetivo la identificación en el punto de venta. Sirve para asegurarse que el cliente pague el precio correcto por el producto y actualiza el stock del supermercado", explicó Gary Lynch.

"El propósito del código QR es llevar a la persona que lo escanea a un medio multimedia. Técnicamente podrían combinarse ambos, pero por ahora nadie lo ha solicitado", añadió.

Algunos sectores todavía se muestran reticentes a incorporar códigos de barras -fundamentalmente por motivos estéticos, como los productores de vino-, pero su presencia es casi universal.

La especialista en tecnología de la BBC Zoe Kleinman comenta que incluso se han convertido en obras de arte. La cantante estadounidense Pink es sólo una de los famosos que los lucen como tatuaje.

"Los códigos de barras son un icono, y con razón. Nos da mucha satisfacción", dijo Lynch.

"Ahora, si una de mis hijas se hiciera uno de esos tatuajes en honor a su padre... no me haría tanta gracia", completó

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13 de septiembre de 2012

El padre de la arroba reconoce que lleva "entre 30 y 40 años" sin mandar una carta

El origen de la "arroba"

La arroba es un símbolo de origen árabe. Viene de 'al-rub', un cuarto, y designa una medida de volumen o peso variable según épocas y regiones. El dibujo de una 'a' rodeada por su propio rabillo es muy antiguo, ya que era de uso común en el siglo XVI como indicación de medida. Con el tiempo acabaría por transformarse en un término comercial que designaba el precio de un grupo de compras; así, en el mundo anglosajón acabó por identificarse y pronunciarse como la palabra 'at' (a; como en cinco barriles 'a' 100 maravedíes cada uno). Por eso la arroba era uno de los pocos signos de puntuación en los primeros teclados.

El padre del correo electrónico, el ingeniero estadounidense Raymond Samuel Tomlinson, ha considerado que el único factor limitador del desarrollo de internet, que no está todavía "a pleno rendimiento" a pesar de su elevado ritmo de desarrollo en los últimos años, son "las ideas y no la tecnología".

Tomlinson, que ideó el uso de la arroba "@" para separar el nombre del destinatario del ordenador receptor y envió en 1971 el primer correo electrónico de la historia formado por las letras de la línea superior del teclado "QWERTYUIOP", recibirá el viernes en Oviedo el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica que comparte con Martin Cooper, padre del teléfono móvil.
En rueda de prensa, ha calificado de "gratificante" sentirse responsable de haber cambiado para siempre el modo de comunicarse de las personas con su descubrimiento cuando trabajaba en el desarrollo de la red ARPA del Departamento de Defensa norteamericano donde, sin el conocimiento de sus jefes y en secreto, empezó a intercambiar mensajes entre ordenadores conectados por líneas telefónicas.

En este sentido, ha confesado llevar "entre treinta y cuarenta años" sin enviar una carta por correo postal, a las que ha asegurado que tampoco era muy aficionado antes del desarrollo de internet, y, de forma tajante, ha afirmado que no fue él sino "otro" el inventor del spam, el correo electrónico no deseado.

Un éxito inesperado

El ingeniero estadounidense ha asegurado que al desarrollar su invento no pensó que su uso se generalizaría de forma masiva y sólo pensó que sería útil para quienes tuviesen ordenador que, en el ámbito donde trabajaba, se limitaba a unos 28 terminales a las que tenían acceso apenas un millar de personas.
Tras extenderse el uso del correo electrónico, Tomlinson empezó a darse cuenta de su influencia tras recibir un mensaje que repetía tres veces la palabra gracias enviado por una conocida que, gracias a esta tecnología, pudo comunicarse con un grupo de personas que sufrían la misma enfermedad que afectaba a uno de sus familiares.

A pesar de admitir que el e-mail ha supuesto incluso un cambio psicológico en la manera de comunicarse entre las personas por su inmediatez, su inventor considera que la rapidez que brinda no obliga necesariamente a responder de forma instantánea.

"A veces no nos tomamos el suficiente tiempo de reflexión sobre lo que decimos en un correo electrónico y llegamos a conclusiones inadecuadas, pero el causante no es el e-mail sino el usuario que también tiene la posibilidad de pensar y editar su respuesta", ha añadido.

El ingeniero estadounidense, cuya candidatura conjunta con Cooper para el premio fue propuesta por el 'padre' de Internet, Vinton Cerf, fue distinguido por el jurado por su contribución decisiva "al avance del conocimiento" con un galardón cuya existencia desconocía hasta que lo obtuvo y del que le sorprende "todo lo que representa".

Fuente:

RTVE Ciencia
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