El omnipresente código de barras
cumplió este fin de semana 60 años. La combinación de rayas y espacios,
una suerte de código morse gráfico, facilitó el crecimiento de los
grandes supermercados y continúa utilizándose para controlar el stock en
la era de las ventas online.
Según uno de los organismos internacionales que
regula la adjudicación de estas "huellas dactilares" del comercio, GS1,
hay más de cinco millones de códigos de barras únicos e individuales en
uso en todo el mundo.
Y no sólo en los pasillos de los
supermercados y las tiendas de ropa; también en los hospitales, donde
permiten identificar pacientes y localizar equipos de forma rápida y
eficiente, o en la logística detrás de los servicios de courier o la distribución de mercancías.
Pero hubo una época en la que los cajeros de las
tiendas llevaban una cuenta manual de lo que compraban los clientes, y
los dueños de los almacenes se veían obligados a cerrar una vez al mes
para hacer recuento de existencias.
Hasta que el 7 de octubre de 1952, dos estadounidenses patentaron el hoy ubicuo código de barras, y entraron en la historia.
Sin embargo, no sería sino hasta dos décadas más
tarde que su invento se volvería apto para la comercialización global.
Antes, simplemente no existía la tecnología láser necesaria para leerlos
de manera práctica y económica.
El primer sector que se percató del potencial de
los códigos de barras fue el de los ferrocarriles, que empezó a
identificar trenes y vagones con números únicos. Pero sólo en 1974
llegaron a las cajas de los supermercados.
Gomas de mascar únicas
Las distintivas franjas blancas y negras, en su
primitiva versión linear, se utilizaron por primera vez en un
supermercado de Ohio para escanear un paquete de goma de mascar de la
marca Wrigleys.
Luego vendrían las versiones circulares y
hexagonales, y más tarde aparecerían códigos legibles de dos
dimensiones. La última innovación en este campo sería el código QR (del
inglés Quick Response o "respuesta rápida"), un conjunto de puntos que contiene muchísima más información que la combinación de rayas original.
Sin embargo, sirven a distintos propósitos, y el
concepto de las franjas blancas y negras está lejos de desaparecer, le
aseguró a la BBC uno de los directivos de GS1 en el Reino Unido.
"El código de barras estampado en una lata de
arvejas tiene como objetivo la identificación en el punto de venta.
Sirve para asegurarse que el cliente pague el precio correcto por el
producto y actualiza el stock del supermercado", explicó Gary Lynch.
"El propósito del código QR es llevar a la
persona que lo escanea a un medio multimedia. Técnicamente podrían
combinarse ambos, pero por ahora nadie lo ha solicitado", añadió.
Algunos sectores todavía se muestran reticentes a
incorporar códigos de barras -fundamentalmente por motivos estéticos,
como los productores de vino-, pero su presencia es casi universal.
La especialista en tecnología de la BBC Zoe
Kleinman comenta que incluso se han convertido en obras de arte. La
cantante estadounidense Pink es sólo una de los famosos que los lucen
como tatuaje.
"Los códigos de barras son un icono, y con razón. Nos da mucha satisfacción", dijo Lynch.
"Ahora, si una de mis hijas se hiciera uno de esos tatuajes en honor a su padre... no me haría tanta gracia", completó
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