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16 de junio de 2011

Breve historia de la cosmología

Especial: Astronomía

Hace cuatro mil años los Babilonios ya eran hábiles astrónomos capaces de predecir los movimientos aparentes de la Luna, las estrellas, los planetas y el Sol sobre el cielo, incluso eran capaces de predecir eclipses.
Pero fueron los antiguos griegos los primeros en construir un modelo cosmológico dentro del cual se pudieran interpretar estos movimientos. En el siglo cuarto antes de Cristo, desarrollaron la idea según la cual las estrellas estaban fijas en una esfera celeste que rotaba alrededor de una Tierra esférica cada 24 horas, mientras que los planetas, el Sol y la Luna se movían en el éter comprendido entre la Tierra y las estrellas.
Este modelo fue desarrollado durante los siglos siguientes, culminando en el siglo segundo de nuestra era con el gran sistema de Ptolomeo. El movimiento perfecto debe ser en círculos, por lo tanto las estrellas y los planetas por ser objetos celestiales se mueven en círculos. Sin embargo, para poder explicar el complicado movimiento de los planetas que periódicamente parecían retroceder en su camino, tuvieron que introducirse los epiciclos de tal manera que los planetas se movían en círculos sobre círculos sobre una Tierra fija.
Para Ptolomeo la Tierra era el centro del Universo.
A pesar de su complicada estructura, Ptolomeo desarrolló un modelo que reproducía tan bien el movimiento aparente de los planetas, que cuando en el S. XVI Copérnico propuso un sistema heliocéntrico, no fue capaz de igualar la precisión del sistema centrado en la Tierra de Ptolomeo. Copérnico construyó un modelo donde la Tierra rotaba y, junto con los otros planetas, se movía en una órbita circular alrededor del Sol. Sin embargo, las evidencias de las observaciones de la época favorecían el sistema Ptolemeico.
Existían otras razones prácticas por las que muchos otros astrónomos de la época rechazaban la noción copernicana de que la Tierra orbitara el Sol. Tycho Brahe fue el mayor astrónomo del S. XVI. Comprendió que si la Tierra se movía alrededor del Sol, entonces la posición relativa de las estrellas debería cambiar respecto a cómo se las veía desde distintos puntos de la órbita de la Tierra. Sin embargo no había evidencia de este desplazamiento, llamado paralaje. O bien la Tierra estaba fija, o de lo contrario las estrellas debían estar extraordinariamente lejos.
Sólo con la ayuda del recién inventado telescopio, en los inicios del S. XVII, fue capaz Galileo de dar la puntilla a la idea de que la Tierra era el centro del Universo. Descubrió que había lunas que orbitaban el planeta Júpiter. Y si las lunas pueden orbitar un planeta ¿por qué no podrían los planetas orbitar el Sol?
Al mismo tiempo Kepler, el ayudante de Brahe, descubrió la clave para construir un modelo heliocéntrico. Los planetas se mueven en elipses, no en círculos perfectos, alrededor del Sol. Posteriormente Newton mostró que el movimiento elíptico podía ser explicado por su ley del inverso del cuadrado para la fuerza de la fuerza gravitatoria.
Pero la ausencia de cualquier paralaje observable en la posición aparente de las estrellas mientras la Tierra orbita al Sol, implicaba que las estrellas debían estar a una distancia enorme del Sol. El cosmos parecía ser un vasto mar de estrellas. Con la ayuda de su telescopio, Galileo pudo resolver miles de nuevas estrellas que eran invisibles a simple vista. Newton concluyó que el Universo debía ser un infinito y eterno mar de estrellas muy parecidas a nuestro Sol.
No fue hasta el S. XIX que el astrónomo y matemático Bessel midió finalmente la distancia de estrellas mediante paralaje. La estrella más cercana (aparte del Sol) resultó estar a ¡40 millones de millones de km de distancia¡ (por contraste el Sol está a tan solo 150 millones de km de distancia de la Tierra).
La mayoría de las estrellas que vemos están en la Vía Láctea, la banda brillante de estrellas que se extiende a través de nuestro cielo nocturno. Kant y otros propusieron que nuestra Vía Láctea era de hecho una 'isla en el universo' con forma de lente, o galaxia y que más allá de nuestra propia Vía Láctea debe haber otras galaxias.
Además de estrellas y planetas, los astrónomos localizaron borrosos parches de luz en el cielo nocturno a los que denominaron nebulosas. Algunos astrónomos pensaron que podía tratarse de galaxias lejanas. Fue en 1920 cuando el astrónomo americano Hubble estableció que algunas nebulosas eran en realidad galaxias lejanas de tamaño parecido a nuestra Vía Láctea.
Hubble también realizó el notable descubrimiento de que esas galaxias parecen estar alejándose de nosotros, con una velocidad proporcional a la distancia que nos separa de ellas. Pronto se comprendió que esto tiene una explicación natural en términos de la recién formulada Teoría de la Relatividad General de Einstein: Nuestro Universo está en expansión.

En realidad Einstein podría haber pronosticado que el Universo se está expandiendo con la primera propuesta de su teoría en 1915. La materia tiende a unirse bajo la gravedad por lo que es imposible tener un universo estático. Sin embargo, Einstein se dio cuenta de que podía introducir una constante arbitraria en sus ecuaciones matemáticas que pudiera equilibrar la fuerza gravitatoria y mantener las galaxias separadas. Esto acabó conociéndose como la constante cosmológica. Tras descubrirse que el Universo realmente se estaba expandiendo, Einstein declaró que introducir la constante cosmológica fue la metedura de pata más grande de su vida.
El matemático y meteorólogo ruso Friedmann se había percatado en 1917 de que las ecuaciones de Einstein podrían describir un Universo en expansión. Esta solución implicaba que el Universo tenía que haber nacido en un momento, hace alrededor de diez mil millones de años en el pasado y las galaxias aún continuaban alejándose de nosotros desde aquella explosión inicial. Toda la materia, en realidad todo el Universo, fue creado en sólo un instante. El astrónomo británico Fred Hoyle lo llamó en broma el 'Big Bang', nombre que aún perdura.
Existía un modelo rival, denominado la teoría del Estado Estacionario, defendida por Bondi, Gold y Hoyle, y desarrollada para explicar la expansión del Universo. Esta requería la continua creación de materia para producir nuevas galaxias a medida que se expande el Universo, asegurando que pueda expandirse y permanecer sin cambio en el tiempo.
Durante muchos años parecía un mero asunto académico si el Universo era eterno y sin cambio, o había existido durante un periodo de tiempo finito. Un golpe decisivo y letal para el modelo estacionario acaeció en 1965 cuando Perzias y Wilson descubrieron una radiación cósmica de fondo de microondas. Fue interpretada como el débil remanente de la intensa radiación de un Big Bang caliente, que había sido pronosticado en 1949 por Alpher y Hermann.
Continuando con los trabajos previos de Gamow, y de Alpher y Hermann, durante los cuarenta, los teóricos calcularon la relativa abundancia de hidrógeno y helio que podría ser producida en un Big Bang caliente y encontraron que estaba en concordancia con las observaciones. Cuando se calculó la abundancia de otros elementos ligeros, estos también fueron consistentes con los valores observados.
Desde los setenta casi todos los cosmólogos han aceptado el modelo del Big Bang caliente y han empezado a hacer preguntas más específicas pero todavía fundamentales acerca de nuestro Universo. ¿Cómo se formaron a partir de la expansión primordial las galaxias y cúmulos de galaxias que observamos hoy? ¿Cómo sabemos que ahí fuera no hay agujeros negros o algún tipo de materia oscura que no emite luz como las estrellas? La Relatividad General nos dice que la materia curva el espacio-tiempo, por lo tanto ¿Qué forma tiene el Universo? ¿Hay una constante cosmológica?
Sólo estamos empezando a encontrar respuestas a alguna de estas preguntas. La radiación cósmica de fondo de microondas juega un papel crucial ya que nos da una imagen del universo tal como era sólo cien mil años después del Big Bang. Resulta ser tan extraordinariamente uniforme que no fue hasta 1992 cuando el satélite de la NASA Explorador Cósmico de Fondo (Cosmic Background Explorer) encontró la primera anisotropía en esta radiación de fondo. Hay pequeñas fluctuaciones en la temperatura de la radiación del orden de 1/100 000 que pudiera ser la semilla a partir de la cual se formaron las galaxias.
Desde principio de los ochenta ha habido una explosión de interés por la física del universo primigenio. Las nuevas tecnologías y los experimentos realizados por los satélites como el Telescopio Espacial Hubble nos han facilitado una imagen aun mejor de nuestro Universo, inspirando teorías para crear modelos aún más atrevidos basados en las últimas ideas sobre relatividad y física de partículas.
Fuente:

Astro Ciencia

Un año de la luna en dos minutos y medio

Especial: Astronomía

(Supongo que sabéis que esta anoche hubo eclipse de luna, como bien nos cuentan en Amazings. Buen día para este post).

Para los que vivimos en la Tierra, que somos casi todos, es imposible no perder de vista a la Luna, con esa costumbre que tiene de salir por el este y ponerse por el oeste. Por suerte la NASA lanzó en 2009 la Lunar Reconnaissance Orbiter, una sonda en órbita lunar.

Desde esa privilegiada atalaya se han tomado imágenes de nuestro satélite durante todo un año para crear el siguiente vídeo. En él un mes está comprimido en doce segundos, y todo el año en dos minutos y medio.






Es interesante indicar que así es como se verá la Luna desde la Tierra durante todo el 2011, mostrando siempre la cara visible. Que no es siempre
exactamente la misma, debido a ligeros cambios en la inclinación de su eje y a la forma de la órbita. Se aprecia también los movimientos de libración, el tamaño aparente y, por supuesto, las fases.
Un dato más: el norte celeste está en la parte superior de las imágenes, de manera que la luna aparece como se ve desde el hemisferio norte. Si me lees desde el otro hemisferio el vídeo debería girarse 180º.

Una pamtalla esférica que muestra como se ve la Tierra desde el espacio

Especial: Astronomía



En Japón, el Museo Nacional de Ciencias Emergentes e Innovación, cuenta con una pantalla esférica de unos seis metros de diámetro y compuesta por más de 10.000 paneles OLED, en la que se se puede ver como "se ve nuestro bello planeta desde el espacio".

Las imágenes proceden de satélites provistos de cámaras de alta resolución y otros tipo de sensores que permiten reproducir el aspecto visual de la Tierra, así como simulaciones sobre los cambios de temperaturas, la fertilidad de los océanos o la influencia de la actividad humana.

(Vía PopSci, vía TokyoTek.)

Tomado de:

Microsiervos

¿Por qué no vemos el infrarrojo?

Los animales habrían evolucionado para evitar pigmentos sensibles a la gama infrarroja del espectro electromagnético en sus sistemas de visión y así tener una mejor relación señal/ruido.

Foto
Imagen de dos retinas diferentes que muestran distintas proporciones de células fotosensible al color. Foto: University Of Rochester.

Los mecanismos implicados en la visión son una maravilla de la Naturaleza y permiten al Universo verse a sí mismo. Los humanos tenemos una magnífica visión en color, otros animales la tienen peor y otros pueden ver unas frecuencias que nosotros no vemos. Algunos incluso tienen sensibilidad a un mayor número de colores que nosotros, ya que tienen un mayor número de pigmentos mayor. Cómo es la visión del mundo para esas criaturas es algo que no podemos ni imaginar.

Algunos animales pueden ver el ultravioleta, pero ninguno puede ver el infrarrojo. Es verdad que algunas serpientes pueden sentir el infrarrojo, pero no lo detectan con los ojos. De este modo, el espectro “visible” puede extenderse para algunos seres más allá del violeta, pero no por debajo del rojo. Algunos ven el ultravioleta, pero puede que no vean el rojo. ¿Por qué la extensión de la visión puede darse para frecuencias altas, pero no para frecuencias bajas?

Ahora, unos expertos de la Johns Hopkins University School of Medicine han conseguido dar una explicación experimental a esto. Han descubierto que las moléculas de los fotorreceptores pueden ser disparadas por el calor dando lugar a falsas alarmas y de ahí la limitación.

La molécula de la rodopsina está dentro los bastones de nuestra retina y es responsable de la visión a bajos niveles de iluminación en blanco y negro. Al absorber un fotón de luz cambia su forma y esto dispara una señal eléctrica en la célula (el bastón) que al final llega al cerebro. Pero además de ser sensible a los fotones de luz visible (principalmente a los azul-verdosos) puede ser sensible a otros tipos de energía como la energía térmica y se puede producir una falsa señal. Estas señales falsas podrían comprometer nuestra habilidad a la hora de ver objetos en noches oscuras.

Una de las capacidades de nuestra visión (que incluye ojos y cerebro) se puede realizar en un lugar apartado en el que no haya contaminación lumínica una noche sin luna. Incluso en esas condiciones, alumbrados solamente con la luz de las estrellas, somos capaces de ver. Ninguna cámara comercial moderna, sea de película o digital, iguala en sensibilidad a nuestra visión.

King-Wai Yau y sus colaboradores se pusieron a investigar cómo se producen estas falsas señales en los pigmentos fotosensibles.

La energía térmica está por todos lados siempre y cuando estemos por encima del cero absoluto de temperatura. Un objeto físico a temperatura ambiente emite rayos infrarrojos y nuestros cuerpos lo emiten sin duda. La cuestión es cuánta energía térmica puede absorber la rodopsina sin que salte la señal falsa.

Durante 30 años se ha creído que esta energía térmica hace dispararse al pigmento a través de un mecanismo distinto al de la captura de luz, pero el resultado estaba basado sólo en cálculos teóricos. Aunque esto estaba basado solamente en la rodopsina. Hay otros pigmentos en los fotorreceptores de nuestra retina sensibles a otros colores y que nos permiten nuestra rica visión del color. Así, hay otros pigmentos sensibles principalmente al rojo, al azul o al verde en los conos de nuestras retinas. Estos conos responsables de la visión del color funcionan a niveles de iluminación superiores comparados con los bastones.

Pero medir los falsos eventos de estos pigmentos en una célula aislada es muy complicado, ya que la señal eléctrica en un sólo cono es tan débil que prácticamente no es medible. Para poder medir estas falsas señales estos investigadores tuvieron idear otra manera de hacerlo. Se las apañaron para que un bastón usara pigmentos de cono y así poder medir la señal de salida de una célula individual y calcular las falsas alarmas. Las señales de los bastones son más intensas que las producidas por los conos y justo por encima del umbral de lo que es medible en la actualidad.

En el caso del pigmento azul no hizo falta hacer esto porque la Naturaleza ya lo había hecho por los investigadores. En muchos anfibios los bastones de sus retinas contienen el pigmento sensible al azul y fue fácil medir la señal que producían.

Así que se pusieron a medir la señal que estas células y las especialmente diseñadas producían en la oscuridad según se iban calentado desde un estado frío. Encontraron que el pigmento sensible al rojo producía más falsas alarmas que la rodopsina y que el pigmento sensible al azul producía aún menos falsas alarmas. Por tanto, la relación señal/ruido mejoraba conforme aumentaba la sensibilidad a la frecuencia luminosa, siendo peor en el extremo rojo que en el azul. El resultado valida por tanto la hipótesis de Barlow que ya cuenta con 60 años.

Además, entre los resultados obtenido está que el calor hace dispararse a estos pigmentos de la misma manera que lo hace la luz, con el mismo mecanismo. Ambos inducen idénticos cambios en las proteínas en cuestión.

Estas moléculas son lo suficientemente grandes como para contener muchos átomos y enlaces. La cantidad total de energía térmica que uno puede obtener de todos ellos es, en teoría, suficiente para disparar una falsa alarma.

Es concebible que se pudieran crear pigmentos sensibles al infrarrojo, pero la tasa a la que se dispararían espontáneamente sería inasumible. Habría mucho ruido sobre la señal y la visión no sería buena. Por esta razón los animales habrían evolucionado para evitar pigmentos sensibles a la gama infrarroja del espectro electromagnético en sus sistemas de visión. Si además tenemos en cuenta que la evolución trabaja sobre lo que hay y que casi nunca inventa las cosas desde cero, las modificaciones evolutivas de los pigmentos pensados para el espectro visible difícilmente servirían para el infrarrojo debido a las limitaciones que acabamos de “ver”.

Fuente:

Neo Fronteras

El Mar Muerto, crónica de una muerte anunciada



Sus aguas han descendido al vertiginoso ritmo de un metro por año, lo que podría hacerlo desaparecer en tan sólo cuatro décadas


Fotografía cedida por Friends of the Earth Middle East (FoEME) del Mar Muerto Efe


El Mar Muerto se muere. La reducción en un 98% del caudal del río Jordán que lo alimenta y la sobreexplotación industrial para extraer sus minerales amenaza con hacer desaparecer una formación única en el mundo.

Disfrutar de la sensación de ingravidez que produce flotar en el agua hipersalina de este balneario natural y untarse el cuerpo con su aceitoso barro será un lujo del que no podrán disfrutar las próximas generaciones, según los expertos.

Las aguas del Mar Muerto descienden al vertiginoso ritmo de un metro por año, lo que podría hacerlo desaparecer en tan sólo cuatro décadas, afirman. Sin embargo, otros predicen que nunca dejará de existir, gracias a los aportes de aguas subterráneas, aunque se encogerá hasta tener tan sólo el 30 por ciento de los 625 kilómetros cuadrados que ahora ocupa.

Los grupos de defensa del medio ambiente denuncian que ni Israel, ni Jordania ni la Autoridad Nacional Palestina hacen nada por conservar el lugar más bajo del planeta (situado a 416 metros bajo el nivel del mar), famoso por sus propiedades saludables y cosméticas y que disfruta de una radiación solar única y una densidad de oxígeno aumentada.

"El mayor problema del Mar Muerto es que ya no recibe apenas agua del Jordán. Frente a los 1.300 millones de metros cúbicos al año que recibía en los años cincuenta, ahora sólo llegan unos 50 millones", explica a Efe Mira Edelstein, portavoz de la ONG Amigos de la Tierra Oriente Medio.

El deterioro en las últimas décadas ha hecho que la parte norte y sur del gran lago salino hayan quedado totalmente desconectadas. "De hecho, podemos hablar de que sólo queda la parte norte, porque el sur son sólo piscinas industriales para la recolección de minerales", asegura.

Las empresas responsables de los estanques multiplican los problemas de este lago salino sin igual en el planeta. No sólo extraen el potasio y otros minerales, disminuyendo su concentración, sino que utilizan para ello las piscinas de desecación, una técnica muy intensiva en agua que les obliga a sustraer el líquido de la parte norte del lago.

Además, no limpian el sedimento que queda depositado en el fondo de los estanques, lo que hace aumentar su nivel veinte centímetros cada año. Esto eleva el nivel del agua en esa parte, lo que ha puesto en riesgo la supervivencia de una quincena de hoteles de lujo situados en su orilla.

"La cuestión de los hoteles es una línea roja para las autoridades, ha sido lo que ha hecho que al Gobierno empiece a preocuparle la situación", explica Eldestein.

El sistema judicial del país también ha empezado a lidiar con el asunto y, la semana pasada, ordenó a las explotaciones industriales que retiren el sedimento que se ha acumulado desde hace años. Amigos de la Tierra, Salvar Nuestro Mar y otras organizaciones medioambientales que luchan por conservar el lago centran su estrategia en tres aspectos.

"Lo más importante es rehabilitar el río Jordán y devolverle parte de su caudal, lo que se puede hacer disminuyendo el agua que se deriva simplemente con optimizar su uso. También hay que obligar a las empresas contaminantes a que limpien lo que han contaminado y exigirles que utilicen métodos de extracción menos dañinos, como la tecnología de membranas", dice la portavoz ecologista.

Según ella, la recuperación de un tercio del flujo histórico de este bíblico río permitiría rehabilitar el Mar Muerto. La tercera de las estrategias es conseguir que la UNESCO declare el lugar como Patrimonio Nacional de la Humanidad, lo que exigiría la aprobación de planes de gestión conjuntos. Perder el Mar Muerto "sería una catástrofe", advierte Eldestein.

Ello no sólo supondría la desaparición de un ecosistema único, sino que también tendría serias consecuencias económicas -por la pérdida de uno de los destinos turísticos más importantes de la región- y políticas, puesto que es una frontera entre Israel y Cisjordania de un lado y con Jordania de otro.

Fuente:

La Vanguardia

Feynman: Una mosca cojonera en la NASA


¿No conocéis todavía a Richard Feynman? Premio Nobel de Física, declarado deficiente mental por el ejército de los EEUU, estuvo en el proyecto Manhattan y, por si fuera poco, fue la (perdón por la expresión) mosca cojonera de la NASA en la comisión Rogers por la explosión del Challenger. Si tenéis la suerte de no haber leído “¿Está Ud. de broma, Sr. Feynman?” y “¿Qué te importa lo que piensen los demás?”, aprovechadla, leedlos y disfrutad.

Un detalle que quería desmentir en este artículo es que no fue realmente Feynman quien descubrió él solo el problema de la junta tórica. Realmente, fue otro miembro de la comisión Rogers quien le puso sobre la pista: el general Kutyna, con quien se hizo muy buen amigo. Lo interesante de esta historia, sin embargo, es conocer la inquietud que tenía Feynman por averiguar cómo funcionan las cosas por sí mismo. El escepticismo que siempre queremos inculcar desde este blog y otros en los demás: plantea tus dudas y compruébalas por ti mismo: no te fíes de los demás. Piensa por ti mismo y saca tus propias conclusiones.

Feynman nos explicaba:

Esa mañana, el general le llamó por teléfono:

- Estaba trabajando esta mañana en el carburador de mi coche y estaba pensando: el transbordador despegó cuando la temperatura era de 2 o 3 grados bajo cero. Antes de eso, la temperatura más baja había sido de unos doce grados [bajo cero]. Usted es profesor de física. ¿Cuál es, señor, el efecto del frío sobre los retenes tóricos?
- Bueno -dijo Feynman-, los pondrá rígidos. Sí, desde luego.

Eso le llevó a pensar y a preguntar. La respuesta le vino en un montón de papeles:

El papel que viene en lo alto dice, “El profesor Feynman, de la Comisión Presidencial, quiere conocer qué efectos tiene la temperatura sobre la capacidad y tiempo de recuperación de los retenes tóricos…”. Se trataba de un oficio dirigido a un subordinado.

Bajo este oficio hay otro: “El profesor Feynman, de la Comisión Presidencial, quiere conocer…” de aquel subordinado a su subordinado, y así a lo lago de toda la línea.
Hay un papel con unos números preparados por el pobre desgraciado que está en lo más bajo, y después otra serie de notas de documentos de remisión que explican que la respuesta está siendo enviada al siguiente nivel.

Así que tenemos esta pila de papelotes, como un sandwich, y en el medio está la respuesta… ¡a la pregunta errónea! La respuesta decía: “Se comprime la goma durante dos horas a una cierta temperatura y presión, y se observa después cuánto tarda en recuperar su forma primitiva”. ¡Horas! ¡Yo necesitaba saber con qué rapidez respondía la goma, durante un lanzamiento, en milisegundos! Aquella información no me servía de nada.

La mayoría de nosotros hubiéramos optado por aparcar el tema. ¿Iba a hacer eso Feynman?

Vuelvo a mi hotel. Me siento hundido; estoy tomando la cena. Miro la mesa y veo en ella un vaso de agua helada. Me digo para mis adentros, “Maldita sea, yo mismo puedo averigua qué le pasa a esa goma sin que la NASA se pase el día enviando notas adelante y atrás. ¡Voy a hacer yo el ensayo!”

Feynman, siempre aventurero, se avergüenza al decir que ya lo había hecho anteriormente, pero su idea era de hacer el experimento por primera vez delante de todos.

La situación fue de la siguiente manera: Lawrence Mulloy, explicaba con palabras difíciles, a la manera habitual en la NASA, cómo se esperaba que funcionaran los cierres herméticos. Feynman dijo:

- Durante el lanzamiento, se producen vibraciones causantes de que las junturas del cohete se muevan un poquito, ¿es correcto lo que digo?
- Es correcto, señor.
- Y por el interior de esas junturas se encuentran los llamados retenes tóricos, que han de expandirse para mantener la hermeticidad, ¿es así?
- Sí señor. En condiciones estáticas tendrían que mantenerse en contacto directo con la horquilla y la espiga [piezas macho y hembra de la unión].
- ¿Por qué no se eliminan los retenes?
- Porque entonces tendríamos gases calientes expandiéndose a través de la unión.
- Ahora, para que el cierre funcione correctamente es preciso que los retenes sean de goma. Por ejemplo, no serviría el plomo que cuando se deforma por compresión, permanece aplastado.
- Así es, señor.
- Según eso, bastaría que los retenes tóricos perdieran durante uno o dos segundos su capacidad de recuperación para que se creara una situación muy peligrosa.
- Sí señor.

Y a continuación hizo lo que veis en el siguiente vídeo. Delante del público, de la prensa, de todo el mundo…





Curiosamente, Feynman no había querido formar parte de esta comisión. William Graham, director de la NASA le había pedido formar parte. Todos los amigos de Feynman le habían dicho que la investigación de dicho accidente era de la mayor importancia para su país y que él debía participar. Así que pensó que si convencía a su esposa Gweneth de que no era necesaria su participación lo dejaría.

- Mira -le dijo- cualquiera podría hacerlo. Pueden encontrar a otro.

Y su esposa le contestó:

Si no lo haces tú, habrá doce personas, en grupo, yendo todas juntitas de un sitio a otro. Pero si entras en la comisión, habrá once personas, todas en grupo, dando vueltas de un sitio a otro; mientras el duodécimo mete las narices por todas partes, inspeccionando toda clase de cosas raras. Probablemente no habrá nada, pero si hay algo que encontrar, tú lo harás. No hay nadie que haga eso como tú.

Y viendo cómo se desarrollaron los hechos, parece que Gwenwth tenía razón.

A Feynman le hubiera gustado dedicarse a sus problemas de física, que era lo que le apasionaba pero, vistas las circunstancias, acabaría aceptando. Cuando le llamaron por teléfono para escuchar su última palabra, antes de descolgar le dijo:

- Voy a suicidarme durante seis meses.

Ojalá todos los suicidios fueran como el suyo.

Fuente:
Richard Feynman, ¿Qué te importa lo que piensen los demás?.

Tomado de:

Amazings
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