Desde que los doctores empezaron a
enseñarle a la gente la importancia de dejar de fumar, moderarse el
consumo de alcohol, llevar una dieta nutritiva y basada en vegetales y a
cuidar su peso, millones de personas experimentan una culpa tremenda
por sus hábitos no saludables. Sin embargo, la culpa no sirve de mucho
en estos casos y no ha llevado a mejoras significativas en el público en
general. Aunque muchas personas, y quizás cada vez más, lleven un
estilo de vida medianamente saludable, otras tantas escogen no hacerlo.
La doctora Lissa Rankin, en su libro
Mind Over Medicine: Scientific Proof That You Can Heal Yourself
llevó a cabo un experimento interesante en torno a esto. En él
argumenta que, mientras sí es importante llevar una vida sana y hacer
algunas modificaciones para tener mayor bienestar, existen factores
críticos que contribuyen a la salud y a la longevidad y que nada tienen
que ver con los hábitos alimenticios o con los vicios. Como ejemplo de
ello, Rankin cuenta la historia de los inmigrantes italianos que se
establecieron en Roseto, Pensilvania, y que no llevaban un estilo de
vida que se consideraría ni remotamente “sano”.
“Comían albóndigas fritas en manteca,
fumaban como chimeneas, bebían mucho todas las noches y abusaban de la
pizza y la pasta. Sin embargo, sorprendentemente, tenían la mitad de
índice de padecimientos del corazón que el promedio nacional. No era el
agua que bebían, los hospitales a los que iban o su ADN”, apunta la
doctora. Un médico, perplejo por la ausencia de problemas del corazón en
este grupo, inició una investigación y descubrió que esta pequeña y
cerrada comunidad vivía en hogares multigeneracionales y disfrutaba de
cenas comunales y festividades frecuentes, y ello les proporcionaba
consuelo de la soledad que tantas personas sienten.
De acuerdo a la investigación, los
efectos de la soledad en el cuerpo pueden ser fatales. Esta comunidad
italiana, el cariño y el soporte de los demás aliviaba el estrés que
sienten los solitarios, el cual
incrementa los niveles de cortisol
y activa el sistema nervioso simpático, que a su vez incrementa el
ritmo cardiaco, eleva la presión arterial, incapacita al sistema inmune e
incrementa el riesgo de enfermedades del corazón.
Ya que la gente de Roseto nunca se
sintió sola, rara vez moría de problemas del corazón; la mayoría murió
de viejo incluso si fumaba, se alimentaba mal y bebía. Resulta que el
alivio de la soledad es medicina preventiva, y los datos científicos
sugieren que la soledad es un factor mucho más grave que fumar o no
hacer ejercicio.
La doctora Rankin enfatiza que no es
sólo la soledad la que contribuye al hecho de enfermarse o estar sano,
es el estrés del trabajo, el estrés financiero y asuntos de salud mental
como depresión y ansiedad. Una persona que se alimenta mal, fuma y
nunca se ejercita, pero que disfruta de un matrimonio o un noviazgo
increíble, muchos amigos, un trabajo satisfactorio, un sentido de vida,
una actividad creativa, espiritualidad y una gran vida sexual podría
tener mucho mejor salud que alguien vegetariano, yogui y solitario que
se siente miserable en otros aspectos de la vida, de acuerdo a esta
investigación.
Así, no es que este estudio sugiera que
los malos hábitos y los vicios sean el secreto para una vida larga y
placentera, sino que recomienda que empecemos a pensar acerca de nuestra
salud más allá de los confines tradicionales y las “modas” con las que
la mayoría de las personas definen “salud”.
En este TEDx talk la doctora Rankin ahonda en esta teoría: