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29 de noviembre de 2018

A partir del 2019, un kilo ya no pesará un kilo

El kilogramo está en vías de ser actualizado. Lo que está a punto de cambiar es la definición científica exacta de la masa de un kilogramo. Mañana, 16 de noviembre, científicos de más de 60 países se reunirán en la Conferencia General sobre Pesos y Medidas (CGPM) para votar por este cambio, o no, en el Palacio de Congresos en Versalles (Francia), y redefinir cuatro de las siete unidades base para el Sistema Internacional de Unidades (SI).

La conferencia está organizada por la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM, por sus siglas en francés) y si la votación está a favor de la modificación, las nuevas unidades se definirán en términos de constantes que explican el mundo natural. 

Un voto afirmativo significa que el kilogramo (masa), el kelvin (temperatura), el amperio (corriente eléctrica) y el mol (cantidad de sustancia) serían determinados por constantes fundamentales de la naturaleza en lugar de por objetos físicos.

Se tomó esta decisión ya que con el tiempo, el cilindro que rige al kilogramo ha sufrido cambios y ha perdido algunos miligramos; alterando su peso real.

La constante de Planck (H) por el kilo

Sin embargo, a partir de 2019, si así se decidiera, la “gran K” cederá su lugar a la pequeña “h”. Esta constante, descubierta en 1900 por el físico Max Planck, al cual es el producto de una energía por un tiempo.

La unidad seguirá siendo la misma, es decir, se seguirá hablando de kilos; solo cambiará su definición. Esta modificación abrirá la oportunidad para usar nuevas tecnologías y así poner en funcionamiento las definiciones.


“Usar las constantes fundamentales que observamos en la naturaleza como base para conceptos importantes como masa y tiempo significa que tenemos una base estable desde la cual avanzar en nuestra comprensión científica, desarrollar nuevas tecnologías y abordar algunos de los mayores desafíos de la sociedad”, explicó Martin Milton, director de BIPM, en entrevista con The Associated Press.
El valor de la unidad de masa ya no dependerá de un objeto, sino de una constante de la naturaleza.

Las nuevas definiciones quedarían así:

El kilogramo será definido por la constante de Planck (h)
El ampere por la carga eléctrica elemental (e)
El kelvin por la constante de Boltzmann (k)
El mol por la constante de Avogadro (NA)

Durante 130 años, el kilo ha sido la referencia de la unidad básica de masa. El kilo patrón, fabricado con una aleación resistente a la corrosión de 90% de platino y 10% de iridio, pocas veces ha visto la luz, pero ha cumplido una función crucial como la base del sistema aceptado internacionalmente para medir la masa del cual depende, por ejemplo, el comercio internacional.

Se necesitan tres llaves, guardadas en tres lugares distintos, para abrir la bóveda donde se guardan el Gran K y seis copias oficiales –– conocidas como “el heredero y los repuestos” –– bajo campanas de vidrio en la Oficina Internacional de Pesos y Medidas en Sevres, un suburbio al oeste de París.

Es oficial, se votó a favor. ¿Qué va a cambiar?

La Conferencia Internacional de Pesos y Medidas aprobó la redefinición histórica del Sistema Internacional de Unidades. El acuerdo entrará en vigor el 20 de mayo de 2019.

En lugar de usar el kilogramo clásico como criterio, los científicos usarán la constante de Planck para definir un kilogramo, lo que varía en unos 50 microgramos menos. El nuevo valor del kilogramo se deriva de la constante de Planck gracias a una balanza de potencia.

La constante de Planck es la cantidad de energía liberada en la luz cuando los electrones en los átomos saltan de un nivel de energía a otro. Ese número ahora será exactamente de 6.62607015 x 10 ^ -34 J·s. Para realizar sus mediciones, los científicos usarán un instrumento electromagnético sensible conocido como balance de Kibble.

Todavía queda una unidad básica en el punto de mira: el segundo.

Este cambio no tendrá ninguna implicación en la cesta de la compra ni se notará en el día a día, pero puede ser muy importante en ámbitos científicos como el desarrollo de medicinas.

Fuente: Muy Interesante 

14 de enero de 2013

Una roca es un reloj

Investigadores de la Universidad de California en Berkeley (EE UU) han creado un nuevo reloj atómico que puede medir el tiempo con la masa de un átomo, y viceversa. El desarrollo de este dispositivo, cuyo mecanismo se presenta esta semana en la revista Science, puede ayudar a definir mejor el concepto de kilogramo.


“Por así decirlo, una roca es un reloj”, señala Holger Müller, un profesor de la Universidad de California-Berkeley (EEUU) preocupado desde niño por saber lo que realmente es el tiempo. Ahora, junto a otros colegas de su universidad, acaba de fabricar un reloj que asocia el tiempo a la masa de una partícula.


Usar la masa para medir el tiempo y viceversa

Medir el tiempo usando la masa, y viceversa Crédito: Pei-Chen Kuan.


Los investigadores han materializado la hipótesis del físico francés Louis-Victor de Broglie, que ya en 1924 planteó que la materia, además de su característica corpuscular, también puede actuar como una onda.


Construir un reloj de materia parecía imposible, ya que la frecuencia –denominada de Compton– de esas ondas de materia se consideraba casi imposible de observar, o aunque se pudiera, las oscilaciones serían demasiado rápidas para medirlas.


“En un reloj de pared hay un péndulo y un mecanismo que puede contar sus oscilaciones, pero no había manera de hacer un reloj de ondas de materia, ya que su frecuencia de oscilación es 10 000 millones de veces más alta que, incluso, las oscilaciones de la luz visible”, comenta Müller.


Sin embargo, el equipo lo ha conseguido gracias a los dos aparatos con los que ha construido su reloj: un interferómetro –instrumento que usa la interferencia de las ondas para medir las longitudes de onda– y un ‘peine’ de frecuencias. Con ellos han podido jugar con las variables de la frecuencia de Compton (w=mc2/h, donde m es la masa, c la velocidad de la luz y h la constante de Planck) en un átomo de cesio.


Como, según la teoría de la relatividad, el tiempo se ralentiza para los objetos en movimiento, el átomo de cesio que se aleja y vuelve es más ‘joven’ que el que se queda parado. Es decir, la onda de materia del cesio viajero oscila menos veces. Así, midiendo las ínfimas diferencias de frecuencia –del orden de 3×1025– se puede calcular el tiempo.


“Nuestro reloj tiene una precisión de siete partes por cada mil millones”, explica Müller, quien reconoce que esto todavía es cien millones de veces menos de lo que ofrecen los mejores relojes atómicos actuales, que usan iones de aluminio.


Mejores relojes y patrones atómicos


“Pero las mejoras en nuestra técnica pueden impulsar la precisión de los relojes atómicos, incluidos los de cesio que hoy se emplean para definir el segundo”, añade el investigador.


Además de poder medir el tiempo con la masa, el estudio plantea lo contrario: deducir la masa conociendo el tiempo de las oscilaciones. Es otra de las ventajas de utilizar la ecuación de Compton.


De esta forma, el trabajo –que publica Science esta semana– también puede ayudar en el futuro a definir mejor el concepto de kilogramo, que se podría relacionar con una unidad de tiempo como el segundo.

En la actualidad la masa de referencia del kilogramo es un cilindro de platino e iridio que se custodia en una caja fuerte en Francia, con copias exactas repartidas por todo el mundo. La de Reino Unido se hecho popular recientemente porque se ha detectado que ha ‘engordado’ unos microgramos. Para evitar desviaciones como esta, la Conferencia General de Pesos y Medidas trata de sustituir este kilogramo estándar por otro basado en una medida física de mayor precisión.


En este sentido se plantea la propuesta del equipo para hacer un nuevo patrón de masa en función del tiempo, junto a otras alternativas como el uso de la denominada esfera de Avogadro, un cristal muy puro de silicio del que se conoce con precisión su número de átomos.


“Nuestro reloj y las mejores esferas de Avogadro actuales pueden facilitar la nueva definición de kilogramo”, dice Müller, que resume: “Conocer el tictac de nuestro reloj es equivalente a conocer la masa de la partícula, y una vez que sabes la masa de un átomo, puedes relacionarla con las masas de los demás”.


Referencia bibliográfica: S.-Y. Lan; P.-C. Kuan; B. Estey; D. English; J.M. Brown; M.A. Hohensee; H. Müller; H. Müller. “A Clock Directly Linking Time to a Particle’s Mass”. Science, 10 de enero de 2013.
Fecha Original: 10 de enero de 2013 Enlace Original

Tomado de:

Ciencia Kanija

8 de enero de 2013

El kilogramo oficial tiene "sobrepeso"



El kilogramo original

El kilogramo original, que rige la masa de un kilo, está guardado en las afueras de París.

Los excesos de las fiestas provocan que no sean pocos los que deciden, como propósito para el nuevo año, perder esos kilos de más acumulados tras incontables comidas y familiares.

Pero, ¿qué pasaría si no hubiese que hacer ninguna dieta y que, aún con los kilos de más, conservásemos -en los números- el mismo peso?

Pues eso es precisamente lo que, según los científicos, ocurrió con el cilindro que determina lo que es oficialmente un kilogramo: podría haber "engordado" y pesar más de 1.000 gramos.

Científicos británicos comprobaron que una de las réplicas de este cilindro pesa más de un kilo, de lo que se deduce que el que se encuentra en París podría también tener sobrepeso.

El kilogramo es la única de las siete unidades comprendidas en el Sistema Internacional de Unidades que se define en función de un objeto: el patrón de platino iridio fabricado en Londres y conservado en Francia en la Oficina Internacional de Pesos y Medidas (BIPM, según sus siglas en francés).

Este estándar fue establecido por la BIPM en 1889, durante la Conferencia General de Pesos y Medidas. Del original se reprodujeron 40 réplicas, que fueron distribuidas por todo el mundo y que son comparados con el original cada 50 años.

Pequeñas diferencias

Según afirma en un comunicado la Universidad de Newcastle, en Reino Unido, los profesores Peter Cumson y Naoko Sano usaron una avanzada técnica para analizar la superficie de uno de los cilindros "hermanos" del de París y encontraron que el kilogramo original podría haber aumentado de masa en poco menos de 100 microgramos.
"La masa es una unidad tan fundamental que incluso un pequeño cambio es significativo y el impacto de tal variación a escala global es enorme"

Peter Cumson, de la Universidad de Newcastle

Los estudios se realizaron sobre la copia 18 del kilogramo original, que fue la enviada desde París a Reino Unido.

"Realmente no importa lo que pese siempre y cuando todos nos refiramos al mismo estándar; el problema son las pequeñas diferencias. El kilogramo original y sus 40 réplicas distribuidas por el mundo están creciendo a distintos ritmos, diferenciándose unas de otras", asegura Cumson en el comunicado.

"Pero estamos hablando tan solo de unos gramos –menos de 100 microgramos-, así que lamentablemente no podemos quitarnos un par de kilos y fingir que los excesos de Navidad nunca ocurrieron", añade.

Bronceado para adelgazar

Pero las diferencias, aunque mínimas, son significativas.

"La masa es una unidad tan fundamental que incluso un pequeño cambio es importante y el impacto de tal variación a escala global es enorme", dice Cumson.

"Lo que hemos hecho en la universidad es darle a esta superficie una especie de bronceado. Exponiendo la superficie de los cilindros a una mezcla de rayos ultravioleta de onda larga (UVA) y ozono hemos podido quitar la contaminación y potencialmente devolverle al prototipo su peso original".

Varios institutos de medición del mundo entero trabajan para encontrar una alternativa a este ejemplar que no esté basada en una pieza de metal.

Otras opciones



El kilogramo se define en función de un objeto y los expertos piensan ahora en definirlo tomando como base la mecánica cuántica.

Muchos científicos apuestan por una opción: la constante de Planck, una constante física -que recibe su nombre de Max Planck, su descubridor- y que juega un papel fundamental en la teoría de la mecánica cuántica. clic Haga clic aquí para ver la definición.

Diversas investigaciones en marcha han establecido una conexión entre la masa y la constante de Planck.

La idea es que cuando exista una conclusión unánime acerca de esta cuestión se pueda poner en marcha una nueva definición de la unidad métrica de peso.

"Se ha logrado un consenso internacional que apunta a que en el futuro cercano el kilogramo debe de ser redefinido en base a un valor fijo que parte de la constante de Planck. Aunque nuestros experimentos están progresando, es demasiado pronto para poner en marcha una nueva definición de kilogramo", explica Michael Stock, físico del BIPM.

"Los expertos en metrología de masas recomiendan que hasta que no haya un consenso entre los experimentos realizados en laboratorios de todo el mundo no se dé este paso", continúa el investigador.

Mientras tanto, habrá que seguir confiando en el kilogramo de París y en sus pequeñas inexactitudes.

Fuente:

BBC Ciencia

17 de febrero de 2012

Un kilo ya no pesa mil gramos


Puede parecer absurdo, pero no lo es en absoluto. Y es que el kilogramo patrón, el cilindro de platino e iridio que constituye desde 1889 el prototipo internacional por el que se define el kilogramo y que “marca el peso” a todos los kilogramos del mundo, ha experimentado variaciones en su masa del orden de 50 microgramos a lo largo de los últimos cien años, debido a la abrasión y al acrecimiento de contaminantes atmosféricos. Así que la cuestión ya no es que “no pesan los kilos, pesan los años”, sino que no pesan los kilos según pasan los años. Y lo más grave no es que el prototipo internacional no sea totalmente estable a largo plazo, sino que la magnitud de estos cambios no se puede conocer con exactitud, al no haber una referencia exacta con la que compararlo. ¿Cómo va a haberla si “él” es la referencia única?

Por esa razón, desde hace ya varios años, y cansados de estar “pendiendo de un kilo”, los institutos de metrología –disciplina encargada de los sistemas de medidas– de medio mundo se afanan en dar con una definición del kilogramo más acorde con los tiempos que corren. El objetivo es desarrollar un experimento que pueda ser reproducido por cualquier laboratorio del mundo que disponga del equipo adecuado, y que defina la unidad de masa en función de constantes atómicas y/o fundamentales –que son valores inmutables–, a imagen y semejanza de cómo son definidas las otras seis unidades fundamentales del Sistema Internacional –por ejemplo, el metro se define como la distancia que recorre la luz en el vacío 1/29.9792.458 de segundo–. Y con una precisión igual o mayor que la del patrón actual; esto es, con un grado de incertidumbre menor que 0,05 partes por millón.

Para lograrlo, hay dos formas de enfocar el reto. Una de ellas pretende definir el kilogramo en función de la masa atómica, y la otra, en función de la constante de Planck.
En la actualidad, hay cuatro procedimientos principales –dos por línea– sobre los que se está trabajando en distintos laboratorios. Cuatro opciones de gran complejidad práctica, debido a que exigen realizar una serie de mediciones con la mayor precisión, pero que, dejando a un lado toda la parafernalia tecnológica que implican, tienen planteamientos sencillos como punto de partida.

Es la bola de cristal

Si todos los átomos de un isótopo de un elemento pesan exactamente lo mismo, si su masa atómica es un valor constante e inmutable, entonces, ¿por qué no definir el kilogramo como la masa de “tropecientos” millones de átomos (del orden de 1026)? Esta es la idea motriz de los procedimientos que pretenden ligar el kilogramo con la masa atómica. El problema reside en que, por una cuestión de tamaño, los átomos no se pueden contar de manera directa tal que: un átomo, dos átomos, tres átomos…, por lo que hay que recurrir a métodos indirectos con el fin de determinar su número. Y ahí está el quid de la cuestión, en desarrollar un método que permita saber con la suficiente precisión cuántos átomos hay en una muestra.

En la “aproximación de la esfera de silicio”, se ha optado por contar el número de átomos de silicio presentes en una esfera cristalina de este material, de un kilogramo. ¿Cómo? Básicamente, mediante técnicas de interferometría óptica y rayos X se mide el volumen que ocupa un átomo; a continuación, se fabrica una esfera cristalina y se mide su volumen, de tal modo que, a partir de la relación entre volumen de la esfera y volumen del átomo, se puede deducir el número de átomos presentes. Un método que plantea enormes dificultades prácticas, como la fabricación de esferas cristalinas casi totalmente perfectas. Hasta el punto de que, si se llevasen las actuales al tamaño de la Tierra, su mayor irregularidad no superaría los 4 m de altura.

Que circule el oro

Todo ello ha motivado la aparición de un método alternativo que todavía se encuentra en las primeras fases de desarrollo: el de “la acumulación de iones”, que intenta definir el kilogramo en función de la masa del ión del isótopo 197 del oro. El sistema elegido para contar los iones consiste en recoger una cantidad mensurable –del orden de 10 g– de ellos y aplicarles luego una diferencia de voltaje, lo que genera una corriente eléctrica. Porque una corriente eléctrica se produce por el movimiento de partículas cargadas (los iones de oro), y su intensidad es pro­porcional al número de partículas circulantes. Así, midiendo la intensidad de la corriente, se puede determinar el número de iones de oro.

Levántate y pesa

La otra línea de actuación a través de la cual se intenta definir el kilogramo es en función de la constante (fundamental) de Planck, apro­vechando que esta se puede relacionar con la energía eléctrica, y esta, a su vez, con la energía mecánica (E = mgh). Paradójicamente, aunque la idea de partida puede resultar más compleja que la de la contar átomos, los métodos ensayados son tanto o más fáciles de entender. Lo único que hay que saber es que una co­rriente eléctrica genera un campo mag­nético; vamos, que se comporta como un imán. Que no es ni más ni menos que el fundamento de los electroimanes.

Los más escépticos pueden comprobar la relación entre corriente eléctrica y campo magnético acercando una brújula a un alambre conductor. Cuando por este alambre se hace pasar una corriente, la aguja de la brújula se desvía, lo que supone una demostración de que la corriente eléctrica produce un campo magnético. De los dos métodos ensayados con este enfoque, el de la “masa supercondutora levitante” es el último candidato a definición.

El objetivo es hacer levitar un kilogramo de un material superconductor en un campo magnético generado por una bobina por la que circula una corriente eléctrica. O, desde un punto de vista muy simplista, hacer levitar un imán de un kilogramo aprovechando la repulsión entre polos iguales de dos imanes. Cuando la masa levitante se estabiliza en el aire, la fuerza gravitatoria (m x g) y la magnética se anulan. Y como esta fuerza magnética es producida por una corriente eléctrica, ya se puede relacionar la masa con la energía eléctrica, y por tanto, con la constante de Planck. Las dificultades tecnológicas están motivadas por el hecho de que hacer levitar un objeto –incluso un superconductor– no es lo que se dice sencillo.

Tómese una balanza de platillo

En el “método de la balanza de Watt”, surgido hace dos décadas y que constituyó el primer intento serio de redefinir el kilogramo, la idea es la misma que en el anterior –esto es, mover una masa con un campo magnético generado por una corriente eléctrica– pero limitada a la tecnología disponible. El sistema consiste en “pesar” la fuerza que ejerce un anillo conductor sobre un imán. Suena horrible, pero no es para tanto. Tómese una balanza de platillos –y tómese también la precaución de que sean metálicos– que estén vacíos.

Si se coloca un electroimán bajo uno de ellos, comenzará a atraerlo, tirará de él y la balanza se inclinará de ese lado. Ahora lo que hay que hacer es colocar pesas en el otro platillo, hasta volver a equilibrar la balanza. Cuando se consigue, se está “pesando” la fuerza magnética del electroimán, con lo que ya se puede relacionar la masa que hay en el platillo con la corriente eléctrica que circula por el electroimán y, a partir de ella, con la constante de Planck.

En la actualidad, el procedimiento de la balanza de Watt continúa siendo el más prometedor a la hora de alcanzar a corto plazo las exigencias de precisión demandadas. Y es que “no pesan los años para pesar el kilo”.

Tomado de:

QUO Ciencia

24 de enero de 2011

¿El kilo pierde peso?

El kilogramo oficial pesará 50 microgramos menos.

Científicos de todo el mundo se dan cita esta semana en la Royal Society de Londres para redefinir el kilogramo, la última medida del Sistema Internacional de Unidades (SI) que todavía tiene como referencia un artilugio material.

La academia nacional de ciencia del Reino Unido debate a partir del lunes este asunto, que afectará a la futura configuración del SI, el sistema más utilizado en el mundo para medir unidades en el comercio y en la ciencia, que cuenta con siete unidades básicas: metro, kilogramo, segundo, amperio, kelvin, mol y candela.

En principio, estas unidades utilizadas para expresar las magnitudes físicas definidas como básicas, a partir de las cuales se determinan las demás, deberían permanecer inalteradas con el tiempo, algo que no ocurre con el kilo al tener como referencia un objeto.

El objeto es una pieza de platino iridio fabricada en Londres en 1879 y guardada en la Oficina Internacional de Pesos y Medidas de París desde 1898, que en el último siglo ha variado de masa y peso.

Según las medidas tomadas en los últimos 100 años, la masa de este prototipo internacional puede haber variado en aproximadamente 50 microgramos, el peso de un grano de arena de 0,4 milímetros.

Este cambio infinitesimal es lo que ocupa a estos científicos, que están trabajando para que la definición del kilogramo se pueda basar en el valor fijo de una constante que permanezca inalterable.

La opción elegida, según explicó la Royal Society, es la 'constante de Planck' (por su descubridor, Max Planck), una constante física que representa al cuanto elemental de acción y que juega un papel central en la teoría de la mecánica cuántica.

En un comunicado, la Royal Society avanzó que la intención, como en anteriores redefiniciones del SI, es mantener la continuidad, por lo que el nuevo kilo tendrá el mismo tamaño que el prototipo actual.

El nuevo kilo pesará menos

En otras palabras, el nuevo kilo pesará 50 microgramos menos.

El doctor Michael Stock aseguró que "se ha logrado un consenso internacional", pero dijo que aún es pronto para presentar el nuevo kilogramo a la espera de que concluyan todos los experimentos.

Los expertos en metrología de masa han recomendado que no se establezca una nueva definición de esta unidad basada en la constante de Planck hasta que no haya una conclusión unánime de los experimentos que se realizan en laboratorios de todo el mundo.

El kilo seguirá así los pasos del metro, que originalmente era una fracción del arco del meridiano de París y que se define ahora a partir de la velocidad de la luz, y abrirá el camino para otras redefiniciones, como la del amperio, el kelvin y el mol.

Los trabajos están avanzados en el caso del kelvin, la unidad básica de temperatura, actualmente definido por una transición atómica de microondas y que previsiblemente se fijará a partir de una transición óptica con una frecuencia mucho más alta.

El objetivo final es que todas las unidades, que forman la base del sistema mundial de medidas, sean estables y universales.

El doctor Terry Quinn, director emérito de la Oficina Internacional de Pesos y Medidas, será el encargado de presentar estos días ante la Royal Society los avances logrados, de coordinar los trabajos para completar esta revisión, y de evaluar y explicar las implicaciones que los cambios tendrán en el mundo de la ciencia y en la vida del ciudadano.

Fuente:

El Mundo Ciencia

14 de enero de 2008

Conocer Ciencia TV: "El Sistema Métrico Decimal"



Conocer Ciencia - Programa Nº 15

Serie_Matemática_09

Tras unas cortas vacaciones, Conocer Ciencia regresa a sus hogares en el horario habitual, 7:00 p.m., y por cortesía de EconoCable (canal 23),. Ahora llegamos a los distritos de Barranca, Pativilca y Paramonga.

Los números y el calendario
Este verano usted se sorprenderá (en un especial de una semana) conociendo la historia y los secretos del calendario, conocerá los calendario de los antiguos peruanos, sabrá la reforma que realizó el emperador romano Julio César al calendario, asimismo conocerá el verdadero origen de la fiesta de año nuevo y de la celebración de la navidad. Le aseguramos que se sorprenderá.

Vida y reproducción
También hemos preparado un especial sobre la vida y la reproducción, nos pasearemos por los campos de la genética y la biología para al final conocer como es que nosotros, los seres humanos, somos lo que somos. Usted conocerá como un monje, que se dedicaba a la jardinería, nos enseñó la genética, conoceremos también a las células más pequeñas: los espermatozoides. También hablaremos del carbono, el nitrógeno, el oxígeno, el hidrógeno, el azufre y el fósforo ¿por qué hablaremos de estos elementos químicos... ¡ya lo descubrirán! Lógicamente también trataremos d elas proteínas, las enzimas y el ADN. Al final de este especial usted sabrá por qué se parece tanto al abuelo.

Como el hombre llegó a pensar
Finalmente, en otro especial de una semana, descubriremos juntos como es que el hombre llegó a pensar. Nuestros pensamientos nos diferencian de los demás animales, pero ¿cuáles son los factores que indujeron a los seres humanos a pensar? Nos apoyaremos en la antropología, la sociología, la psicología y la biología para contestar esta pregunta fundamental. Si usted desea conocer como mejorar el aprendizaje de sus hijos, o sus alumnos, en la escuela, no puede perderse este especial.

Y eso no es todo...

Asimismo usted encontrará los resúmenes de las ponencias, en formato Power Point, en este blog. Podrá descargar los materiales de manera gratuita y darle los usos que usted estime conveniente.

Bien, aquí les dejo el especial sobre el Sistema Métrico Decimal que transmitimos por la señal de Econocable antes de las fiestas navideñas, esta presentación se realizó a lo largo de tres programas. Para este tema hemos partido de un capítulo del libro "De los números y su historia" del renombrado divulgador de ciencia Isaac Asimov.



El Sistema Métrico Decimal contiene:

Sustantivos y adjetivos
Medir
Unidades de longitud
Múltiplos y submúltiplos
El sistema decimal
Historia de las medidas
Revolución Francesa
El Sistema Solar
El año luz
El parsec
Andrómeda
El Universo
La luz
Unidades de peso
Ameba
Unidades de tiempo
El segundo
Yuri Gagarin
Gala-años
Piones
Mesón Omega
Magnitudes


Saludos.

Leonardo Sánchez Coello
Barranca, enero de 2007
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