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21 de marzo de 2014

¿Por qué las gallinas ponen tantos huevos?

Una gallina doméstica pone hasta 300 huevos en un año

Las gallinas domésticas ponen huevos todos los días. Son esos los huevos que guardamos como un tesoro en nuestra despensa y cocinamos de las maneras más variadas. Las demás aves ponen huevos en primavera, cuando tienen algún macho cortejándolas y copulándolas porque las condiciones son óptimas para llevar adelante la reproducción: la comida disponible es abundante y la temperatura adecuada.

“Al igual a las mujeres que producen un óvulo cada mes independientemente de su actividad sexual, las gallinas producen un huevo cada día sin importar si tienen acceso a un gallo o no”, explica a RTVE.es José Cózar, veterinario de producción.

Es una tendencia natural de las gallinas que los hombres hemos aprovechado. “Las gallinas ponedoras domésticas están seleccionadas genéticamente para potenciar esta predisposición a poner huevos”, apunta. La Gallus Bankiva, el antepasado de la gallina doméstica, pone conjuntos de unos 12 huevos varias veces al año. Por este motivo seguramente fueron domesticadas en el sudeste asiático hace 9000 años.

A finales del siglo XIX comenzó el frenesí gallináceo. Llegaron a Europa ejemplares de razas raras del exótico Oriente y se inició una cría selectiva para lograr preciosos ejemplares de exhibición. Pronto el interés cambió y la cría selectiva derivó hacia el logro de ejemplares que dieran buena carne y muchos huevos. Así, casi toda la diversidad nacida en el siglo XIX ha desaparecido. Hoy en día la mayoría de las gallinas de uso industrial son de la raza New Hampshire o Leghom y se producen unos 63 millones de toneladas de huevos al año.

Una gallina pone hasta 300 huevos en un año. “Nacen con miles de pequeños folículos (óvulos sin madurar) en su ovario (tiene solo activo el izquierdo, el otro está atrofiado) que a lo largo de su vida se convertirán en óvulos que progresarán hasta formar huevos”, ilustra el veterinario. Empiezan a poner huevos a la edad de cuatro o seis meses.

En vez del óvulo por ciclo de 28 días de las mujeres, “las gallinas tienen racimos de 8 a 10 óvulos que van madurando hasta convertirse en huevos a lo largo de un ciclo de 10 semanas. Van superponiendo ciclos de tal manera que están poniendo huevos casi cada día durante cerca de dos años, lo que dura su vida en la explotación avícola”, puntualiza el experto.

La yema crece en el ovario 

Esto sucede con un periodo diario de luz estable de 8 horas de oscuridad y 16 de luz, que se regula en el interior de nave donde viven las gallinas en las explotaciones. “La luz indica al cerebro de la gallina que segregue una serie de hormonas que provocan la liberación del folículo para que se inicie su maduración y se forme un huevo”, explica Cózar.

Entonces, en el mismo ovario el óvulo empieza a acumular durante 10 días los componentes para formar la yema (agua, proteínas, grasas, glucosa en su mayoría) que se forman en el hígado y llegan a través del torrente sanguíneo. El color depende de los pigmentos que contiene la comida del pollo. Por ejemplo, la dieta rica en maíz y alfalfa da lugar a una yema más amarilla. La yema es enorme porque contiene provisiones para desarrollar un pollo, proeza que dura 21 días. En su superficie hay un pequeño disco blanco. Es el disco germinal, lugar en el que se inicia la división de las células embrionarias si el huevo se fecunda.

La clara protege al hipotético embrión

La clara se forma cuando el ovario libera la yema terminada (los curiosos huevos de dos yemas se producen cuando se liberan dos a la vez). La clara sirve para proteger la yema y amortiguar los golpes del hipotético embrión. Su formación dura unas 25 horas. La yema discurre por el oviducto (un canal de unos 60 centímetros) cuya pared va liberando proteínas que cubren la yema formando la clara en tres capas de distinta densidad.

El huevo en formación sigue discurriendo por el oviducto. El siguiente paso es la formación de dos membranas que protegen la estructura de microorganismos. Más tarde, ya en el útero, se forma la cáscara durante unas 14 horas. Es una corteza de carbonato de calcio con unos 10.000 poros para que entre aire.

El toque final es una cutícula formada en su inmensa mayoría por proteínas y pequeñas cantidades de lípidos y carbohidratos. Recubre toda la superficie de la cáscara. La principal función de esta película consiste en sellar los poros, formando una barrera física contra la penetración de microorganismos. También evita la pérdida de agua y da un aspecto brillante al huevo. El color final del huevo depende de la concentración de pigmentos incluidos en la película y que quedan atrapados en los poros. Así, los huevos marrones incluyen ovoporfirinas, procedentes de los glóbulos rojos, los blancos nada y los azules llevan ovocianinas, que provienen de proteínas procedentes de la síntesis de la bilis, que es verde intenso. Y así es como se forma el magnífico alimento que protagoniza los platos más deliciosos a lo largo y ancho del mundo.

Fuente:

RTVE Ciencia

21 de marzo de 2013

Los gallos estarían programados genéticamente para cantar al alba

Un estudio realizado por investigadores en Japón revela que el detonante del canto del gallo es su ciclo circadiano interno, y no las condiciones de luz, como se creía anteriormente.

 
Contrario a la creencia popular, de que los gallos cantarían como una reacción detonada a raíz de las condiciones de luz, un nuevo estudio, publicado en la última edición de Current Biology, señala que en realidad su canto se debe a que estas aves estarían programadas genéticamente para cantar al amanecer, siguiendo los instintos de su reloj biológico.

Anteriormente se desconocía si este acto por parte de los gallos se detonaba en razón de estímulos circundantes en el ambiente o no, sin embargo este estudio sugiere evidencias que también podrían ser aplicables para algunos otros animales, como gatos y perros.

Takashi Yoshimura, investigador de la Universidad de Nagoya, quién es uno de los responsables de este trabajo, colaboró con un grupo de especialistas para dirigir este experimento, donde mantuvieron a un grupo de gallos en condiciones simuladas de luz, donde la evolución de la iluminación imitaba a la de 24 horas de un día normal, pero con un desfase opuesto al horario real, con el objetivo de comprobar si los estímulos del ambiente eran lo que en realidad detonaban su canto, sin embargo, a pesar de todo y con el Jet-lag simulado, las aves cantaban invariablemente al momento del alba.

"Estamos interesados en los mecanismos que controlan desde una perspectiva genética la conducta de los animales, los gallos son un excelente modelo de inicio", señala Yoshimura.

Los investigadores argumentan que este hecho comprueba que el canto de los gallos está sujeto y condicionado a un ciclo circadiano, propio del reloj biológico de estos animales, en otras palabras, están programados genéticamente para cantar a una determinada hora del día, no 100% precisa pero cercana, marcando así sus lapsos de 24 horas para realizar este acto.

Alimentarse, dormir, levantarse, existen distintas actividades cíclicas que realizan los entes vivos por este mecanismo interno de tiempo, desde las plantas hasta el propio ser humanos, todos programados genéticamente para realizar estos ciclos. Los resultados de este estudio representan la primera etapa de un proyecto más amplio, donde el grupo de investigadores busca también explicar otros fenómenos del tipo, como el canto de otras aves o los detonantes del habla en los humanos.

Imagen: TBWA

Fuente:

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19 de julio de 2011

El "boom" de lasgallinas ponedoras en los EE.UU.

Especial: Seres Vivos:

La gallina y la ciudad


Fotos: Isaac Hernández

Vuelven las gallinas a la ciudad. Nueva York reclama a sus viejas y cacareantes moradoras, que andan picoteando alegremente en los jardines comunitarios y en los patios traseros, del todo ajenas a la cacofonía de las ambulancias y los coches de bomberos...

“Tenemos la idea equivocada de que las gallinas no pertenecen a la ciudad”, admite Owen Taylor, “padrino” de la nueva generación de ponedoras neoyorquinas. “Durante cientos de años, las gallinas han sido siempre parte del paisaje urbano. Al menos así fue hasta los años cincuenta, cuando las ciudades cedieron definitivamente el espacio al coche”.

Owen, 30 años, se crió en una zona rural de Connecticut. Fue profesor de ecología y diseño urbano antes de pasar a la práctica con el Chicken Project, el programa lanzado por la organización Just Food para promover la crianza de las gallinas en el fragor de la gran urbe y allá donde no llegan los alimentos frescos.

Quedamos con Owen en el Jardín La Unión, en Sunset Park, uno de tantos “desiertos alimenticios” de Brooklyn donde no es posible encontrar más que comida enlatada y “fast food”. Con el gallinero recién concluido, Monica Vega, Leslie Velasquez y otras voluntarias del jardín confían en sacar de sus diez gallinas al menos 40 huevos a la semana...

“Las gallina son las únicas mascotas que nos dan de comer”, atestigua Owen. “Y si tenemos un huerto cerca, fertilizan la tierra y mantienen a raya a la población de insectos. Los niños tienen además una conexión muy directa con ellas. Es cierto que son muy huidizas y difíciles de coger, pero hay pocos animales tan divertidos”.

Eso sí, criar gallinas “es una responsabilidad diaria”, advierte el experto. “Hay que darles agua y comida todos los días, y hay que mantener limpio el gallinero para evitar problemas de olores. Cualquiera puede cuidar gallinas en su patio trasero, es perfectamente legal. Pero los vecinos pueden denunciarte si causas “molestias”. Aunque hay una forma infalible para convencerlos: ofréceles huevos”.

Dejamos a Owen en Brooklyn y con su bicicleta, y saltamos a otro de los gallineros predilectos de Just Food. Salimos al encuentro del afromaericano Abu Talib, nacido hade 77 años en Carolina del Sur y “renacido” como agricultor urbano en la Taqwa Community Farm, a la sombra del estadio de los Yanquees. Estamos en el corazón del Bronx neoyorquino, con sus tristes bloques de ladrillo descolorido, a donde llega de pronto el olor al campo...

“Esto fue como volver a mis orígenes, en 1934 y en el sur. Entonces había aún muchas granjas en las ciudades; a todos nos despertaba el canto del gallo y los pollos correteaban por las calles... Yo también di el salto a la jungla asfalto, y he trabajado en todos los oficios imaginables en Nueva York, incluido el de taxista. Pero por fin he encontrado un propósito. Esta no es mi pasión, es mi “misión” en la vida”.

“Imagina que no existe el hambre”... Lo lleva escrito Abu Talib en su camiseta negra, con la estampa de John Lennon. Y ésa es la “misión” a la que se entrega con devoción religiosa: traer verdura, fruta y huevos frescos a estas barriadas pobres invadidas por la “comida basura”.

El gallinero anda hoy alborotado. Abu Talib entra sigilosamente y se lleva cuatro huevos de rigor. Vuelve luego, con la intención de atrapar a una gallina, pero todas huyen, y además suelen aprovechar cuando las tienes en tus brazos: “Cagan mucho y en cuanto te descuidas...”.

La “fiebre” de las ponedoras arrancó hace dos d'ecadas en dos ciudades de la costa oeste. Oakland y Portland (récord nacional de pollos per cápita) marcaron una tendencia que ha arraigado ya entre las autopistas de Los Angeles y entre el cemento neoyorquino. El Ministerio de Agricultura se ha visto desbordado y no dispone de momento de un censo siquiera aproximado de gallinas urbanas. A falta de estadísticas oficiales, lo más fiable es la web Backyard Chickens, que reúne a 60.000 criadores.

En algunas ciudades, como Madison, la cría comenzó clandestinamente, a través de grupos como The Chicken Underground. Cada vez son más las ciudades que se suman a la imparable tendencia, con ordenanzas que fijan un número máximo de gallinas por familia (el auténtico “paraíso” gallináceo es Albuquerque, hasta 15 polluelos por cabeza).

El “lobby” de las gallinas, encabezado por la Yellow House Farm de Nueva Jersey, está intentando ahora seducir a la mismísima Michelle Obama para que incorpore unas cuantas “mascotas” ponedoras al famoso huerto urbano de la Casa Blanca, para mayor deleite de Sasha y Malia.

Fuente:

El Mundo (España)

12 de agosto de 2010

¿Por qué canta el gallo?


¡Cocoroco! canta el gallo y, en la sociedades rurales, la gente no necesita ver el reloj para saber que ha llegado un nuevo día. Pero ¿por qué canta el gallo?


Los gallos son aves territoriales
que muestran su poderío y dominancia mediante los desafiantes cantos, que amedrentan a otros machos y atraen a las hembras. Si después de arrancarse con un potente cocoricó no hay respuesta, quedará claro quién es el amo. Sin embargo, como otro individuo del mismo corral conteste el reto vocal mostrando su candidatura al trono del harén, habrá pelea musical y, luego, física.

Los gallos repiten su canto muchas veces a lo largo de la jornada, sobre todo a mediodía, a media tarde y de madrugada, aunque es al amanecer cuando dan el do de pecho, para dejar clara su altiveza. También emiten un cacareo similar al de las gallinas, sobre todo cuando se disponen a copular o si encuentran comida, para avisar a las hembras.

Fuente:

Muy Interesante

15 de julio de 2010

¿Qué fue primero el huevo o la gallina?

Jueves, 15 de julio de 2010

¿Qué fue primero el huevo o la gallina?

Ahora ya lo sabemos: la gallina. Lea:

(cc) Laura R. Zambuto, James Gathany

(cc) Laura R. Zambuto, James Gathany

Uno de los mayores misterios de la historia de la humanidad podría haber sido resuelto por un grupo de científicos británicos.

Hace mucho tiempo se sospechaba que el huevo vino primero, pero ahora tenemos prueba científica de que en realidad la gallina llegó primero”, dijo el doctor Colin Freeman de la Universidad de Sheffield al diario Metro.

Los investigadores llegaron a esta conclusión luego de pasar datos de una cáscara de huevo en detalle por un supercomputador llamado HECToR, que determinó que para formar esa cáscara era necesaria una proteína específica que sólo está presente en… la gallina.

La proteína había sido identificada anteriormente y relacionada con la formación del huevo, “pero examinándola más de cerca hemos podido ver cómo controla el proceso”, explicó Freeman.

Ahora la pregunta que queda es: ¿de donde salieron las gallinas?

Link: Chicken came before the egg: “scientific proof” (CBS News)


Tomado de:

Fayer Wayer
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