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6 de agosto de 2017

El lado oscuro del examen más difícil del mundo, que se hace en China

Entre el 7 y el 9 de junio, de este 2017, ha tenido lugar en el país asiático el 'gaokao', célebre por su dificultad, y que es una de las pocas maneras de prosperar socialmente en dicho país.


Es probable que usted haya oído hablar del 'gaokao'

El gaokao (Examen de Entrada Nacional a la Educación Superior), el equivalente chino de nuestra Selectividad, acompañado de la coletilla “el examen más difícil del mundo”. La coincidencia de fechas de este año ha dado lugar a odiosas comparaciones: hay quien lamenta, de manera un tanto apocalíptica, el bajo nivel del sistema educativo español, y ofrece como ejemplo esta exigente prueba en la que los adolescentes chinos deben, por ejemplo, responder preguntas tan abstractas como “¿tienen color las alas de la mariposa?” o “¿a quién admiras más, a un investigador de biotecnología, a un ingeniero técnico o a un fotógrafo?”

Es una comparación un tanto improcedente, sobre todo porque lo que se interpreta como la expresión máxima de la cultura del esfuerzo oriental puede ser en realidad una manifestación de las grandes dificultades de ascenso social que aún caracterizan a China, donde la mayor parte de la población proviene un entorno rural. Para cientos de miles de los 9,4 millones de estudiantes que este año 2017 han realizado el examen, es la única posibilidad que tendrán en su vida de abandonar el pueblo y estudiar en una de las 2.236 facultades situadas en las grandes ciudades.

Una situación que pone a muchos de los alumnos al límite, hasta el punto de que en el año 2014 tuvieron que instalarse barreras antisuicidio en algunos centros para evitar que los estudiantes acabasen son su vida, como ocurrió en una escuela de Hebai, que instaló vallas en las ventanas de las habitaciones de los alumnos después de que dos de ellos saltasen al vacío durante los meses anteriores a la realización del 'gaokao'. Algo que no hemos visto ni probablemente veremos en las pruebas de acceso a la universidad española, que a pesar de condicionar igualmente el futuro del estudiante, no resultan ni de lejos tan estresantes.
 
Como puso de manifiesto el Libro Azul de la Educación chino publicado en 2014, el 93% de los 79 suicidios de los estudiantes estaban relacionados con la presión ejercida por padres y profesores para que sacasen buenas calificaciones. Que se llegue a dichos extremos dice mucho tanto de la configuración del sistema educativo chino como de su sociedad, puesto que estos casos no solo se dan entre aquellos que están a punto de realizar el examen a los 18 años, sino también a una edad mucho más temprana. En julio de 2016, un niño se arrojó al tráfico después de discutir con su madre acerca de los deberes.

¡Bienvenidos a la Industria del Ascenso Social!

No es por lo tanto sorprendente que se haya erigido alrededor del 'gaokao' una industria del engaño que, desde la distancia, parece pintoresca, pero que examinada con mayor atención revela el drama asociado a estas pruebas, en las que ni la mitad de los que se presentan (3,7 millones de 9,4) conseguirán acceder a una universidad. Pero debido a la gran diferencia que existe entre los mejores centros y los peores, no se trata únicamente de la posibilidad de disfrutar de estudios superiores, sino de matricularse en centros como la Universidad de Tsinghua, la de Pekín o la de Fudan, las mejores del país, que puede garantizar por sí mismo el futuro de los estudiantes.

De ahí que la astucia de los alumnos y, sobre todo, de sus padres, se haya agudizado a medida que las autoridades públicas han intentado hacer frente a esta picaresca. La táctica más escandalosa quizá sea la que reportó el 'Global Times': padres que pagan miles de yuanes (cantidades que rondan los 4.000 euros) a otros adolescentes más habilidosos para que se hagan pasar por sus hijos y realicen los exámenes en su lugar, una estrategia habitual en la región de Jiangxi investigada por el Ministerio de Educación. Ello ha provocado que desde el pasado año hacer trampas en el examen se considere un crimen. También se ha prohibido mudarse para hacer el examen en una de las regiones “fáciles”, donde la competencia con otros estudiantes es menor.

No ha sido la única estrategia establecida con el objetivo de conseguir unos puntos más en el examen. La adopción de la tecnología de última generación (móviles, pinganillos en la oreja y relojes inteligentes) han provocado que se instalen detectores de metales a la entrada de los centros donde se realizan los exámenes. El año pasado se llegaron a introducir drones para detectar señales inalámbricas y pruebas dactilares para identificar a los posibles suplantadores. En algunos lugares se proporcionan píldoras contraceptivas a las niñas para retrasar su regla e inyecciones a los niños para ayudar a que se concentren.

Lea artículo completo en:

El Confidencial

29 de julio de 2016

“Shanghai mastery”: Conoce los secretos de los mejores profesores de matemáticas del mundo


SHANGHAI MASTERY 
613 puntos
es el resultado de Shanghái-China en la prueba PISA de matemáticas, el más alto del mundo
  • 119 puntos sobre el pormedio de todas las economías y países examinados, que es el equivalente de
  • 3 años extra de educación
  • Shanghái-China es también el mejor de todas las economías en lectura
  • Singapur y Hong Kong-China son los que siguen a Shanghái en la lista de los mejores

No por casualidad los maestros de matemáticas de Shanghái son considerados los mejores del mundo: se han ganado su reputación a fuerza de resultados descollantes de sus alumnos en competitivas pruebas internacionales.

El método de enseñanza en la ciudad más poblada de China se ha convertido ahora en un producto cultural de exportación.

Lo llaman "Shangai Mastery" (Maestría de Shangái). Y la mitad de las escuelas de Reino Unido adoptará este sistema en sus aulas de primaria, después de un período de prueba iniciado en 2014 y tras el anuncio del gobierno, esta semana, de una inversión de US$55 millones para apoyar a los maestros en la transición.

Esta técnica de enseñanza genera alumnos de alto rendimiento en porcentajes que son la envidia del resto del mundo docente.

Según algunas mediciones, los estudiantes de Shanghái alcanzan los mismos resultados que otros niños con tres años más de escolaridad en otras partes del mundo.

En las pruebas PISA de matemáticas, Shanghái-China se mantiene en el primer lugar del ranking con 613 puntos, 119 puntos por sobre la media de todos los países y economías participantes.

Y los índices muestran que el porcentaje de estudiantes de 15 años que son "analfabetos numéricos" -esto es, incapaces de realizar cálculos básicos- está 10 puntos por debajo del de países como Estados Unidos o Reino Unido.

Pero, ¿cuál es el secreto del éxito de Shanghái


Conceptos primero

Para empezar, el método chino se basa en organizar cada lección en torno a un concepto matemático único, sea el principio básico de la suma, la lógica de resolución de ecuaciones o la comprensión de una fracción como parte de un entero.

El que sea, pero uno por vez.

Esa noción única es cubierta de manera metódica y sistemática, a tal punto que la clase entera se detiene hasta que todos los niños la hayan comprendido.

"En muchos países se considera que una buena lección es una que logra cubrir mucho material. Cuanto más progreso se registre, mejor es la clase", señala Mark Boylan, experto en educación de la Universidad Sheffield Hallam, en Reino Unido, y colaborador de la revista Schools Week.

"Pero en Shanghái el énfasis está puesto en asegurarse que una idea o principio ha sido cabalmente aprendido en una lección, de tal manera que no haya que volver a enseñarlo en el futuro".

Expertos en educación consideran que el "Shanghai Mastery" es riguroso y demandante, apoyado en libros de alta calidad que se actualizan una vez al año y desplazan por completo a las fotocopias y hojas de ejercicio tan comunes en otras partes del mundo.

El artículo completo en:

BBC 

30 de julio de 2013

¿Quién inventó el código de barras?



El código de barras revolucionó la compra de productos en todo el mundo.


Una tarde de 1971 el ingeniero George Laurer, de IBM, le confesó a su jefe:

—No hice lo que me pidió.

A Laurer, residente de Raleigh, Carolina del Norte, le habían encargado diseñar un código que pudiera imprimirse en las etiquetas de los alimentos y que fuera compatible con los escáneres que en ese tiempo se estaban probando en las cajas registradoras de los supermercados de Estados Unidos. Le dijeron que tomara como base el código visual con forma de ojo de buey creado en los años 40 por N. Joseph Woodland. Pero Laurer pensaba que esa figura planteaba un problema: “Cuando se imprime un círculo con una prensa de alta velocidad, algunas partes quedan embadurnadas”, señaló, “así que he creado mi propio código”.

Su sistema, un patrón de barras, se podría leer aunque la impresión no fuera muy buena.

Ese patrón se convirtió en la base del Código Universal de Producto (UPC, por sus siglas en inglés), y fue adoptado por un consorcio de empresas de alimentos en 1973, cuando los cajeros aún marcaban los precios a mano, uno por uno. En menos de una década, el UPC —y los lectores ópticos— llevaron la era digital a los supermercados. Los empleados ya podían marcar el precio de una caja de cereal con un simple giro de muñeca. “Cuando la gente se entera de que yo inventé el UPC, supone que me hice rico”, dice Laurer. Pero no recibió regalías por esta invención, la cual IBM no patentó.

Fuente:

Selecciones

7 de marzo de 2007

Para fabricar la computadora en que lees esto se consumieron 1.500 litros de agua...
Y 240 kilos de combustibles, y 22 kilos de productos químicos... En total, casi dos toneladas de materiales. Piénsalo cuando compres uno, o cuando vayas a tirarlo.

ELPAIS.com / AGENCIAS - Madrid - 07/03/2007

Conoce más sobre la computadora. Click para agrandar la imagen:


El cambio climático es la consecuencia más grave del desarrollo incontrolado de la industria y el transporte. Pero no la única. La tercera revolución industrial, la de la informática, no es mucho más limpia que la del acero o la gasolina. Hasta 240 kilos de combustibles, 22 kilos de productos químicos y 1.500 kilos de agua hacen falta para fabricar un ordenador medio, muy parecido al que estás utilizando en este instante. Así constaba en un estudio de 2004 realizado por la Universidad de las Naciones Unidas (UNU) y el investigador alemán Ruediger Kuehr.

Por eso, la ONU y los fabricantes de ordenadores se plantean ahora no sólo cómo reducir la cantidad de recursos que se consumen a la hora de fabricar las máquinas, sino cómo evitar que esos materiales acaben en la montaña de basura electrónica que genera el avance continuo de las tecnologías. Una montaña de 40 millones de toneladas métricas que, dividida en camiones, abrazaría la mitad de la circunferencia de nuestro planeta.

Para atajar el problema, la UNU, el Programa de Medio Ambiente de la ONU, la Agencia de Protección Medioambiental de EEUU, universidades de los cinco continentes y empresas como Dell, Microsoft, Hewlett Packard o Philips se han unido en la iniciativa "Solucionar el Problema de la E-Basura" (StEP, en sus siglas en inglés).

Estandarizar, bueno para el planeta, y para las empresas

Este programa, que se presenta hoy, pretende estandarizar a nivel mundial los procesos de reciclado globalmente para recuperar los componentes más valiosos de la basura electrónica, extender la vida de los productos y armonizar las legislaciones y políticas. En este sentido, Klaus Hieronymi, gestor medioambiental de HP en Europa, declaraba que uno de los mayores problemas para el reciclado de e-basura es la falta de una legislación homogénea, especialmente en Europa, donde conviven hasta 30 regulaciones diferentes.

El otro factor es que para la producción de electrodomésticos y ordenadores se utilizan metales preciosos, como el oro o la plata. Pero la creciente demanda de otros metales los está convirtiendo en materiales de extremo valor. Es el caso del indio, un derivado del zinc que se utiliza en más de 1.000 millones de productos cada año, desde pantallas planas a teléfonos celulares.

En los últimos cinco años, los precios del indio se han multiplicado por seis, y ya es más caro que la plata. Aun así, el reciclado de indio sólo se realiza en un puñado de instalaciones en Bélgica, Estados Unidos y Japón, país donde a través del reciclado se obtiene casi la mitad de sus necesidades de ese material. Y este elemento es sólo un ejemplo.

Fuente:

El País - Tecnología
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