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25 de febrero de 2013

¿Por qué ya no conducimos coches de vapor?

    Autos de vapor

    Los británicos Bill y Rachel Rich tienen un automóvil de vapor Stanley fabricado en 1908.

    Rápido, limpio y eficiente, el coche a vapor fue en un tiempo el vehículo preferido de los conductores. ¿Por qué desapareció de las carreteras?

    Atrévase a mencionar los motores de vapor y la mayoría de la gente pensará en trenes, no automóviles.
    Esto, sin embargo, no siempre fue así. A principios del siglo XX más de la mitad de los coches en Estados Unidos funcionaba a vapor.

    Principalmente producido por las compañías estadounidenses Stanley y White, los motores de vapor tenían una serie de ventajas sobre el novedoso motor de combustión interna.

    Seguro y fácil de manejar

    Coches de vapor

    El presidente estadounidense Theodore Roosevelt utilizaba un coche oficial a vapor de la marca White de 30 caballos de fuerza.

    Eran más simples mecánicamente y producían energía continua gracias a la presión del vapor, así que no tenían necesidad de la transmisión, embrague o engranajes de un motor de combustión.

    Con pocas piezas móviles, funcionaban silenciosamente y podían alimentarse con cualquier cosa que se quemara.

    Producían 100% de su energía en reposo, por lo que eran fáciles de manejar y más seguros para los peatones. Podían detener su potencia en cualquier momento para reducir la velocidad más rápido que los frenos poco efectivos de entonces.

    Pero los coches de vapor también tenían desventajas. Erán más complicados que sus rivales y podían llegar a pesar entre dos y tres toneladas.

    Los más antiguos necesitaban grandes calderas y tanques de agua que perdían hasta 3 litros de líquido por kilómetro.

    Stanley remedió esto parcialmente con la introducción de condensadores en 1915, que convertían gran parte del vapor en agua líquida antes de que pudiera escaparse. Pero incluso entonces, podía perder 0,3 litros por kilómetro.

    Otro inconveniente era cuánto tardaba en aumentar la presión de vapor antes de comenzar el viaje.

    El manual de uso del modelo de coche "Stanley steamer" publicado en 1918 sugería que esto podía llevar entre 10 y 15 minutos, pero con el clima frío tardaba mucho más tiempo.

    El encendido también fue un problema para los vehículos propulsados por los novedosos motores de combustión. Los primeros modelos necesitaban manivelas manuales para iniciar el proceso y podía romper brazos y muñecas cuando el coche petardeaba.

    Pero la invención del arranque eléctrico dio al motor de combustión interna una ventaja y permitió que las grandes compañías manufactureras invirtieran en su desarrollo.

    Raros y anticuados

    Ilustración de un coche de vapor

    Los vehículos a vapor aventajaron por un tiempo a los de motores de combustión interna a comienzos del siglo XX.

    En 1910, los coches con motores de combustión interna se estaban vendiendo masivamente a precios tan bajos que la pequeña industria de coches a vapor no tenía ninguna posibilidad de igualar esas cifras.

    Pronto, el modelo Ford T ocupó el lugar de Stanley como el coche más popular en las carreteras estadounidenses.

    Los fabricantes de automóviles de vapor se adaptaron a la marginación a la que fueron relegados, y comenzaron a comercializar sus coches como productos de lujo. Stanley anunciaba en los diarios el "suave y delicado movimiento" de su vehículo e invitaba a los lectores a "reconocer la superioridad fundamental del vapor".

    Pero en 1918 el modelo "Stanley steamer" valía casi 6 veces más que el Ford T.

    La compañía dejó de comercializar sus coches en 1924. Los coches de vapor ya eran considerados raros y anticuados.

    Desde entonces, han desaparecido de las carreteras. Sin embargo, muchos han sido preservados por entusiastas como Alun Griffiths, secretario del Club de Coches a Vapor de Gran Bretaña, que posee un coche modelo "Stanley Steamer" del año 1916.

    "Puedo escuchar el silbido que hace el viento al acariciar el capó y ningún otro ruido aparte del leve golpeteo de las bombas de agua, como si fuera el sonido del corazón de la máquina".

    "Se ha dicho que los motores de vapor en general parecen vivos en comparación con otras maquinarias y yo estoy de acuerdo", dice Griffiths.

    Lea el artículo completo en:

    BBC Tecnología

    10 de octubre de 2012

    Vapor de agua en la formación de estrellas

    La nube repleta de vapor de agua al borde de la formación estelar. | ESA
    La nube repleta de vapor de agua al borde de la formación estelar. | ESA

    Vapor de agua suficiente como para llenar los océanos de la Tierra unas 2.000 veces. Esta es la cantidad que el telescopio 'Herschel' de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) ha encontrado en el Universo. Una gran reserva dentro de una nube de gas y polvo que terminará creando una nueva estrella similar al Sol.

    Es un descubrimiento único, ya que hasta ahora, solo se había encontrado agua en el Sistema Solar en diminutos granos de polvo cerca de lugares activos de formación estelar. Sin embargo, la de 'Herschel' se trata de la primera detección de vapor en una nube molecular al borde de la formación de estrellas.

    La autora principal del trabajo, publicado en 'Astrophysical Journal Letters', Paola Caselli, ha señalado que "para producir esa cantidad de vapor debe haber una gran cantidad de hielo de agua en la nube". Exactamente "por valor de más de tres millones de océanos de la Tierra congelados", ha apuntado.

    Caselli ha señalado que, "antes de estas observaciones, se creía que toda el agua se congeló en granos de polvo porque el Universo era demasiado frío para estar en la fase de gas, así que no podía medir". "Ahora tendrán que revisar esta teoría en esta región densa y, en particular, la importancia de los rayos cósmicos para mantener una cierta cantidad de vapor de agua", ha indicado.

    Las observaciones también revelaron que las moléculas de agua están fluyendo hacia el corazón de la nube donde, probablemente, una nueva estrella acabará formándose. "Esto indica que el colapso gravitacional acaba de empezar", ha explicado la investigadora.

    Según Caselli, el vapor de agua detectado en la nube, bautizada como L1544, entrará en la formación de la estrella, pero no todo. Otra parte se incorporarán en el disco circundante, proporcionando un depósito de agua rica para alimentar a potenciales nuevos planetas.

    "Gracias a Herschel, ahora se puede seguir 'el camino del agua' de una nube molecular en el medio interestelar, a través del proceso de formación de estrellas, a un planeta parecido a la Tierra en donde el agua es un ingrediente esencial para la vida" ha apuntado el científico jefe del proyecto Herschel, Göran Pilbratt.

    Fuente:

    El Mundo Ciencia

    22 de marzo de 2012

    Las nubes no están formadas por vapor de agua...

    Entre contrails

    Una conversación reciente me trae a la memoria una de esas ideas que, de tanto repetirse, tienden a ser consideradas como verdades indudables cuando, en realidad, son completamente falsas. Vamos allá: No, las nubes no están formadas por vapor de agua, así de claro. Llama la atención cómo la definición de la palabra nube presente en el actual diccionario de la RAE cae en el mismo error, veamos:

    Masa de vapor acuoso suspendida en la atmósfera.

    Menos mal que, en el artículo enmendado, avance de la vigésima tercera edición, la definición se ajusta mucho mejor al mundo real:

    Agregado visible de minúsculas gotitas de agua, de cristales de hielo o de ambos, suspendido en la atmósfera y producido por la condensación de vapor de agua.

    Desconozco el origen concreto del error aunque supongo que esos dibujos del “ciclo hidrológico” que han aparecido en libros infantiles durante décadas pueden tener algo que ver. A fin de cuentas, en ellos se observa una flecha que asciende desde el mar o los ríos, en los que se evapora parte del agua (nada que ver aquí la ebullición, por supuesto) y se forman nubes en lo alto gracias a la condensación de ese vapor de agua presente en la atmósfera. Vale, queda claro, se condensa el vapor de agua, que por otra parte es invisible, para formar las nubes, que no son más que masas formadas por minúsculas gotas de agua líquida y/o cristales de hielo, no por vapor.

    En fin, este es el tipo de “saberes” que, por mucho que se intenten corregir, seguirán siendo popularmente repetidos de forma errónea. Ay, ciertamente en muchas ocasiones es peor creer saber algo, de forma errónea, que desconocerlo por completo. Por cierto, si llueve o nieva no es porque se “condense” el vapor de agua, sino por agregación o coalescencia de las gotitas en otras más grandes que ya no pueden mantenerse suspendidas en el aire, pero esa es otra historia que espero comentar en un futuro

    Fuente:

    Tecnología Obsoleta

    2 de abril de 2011

    ¿Por qué se nos pegan los dedos a un objeto helado?

    Tras los artículos del otro día donde se explicaba ¿Cómo se genera la escarcha? y ¿Por qué sentimos algunos materiales más frios que otros? un compañero me preguntó por qué a veces, cuando tocamos un cubo de hielo, nos quedamos pegados a él.

    Lo primero que debemos tener en mente, es la relación que existe entre la temperatura de una habitación y la cantidad de humedad que hay en ella. Es decir, el aire que respiramos normalmente posee una cierta cantidad de vapor de agua por cada kilogramo. Esta cantidad es proporcional a la temperatura. Así, a mayor temperatura, mayor cantidad de vapor de agua. Por eso en algunas regiones donde hace mucho calor, existe una gran humedad. Por ejemplo el Amazonas posee una humedad media relativa mensual que varía entre un 70-90%.

    Por otro lado, hay que saber que nuestra piel posee una temperatura más elevada que la del cubito de hielo y que debido a la sudoración (secreción de sudor), sobre nuestra piel existe una fina capa de agua y vapor de agua. Al entrar en contacto con el hielo, que procede de un congelador a una temperatura de -20 ºC y un clima muy seco, se produce un intercambio de calor desde nuestra piel hasta el cubito de hielo.

    Debido a este intercambio, el vapor de agua de nuestra piel absorberá la temperatura del hielo y se congelará instantáneamente. Si en ese mismo instante separamos los dedos, notaremos cómo nos hemos quedado pegado a él. En caso contrario, si permanecemos en contacto con la superficie helada, nuestro cuerpo empezará a transmitir calor, y el cubito de hielo empezará a derretirse. Es por ello por lo que cuando cogemos un cubito con la mano, éste comienza a derretirse y al momento tenemos la mano llena de agua.

    Sin embargo, si la temperatura del exterior es muy baja, nuestro cuerpo será incapaz de derretir esta fina película de agua congelada que nos une a la superficie, y seremos incapaces de despegarnos.

    Un caso curioso es el del frigorífico. ¿Por qué aparecen esos bloques de hielo en las paredes? Si hemos dicho que en un ambiente frío, la humedad es baja, ¿de dónde viene este agua congelada? Se debe al aire exterior, que si posee humedad, y que se queda dentro cuando abrimos y cerramos el congelador.

    Fuente:

    Xataca Ciencia

    28 de febrero de 2010

    Robots de otra época

    Domingo, 28 de febrero de 2010

    Robots de otra época

    Sylvester Ellis fue un prolífico autor de historias de ficción del siglo XIX, publicó cientos de novelas de diez centavos que fueron leídas con gran entusiasmo por un público joven hasta la década de 1950. Además de los ciento cincuenta y nueve libros publicados con su nombre, el trabajo de este autor estadounidense fue reeditado en numerosos seudónimos como Capitan Bruin Adams, Charles E. Lasalle, Seelin Robins, entre otros…

    Su primera novela de ficción y una de las más populares fue Steam Man, “el hombre de vapor de las praderas“, un ejemplar original que fue reimpreso seis veces desde 1868 hasta 1904. La historia trata de un enano adolescente llamado Johnny Brainerd, que inventó un artilugio de hojalata de tres metros de altura formado por válvulas y tuberías que se movía a vapor. El rostro era de hierro, pintando con un color negro, un par de ojos temerosos, un sombrero y una boca con una enorme sonrisa. El veloz Steam Man era capaz de sacar de algún que otro problema al pequeño Johnny,… unas aventuras que tuvieron una enorme popularidad entre los adolescentes de finales del siglo XIX.

    Una ejercicio de ficción histórica que se realzó aun más de la mano de Paul Ginnan, un historiador amateur, que con ilustraciones y fotografías truncadas dio vida a numerosos hombres hojalata inmersos de lleno en la historia. Unas imaginativas y casi reales historias como la del robot guerrero Boiler Plate, que encabezó un grupo de asalto junto a Pancho Villa en el ataque a Columbus el 27 de marzo de 1916…quien lo diría, y la que se montó en el mundo del hoax.

    Pero…, la verdadera historia de los artilugios de robótica ya existía mucho antes que las geniales novelas de ficción de Ellis. Tal vez sus novelas no eran un preludio del futuro, sino una inspiración de gente como el matemático griego Arquitas que en el siglo IV antes de Cristo construyó un ave mecánica que funcionaba con vapor y al que llamó “La paloma”. O también el ingeniero Herón de Alejandría que creó numerosos dispositivos automáticos que los usuarios podían modificar, objetos descritos como máquinas accionadas por presión de aire, vapor y agua.

    Otro gran personaje fue Al Jarazi, un destacado erudito islámico que vivió durante la edad media en la edad de oro del Islam. Jarazi, es conocido por escribir en 1206, el libro del Conocimiento de ingeniosos aparatos mecánicos, donde describe 50 dispositivos junto con instrucciones de como construirlos.

    Jarazi

    O incluso Tanaka Hisashige, un ingeniero e inventor japonés que a mediados de 1800 se dedicó a construir muñecos mecánicos del periodo Edo, representando la historia de Japón.

    Unas muñecas autómatas capaces de movimientos relativamente complejos, incluso de escritura…,éstas fueron rápidamente solicitadas por los grandes aristócratas de Kyoto, que fue la antigua capital imperial de Japón. Hisashige, ha sido llamado el Tomas Edison de Japón, y a sus 21 años ya estaba realizando por todo el país, festivales de muñecas con mecanismos de relojería. Fue uno de los fundadores de lo que más tarde se convertiría en Toshiba Corporation.

    Y no olvidemos hablando del gran Tomas Edison, de sus geniales más de mil inventos que a lo largo de su ajetreada vida consiguió producir cada 15 días. Como por ejemplo sus famosas muñecas parlantes, que en 1890 fueron la sensación de grandes y pequeños.

    El posterior comienzo del renacimiento, fue el resurgir de gente que comenzaban a despuntar por todo el mundo con una enorme vocación para la creación de dispositivos mecánicos. Unos dispositivos que parecían salir de unas mentes fuera de lo común,..como también es el caso de la famosa Máquina del juicio de Salomón, un artilugio que narraba la decisión Salomónica en la mímica, destacando la sabiduría para juzgar el rey, todo un amasijo de originalidad creado por un joven relojero holandés llamado Jan Elzinga en 1900.

    Pero quizás no todo fue inspiración y si alguna premonición futurista del gran Sylvester Ellis, …ya que en 1868 un maquinista de Newark inventó un curiosa maquina en forma de hombre movida por vapor. Un mecanismo muy similar al Steam Man de la novela de ficción.

    Una idea que el Sr. Zadock Deddrick intentaba promocionar como el gran invento mecánico. La idea se basa en un conocido principio mecánico que, si un gran peso se coloca en la parte superior de un montante ligeramente inclinado respecto a la vertical, la gravitación se tiende a producir en horizontal, así como el movimiento en vertical. La idea no tuvo éxito.

    Fue un duro golpe para Deddrick y su hombre de vapor que para evitar el miedo que sentía mucha gente a ser transportado por tal artilugio, fue vestido y decorado para estar lo más cerca posible del resto de la humanidad.

    El coste de este primer hombre de vapor fue de 2000 dólares, sus responsables esperaban una producción en cadena que lamentablemente para Deddrick nunca se produjeron y su invento paso a buen reposo en el museo de Newark en Ohio.

    Curiosamente la palabra Robot fue conocida por primera vez por el público, a través de la obra RUR, del dramaturgo checo Karel Capek estrenada en 1921, la palabra se escribía como Robotnic.

    La palabra robótica, en el sentido de disciplina científica encargada de construir y programar robots, fue acuñada (aunque de forma accidental) por el escritor de ciencia ficción Isaac Asimov.

    Realidad o fantasía a lo largo de la historia muchas han sido las mentes inquietas que han creado infinidad de artilugios mecánicos, todas creadas con un único fin, el bienestar humano y como no, el progreso.

    Más información en Cyberneticzoo, en BigRed hair, en D.Buckley

    Los 5o mejores robots de la historia según Wired en Axxon

    Casi todos habidos y por haber en la estupenda web de David Buckley , en Desing Boom ,en Robotics y en la Wikipedia

    Fuente:

    El baúl de Josete

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