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25 de mayo de 2014

'Homo Futbolensis': A los primates nos gusta jugar

  • Conecta con 'nuestro pasado más tribal' y llena el vacío de las guerras

  • Viaje a la antropología del fútbol por el autor de 'Yo, mono'

  • Nos gusta mirar para tomar partido por una manada

  • Entre los cazadores, los ronaldos, messis y diegos costas, se llevaban a las más bellas






Un amigo de la infancia de Charles Darwin contaba que cuando los niños invitaban a jugar al fútbol al futuro padre de la Evolución, prefería explorar por su cuenta en el bosque. Pero a principios del siglo XIX todavía no existía la pasión actual por este deporte. Hoy la fiebre futbolera sin duda hubiera llamado la atención del naturalista británico, ya que los comportamientos y actitudes que mostramos en los encuentros deportivos son universales. La histeria colectiva que desatan en todo el planeta partidos como la final de la Champions que enfrentará al Real Madrid con el Atleti nos lleva a pensar en sus orígenes biológicos, hundiendo sus raíces en el pasado hace cientos de miles de años.


El fútbol fue introducido en España a finales del siglo XIX por inmigrantes británicos que vinieron a trabajar en las minas. Estos obreros formaron los primeros equipos para pasar las horas muertas jugando entre ellos. Rápidamente se extendió por el resto de la población española debido a la facilidad con la que se puede practicar. A diferencia de otros deportes que requieren complejos equipamientos e instalaciones, en el fútbol sólo es necesario un balón. Pero según los antropólogos, la época en que emerge no es casualidad. En Europa, el fútbol se hace popular al mismo tiempo que desaparece la importancia de la caza para el sustento, es decir, cuando comienza la Revolución Industrial. Desde aquellos años, el fútbol se ha convertido en el deporte más extendido, practicado o seguido en los cinco continentes por cientos de millones de personas. 

Entonces, ¿esta pasión universal es producto de la casualidad o es consecuencia de alguna necesidad adaptativa? Desde la ciencia creemos que su éxito se debe a que el fútbol posee características que conectan con nuestro pasado más tribal, así como también con el desarrollo de las capacidades necesarias para ser un buen cazador y guerrero. Por esta razón, el fútbol -aunque también otros deportes de equipo como el rugby, el béisbol o el baloncesto- son los que más éxito han tenido en las sociedades contemporáneas, precisamente las que han sustituido el modo de vida del cazador-recolector por el trabajo asalariado y la industria. Pero también en las que el número de hombres que van a la guerra es mínimo comparado con tiempos anteriores. El deporte vendría a llenar ese vacío. 

La relación que existe entre la lucha y el deporte es patente. Perseguir, golpear objetivos con proyectiles o acechar a los enemigos son exigencias que encontramos en ambas actividades. Por ello, otros ven las raíces del deporte en las batallas bélicas. Una evidencia de la conexión entre la guerra y el deporte la encontramos en los Juegos Olímpicos de la antigüedad, que se celebraron durante más de 400 años en la ciudad griega de Olimpia. En ellos era costumbre llegar a una tregua que permitiera concentrarse y diera libertad de movimiento a los deportistas. Se enfrentaban varias ciudades independientes, muchas de las cuales estaban en guerra entre sí. Las disciplinas consistían en correr, saltar, luchar, lanzar jabalinas y competir en carreras de cuadrigas. Todas las pruebas ensalzaban virtudes que eran imprescindibles para los guerreros de entonces.

El artículo completo en:

El Mundo Ciencia

17 de marzo de 2011

Comprobado: Las elefantas mayores son más sabias

elefantas

Las elefantas vivien en grupos sociales organizados.

Si en muchas culturas las personas mayores son muy respetadas, también lo son en el reino animal. Pero los elefantes parecen prestar más atención a las elefantas de más edad, según sugiere un estudio.

Los científicos encontraron que los elefantes siguen a las hembras, especialmente cuando escuchan el sonido de un depredador que se acerca.

El equipo de investigación supervisó las reacciones de los elefantes africanos cuando oyeron el sonido de leones rugiendo.

Cuando se trataba de un grupo de animales con una líder femenina o matriarca, los elefantes se organizaban muy rápidamente a la defensiva formando un grupo, al oír a un león macho.

Los hallazgos fueron publicados en la revista especializada Proceedings of the Royal Society B.

Los investigadores ya sabían que las elefantas más viejas juegan un papel muy importante en sus grupos sociales.

Pero en este estudio, dirigido por Karen McComb y Shannon Graeme, de la Universidad de Sussex en el Reino Unido, los científicos lograron poner esto a prueba en un entorno natural.

El experimento

Para llegar a este hallazgo, los investigadores grabaron los rugidos de leones, y separaron los sonidos de leones machos y leonas hembras.

leon

Las elefantas más viejas pueden distinguir entre el rugido del león macho y de las leonas.

Luego utilizaron altavoces para reproducir estos sonidos a 39 grupos de elefantas en el Parque Nacional de Amboseli, en Kenia.

Los grupos con líderes femeninas de mayor edad, o matriarcas, respondieron muy rápidamente a los rugidos de los leones machos. Los animales se detuvieron a escuchar con atención, y a continuación, se amontonaron para defenderse.

"Los leones machos representan una amenaza muy real para los elefantes", afirma la doctora McComb. "Son capaces de derribar a una cría, incluso cuando atacan solos".

En cambio, es poco probable que las leonas hembras ataquen a un elefante, a menos que estén en un gran grupo, y los investigadores encontraron que las elefantas mas viejas eran capaces de distinguir entre el sonido de un león macho y de una leona.

Los grupos compuestos por elefantas de más edad eran mucho más hábiles a la hora de formar esta especie de "pelotón defensivo", e incluso, de acercarse agresivamente al altavoz cuando se les proyectaban los rugidos de los leones machos.

En cambio, "las matriarcas más jóvenes no parecía tan preocupado por los leones machos como deberían," comenta la investigadora Karen McComb.

"Creemos que esto se debe a que las más jóvenes no han tenido suficiente contacto con esta amenaza, ya que los leones no atacan a los elefantes muy a menudo", agrega.

Edad y experiencia

El equipo de científicos británicos tiene ahora el reto de descubrir qué hacen exactamente las elefantas más experimentadas, para desencadenar esta respuesta tan coordinada.

"No emiten señales de voz fuerte. Creemos que aplican señales muy sutiles con su cuerpo y su postura, y también estamos buscando vocalizaciones suaves", agrega.

En investigaciones previas el equipo había encontrado que las elefantas mayores, y al parecer más sabias, eran más capaces de saber si otros elefantes eran "amigos" o intrusos en sus grupos sociales.

Josh Plotnik, de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, quien ha estudiado el complejo comportamiento social de los elefantes asiáticos, dijo que los resultados eran "muy emocionante" y que tenía implicaciones para futuros estudios sobre una gran variedad de especies que viven en grupos.

"Mi experiencia con elefantes asiáticos sugiere una tendencia similar," dijo a la BBC.

"Las elefantas más viejas parecen mucho más alerta de las amenazas potenciales que las más jóvenes, lo que probablemente es debido a una mayor experiencia con una mayor variedad de presiones ambientales".

Lo más interesante de este estudio fue, según su investigadora principal, la capacidad de los elefantes de establecer, con rapidez y precisión, la diferencia entre el rugido de un león macho y un león hembra.

"Las diferencias son muy sutiles. Para nosotros los humanos es muy difícil distinguirlos".

Según la científica, este estudio también demostró la necesidad de conservar y proteger a los animales de más edad.

Fuente:

BBC Mundo

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