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12 de diciembre de 2009

La Navidad perjudica la salud




Las vacaciones navideñas no son tan entrañables como las pintan. Al menos para nuestra salud. Científicos de la Universidad de Pitssburgh y la Universidad Wunnipiac han demostrado que nuestros hábitos alimenticios cambian sustancialmente durante los fines de semana y las vacaciones. Tras analizar el comportamiento de los consumidores durante dos años seguidos, Jeffrey Inman y sus colegas han demostrado que en esos días no sólo aumenta el consumo de calorías sino que también se reduce el valor nutricional de los alimentos consumidos. En otras palabras, la pirámide alimenticia se trastoca totalmente. Los científicos aseguran que esto les sucede incluso a personas que llevan una dieta estricta, y en la revista Journal of Public Policy & Marketing advierten que es imposible combatir la “epidemia” de obesidad sin tenerlo en cuenta. Por eso han recomendado al Departamento de Agricultura Estadounidense que, en sus próximas campañas para una alimentación sana, incluya pautas específicas para sábados, domingos y festivos.

Enfermedades

Por otra parte, según un estudio que publica este mes la revista Journal of Leukocyte Biology, el estrés que supone el reencuentro familiar agrava las enfermedades autoinumnes y hace que infecciones latentes emerjan durante estas fiestas. “Es necesario que nos concentremos en entender cómo dos sistemas diferentes, el inmune y el nervioso, interactúan de esta manera”, concluyen sus autores.

Veamos que opinan especialistas peruanos sobre las navidades y sus efectos en la salud.

Depresión
Pedro Morales, fundador del Centro de Psicoterapia Psicoanalítica de Lima, señala que las fiestas navideñas son una etapa del año en el que se mueven muchos sentimientos. “Al estar en juego tantos afectos se puede generar un cuadro depresivo entre las personas que se encuentran frustradas”, explica el psicoanalista.
Asimismo, el ser el último mes del año tiene mucha relación con esta tendencia. “Se suele hacer un balance del año y los depresivos toman más en cuenta lo negativo”, señala Saravia. Esa depresión empieza con la llegada de diciembre y suele extenderse hasta la primera semana de enero.
Estrés

Pero la depresión no es el único regalo no deseado en la Navidad. La preocupación por pasar una fiesta inolvidable también se traduce en estrés navideño.
Juan José Bustamante, director del Instituto Peruano de Estudios Budistas, afirma que el significado de la Navidad ha variado. “La enseñanza de Jesús que dice: “amaos los unos a los otros” se ha transformado en “regalaos los unos a los otros””, señala Bustamante, profesor que imparte talleres de meditación y seminarios relacionados con estas fechas.
Morales coincide con Bustamante en que la sensación de tener que regalar algo genera estrés y es una herencia de la sociedad de consumo.
Seguridad y tránsito

Pero el aumento del estrés también se debe a factores externos como el aumento de los robos o el congestionamiento del tráfico.
Ante esa situación, algunas municipalidades como las de Miraflores, La Victoria y Lima Metropolitana tienen planes para lidiar con esos problemas.
En el caso de Miraflores se ha establecido un Plan de Seguridad Ciudadana que incluye una mayor presencia de serenos en las calles del distrito para evitar robos. En el caso de La Victoria se ha diseñado el Plan Gamarra Navidad 2009 para brindar seguridad en ese emporio comercial durante las fiestas. Asimismo, el Concejo de Lima Metropolitana tiene el Plan Navidad Segura 2009 que incluye la presencia de 1.300 funcionarios dedicados a brindarle asistencia y seguridad a los compradores. Eso esperamos.

En conclusión

Conocer Ciencia recomienda:

1. No abuse de las comidas en estas vacaciones. Piense en el verano y en esa ropa de baño que quiere estrenar.

2. Controle su ingesta de alcohol. Si bebe no conduzca. Recuerde que los accidentes de tránsito se multiplican en la época de fiestas.

3. No se estrese buscando regalos o endeundándose con las tarjetas de crédito. No caiga en las tendencias consumistas de la época.

4. Si se siente deprimido busque compañía: familiares, amigos, un perro. O lea. Sí, lea, cualquier cosa: novelas, cuentos o "Condorito".

Tenga presente que la navidad es un invento cultural de un determinado grupo de seres humanos y no tiene por que condicionar sus comportamiento. Piense además en cómo se mercantilizan estas fechas, donde, aduciendo paz, amor y prosperidad pretenden quitarnos todo nuestro dinero con artículos que quizás ni siquiera necesitamos.

5. Si siente que no ha cumplido sus metas de este año (o que no ha cumplido sus metas durante muchos años) no se preocupe, es usual que sintamos esto a finales de un año. A veces sentimos que se cierra un ciclo y que se inaugura uno nuevo. Planifique sus actividades, de manera objetiva y factible, para el 2010.

Para planificar sus actividades del 2010 les dejo una matriz de planificación de SU futuro. Es una herramienta diseñada para jovenes de últimos grados de secundaria y primeros años de universidad. ¡Pero si ustede quiere reinventarse no dude en hecharle un vistazo! En un año, el documento, ha recibido más de 12 000 lecturas y más de 300 descargas.

Fuentes:

Muy Interesante


El Comercio

Plan de Vida (Scribd)

3 de noviembre de 2009

¿Le gusta la comida chatarra? Entonces sufrirá de depresión

Martes, 03 de noviembre de 2009

¿Le gusta la comida chatarra? Entonces sufrirá de depresión

¿Qué es la depresión?

La depresión (del latín depressus, que significa 'abatido', 'derribado') es un trastorno del estado de ánimo que en términos coloquiales se presenta como un estado de abatimiento e infelicidad que puede ser transitorio o permanente.

El término médico hace referencia a un síndrome o conjunto de síntomas que afectan principalmente a la esfera afectiva: la tristeza patológica, el decaimiento, la irritabilidad o un trastorno del humor que puede disminuir el rendimiento en el trabajo o limitar la actividad vital habitual, independientemente de que su causa sea conocida o desconocida.

Aunque ése es el núcleo principal de síntomas, la depresión también puede expresarse a través de afecciones de tipo cognitivo, volitivo o incluso somático.





La comida frita aumenta la vulnerabilidad a esta enfermedad, según la investigación.


Consumir una dieta con cantidades elevadas de alimentos procesados aumenta las posibilidades de sufrir depresión. A esta conclusión han llegado científicos de la Universidad de Londres tras analizar los datos de 3.500 empleados públicos con una edad promedio de 55 años.

"Los resultados sugieren que frutas, vegetales y pescado podrían ofrecer protección contra el desarrollo de síntomas depresivos", explican los autores en la Revista Británica de Psiquiatría. Por el contrario, señalan, "una dieta rica en carne procesada, chocolates, postres azucarados, comida frita, cereales refinados y lácteos altos en grasa podría aumentar la vulnerabilidad a dicha enfermedad".

Durante el estudio, los participantes se dividieron en dos grupos. Los que siguieron una dieta basada en alimentos completos (frutas, vegetales y pescados) mostraron un 25% menos de riesgo de depresión futura que quienes se alimentaron principalmente a base de alimentos procesados. Esta investigación confirma los datos de otro estudio español reciente que mostraba que las personas que se alimentan con la llamada dieta mediterránea tienen un 30% menos de riesgo de desarrollar depresión.

Fuentes:

Peru21

Muy Interesante

Revista Opcion

14 de octubre de 2009

La depresión: "Tocando Fondo"

Miércoles, 14 de octubre de 2009

La depresión: "Tocando Fondo"


Un artículo muy interesante


El psicoterapeuta y periodista
Luis Muiño ha sido seleccionado como uno de los diez finalistas de la 23 Edición del Premio Boehringer Ingelheim al Periodismo en Medicina por su reportaje sobre la depresión Tocando fondo, publicado en la revista Muy Interesante.

¿Qué son los premios Boehringer Ingelheim?


El Premio Boehringer Ingelheim al Periodismo en Medicina es el galardón más antiguo del
periodismo sanitario en España y, año tras año, consigue una amplia participación de una gran variedad de medios: nacionales, autonómicos, especializados, generalistas, radios y televisiones. Después de 23 ediciones, el galardón suma una cifra total de más de 1.850 periodistas participantes y más de 2.000 artículos o reportajes competidores.

Conocer Ciencia publica en artículo completo:


121 millones de personas en el mundo sufren depresión, un trastorno mental que convierte la vida en un mar de tristeza, desánimo y desesperanza. Científicos y expertos en salud psíquica trabajan para inventar y desarrollar terapias eficaces que nos ayuden a combatir esta plaga que aumenta día a día.



El escritor ruso León Tolstoi tenía fama de ser un autor exhaustivo. Las más de mil páginas que ocupan cada una de sus novelas Guerra y Paz o Ana Karenina (en todas las ediciones) lo atestiguan. Sin embargo, en el ensayo Mi confesión habla de su crisis depresiva y consigue describir esta enfermedad con tres certeras frases: “Mi vida se había detenido de golpe. Podía respirar, comer, beber, dormir. En realidad, no podía evitar hacerlo, pero no había una vida verdadera en mí”. Tolstoi escribió este texto en 1887, y hay referencias a la depresión en multitud de épocas y lugares, sin embargo, hay quien la considera la enfermedad del futuro.

Basta un apunte: según los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud,
se espera que en 2020 la depresión sea la causa principal de discapacidad en todo el mundo. En cualquier caso no es necesario proyectarnos tanto. Las cifras del presente hablan de la importancia de este doloroso trastorno psicológico: nada menos que 121 millones de personas en el mundo sufren depresión, según la OMS. Sólo en atención primaria, se calcula que entre el 5% y el 10% de los pacientes que acuden a un médico padecen esta dolencia. Y si hacemos un estudio más detallado, veremos que en nuestro país un 14% de los individuos ha convivido con este mal en algún momento de sus vidas.

Esas serían las cifras si únicamente nos concentramos en los problemas producidos por la enfermedad en sí. Pero en
salud mental, la depresión es un factor omnipresente que interactúa con muchos otros males. Un ejemplo: en un reciente estudio, realizado por la OMS con más de 24.000 personas de 60 países, se desprende que entre el 9% y el 23% de los afectados por una enfermedad crónica padece, además, un trastorno depresivo. El trabajo, publicado en la revista médica británica The Lancet, señala también que esta combinación es más perjudicial para la vida psíquica que, por ejemplo, el hecho de padecer dos o tres enfermedades crónicas de forma simultánea.

¿Pero cómo definir la depresión?

La precisión es esencial para que el diagnóstico no resulte alarmista. Por un lado hay que señalar que el ser humano convive con la melancolía y la aflicción, que en ocasiones son sentimientos inevitables y necesarios. De hecho, como decía
Charles Darwin, “la tristeza (…) es una buena forma de adaptación que ayuda a que una criatura se cuide a sí misma contra cualquier peligro grande o repentino”.

Por eso es importante aclarar, en primer lugar, que sentirse triste o melancólico no es una enfermedad mental ni equivale a sufrir de depresión. Sólo cuando estos sentimientos se prolongan o se agravan pueden empezar a ser valorados como patológicos, e incluso entonces estos estados afectivos tendrán que ir acompañados de otros síntomas para que sean calificados como tales.


El Comité para la Prevención y Tratamiento de las Depresiones (PTD) define la depresión como un
síndrome que agrupa síntomas somáticos y síntomas psíquicos en torno a un núcleo central. El centro de esta enfermedad sería la tristeza patológica, la pérdida de impulsos y la sensación de vacío. Según el CIE-10 y el DSM-IV –los manuales de diagnóstico más corrientes–, la depresión es un trastorno mental afectivo caracterizado por la presencia de síntomas como la tristeza, la pérdida de interés y la incapacidad para experimentar sentimientos de placer.

Durante un episodio depresivo típico disminuyen la capacidad para disfrutar, la energía vital, el interés y la concentración. Cualquier esfuerzo, por nimio que sea, nos hace sentir cansados. También se sufren
trastornos del sueñodormir mucho más de lo habitual o padecer insomnio– y de la alimentación –comer compulsivamente o perder el apetito–. Además, la enfermedad afecta a la autoestima, se pierde confianza en uno mismo y aparecen sentimientos de culpabilidad.

En cuanto a su intensidad, los episodios depresivos pueden ser, según la OMS, leves, moderados o graves. Se considera leve cuando el paciente puede llevar a cabo la mayoría de sus actividades diarias; es moderado si tiene grandes dificultades para continuar con su vida cotidiana; en un caso grave, la mayoría de los síntomas están presentes de forma intensa y la
idea de suicidio o autodestrucción se hace frecuente. Las investigaciones actuales hablan de una interacción entre varios factores como causa de la enfermedad. No existe ninguna variable que explique completamente una depresión. De hecho, se tiende a hablar de relaciones causales que actúan como un círculo vicioso.

Un ejemplo de estas cadenas que se alimentan a sí mismas puede partir de la
vida poco estimulante que a veces llevan las personas que sufren este síndrome. Si alguien carece de estímulos y su patrón de personalidad hace que tienda a echarse la culpa de lo que le ocurre, caerá en un estado de ánimo melancólico. La tristeza y el pesimismo le llevaran a pensar de forma negativa acerca de los que le rodean y a actuar dando por hecho que los va a perder. El fatalismo hacia los demás funcionará como profecía autocumplida y llevará a la persona a una vida más carente aún de estímulos.

Esta cadena relacionaría factores de conducta (vida poco estimulante), de personalidad (tendencia excesiva a la responsabilización), emocionales (tristeza), cognitivos (pesimismo) y de habilidades sociales (poco empeño a la hora de conservar relaciones) en un círculo que se iría agrandando a medida que se repite. Según sus partidarios, esta
teoría de los círculos viciosos explicaría el aumento de la incidencia de la depresión, ya que para las generaciones pasadas era más fácil quebrar el círculo. Por ejemplo, en las sociedades colectivistas era raro permanecer aislado y sin estímulos; la familia o los amigos rompían la cadena depresiva por ese punto y la enfermedad no se llegaba a agravar. Hoy vivimos en una sociedad individualista que tiende a perpetuar esas cadenas que se retroalimentan.

Los factores implicados en el ciclo depresivo pueden ser
genéticos, bioquímicos, neuroendocrinológicos, neurofisiológicos, psicosociales, de personalidad y ambientales. Respecto a los genéticos, algunas investigaciones señalan que el riesgo de la enfermedad aumenta en individuos con un progenitor o un hermano depresivo, y los estudios con gemelos monocigóticos apuntan que, si uno de ellos está diagnosticado de depresión mayor, la probabilidad de que el otro la sufra es del 50%. Debido a estos indicios, se está llevando a cabo una investigación en varios países sobre los genes que predisponen al riesgo de padecer depresión y trastorno bipolar. Por otro lado, se ha demostrado que la bioquímica del cerebro juega un papel significativo en los trastornos depresivos y que las personas con depresión grave tienen un desequilibrio de las sustancias conocidas como neurotransmisores. Por ejemplo, la noradrenalina, que aumenta la excitación y mejora el estado de ánimo, es sobreabundante durante la fase maníaca del trastorno bipolar y escasea cuando llega la etapa depresiva. Eso también ocurre con la serotonina y por eso los fármacos antidepresivos tienden a aumentar el suministro de noradrenalina y serotonina, y a bloquear su recaptación o descomposición química. Las alteraciones neuroendocrinológicas más relevantes han sido detectadas en relación con las llamadas depresiones endógenas, que son aquellas debidas a algo que viene de nuestro interior, sin causa externa aparente.

Se ha observado que los pacientes que la sufren no experimentan la elevación habitual del nivel de hormonas tiroideas y su glándula pineal segrega menos melatonina. Estos dos factores explicarían en parte los problemas de insomnio causados por este trastorno. Otra sustancia que aparece frecuentemente en los estudios es el
cortisol, generado por la glándula pituitaria: el 50% de pacientes con depresión grave presentan un alto nivel. La investigación en el área neurofisiológica se ha centrado en los hallazgos observados mediante el electrocradiograma (EEG) tradicional o el EEG computerizado, los estudios de las fases del sueño y los de potenciales evocados. Tampoco hay que olvidar los factores psicosociales.

Algunas personas caen en la depresión sin motivos aparentes, pero otras veces surge a raíz de alguna circunstancia difícil, como la muerte de un familiar próximo o de un amigo, una enfermedad crónica, problemas interpersonales, dificultades financieras, un divorcio..., hechos que pueden ocasionar síntomas que sostenidos a lo largo del tiempo acaban desencadenando una depresión clínica.
Respecto al factor de personalidad, hay que decir que las personas con esquemas mentales negativos, baja autoestima, sensación de falta de control sobre las circunstancias de la vida y tendencia a la preocupación excesiva son más propensas a padecer depresión. Un ejemplo muy estudiado son los patrones cognitivos: las personas deprimidas tienden a explicar los hechos malos como algo estable –“va a durar toda la vida”–, global –“va a afectar a todo lo que hago”– e interno –“ha sido culpa mía”–.

Expertos como Lyn Abramson, de la Universidad de Wisconsin-Madison, mantienen la teoría de que el resultado de estas atribuciones pesimistas, hipergeneralizadas y culpables es un sentimiento de desesperanza depresivo. Si creemos que nuestra tristeza no se puede cambiar, afecta a toda nuestra vida y es responsabilidad nuestra, iniciaremos uno de esos círculos viciosos que llevan a la enfermedad.
Por último, no hay que olvidar las causas ambientales: una vida poco estimulante en cuanto a relaciones, amistades, trabajo, familia... es un factor que puede llevar a la depresión. El reto de los tratamientos actuales es romper la cadena por alguno de sus eslabones. Muchos investigadores lo creen, aunque debido a la compartimentación de la ciencia, cada científico intente romper el círculo en el punto en que es experto.

Por eso hay métodos para salir de la depresión desde la bioquímica, desde lo psicosocial, desde la genética… Lo importante es detectar los puntos de ruptura y trabajarlos poco a poco porque de la depresión se puede salir. Para Winston Churchill, la enfermedad era un “perro negro” que de vez en cuando le perseguía.
Abraham Lincoln era tan retraído y pensativo de joven que sus amigos temían que se quitara la vida. Y Bertrand Russell afirmaba en su autobiografía que no se suicidó porque quería aprender más matemáticas. Todos ellos lucharon contra la depresión y rompieron el círculo. Luís

Muiño
Fuente:


Muy Interesante

17 de diciembre de 2007

Soledad, la plaga del siglo XXI

Las grandes ciudades están llenas de solitarios. Crece el número de viviendas ocupadas por una sola persona y el trato físico se sustituye por las relaciones a distancia, por Internet. Es una epidemia que va en aumento.



La soledad de las grandes ciudades, el hiperindividualismo, la muchedumbre solitaria, las mónadas sociales, fueron temas relevantes en la segunda mitad del siglo XX, pero apenas se habla ya de ello. Los individuos no se han entrañado ni abrazado más entre sí, pero electrónicamente se han comunicado de tal modo que el fenómeno de la interconexión parece haber acallado las inquietudes o las voces del aislamiento.

Se trata, sin embargo, de dos realidades paralelas. Mientras la relación en el cuerpo a cuerpo sigue debilitándose, la relación a distancia, máscara a máscara, aumenta y prolifera. La aventura de ser un individuo diferente o, mejor, siempre dependiente de la imagen proyectada en los demás, se ha provisto ahora de un artilugio mediante el cual la apariencia de nuestra identidad se enreda con nuestras artes de engaño. Nuestro diseño, en fin, se encuentra más en nuestras manos a través del atrezzo, el nickname, el avatar, los juegos del sexo y la edad u otros recursos para hacer personajes de la persona y versiones de lo real.

El prójimo es siempre insustituible para poder ser algo, pero la proporción que de su efectiva sustancia se necesita para esbozar nuestro perfil social puede sustituirse, en parte, por nuestra habilidad para fingir en la pantalla, travestirse en la Red y recrearse en el nuevo espacio virtual, inconcebible hasta ahora.

Indudablemente, la satisfacción no será comparable a la que proporciona un amor encarnado o una consideración tangible, pero, poco a poco, este mundo electrónico será casi todo lo que hay, y la vida en su seno decidirá una porción variable de nuestra composición general. Lo transparente procura abrigo, lo remoto segrega afectividad, lo virtual se materializa, y el sucedáneo, como en las gulas, será progresivamente el único gusto atribuible a la angula.

Incluso, con el uso y el consumo de compañías y sentimientos en la Red, lo que hoy parece sucedáneo borrará su estigma subsidiario y ascenderá de pleno derecho al mundo que alivia los surtidos de la soledad.

Las ‘webs’ sociales. Tras el boom de las compañías puntocom de hace seis años ha estallado el éxito de las empresas que gestionan los puntos de encuentro entre millones de usuarios. Al éxito de la tecnología aplicada a los negocios sucede la multiplicación de los negocios que tienen su base primordial en las personas.

El conocimiento científico, las informaciones de consumo, las opiniones políticas se cruzan en una trama que ha facilitado y estimulado la Red. Y este universo de contactos innumerables posee una importante condición inédita: conectamos con más gentes sin tener que sufrir la penalidad de su aliento. El contacto “personista” se define así por una relación entre personas distantes y distintas, pero sin su extraño o atosigante tufo.

Lea el artículo completo en:

El País - Sociedad

25 de noviembre de 2007

Especial - Comportamiento:

La soledad afecta a la salud PDF Imprimir E-Mail

La soledad no sólo no es buena consejera. También resta eficacia a la respuesta defensiva de nuestro organismo. Un equipo de investigadores de la Universidad de California (UCLA) acaba de identificar un patrón de expresión genética en las células del sistema inmune propio de aquellas personas que padecen crónicamente altos niveles de soledad.

Los resultados sugieren que el aislamiento social produce una sobreexpresión de los genes ligados a la inflamación, mientras que la respuesta antiviral y la producción de anticuerpos se ven mermadas. La investigación es la primera que explica desde un punto de vista molecular por qué el aislamiento social está normalmente ligado a un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, infecciones virales y cáncer. “Hemos comprobado que lo que cuenta a nivel genético no es a cuántas personas conoces, si no a cuántas sientes realmente cerca”, matiza Steve Cole, coautor del estudio que publica el Journal of Genome Biology.

Journal of Genome Biology (http://genomebiology.com/)

Fuente:

Muy Interesante

4 de noviembre de 2007

Especial - Comportamiento:
Un estudio genético explica la deficiencia en la salud de las personas solitarias.

La soledad crónica afecta a la expresión de los genes en los leucocitos y limita al sistema inmunológico.

Los individuos solitarios suelen tener un estado de salud peor que aquéllas personas más acompañadas, pero hasta el momento no se conocía la causa. Ahora, un estudio realizado en Estados Unidos ha puesto de manifiesto que la soledad puede afectar a la expresión de los genes en los glóbulos blancos de la sangre, responsables de la activación del sistema inmunológico. Los expertos aseguran que la soledad afecta por tanto a la actividad más básica del organismo: la genética, y esperan poder determinar una solución médica para los problemas de salud derivados de la soledad.


Por Yaiza Martínez.


Solo. Karina Adriani - Spain.

Las personas solitarias tienen una mayor tendencia genética a desarrollar cierto tipo de enfermedades, según acaba de revelar un estudio realizado en Estados Unidos por la universidad de California en los Ángeles (UCLA) y la universidad de Chicago.

Los resultados de dicho estudio han aparecido publicados en la revista especializada en genética Genome Biology, en la que los científicos explican hasta qué punto el funcionamiento de nuestros genes se ve condicionado por nuestra vida social.

A este respecto ya se habían realizado diversos estudios que relacionaban la salud humana con la epidemiología. Como ya explicamos en otro artículo de Tendencias21, por ejemplo, hace unos años científicos estadounidenses demostraron que vivir en soledad aumenta el riesgo de padecer enfermedades coronarias tanto entre personas mayores como entre jóvenes, al igual que hace crecer el nivel de estrés y la tensión arterial, publicó en 2002 la revista Psychosomatic Medicine Journal.

A pesar de estas evidencias, sin embargo, hasta ahora no se habían podido dilucidar los mecanismos funcionales del genoma que influían en esta tendencia a una salud deficiente derivada de la soledad crónica. El presente estudio, en cambio, ha analizado el transcriptoma de los glóbulos blancos o leucocitos de la sangre de un grupo de voluntarios que carecían de relaciones personales a todos los niveles (pareja, familia o amigos) en comparación con otros individuos más socializados. El transcriptoma hace referencia al material genético que es transcrito y traducido finalmente a proteínas, dando lugar a diferentes reacciones orgánicas.

Tristeza y salud

Con este análisis, los científicos intentaron determinar si existían alteraciones en la actividad de la transcripción genética que pudieran contribuir al aumento de problemas de salud en los individuos analizados.

Se realizó así un estudio genético con un dispositivo microscópico que identificó 209 genes que se expresaban de manera distinta en los leucocitos de 14 individuos con un nivel muy alto de aislamiento social, con respecto a otros voluntarios con una vida social más normalizada. Los primeros mostraron patrones de expresión genética que diferían marcadamente de los de aquéllos que no se sentían tan solos.

Los leucocitos fueron estudiados por ser el conjunto de células sanguíneas responsables de la respuesta inmune, encargados de intervenir en la defensa del organismo contra sustancias extrañas o agentes infecciosos.

Los resultados sugirieron que el sentimiento de aislamiento social está vinculado a alteraciones en la actividad del sistema inmunitario que provocan el aumento de señales inflamatorias en el cuerpo humano.

Por otro lado, han proporcionado un marco molecular para la comprensión de por qué el factor social está relacionado con el aumento del riesgo de enfermedades vinculadas a dichas señales inflamatorias, como las enfermedades cardiacas, las infecciones e incluso el cáncer.

Lea el artículo completo en:

Tendencias 21
Especial - Comportamiento:
Un método matemático permite diagnosticar la depresión.

La distribución power law puede aplicarse a la medicina.

Científicos japoneses han ideado un método matemático de diagnóstico de la depresión basado en gráficas de medición del movimiento de los enfermos. Comparando la actividad de un grupo de personas sanas con la de otro grupo de personas depresivas consiguieron establecer ciertas diferencias en ambos casos, que podrían servir para medir de manera objetiva esta enfermedad. La herramienta serviría para mejorar la diagnosis y afinar en la aplicación de los tratamientos.


Por Olga Castro-Perea.


Foto: Gobierno de Australia.

Las personas con depresión actúan de manera distinta a lo que lo hacen las personas sanas, pero ¿se puede medir esta diferencia de comportamiento? Un equipo de científicos japoneses lo ha conseguido gracias a las matemáticas, según explican en un artículo publicado en la revista Physical Review Letters.

Una colaboración entre físicos y psiquiatras ha dado lugar así a una posible medición objetiva de la depresión, gracias a la aplicación de una relación matemática conocida como distribución power-law.

La distribución power-law, que ha sido observada en fenómenos tan diversos como las magnitudes de los terremotos, el tamaño de las fortunas personales o el número de visitas a una página web, no había sido sin embargo sido aplicada nunca al campo de la medicina.

Medición del movimiento

Yoshiharu Yamamoto, de la universidad de Tokio, y sus colegas de investigación, señalan que los movimientos de las personas con depresión clínica diagnosticada pueden ser descritos por este tipo de relación matemática, y que sus resultados difieren de las mismas mediciones realizadas a gente sana.

La mitad de las personas sometidas al estudio no sufría depresión, mientras que la otra mitad sí. Los datos derivados de sus movimientos fueron recopilados con acelerómetros o dispositivos de medición de la velocidad durante periodos de cinco días.

Estos dispositivos medían la frecuencia con la que los participantes en la prueba cambiaban su ritmo de movimiento, registrando estos cambios cada vez que su aceleración excedía de cierto límite, explica The Economist.com.

Resultados diferentes

Los resultados básicos confirmaron características conocidas en la gente depresiva. El rimo diario normal que suele suponer un número estable de cambios durante las horas del día y un número menor durante la noche era sustituido por despliegues ocasionales de actividad. Sin embargo, la sorpresa llegó cuando los resultados fueron expresados mediante gráficas.

Las curvas producidas fueron muy diferentes en el caso del comportamiento de las personas sanas con respecto a las depresivas cuando reflejaban los periodos de descanso de ambos durante el día. Los depresivos experimentaban periodos de descanso más largos que los del resto de manera más frecuente, así como más cortos menos frecuentemente que los demás.

Esta diferencia, según los investigadores, convierte al sistema en una herramienta válida de diagnóstico de la depresión, desde un punto de vista no subjetivo. Actualmente, estos diagnósticos dependen a menudo de lo que el propio paciente describe, testimonio que puede no ser fiable.

Lea el artículo completo en.

Tendencias 21

20 de diciembre de 2006

La depresión


Se dice que la depresión será la enfermedad más importante que afecte a l humanidad durante el siglo XXII. Evidentemente el ritmo de vida actual no hace felices a alos seres humanos y tampoco lo hara a corto y mediano plazo. Conozca más sobre la depresión en la siguiente infografía interactiva.

VER LA INFOGRAFIA
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