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12 de noviembre de 2012

Sorprendente: El inverso de 998

Este número parece poseer una gran peculiaridad en sus decimales.
 
A simple vista  El inverso de 998 es un número “normal” (cada uno que entienda por normal lo que quiera), pero nos quedaremos asombrados si nos fijamos en su siguiente representación:

 El inverso de 998

¡¿Qué es esto?! Son las potencias de dos: 1,2,4,8,16,32,64… que se van poniendo cada 3 cifras decimales hasta tal momento (cuando llega al 512 -> 1024) que se superponen y rompen el patrón.

¿Por qué pasa esto? Bien, tengamos en cuenta que 998 = 1000 – 2, que indican respectivamente que las potencias del 2 se intercalan cada tres lugares (de ahí el 1000).

Póngase el ejemplo de 1/997 y verás que ocurre lo mismo (y con el 999, el 996, el 995…).

***EDITO***
En esta siguiente entrada, el inverso de un natural  se explica esta curiosidad.


Fuente:

5 de mayo de 2011

Las dos maneras equivalentes de escribir los dígitos de un número

Estamos acostumbrados a ver precios que casi, casi llegan a un valor entero, como 5.99€. Al menos en ese caso si pagas con 6€, (en teoría) te devolverían 1 céntimo. ¿Pero qué pasaría si el precio fuera de 5,99999....€ con infinitos nueves?

Como veremos en el post de hoy, se puede demostrar matemáticamente que ese número y el 6 son el mismo. No es que estén "infinitesimalmente cerca", no, no es eso: es que son las dos formas válidas de escribir el número 6.

Si no te lo crees así de sopetón, como es la reacción más normal, aquí va la primera demostración. Primero, podemos separar 5,999999.... en dos partes:

5,9999.... = 5 + 0,9999.....

Ahora, dividimos y multiplicamos el segundo sumando por 3:

= 5 + 0,9999.... * (3/3)
= 5 + 0,3333.... * 3

Y nadie dudará de que 0,33333.... (con infinitos treses) es igual a 1/3, por lo que:

= 5 + (1/3) * 3

que es exactamente igual al número 6:

= 5 + (1/3) * 3 = 5 + 1 = 6


Resumiendo: 5,9999.... con infinitos nueves no se puede distinguir, ni siquiera en lo más infinitamente pequeño, del número 6.

Ésta es una propiedad sorprendente que simplemente quiere decir que existen dos formas de escribir muchos números, ya que no es un caso particular que sólo ocurra con el número 6.

De hecho, si observas el razonamiento que he seguido arriba, podríamos hacer exactamente lo mismo con cualquier otro número entero N sustituyendo el 5 por un N-1. Y dividiendo todo por 10 elevado a la potencia correspondiente se puede generalizar para cualquier número con un número finito de decimales.

La propiedad no se puede aplicar, en general, para cualquier número real ni tan siquiera racional, pero sí que se puede extender a cualquier otro sistema de numeración distinto del decimal. Obviamente, en un sistema de base b, en lugar de nueves, los dígitos que se repiten infinitamente serán el b-1. Como ejemplo, para números en base binaria (los usados por los ordenadores), tenemos que el número:

110(2

(dónde el (2 indica que es un número binario), es idéntico al:

101.11111111111...... (2


Para demostrar este caso voy a echar mano de otra demostración distinta a la de arriba: multiplicar por b (un 2 en este caso, 10 si fuese sistema decimal) y a dicho valor restar el número original:

x = 101.111...(2
10(2 x = 1011.111...(2
10(2 x - x= 1011.111...(2 - 101.111...(2 --->
1(2 x = 110(2 --->
x = 110(2 --->
101.111...(2 = 110(2

De nuevo, esta demostración también funciona en base 10 o en la que queráis probar.


Y para terminar, la demostración que más me gusta, que hace uso de un resultado conocido de sumas de series geométricas, aquel que dice que la suma de los infinitos términos:

r1 + r2 + r3 + r4 + r5 + ....

es igual a r/(1-r), siempre que |r| < 1.

Pues bien, si expresamos la representación de un número decimal como:

a.b1b2b3b4b5.....

su valor numérico viene dado simplemente por el valor de cada uno de sus dígitos, ponderado por el "peso" del lugar que ocupa:

= a + b1 (1/10)1 + b2 (1/10)2 + b3 (1/10)3 + b4 (1/10)4 + ....

Para el caso de un número terminado en infinitos nueves vemos que todos los términos "b" son iguales a 9, y el valor del número es el resultado de sumar los infinitos términos de:

= a + 9 [ (1/10)1 + (1/10)2 + (1/10)3 + (1/10)4 + ....]

Pero lo que va dentro de los corchetes no es más que una serie geométrica de coeficiente r=1/10, por lo que su suma vale r/(1-r) = 1/9, que reemplazando arriba:

= a + 9 (1/9) = a + 1

Lo que demuestra que, entre otras infinitas posibilidades, 5.9999...... es exactamente igual a 6.


Si aún tras todas estas pruebas te sientes escéptico, probablemente sea por la engañosa similitud del concepto de "infinitos nueves decimales" al de "un número de nueves que tiende a infinito". Ojo, que un "5 con k nueves decimales" sin duda tiende a 6 cuando k tiende al infinito, pero nunca lo alcanza. Por contra, un "5 con infinitos nueves decimales", es exactamente 6.

¡Espero que os haya entretenido!


Para leer más: 1

Fuente:

Ciencia Explicada

15 de abril de 2010

Número áureo: Belleza matemática


Jueves, 15 de abril de 2010

Número áureo: Belleza matemática

Hay números que han intrigado a la humanidad desde hace siglos. Valores como PI -la razón matemática entre la longitud de una circunferencia y su diámetro- o e -la base de los logaritmos naturales-, suelen aparecer como resultado de las más dispares ecuaciones o en las proporciones de diferentes objetos naturales. El número áureo -a menudo llamado número dorado, razón áurea, razón dorada, media áurea, proporción áurea o divina proporción- también posee muchas propiedades interesantes y aparece, escondido y enigmático, en los sitios más dispares.


Se encuentra en las espiraless del interior de los caracoles como el nautilus.

El primero en hacer un estudio formal sobre el número áureo fue Euclides, unos tres siglos antes de Cristo, en su obra Los Elementos. Euclides definió su valor diciendo que "una línea recta está dividida en el extremo y su proporcional cuando la línea entera es al segmento mayor como el mayor es al menor." En otras palabras, dos números positivos a y b están en razón áurea si y sólo si (a+b) / a = a / b. El valor de esta relación es un número que, como también demostró Euclides, no puede ser descrito como la razón de dos números enteros (es decir, es irracional y posee infinitos decimales) cuyo su valor aproximado es 1,6180339887498...

Casi 2000 años más tarde, en 1525, Alberto Durero publicó su “Instrucción sobre la medida con regla y compás de figuras planas y sólidas”, en la que describe cómo trazar con regla y compás la espiral basada en la sección áurea, la misma que hoy conocemos como “espiral de Durero”. Unas décadas después, el astrónomo Johannes Kepler desarrolló su modelo del Sistema Solar, explicado en Mysterium Cosmographicum (El Misterio Cósmico). Para tener una idea de la importancia que tenía este número para Kepler, basta con citar un pasaje de esa obra: “La geometría tiene dos grandes tesoros: uno es el teorema de Pitágoras; el otro, la división de una línea entre el extremo y su proporcional. El primero lo podemos comparar a una medida de oro; el segundo lo debemos denominar una joya preciosa”. Es posible que el primero en utilizar el adjetivo áureo, dorado, o de oro, para referirse a este número haya sido el matemático alemán Martin Ohm (hermano del físico Georg Simon Ohm), en 1835. En efecto, en la segunda edición de 1835 de su libro “Die Reine Elementar Matematik” (Las Matemáticas Puras Elementales), Ohm escribe en una nota al pie: “Uno también acostumbra llamar a esta división de una línea arbitraria en dos partes como éstas la sección dorada." El hecho de que no se incluyera esta anotación en su primera edición es un indicio firme de que el término pudo ganar popularidad aproximadamente en el año 1830.

El número áureo también está “emparentado” con la serie de Fibonacci. Si llamamos Fn al enésimo número de Fibonacci y Fn+1 al siguiente, podemos ver que a medida que n se hace más grande, la razón entre Fn+1 y Fn oscila, siendo alternativamente menor y mayor que la razón áurea. Esto lo relaciona de una forma muy especial con la naturaleza, ya que como hemos visto antes, la serie de Fibonacci aparece continuamente en la estructura de los seres vivos. El número áureo, por ejemplo, relaciona la cantidad de abejas macho y abejas hembras que hay en una colmena, o la disposición de los pétalos de las flores. De hecho, el papel que juega el número áureo en la botánica es tan grande que se lo conoce como “Ley de Ludwig”. Quizás uno de los ejemplos más conocidos sea la relación que existe en la distancia entre las espiras del interior espiralado de los caracoles como el nautilus. En realidad, casi todas las espirales que aparecen en la naturaleza, como en el caso del girasol o las piñas de los pinos poseen esta relación áurea, ya que su número generalmente es un término de la sucesión de Fibonacci.


Las partes del Partenón se relacionan también con el número áureo.

Este número también aparece con mucha frecuencia en el arte y la arquitectura. Por algún motivo, las figuras que están “proporcionadas” según el número áureo nos resultan más agradables. Aunque recientes investigaciones revelan que no hay ninguna prueba que conecte esta proporción con la estética griega, lo cierto es que a lo largo de la historia se ha utilizado para “embellecer” muchas obras. Por ejemplo, el uso de la sección áurea puede encontrarse en las principales obras de Leonardo Da Vinci. Es bien conocido el interés de Leonardo por la las matemáticas del arte y de la naturaleza, y esta proporción no le era indiferente. De hecho, en su estudio de la figura humana, plasmado en el Hombre de Vitruvio, puede verse cómo todas las partes del cuerpo humano guardan relación con la sección áurea. Algunos expertos creen que la gran pintura inacabada de Leonardo, San Jerónimo, que muestra a este santo con un león a sus pies, fue pintada ex profeso de forma que un rectángulo con estas proporciones encajase perfectamente alrededor de la figura central. También el rostro de la Mona Lisa encierra un “rectángulo dorado” perfecto. Obviamente, Leonardo no fue el único en utilizar esta proporción en su obra. Miguel Ángel, por ejemplo, hizo uso del número áureo en la impresionante escultura El David, desde la posición del ombligo con respecto a la altura, hasta la colocación de las articulaciones de los dedos.

Alineación al centro
El Hombre de Vitruvio, de Leonardo Da Vinci.

La arquitectura no es ajena a este valor matemático. La relación entre las partes, el techo y las columnas del Partenón de Atenas, por ejemplo, también se relacionan mediante el número áureo. Muchos productos de consumo masivo se diseñan siguiendo esta relación, ya que resultan más agradables o cómodos. Las tarjetas de crédito o las cajas de cigarrillos poseen dimensiones que mantienen esta proporción. El número áureo puede encontrarse por todas partes, y a menudo ni siquiera somos consientes de que está allí. Pero en general, cuando algo nos resulta atractivo, esconde entre sus partes esta relación. ¿No es asombroso?

Fuente:

Neo Teo

17 de febrero de 2010

Poema para recordar los decimales de Pi


Miércoles, 17 de febrero de 2010

Poema para recordar los decimales de Pi


Poesía y matemáticas nunca han estado reñidas. De hecho, muchas ecuaciones matemáticas pueden considerarse pura poesía.

También sucede a la inversa: algunos poemas pueden estar al servicio de las matemáticas.

Éste es el caso del que escribió el ingeniero Frederic Massallé Guarné para ayudar a memorizar los decimales del número Pi:


Vas a leer, y jamás desprecia
el rimado ardid, muy fácil memorial
indicando función diametral
que "pi" -del alfabeto- llamó Grecia
al darnos pura luz, que aparecía
con la fecunda Geometría.

El número de letras de cada palabra indica el número decimal que sigue en la secuencia de decimales de Pi. Veamos:

Vas a leer, y jamás desprecia
3 1 4 1 5 9

el rimado ardid, muy fácil memorial
2 6 5 3 5 8

indicando función diametral
9 7 9

que "pi" -del alfabeto- llamó* Grecia
3 2 3 8 4 6

al darnos pura luz, que aparecía
2 6 4 3 3 8

con la fecunda Geometría.
3 2 7 9

El resultado es:

3,141592653589793238462643383279

¿Por qué el poema termina aquí?

La explicación, seguramente, está en que los siguientes** decimales son 0288...

Hueso duro de roer el 0, problema "que ni la poesía logra superar".


* Nótese que el autor utiliza la doble ele "ll" como letra del alfabeto. Por si acaso, Elcastellano.org responde a la duda:
"El alfabeto castellano tiene veintinueve letras: a, b, c, ch, d, e, f, g, h, i, j, k, l, ll, m, n, ñ, o, p, q, r, s, t, u, v, w, x, y, z. En los diccionarios, no obstante, en cumplimiento de estándares internacionales, la ch y la ll –cuarta y decimocuarta letras del alfabeto– se agrupan dentro de la c y de la l, respectivamente."

También en wikipedia explican: "durante los siglos XIX y XX se ordenaron separadamente de C y L, aunque la práctica se abandonó en 1994 para homogeneizar el sistema con otras lenguas".


** Según Pi con 16 000 decimales, la secuencia correcta es 3.1415926535 8979323846 2643383279 50288…

El 5 en color rojo no figura en el texto original. Sirva el presente apunte como fe de erratas.

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Bibliografía:
• Claudi Alsina; El club de la hipotenusa. Ariel, Madrid 2008.

Tomado de:

Desequilibrios
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