15 de agosto de 2019
Mujeres y ciencia 04/08: Mary Somerville (1780-1872), creadora de la palabra "científico"
Primero llegó la geometría
El único que la comprendía, cuando era aún soltera, era su tío, el Dr. Somerville, quien la alentaba a visitar su biblioteca y a iniciarse en un autodidáctico estudio de latín.
Aunque «la reina de las ciencias» se abrazaba a la lectura y a la pintura sabía que faltaba algo en su vida; pero no lo descubriría hasta una clase de dibujo. Durante la sesión, el profesor había recurrido a la geometría para explicarle la perspectiva. Él no lo sabía, pero le había presentado al gran amor de su vida: las matemáticas.
Somerville estudiaba intensamente todas las noches cuando nadie la veía; y en poco tiempo llegaría a dominar complejos teoremas,astronomía avanzada y física.
Durante ese tiempo el Imperio británico estaba atravesando un renacimiento en el desarrollo científico, tras un gran periodo de estancamiento durante el siglo XVIII, en el que se ejercía fundamentalmente la docencia mas no la investigación.
Mary Somerville, apellido tomado de su segundo marido, fue un espíritu de su época, fue polímata: cultivó las matemáticas, la física y la astronomía. Tradujo al inglés la mecánica celeste de Laplace, quien en una ocasión le dijo que sólo había tres mujeres que entendieran su trabajo: ella, Caroline Herschel y una tal señora Greig; el francés ignoraba que la tercera también era ella.
Obras de Mary Somerville
En sus obras predomina el deseo de contribuir a la divulgación del pensamiento científico del momento. La importancia de la versión traducida de la obra de Laplace “Mecanique Celeste” bajo el título “Mechanism of the Heavens”, fue el comienzo de una nueva era para sus contemporáneos. “The Connection of the Physichal Sciences” es un profundo ensayo filosófico, con una amplia explicación científica, acerca de los fundamentos de las fuerzas que mueven el universo. Su obra “Physical Geography” se ha utilizado durante años en las aulas inglesas, reconociendo así su calidad, su carácter innovador y su capacidad para explicar los fenómenos naturales y las relaciones entre los seres vivos. Su última obra, “Molecular and Microscopic Science” aborda el mundo microscópico en la búsqueda de explicaciones a la composición de la materia, el fenómeno del calor y los movimientos vibratorios, entre otras cuestiones.
Matemáticas sencillas
En la traducción de «Mécanique Celeste» no solo se limitaría a cambiar de idioma las teorías; sino que además añadiría un preámbulo llamado «A preliminary dissertation on the mechanism of the heavens» (Una disertación preliminar sobre el mecanismo de los cielos), un compendio de desarrollos matemáticos e ideas fundamentales de física imprescindibles para comprender la obra de Laplace. La escritora científica explicaba con mayor sencillez toda una teoría que parecía imposible de entender para las mentes más comunes.
Nuevo matrimonio
En 1804 volvería a casarse con otro primo, el médico William Somerville. Él sentía una profunda admiración por su entusiasmo, por lo que se convertiría en el gran soporte de Mary. De esta manera, el camino profesional de «la reina de las ciencias» estuvo en gran medida respaldado por su esposo; quien la representaría en todos los lugares donde una mujer no era bienvenida. William se hizo socio de la Royal Society -hasta 1945 no aceptaron mujeres- para ser los ojos y los oídos de Mary; en la biblioteca copiaría a mano todos los artículos que a su mujer le resultaban relevantes para sus investigaciones.
Somerville se relacionó con algunos de los principales científicos de su tiempo. Influyó en James Clerk Maxwell y sugirió la existencia de Neptuno, que después John Couch Adams demostraría matemáticamente. Fue tutora de Ada Lovelace, la hija de Lord Byron que trabajó con Charles Babbage en sus primeras máquinas de computación.
El término "científico"
Somerville fue una de las dos primeras mujeres, junto con Caroline Herschel, en ser admitida en la Royal Astronomical Society. Hoy se la recuerda como una de las científicas más grandes de la historia; tal vez la más importante, ya que su trabajo además motivó el término por el que todos sus colegas han sido conocidos desde entonces: fue en una revisión de su obra On the Connexion of the Physical Sciences donde en 1834 William Whewell acuñó el término scientist, científico, para referirse a los que hasta entonces eran “hombres de ciencia” o “filósofos naturales”.
Con información de : Open Mind
Divulga Mat
ABC Ciencia
15 de diciembre de 2012
Un año neptuniano
[Fuente: Nature vía @BadAstronomer.]
Tomado de:
Microsiervos
14 de julio de 2011
Neptuno completa su primera órbita desde que fue descubierto hace 165 años
Cuatro planos de Neptuno tomados por el Hubble, el telescopio de la NASA.| NASA
Neptuno, el planeta gaseoso por excelencia y el más distante del Sistema Solar, completó el Martes la primera órbita de su historia desde que fue descubierto, hace 165 años.
A modo de homenaje, la NASA ha publicado unas fotografías captadas por el telescopio espacial 'Hubble' en interválos de cuatro horas en las que se pueden apreciar los tonos azulados y verdes de este planeta, que prácticamente fue descubierto por casualidad. Las imágenes ofrecen una imagen completa del planeta que cumple así su primera órbita alrededor del Sol desde su descubrimiento.
En realidad, fueron las investigaciones sobre Urano en el siglo XVIII, el séptimo planeta del Sistema Solar y el que se creía hasta entonces el último, las que condujeron a pensar que podría haber otro planeta aún más lejano, recordó la NASA en un ejercicio de memoria.
Descubrimiento de Herschel
El astrónomo británico William Herschel y su hermana Caroline descubrieron Urano en 1781, ampliando así las fronteras del Sistema Solar. Sin embargo, poco después, se dieron cuenta de que su órbita no funcionaba tal y como predecían las leyes de Kepler y de Newton.
En 1821, mientras estudiaba Urano, el astrónomo francés Alexis Bouvard consideró que cabía la posibilidad que otro planeta estuviese ejerciendo algún tipo de atracción y alterando su movimiento. No obstante, los primeros cálculos aún tardarían veinte años en llegar.
El francés Urbain Le Verrier y el británico John Couch Adams, ambos matemáticos y astrónomos, predijeron de forma independiente el lugar en el que supuestamente se encontraba ese misterioso planeta calculando cómo afectaría la gravedad de un hipotético objeto al campo de Urano.
Uno de los mayores hallazgos astronómicos
Le Verrier, que entonces era el director del Observatorio de París, envió una nota al astrónomo alemán Johann Gottfried Galle. En ella describía la posible localización del objeto. Tras dos días de observación, el 23 de septiembre de 1846, Galle logró identificar a Neptuno como un planeta. Estaba a menos de un grado de la posición que habían calculado Adams y Le Verrier.
La NASA asegura que el descubrimiento fue considerado uno de los mayores hallazgos astronómicos desde la teoría de la gravedad de Newton y contribuyó a entender mejor el Universo.
No obstante, Galle no fue el primero en ver Neptuno: en diciembre de 1612 el astrónomo Galileo Galilei tuvo el privilegio de dar con él mientras observaba Júpiter y sus lunas. Sin embargo, según revelan sus notas en las que apuntó la exacta posición de Neptuno, Galilei confundió el planeta gaseoso con una estrella.
'Ampliación' del Sistema Solar
El descubrimiento de Neptuno dobló el tamaño del Sistema Solar conocido, ya que el planeta se encuentra a 4.500 millones de kilómetros del Sol, treinta veces más lejos que La Tierra.
Su bautismo también fue objeto de disputa entre los científicos ya que querían dar sus propios nombres al nuevo planeta. La comunidad científica se decantó por Neptuno, el dios romano del mar, un nombre mitológico en consonancia con el resto de planetas.
Vea la seguna parte del especial de Conocer Ciencia sobre el "Plnatea Adicional" o el planeta que fue descubierto por casualidad:
Conocer Ciencia: Ciencia sencilla, ciencia divertida, ciencia fascinante...
Con información de:
El Mundo Ciencia
Lea en los archivos de Conocer Ciencia:
5 cosas que no sabías de Neptuno
10 hechos extremos del Sistema Solar
La historia del Sistema Solar
13 de julio de 2011
Cinco misterios que esconde Neptuno
Hoy, Neptuno ha cumplido un año...neptuniano, se entiende. El planeta más lejano del Sistema Solar ha completado su primera órbita desde que fue descubierto por Urbain Le Verrier allá por el año de nuestro señor 1846 (sí, sólo Le Verrier. Me he olvidado de John Adams a propósito). Una magnífica oportunidad para repasar algunos misterios que todavía guarda con recelo este gigante de hielo.
El telescopio espacial Hubble observó Neptuno el pasado junio y pudo comprobar la enorme actividad atmosférica que presenta el planeta (NASA).
1- El misterioso color azul
No hay más que ver cualquier fotografía para entender por qué a Neptuno se le conoce como el gigante azul, pero lo que no es tan conocido es que nadie sabe qué lo hace tan azul. Según leemos en cualquier libro, el causante principal es el metano, pero el asunto es más complejo de lo que parece a primera vista. Al igual que su hermano Urano, la atmósfera de Neptuno está formada principalmente por hidrógeno y helio, gases que son básicamente transparentes en todas las longitudes de onda visibles. Pero el metano, que constituye el 3% de la masa de la atmósfera de estos planetas, se caracteriza por absorber fuertemente las longitudes de onda más largas (los colores rojizos y anaranjados, vamos). La presencia de metano explica el color verde azulado de Urano, pero no el azul marino de Neptuno. Hay algo más en la atmósfera que lo hace azul. Es posible que la niebla fotoquímica de la troposfera formada a partir de la acción de la luz ultravioleta del Sol sobre el metano contenga algún tipo de compuesto o compuestos causantes de este azul oscuro. Quizás, pero quién sabe.
Nubes de metano y tormenta gigante observada en 1995 por el telescopio Hubble (NASA).
2- Un planeta con...¿gotas de lluvia gigantes?
Otro gran misterio es la ausencia de zonas y bandas en la atmósfera. Mientras que Júpiter y Saturno presentan vistosos cinturones nubosos, Urano y Neptuno muestran una superficie homogénea salpicada aquí y allá por cirros de cristales de metano y tormentas de color azul profundo. La falta de bandas podría explicarse si la atmósfera careciese de procesos de convección vigorosos que faciliten la formación de estructuras atmosféricas verticales. Puede. O puede que no veamos grandes estructuras nubosas en la troposfera porque el metano se condensa y precipita hacia el interior antes de que se puedan formar nubes. Como Neptuno tiene veinte veces más metano en su atmósfera que Júpiter y Saturno, cabe la posibilidad de que se formen gotas de lluvia gigantes del tamaño de un balón de playa. Las gotas se precipitarían hacia las regiones más densas de la atmósfera, donde se volverían a evaporar. Así, que ya sabes, si algún día te decides a volar por los cielos neptunianos, mejor llevarse un parametanos.
Una futura sonda desciende en Neptuno por un cielo cuajado de gotas de metano gigantes (Michael Carroll).
3- ¿Un interior de diamantes?
Si la atmósfera neptuniana es misteriosa, su interior lo es aún más. Se supone que debajo de la atmósfera de hidrógeno y helio se encuentra un manto líquido compuesto por estos elementos y varios hielos (agua, metano, amoníaco, etc.), seguido por un núcleo de hielo y roca. Se supone, pero nadie lo puede afirmar con certeza. Por lo que sabemos, el manto de Neptuno podría estar repleto de diamantes gigantes.
Posible estructura interna de Neptuno (NASA).
Composición interna de los planetas del Sistema Solar. ¿Ves los signos de interrogación en Urano y Neptuno? (NASA).
Urano y Neptuno forman un grupo de planetas por sí mismos: los gigantes de hielo (NASA).
4- Demasiado calor
Neptuno y Urano son parecidos, pero hay una diferencia fundamental (vale, dos si tenemos en cuenta la curiosa inclinación del eje de rotación de Urano): el calor. A pesar de hallarse mucho más lejos del Sol que Urano y recibir sólo el 5% de la energía solar captada por Júpiter, la "superficie" de Neptuno está casi a la misma temperatura que la de Urano (por cierto, se considera la superficie la zona de la atmósfera con una presión igual a 1 bar). ¿Por qué? Evidentemente, este exceso de calor se debe a algún proceso interno, probablemente debido a la precipitación de varios compuestos en el manto planetario o quizás por culpa de la conversión entre varios estados del hidrógeno, pero el caso es que nadie lo sabe. Para rematar el misterio, la atmósfera de Neptuno no ha parado de calentarse en los últimos veinte años, a pesar de que en este tiempo el planeta se ha alejado del Sol en su órbita.
La Voyager 2 observó en 1989 nubes de cristales de hielo de metano proyectando sombras sobre la capa principal de nubes de metano (NASA).
La estratosfera de Neptuno ha aumentado su temperatura en las últimas décadas (NASA).
El interior de Neptuno es demasiado caliente comparado con Urano (NASA).
5- Tormentas gigantes que desaparecen y vientos veloces
Mientras que Urano apenas presenta formaciones nubosas dignas de mención, Neptuno desarrolla cada cierto tiempo tormentas gigantes de un profundo color azulado. Pero a diferencia de la Gran Mancha Roja de Júpiter, estas enormes formaciones del tamaño de la Tierra no son estables y desaparecen con el tiempo. Aparentemente, podríamos estar ante un ciclo de tormentas con una duración de cinco años, pero -una vez más-, nadie lo sabe con seguridad. Junto a las tormentas se observan formaciones de cirros de metano (formados por cristales de hielo de metano) que se elevan desde la troposfera por encima de la neblina fotoquímica y son empujados por vientos increíblemente veloces. Pero el mecanismo que alimenta estas tormentas no se entiende con precisión (en realidad se entiende muy mal). También se desconoce por qué los vientos que azotan la atmósfera de Neptuno son más veloces que los de Júpiter y Saturno pese a estar en el límite del Sistema Solar. Quizás se debe a la escasa turbulencia de la atmósfera provocada por las bajas temperaturas, pero lo cierto es que es un misterio.
La famosa Gran Mancha Oscura observada por la Voyager 2 en 1989 desapareció pocos años después (NASA).
La Gran Mancha Oscura de 1994 vista por el Hubble (NASA).
Cambios atmosféricos entre 1996 y 1998 (NASA).
Estimación de los vientos en Neptuno (NASA).
Otros dos misterios: la disposición del campo magnético de Neptuno y sus finos anillos (NASA),
Como vemos, Neptuno está repleto de misterios. No es de extrañar que la Academia de Ciencias de los EEUU considere que una misión al gigante de hielo es una de las prioridades de las ciencias planetarias del siglo XXI.
En cualquier caso, ¡felicidades, Neptuno! Desgraciadamente, no estaremos por aquí la próxima vez que celebres tu cumpleaños. Espero que nos disculpes.
Fuente:
Eureka Blog