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2 de octubre de 2014

¿Por qué no pensamos ni sentimos con el corazón? La primera evidencia, por Galeno (s. 2 DC)

¿Alguna vez has tenido “el corazón en un puño”, o has sentido una “corazonada”? ¿Nunca has oído en boca del consejero emocional de turno esa frase que sintetiza milenios de  sabiduría popular y que reza “escucha y obedece a tu corazón”? Estas expresiones seguramente contribuyen o, más bien, reflejan una creencia bastante general y sin embargo falsa sobre nuestra psicobiología: que el corazón es el órgano donde residen algunas de nuestras facultades mentales más elevadas, especialmente el sentimiento. Para ser justos, esta opinión es de algún modo razonable porque resulta intuitiva. ¿Quien no ha sentido la presión en el cuello ante una desgracia cercana, o el cosquilleo interior al enamorarse? Amor, tristeza, alegría y muchas otras emociones y sentimientos se perciben internamente como experiencias intensas que parecen tener lugar dentro del cuerpo en algún lugar entre las entrañas y la garganta. Por esto, puede parecer intuitivo tener la impresión de que esas emociones, y en general el pensamiento o el conjunto de las funciones mentales, dependan de ese órgano vital llamado corazón.


 Pero no es así como sucede. Hoy en día, los científicos tienen bastante claro que el pensamiento, el sentimiento y todas las funciones mentales no residen en el corazón sino en el cerebro. Curiosamente, en el pasado esto no era en absoluto evidente. Se trata de hecho de un debate muy antiguo y que dio luz accidentalmente a uno de los experimentos más famosos de la historia de la neurociencia (donde se encontró por primera vez evidencia de que la conducta depende del cerebro). La historia se remonta, nada más y nada menos, a los pensadores de la Grecia clásica. En el siglo 4 AC, los filósofos hipocráticos y el mismísimo Platón proponían un papel hegemónico al cerebro en la sensación, movimiento y el pensamiento (una idea que ya habían planteado dos siglos antes los médicos y filósofos pre-socráticos). A pesar de su acierto, esta idea  quedó en el olvido durante mucho tiempo debido a las ideas contrarias de un pensador muy influyente en la época. Contemporáneo del siglo 4AC, Aristóteles defendía que el corazón era el órgano donde residía la mente. Esta postura dominó el debate durante siglos, hasta tal punto, que cuando Galeno mostro 400 años después la primera evidencia en su contra, muchos de los allí presentes no pudieron aceptar lo que sus propios ojos estaban viendo.

El experimento del cerdo chillón


 Galeno fue un famoso médico en la época del imperio Romano. Hizo los primeros estudios sistemáticos de anatomía donde describió por primera vez la estructura general de muchísimos órganos y sistemas corporales. Galeno conocía la organización general del sistema nervioso central, formado por el cerebro y la médula espinal, del que emanan los numerosos nervios del sistema nervioso periférico que se extienden hacia casi todas las partes del cuerpo. También conocía el ordenamiento de lo que hoy conocemos como sistema vascular con el corazón en un lugar central del que salían arterias y al que llegaban venas. Con todo, desconocía muchísimas cosas. No sabía por ejemplo que el corazón bombeaba sangre y ni por asomo podía imaginar de qué forma el corazón o el cerebro podía dar lugar a nuestra capacidad de reflexionar y pensar sobre nosotros mismos. En aquella época, esta discusión entre cerebro y corazón era un tema abierto. Un día y por accidente, en el transcurso de uno de sus numerosos estudios anatómicos, Galeno encontró algo que le llevo a decidirse.

Casi siempre en cerdos, Galeno hizo muchos experimentos para identificar cuáles eran los nervios que controlan la respiración. En uno de estos experimentos, por accidente seccionó los nervios laríngeos recurrentes (unas fibras nerviosas que transcurren por la garganta, y que transportan información sensorial sobre la temperatura de lo que tenemos en la boca y también comandos motores para mover las cuerdas vocales). El resultado no pasó desapercibido a  Galeno: el cerdo siguió forcejeando como de costumbre, pero dejó de gritar. Se quedó mudo (el cerdo, aunque me imagino Galeno también). Sorprendido (Galeno, tal vez también el cerdo) por esta observación, Galeno continúo sus estudios sobre este nervio laríngeo. Primero analizó en detalle la trayectoria que siguen estos nervios hasta el cerebro (descubrió su origen en el nervio vago que se extiende hacia abajo más allá de la laringe y entonces rodea la arteria aorta -en la izquierda- o subclaviana -en la derecha- para después volver a la laringe). A continuación, reprodujo su experimento anterior en muchos animales distintos (vacas, leones, cabras y otros) y en todos observo que un corte de este nervio laríngeo consistentemente dejaba mudos a los animales, confirmando así su observación anterior.



Entusiasmado por este descubrimiento, el patrón de Galeno en Roma, Boethus, organizó una demostración pública de este experimento para una prestigiosa audiencia compuesta de políticos e intelectuales. Galeno comenzó su discurso explicando la morfología del nervio laríngeo y las consecuencias de su interrupción. En sus propias palabras: “hay un par de nervios con forma de pelo en ambos lados de la laringe, que si son ligados o cortados dejan al animal sin voz sin afectar su vida o actividad funcional”. Ya en ese punto algunos miembros del público exclamaron su asombro e indignación. Antes siquiera de que Galeno pudiera comenzar la cirugía, un conocido filosofo aristotélico llamado Damascenus le interrumpió: “aunque nos muestres que la sección de estos nervios en animales los deja sin voz, no necesariamente lo mismo tiene por que suceder en lo seres humanos. Y en cualquier caso, no me lo creería”. De algún modo, esta opinión reflejaba un escepticismo general sobre el valor que la información sensorial en contraposición a la lógica y la geometría tenían a la hora de establecer pruebas, así como la visión Aristotélica de que el pensamiento y por tanto el lenguaje debían estar  controlados por el corazón y no por el cerebro.


El cerebro pensante en la actualidad
 
 Con el tiempo y el paso de los años, el experimento del cerdo chillón de Galeno ha llegado a ser uno de las demostraciones fisiológicas más famosas de todos los tiempos. Algunos historiadores de la neurociencia consideran este experimento como la primera evidencia empírica a favor del cerebro pensante, es decir que el cerebro (y no el corazón) es el principal órgano donde se produce el control del comportamiento. También sabemos hoy que cambios en la actividad cardiaca tienen influencia en el comportamiento, pero esto ocurre debido a que afectan el funcionamiento del cerebro.


Evidentemente, el experimento de Galeno queda todavía lejos de demostrar que el pensamiento se produce en el cerebro. Hoy entendemos que aquello representa la primera evidencia experimental de esta idea del cerebro pensante porque sabemos que los nervios motores (como el nervio laríngeo que Galeno interrumpió) transportan los comandos del cerebro hasta los músculos de la periferia para realizar las acciones que en el cerebro se computaron. Pero nada de esto se conocía en aquella época, seguramente de ahí la resistencia a aceptarlo. Lo que hoy si tenemos es una gran colección de evidencias de personas con lesiones en distintos lugares del cerebro que manifiestan incapacidades en aspectos concretos de la mente, el pensamiento o la emoción. Por ejemplo, los pacientes de Alzheimer, o el más extremo caso de las personas en estado de coma que no pueden hablar ni seguramente reconocer ningún estimulo pero que mantienen sus constantes vitales y el corazón intactos. Y con todo, para ser precisos, todavía estamos lejos de entender con detalle de qué manera la actividad en el cerebro da lugar al proceso de pensar.


Referencia


Fuente:

Neuro Enredos

30 de mayo de 2013

¿Cómo explicó Galeno el funcionamiento del cuerpo humano?

Galeno, el gran médico de la antigüedad, era famoso tanto por su arrogancia como por su talento.

¿Cómo explicó Galeno el funcionamiento del cuerpo humano?

Galeno, el gran médico de la antigüedad, era famoso tanto por su arrogancia como por su talento. ?Nunca me he equivocado, ni en el tratamiento ni en el pronóstico, como les ha sucedido a tantos médicos de prestigio. Si alguien quiere hacerse famoso, lo único que tiene que hacer es aceptar lo que yo ya he sido capaz de establecer.?

Galeno nació en el 129 dC en Pérgamo. Estudió medicina durante 12 años, comenzando a la edad de 16. Cuando tenía 21 años había escrito seis tratados médicos y empezado a practicar lo que se convertiría en su especialidad: la vivisección de animales.

En tiempos de Galeno, la disección de seres humanos con el fin de realizar investigaciones médicas era considerada poco ética, por lo que se vio obligado a utilizar animales para ampliar sus conocimientos de anatomía. También aprendió muchas cosas sobre el cuerpo humano y la manera de curar las heridas cuando fue nombrado médico de los gladiadores en su ciudad natal.

Odiado por los médicos

En el año 161, cuando contaba 32, Galeno se trasladó a Roma, a donde llegó precedido de una enorme fama. Aunque hizo crecer su reputación tratando con éxito a algunos pacientes dados por incurables, se enemistó con sus colegas al acusarlos de ignorancia y codicia. Pero sus pacientes, algunos de ellos muy influyentes, lo adoraban y Galeno se abrió paso entre lo más selecto de la sociedad romana.

Durante su estancia en Roma, Galeno realizó la mayoría de sus descubrimientos anatómicos. Amplió sus conocimientos diseccionando más animales, sobre todo macacos, porque creía que estaban constituidos de manera muy similar a los seres humanos. Uno de sus principales logros consistió en identificar siete pares de nervios que tenían su origen en el cerebro, y demostró sin lugar a dudas que las arterias contenían sangre, y no aire, como se había pensado durante 400 años.

Se puede diseccionar a un mono e identificar todos y cada uno de sus huesos... Para ello hay que seleccionar los monos que más se parecen a los hombres? en estos monos, que también corren y caminan sobre dos patas, encontraremos los mismos órganos que en el hombre.

Sin embargo, Galeno no siempre estuvo en lo cierto al suponer que los descubrimientos realizados diseccionando animales podían aplicarse a los seres humanos. Tampoco llegó a comprender el funcionamiento del corazón, y no advirtió que la sangre circula por todo el cuerpo. Ante todo, su doctrina médica permaneció anclada en la teoría de los humores, concebida por los médicos griegos. Pero la seguridad de Galeno y sus teorías clínicas hacían creer a muchas personas que conocía todas las respuestas.

Fluidos que causaban enfermedades

La costumbre de "leer" el carácter de un paciente para tratarlo en consecuencia quedó establecida en la "teoría de los humores". Esta teoría aceptada por los antiguos griegos sostenía que la salud física y mental estaba determinada por cuatro fluidos o humores corporales: la sangre, la flema o "mucosidad", la bilis vitelina y la bilis negra o atrabilis. La buena salud era resultado del equilibrio de estos humores: la enfermedad aparecía cuando uno de ellos se hacía predominante.

En busca del equilibrio

Una vez diagnosticada la enfermedad atendiendo a los humores, había que intentar restablecer su equilibrio. Cuando la afección de un paciente se atribuía a una complexión demasiado sanguínea, se le practicaba una sangría, mientras que a los pacientes introvertidos o irritables se les recomendaba que sudasen para eliminar la atrabilis causante de su estado de ánimo.

Pero no siempre era fácil alcanzar el equilibrio de los humores. Se creía que la flema tendía a acumularse durante el invierno frío y oscuro, produciendo resfriados y afecciones de garganta, mientras que la sangre predominaba en primavera y verano, causando vómitos y mareos. Se daba mucha importancia a la alimentación.

En el siglo II dC Galeno reforzó esta teoría, afirmando que cada uno de los cuatro humores condicionaba el temperamento de las personas.

Fuente:

Selecciones
 

14 de agosto de 2011

Los 8 libros de ciencia que cambiaron el mundo


A mi parecer a esta lista falta agregar El Origen de las Especies, de Charles Darwin, un libro que hasta el día de hoy desata polémica y encendidas pasiones. ¿Y los libros sobre la Relatividad de Einstein, dónde quedaron? Por allí también comentna que añadirína: On Physical Lines of Force (Sobre las líneas de fuerza físicas) de J.C.Maxwell, no concibo la física actual sin ese salto. Bueno los invito a leer este post de Xakata Ciencia...


Los libros de ciencia son como tsunamis neuronales, tormentas culturales, movimientos sísmicos cuyo epicentro se encuentra en lo que consideramos indudable, intocable o dogma de fe. Cada libro de ciencia, a lo largo de la historia, ha provocado estos efectos en menor o menor medida.

Pero voy a presentaros los que llegaron más alto en la escala Richter:

1. Cosmographia de Claudio Ptolomeo: presenta la Tierra como centro del universo y determina la concepción del mundo entre los siglos II y XVI. Sus datos falsos sobre la extensión de Asia motivaron los viajes de Colón. El autor vivió y trabajó en Egipto (se cree que en la famosa Biblioteca de Alejandría). Fue astrólogo y astrónomo, actividades que en esa época estaban íntimamente ligadas. Ptolomeo también catalogó muchas estrellas asignándoles un brillo y magnitud y estableció criterios para predecir eclipses.

2. Elementa Geométrica de Euclides (s. III a. C.): el manual de matemáticas más antiguo del mundo. Hoy todavía resulta útil, dado que el lenguaje de las matemáticas es universal. Por citar algunos de los más conocidos: La suma de los ángulos interiores de cualquier triángulo es 180°; o en un triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos.

3. Ópera de Galeno: Libro fundamental de medicina hasta la Edad Moderna. Su doctrina de la mezcla de los humores corporales influyó fuertemente en la literatura y el teatro. Sus puntos de vista dominaron la medicina europea a lo largo de más de mil años. Entre otras cosas, Galeno demostró cómo diversos músculos son controlados por la médula espinal, que es el cerebro el órgano encargado de controlar la voz, demostró las funciones del riñón y de la vejiga, y también que por las arterias circula sangre, y no aire (como pensaban Erasístrato y Herófilo).

4. Historia natural de Plinio el Viejo: Enciclopedia de la ciencia de la Antigüedad que cita más de 400 fuentes griegas y romanas. Abarca todas las ramas del saber, desde la física hasta a la literatura. Fue el libro de consulta más importante de la Edad Media.

5. Sobre las revoluciones de las orbes celestes de Nicolás Copérnico (1473-1543): explica los movimientos celestes observables afirmando que la Tierra gira alrededor del Sol, y éste alrededor de sí mismo. Por esa razón, en 1616 fue incluido en el índice de libros prohibidos por la Iglesia. Copérnico pasó cerca de veinticinco años trabajando en el desarrollo de su modelo heliocéntrico del universo. En aquella época resultó difícil que los científicos lo aceptaran, ya que suponía una auténtica revolución.

6. Principios matemáticos de la filosofía natural de Isaac Newton (1643-1727): teoría que demuestra que todos los fenómenos del Sistema Solar pueden deducirse y predecirse a partir de las leyes de la dinámica y de la gravitación. Sin duda, la obra más importante de la ciencia natural. El poder divino se sustituye por las leyes de la causalidad y de la mecánica.

7. Systema Naturae de Carl von Linneo (1707-1778): fundamentación de la botánica y de la zoología modernas mediante una clasificación sistemática del mundo vegetal y animal en géneros y especies. La nomenclatura latina que establece Linneo es la que se sigue usando actualmente.

8. Enciclopedia de Diderot y D´Alembert (1751-1765): la obra más importante de la Ilustración europea y que contribuyó al descrédito del Antiguo Régimen. sin duda emocionará a los que, como yo, consideran la razón un triunfo y la Ilustración la mayor zancada intelectual de la hombre. Una obra sobre otra obra inclasificable para la época que no sólo removió conciencias sino que dio trabajo a miles de personas y conmovió a la sociedad para siempre. La casualidad convirtió a ambos autores de la enciclopedia en pioneros que hicieron crecer su obra hasta niveles titánicos, transformando un simple trabajo remunerado en un estilo de vida que revolucionaría la industria editorial y plantaría cara a las críticas, a lo políticamente correcto y hasta al mismísimo Papa, aunque ello conllevara la cárcel.

Vía | Cultura de Dietrich Schwanitz

Tomado de:

Xakata Ciencia

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