Martes, 20 de octubre de 2009
Especial: Astronomía
Los records del Sistema Solar
¿Cuál es la montaña más alta? ¿Y el cañón más largo y profundo? ¿Dónde hace más frío? ¿Qué planeta es el más caluroso? ¿En cuál hay más agua? Demos un paseo por los extremos de nuestro barrio cósmico
¿Cuál es la montaña más alta? ¿Y el cañón más largo y profundo? ¿Dónde hace más frío? ¿Qué planeta es el más caluroso? ¿En cuál hay más agua? Demos un paseo por los extremos de nuestro barrio cósmico
MONTAÑAS MÁS ALTAS
El vulcanismo ha sido un proceso geológico fundamental en Marte. Hay dos provincias volcánicas importantes, Tharsis y Elysium, situadas sobre domos, elevaciones de varios kilómetros de altura y cientos de kilómetros de diámetro. El edifico volcánico típico es semejante a los volcanes de escudo de la Tierra, como el Mauna Kea de Hawaii. De los 20 grandes volcanes marcianos el más alto es el Monte Olimpo, que es el mayor del Sistema Solar: 27 kilómetros de altura desde su base, una caldera de 85 kilómetros de largo por 60 de ancho con paredes de tres kilómetros profundidad. Desde la cima de Olimpo no se vería Marte, sino que el mismo volcán cerraría el horizonte. Además, como se encuentra por encima de casi toda la atmósfera del planeta, que se concentra en los 10 kilómetros inferiores, no hay prácticamente aire entre el observador y el cielo, y se ven las estrellas incluso de día. Y no sólo eso: Olimpo presenta la mayor anomalía gravitatoria conocida en el Sistema Solar. Si la gravedad media de Marte es de 3,71 m/s2 (la de la Tierra es 9,81), en Olimpo es 3,74. Esto indica que las rocas allí son más densas. Marte, además, posee otros récords montañosos: Arsia Mons, con la mayor caldera del Sistema Solar (180 km de diámetro), y Alba Patera, el más extenso (1.600 km de diámetro en la base).
SUPERVOLCANES
Efestos, el dios griego de la metalurgia, no vive en el Etna, sino en el cuerpo con mayor actividad volcánica del Sistema Solar: el satélite de Júpiter, Io. Su intensa actividad volcánica está potenciada por Júpiter, que provoca mareas de 100 metros de altura. Su órbita se encuentra dentro de la magnetosfera del gigante gaseoso, de modo que cada segundo barre de Io una tonelada de material volcánico, produciendo una nube de átomos alrededor del satélite. Al mismo tiempo, un inmenso donut de iones –átomos que han perdido algún electrón– resplandece como un árbol de navidad en el ultravioleta. Algunos de estos iones entran en la atmósfera de Júpiter formando impresionantes auroras. Io, además, actúa como un inmenso generador eléctrico: al moverse por el campo magnético de Júpiter desarrolla 400.000 voltios a lo largo de su diámetro y genera una corriente eléctrica de 3 millones de amperios que fluye hacia la ionosfera del gigante Júpiter.
LUGARES MÁS FRÍOS
Ahora los dioses se han retirado a Kadath del desierto frío…” El absorbente universo del escritor H. P. Lovecraft nos ha dejado extraños y desconocidos parajes helados, imposibles para los humanos, como Kadath o las llanuras de Leng. Para sus fans no será difícil imaginar a los Primigenios en el más helado de los planetas, el lejano y pequeño Plutón (ahora Plutón es considerado un planeta enano del Sistema Solar). Con una órbita totalmente excéntrica –cruza la órbita de Neptuno– y un tamaño dos tercios el de la Luna, se cree que está formado por un núcleo rocoso rodeado por un manto de agua congelada. El diámetro de su satélite, Caronte, es la mitad del de Plutón, por lo que se les considera un sistema planetario doble. La temperatura superficial oscila entre 223 y 233 ºC bajo cero, con lo que en las épocas en las que se encuentra más lejos del Sol la atmósfera entera –que se cree compuesta de nitrógeno y dióxido de carbono– se congela. Se le considera un planeta por motivos históricos, aunque en realidad se trata del mayor miembro del llamado cinturón de Kuiper, una nube de asteroides, planetoides y cometas situada más allá de Neptuno.
EL MISMO INFIERNO
Venus, la diosa del amor y la belleza, poco tiene que ver con nuestro lucero del alba –el objeto celeste nocturno más brillante después de la Luna–, el infierno del Sistema Solar. Tiene una presión atmosférica 90 veces la terrestre –la misma que sufriríamos a un kilómetro bajo la superficie del mar– y una temperatura media de 400 ºC –se funde hasta el plomo–, que en las zonas cercanas al Ecuador puede llegar a los 500 ºC. Semejantes condiciones son debidas a que presenta un efecto invernadero brutal –su atmósfera es 96 por 100 dióxido de carbono y 3 por 100 de nitrógeno–, lo que hace que su superficie esté más caliente que la de Mercurio, el planeta más cercano al Sol. Otra de sus peculiaridades es que el día es más largo que el año: dar una vuelta sobre sí mismo le lleva 243 días terrestres, y en dar una vuelta al Sol, 224. Además, su rotación es retrógrada: el Sol sale por el oeste y se pone por el este.
EL MÁS HÚMEDO
El agua es la molécula triatómica más abundante del universo. Quizá por ello no resulta extraño descubrir que sea una sustancia bastante común en el Sistema Solar. Pero si tuviéramos que dar un premio al cuerpo más mojado sin duda éste sería el satélite de Júpiter Europa. Con una temperatura superficial de –170 ºC, presenta un aspecto completamente congelado. Bajo su superficie helada –con un espesor entre 10 a 100 kilómetros de hielo– se extiende un inmenso mar de agua, la cual, según mediciones de su campo magnético, es posible que sea salada. En Europa se piensa que pudo darse algún tipo de química prebiótica. Cuando el Sistema Solar era joven, Europa recibía el calor radiado por la contracción del joven Júpiter y su atmósfera era rica en dióxido de carbono, nitrógeno, vapor de agua, amoniaco, metano e hidrógeno. Sumando a todo esto la actividad volcánica, Europa tenía todo lo necesario para la emergencia de la vida... ¿Qué pasó en su interior?
CRÁTERES GIGANTES
Un vistazo a la Luna nos demuestra que el Sistema Solar ha tenido una vida agitada, sobre todo cuando era joven y una gran cantidad de asteroides, cometas y otros desperdicios rocosos abundaban por los alrededores de los incipientes planetas. Incluso la propia Luna es producto de una descomunal colisión de un objeto del tamaño de Marte con la Tierra. Las superficies de los planetas rocosos suelen guardar la huella de semejantes colisiones. De entre todas ellas la mayor es la cuenca Polo Sur-Aitken, localizada en la Luna –a los grandes cráteres se les llama cuencas de impacto–. Otro lugar de grandes cráteres es Marte. Allí se encuentra el segundo más grande: la cuenca de Hellas.
GRANDES VIENTO
Marte es el planeta de las tormentas de polvo, donde los vientos alcanzan velocidades de hasta 400 km/h. Éstas sólo se alcanzan en niveles altos de la atmósfera; en superficie nunca se han medido vientos superiores a los 70 km/h. Debido a la baja densidad de su atmósfera, el viento tiene una fuerza similar a un viento terrestre que sea aproximadamente una décima parte su velocidad. En Marte los rasgos eólicos son omnipresentes. Hay dunas semejantes a las terrestres y el equivalente a las llanuras de loess, enormes extensiones de sedimentos transportados por el viento alrededor del Polo Norte. ¿Cuál es su origen? No se sabe: la tenue atmósfera no puede levantar granos de más de 2 milímetros... El rasgo eólico más importante es el gran erg o mar de arena que forma un cinturón incompleto de 500 km de anchura y 1.000.000 km2 en el Polo Norte.
LA TORMENTA PERFECTA
La Gran Mancha Roja es la característica de Júpiter más vistosa. Fue observada hacia 1665 y se ha mantenido prácticamente inalterada desde entonces. Se trata de una tormenta anticiclónica, muy parecida a los huracanes terrestres, pero que se sale de todas las escalas. Y no sólo por su duración –se ha mantenido así durante los 400 años que la llevamos observando–, sino por su tamaño –en el interior caben tres Tierras–. Rota en sentido contrario a las agujas del reloj más o menos cada 6 días y en su interior soplan vientos de hasta 400 kilómetros por hora. Las nubes asociadas a la tormenta parecen encontrarse 8 kilómetros por encima de las nubes adyacentes. Todo lo que rodea a la Gran Mancha Roja es un misterio: su tamaño y persistencia, su color rojo o, simplemente, la causa que la anima y la mantiene.
GRANDES CAÑONES
Al igual que un foso separaba en dos el poblado vecino al de Asterix, en Marte se encuentra un impresionante Valles Marineris –los valles de la Mariner–, que casi parte el planeta en dos. Se trata de un conjunto de cañones situados junto al Ecuador. Tiene 4.000 kilómetros de largo, posee una anchura entre 100 y 600 kilómetros y una profundidad de hasta 10 kilómetros. Su origen es aún desconocido, pero se piensa que comenzó como una fractura surgida cuando el planeta era joven y se estaba enfriando. Trasladado a la Tierra, este inmenso cañón empezaría en la parte más norteña de Noruega y terminaría en Gibraltar. En comparación, nuestro Gran Cañón del Colorado es 30 veces menor.
EL PLANETA MÁS EXTREMO
Mercurio es el que se lleva el premio al planeta con las características más extremas. El Sol es diez veces más brillante que visto desde la Tierra; el viento solar barre su superficie y arranca átomos que acaban formando una debilísima atmósfera que enseguida se disipa en el espacio. Antes de salir el Sol la temperatura es de –186 ºC, y empieza a subir a medida que el Sol asciende por el horizonte hasta alcanzar a mediodía los 407 ºC. El día dura 59 días terrestres; Mercurio gira tres veces sobre su eje en dos de sus años. Esto hace que el movimiento del Sol por el cielo sea también extraño en ciertas latitudes: antes del llegar al zénit, el Sol retrocede en el cielo para luego continuar su viaje hacia el atardecer... 22 días terrestres después.
Fuente:
Muy Interesante