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16 de octubre de 2009

Los guerrilleros, la lectura y la ciencia


Especial: Lenguaje
Los guerrilleros, la lectura y la ciencia
Los ex guerrilleros no suelen ser participantes asiduos de estudios científicos, pero ahora, por primera vez, antiguos miembros de la guerrilla en Colombia ayudaron a investigadores a mejorar su entendimiento del cerebro.

Escáneres cerebrales (Nature)

La imagen muestra los escáneres cerebrales de 10 individuos que aprendieron a leer siendo niños.

En particular, gracias a estos participantes, el equipo de investigadores de Gran Bretaña, España y Colombia descubrió cuáles son las áreas del cerebro involucradas en el aprendizaje de la lectura.

El estudio -publicado en la revista Nature- encontró cómo cambia la estructura cerebral cuando aprendemos a leer.

Y los resultados, dicen los autores, podrían ser útiles para el entendimiento de trastornos de aprendizaje como la dislexia.
 
Dificultades previas

Hasta ahora, los científicos no habían logrado entender con precisión los cambios que ocurren en el cerebro con el alfabetismo, principalmente porque cuando la mayoría de la gente aprende a leer -siendo niños- ocurren muchos otros cambios en la estructura cerebral.

El estudio con adultos también había sido difícil porque en la mayoría de las sociedades el analfabetismo es por lo general el resultado de discapacidad o mala salud.

Ahora, sin embargo, los científicos del centro de investigación Wellcome Trust de Londres, de las universidades del País Vasco y La Laguna en España y la Nacional de Colombia, encontraron a un grupo de estudio ideal: los antiguos guerrilleros que se están reintegrando a la sociedad colombiana y aprendiendo a leer por primera vez.

"Separar los cambios que ocurren en nuestro cerebro provocados por el aprendizaje de la lectura hasta ahora había sido casi imposible debido a otros factores de confusión" explica la profesora Cathy Price, una de las autoras del informe.

"El trabajo con los ex guerrilleros de Colombia nos ha ofrecido una oportunidad única para ver cómo se desarrolla el cerebro cuando se adquiere la capacidad de la lectura", señala.
 
Capacidad aprendida

El lenguaje es una capacidad única del ser humano y aún en los ambientes más empobrecidos linguísticamente, los niños desarrollan de forma natural sistemas sofisticados de lenguaje.

Sin embargo, la lectura es una habilidad aprendida que no se desarrolla más que con intensa enseñanza y aprendizaje.

Y aunque se sabía que este aprendizaje provoca muchos cambios en la estructura cerebral, no se había logrado detectar cuáles eran.

En la investigación, los científicos tomaron escáneres de imágenes de resonancia magnética (IRM) en el cerebro de 20 ex guerrilleros que habían concluido un programa de alfabetización en español siendo adultos.

Posteriormente compararon estos escáneres con los de otros 22 ex guerrilleros antes de que comenzaran el mismo programa de alfabetización.

Los resultados revelaron las áreas del cerebro que están involucradas en el aprendizaje de la lectura.
 
Área especializada

Con esta información los investigadores analizaron cómo son estas regiones en los cerebros de adultos en el Reino Unido que habían aprendido a leer siendo niños.


Escáneres cerebrales (Nature)

Áreas donde aumentó la materia gris en los cerebros de ex guerrilleros que aprendieron a leer y la de aquellos que no.

Los resultados mostraron que en los cerebros de los ex guerrilleros que habían aprendido a leer la densidad de la materia gris (donde se lleva a cabo el procesamiento cerebral) era mayor en varias áreas del hemisferio izquierdo del cerebro.

Y como se esperaba, dicen los autores, estas áreas eran las responsables del reconocimiento de las formas de las letras y la traducción de letras a sonidos de lenguaje y sus significados.

También encontraron que el aprendizaje de la lectura había aumentado la "solidez" de la materia blanca (donde están las conexiones que transmiten señales a diferentes regiones del cerebro).
 
Leer y predecir

Desde hace unos 150 años los científicos han sabido que hay una región del cerebro, llamada circunvolución angular, que es importante para la capacidad de leer, pero no se conocía con precisión su función.

Se pensaba que la circunvolución angular reconocía las formas de las palabras antes de encontrar sus sonidos y significados, pero el estudio demuestra que esta región puede predecir lo que el cerebro está a punto de ver.

"La opinión tradicional era que la circunvolución angular actúa como un "diccionario" que traduce las letras de una palabra a sonido y significado" explica la profesora Price.

"De hecho, logramos demostrar que su papel consiste en anticipar lo que nuestro ojo va a ver. Es casi como la función "de predicción" en los mensajes de texto de los teléfonos móviles", agrega.

Los científicos creen que estos resultados serán útiles para tratar de entender las causas de la dislexia, un trastorno que impide poder leer correctamente y que se cree afecta a entre 7 y 17% de la población mundial.

Fuente:

BBC Ciencia & Tecnología

La velocidad cerebral del lenguaje

Viernes, 16 de octubre de 2009

Especial: Lenguaje

La velocidad cerebral del lenguaje

¿Qué es el área de Brocca?

El área de Broca es la sección del cerebro humano involucrada en la producción del habla, el procesamiento del lenguaje y la comprensión. Aunque tradicionalmente se la ha asociado con la producción del habla, hoy parece que no es esa su función concreta. No hay que olvidar que, pese a la importancia de esta área en el habla, no se puede hablar en términos absolutos.

Está ubicada en la tercera circunvolución frontal (circunvolución frontal inferior), en las secciones opercular y triangular del hemisferio dominante para el lenguaje (para la gran mayoría de seres humanos, diestros o zurdos, es el hemisferio izquierdo).

Esta región corresponde a las áreas de Brodmann 44 y 45, y se conecta con el área de Wernicke (la otra región importante para el lenguaje en los humanos) mediante un haz de fibras nerviosas llamado fascículo arqueado (o arcuato).

Se llama así en honor al médico francés Paul Pierre Broca, quien la describió en 1864, después de varios estudios post-mortem de pacientes afásicos que presentaban un grave daño en esa región.



Electrodos usados para la investigación en pacientes de epilepsia. | Ned T. Sahin

Electrodos usados para la investigación en pacientes de epilepsia. | Ned T. Sahin

Han pasado casi 150 años desde que el físico francés Pierre Paul Broca descubriese en 1865 el importante papel que desempeña en el habla una pequeña parte del cerebro llamada corteza frontal inferior izquierda (conocida hoy en día como área de Broca). Desde entonces apenas ha habido avances científicos en la comprensión del mecanismo neuronal responsable de esta capacidad. Pero los expertos creían que este área sólo podía desempeñar la función de la expresión hablada.

Una investigación publicada hoy en la revista 'Science' ha revelado que esa zona cerebral es capaz de computar las tres tareas fundamentales relacionadas con el lenguaje: la identificación de la palabra, la elección de la forma gramatical correcta y la organización de los sonidos para expresarla. Además, los investigadores de la Universidad de California-San Diego (UCSD) y de la Universidad de Harvard han determinado que el cerebro humano apenas necesita 600 milisegundos -poco más de medio segundo- para realizar todas esas funciones.

Dentro de la neurociencia, el lenguaje está mucho menos estudiado que las sensaciones, la memoria o el control motor. Las causas son muy sencillas: no existen modelos animales para investigar la expresión hablada -el ser humano es el único animal con tal capacidad- y, además, los métodos apropiados para experimentar con humanos no son suficientemente precisos como para registrar las complejas actividades neuronales que acontecen bajo el cráneo.

El equipo científico dirigido por el profesor de Departamento de Radiología de la UCSD Eric Halgren tuvo la inusual ocasión de registrar la actividad neuronal de tres pacientes de epilepsia durante el proceso de preparación para la cirugía. Este procedimiento implica la colocación de electrodos dentro de diferentes zonas cerebrales, incluida el área de Broca.

Un curioso examen de lengua

Tras ello los investigadores pidieron a los pacientes que realizasen tareas como repetir palabras, cambiarlas de género y de número o conjugar tiempos verbales. Se trata de la primera vez que se usa esta técnica intracraneal para estudiar cómo el cerebro produce las palabras.

Los científicos identificaron patrones de actividad neuronal indicando procesos cerebrales léxicos, gramáticos y fonéticos alrededor de 200, 320 y 450 milisegundos respectivamente después de que se mostrase la palabra al paciente.

Según los autores, estos tiempos se registraron en todos los pacientes y permiten establecer el tiempo de comprensión, elección y vocalización en seis décimas de segundo. «Estos resultados sugieren que el área de Broca computa diferentes pasos con una coreografía perfectamente ajustada a un ritmo muy rápido, una danza que puede ser simplemente indetectable para los niveles de resolución de otros métodos usados con anterioridad», asegura Eric Halgren.

Fuente:

El Mundo Ciencia

25 de mayo de 2009

La actividad cerebral de los niños es diferente a la de los adultos

Lunes, 25 de mayo de 2009

Se consigue visualizar el desarrollo del cerebro, desde la infancia hasta la adultez. En los niños las redes se establecen por proximidad y en los adultos por cooperación.


El cerebro de los niños está tan organizado como el de los adultos, pero no de la misma forma. La principal diferencia radica en que en el cerebro de los niños las redes de actividad neuronal se generan por la proximidad fisiológica entre diversas áreas del cerebro, mientras que en los cerebros adultos las redes se establecen entre áreas separadas, pero funcionalmente cooperativas.

Científicos norteamericanos han conseguido visualizar el proceso de cambio de las redes de actividad neuronal, desde la infancia a la edad adulta, lo que abre una vía hacia la comprensión de los sistemas neuronales subyacentes en la cognición, y también al desarrollo de nuevos tratamientos en el caso de lesiones o de trastornos cerebrales.





El cerebro de los niños se organiza de forma diferente al de los adultos, pero es tan capaz como el de éstos, señala un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis (WUSM), Estados Unidos.

En un comunicado emitido por la WUSM, se explica que, aunque el cerebro de los niños presenta un esquema de organización diferente al de los adultos, uno de los principios de organización cerebral de los mayores está presente en el cerebro infantil, al menos a partir desde los siete años de edad.

Éstas son algunas de las conclusiones a las que se ha llegado a partir de un estudio en el que ha participado el profesor de neurología de dicha universidad, Steven E. Petersen, que afirma que, a pesar las diferencias entre el cerebro de los adultos y el cerebro infantil, éste no está inherentemente desorganizado ni es caótico.

El cerebro infantil no es caótico

Petersen y sus colaboradores estudian la organización corriente del cerebro y su desarrollo, con el fin de conocer mejor cómo los trastornos y las lesiones cerebrales pueden deteriorar las capacidades mentales. La intención de los científicos es aprovechar lo que están aprendiendo para crear nuevos tratamientos para este tipo de trastornos.

Utilizando la tecnología de exploración de resonancia magnética funcional (MRI), los científicos analizaron e identificaron, en este caso, las redes cerebrales de 210 individuos de edades comprendidas entre los siete y los 31 años de edad.

Normalmente, en este tipo de registros, se suele medir la actividad cerebral de los participantes, mientras éstos realizan una tarea cognitiva. Sin embargo, en el registro de Petersen, los voluntarios no hicieron nada, es decir, que los escáneres de su actividad cerebral fueron realizados en estado de reposo.

Los investigadores concluyeron que cuando dicha actividad aumentaba o disminuía al mismo tiempo en diversas regiones del cerebro, probablemente estas áreas estaban trabajando juntas.

Relaciones funcionales o de proximidad

Estudios previos habían permitido a los científicos establecer que existen cuatro redes cerebrales con diversas responsabilidades en el cerebro de un adulto. Dos de estas redes, por ejemplo, parecen co-gobernar la mayoría de la funciones voluntarias del cerebro.

Por otro lado, dichas redes implican estrechas relaciones entre diversas partes del cerebro que se encuentran físicamente separadas entre sí.

Pero esto no sucede en todos los casos, revela la investigación de Petersen, porque en los cerebros de los niños las redes neuronales, en lugar de estar conformadas por regiones cerebrales distantes entre sí pero funcionalmente relacionadas, se producen entre regiones cerebrales físicamente próximas.

En un artículo publicado por los investigadores en la revista PLoS Computational Biology éstos escriben: “las redes en niños se organizan predominantemente por proximidad anatómica, mientras que, en los adultos, dichas redes reflejan sobre todo relaciones funcionales”.

Esto es incluso visible en una película creada por los científicos: de entre los individuos más jóvenes del presente estudio se seleccionó un grupo, cuyos resultados fueron analizados. Después, a estos datos se les añadieron datos de los siguientes individuos en edad, hasta añadir la información de todos los participantes.

El resultado de estas adiciones fue reflejado en una película que detalla cómo sucede la transición organizacional desde el cerebro infantil hasta el cerebro adulto.

Esta representación muestra claramente cómo el cerebro se activa primero en redes formadas en áreas próximas para pasar progresivamente a formar redes entre áreas más distantes, esto es, redes centradas en la funcionalidad.

Los científicos señalan en PLoS Computational Biology que esta caracterización del desarrollo de “local a distribuida” tiene importantes implicaciones para la comprensión del desarrollo de los sistemas neuronales subyacentes en la cognición.

Cerebro y Bacon

Los investigadores también analizaron los cerebros de los niños buscando un tipo de organización presente en los cerebros adultos, y que en ocasiones es denominada como organización “Kevin Bacon”.

Este nombre proviene de un juego de preguntas y respuestas llamado “A seis grados de Kevin Bacon”. Aunque en apariencia el juego no tiene nada que ver con el funcionamiento del cerebro, lo cierto es que sí.

El desafío de “A seis grados de Kevin Bacon” consiste en relacionar a cualquier actor o actriz norteamericano con el actor Kevin Bacon, siguiendo las relaciones establecidas entre diversas estrellas.

Así, por ejemplo, si la pregunta es ¿cuál es el número Bacon de Elvis Presley? La respuesta sería: dos, porque Presley salió en la cinta Change of Habit con Edward Asner, quien sale con Bacon en JFK (dos grados o eslabones).

En definitiva, el juego representa una extensa red que permite conectar unos nódulos con otros en un número relativamente corto de pasos, a través de nódulos especiales. Según los científicos: “Como Kevin Bacon, dichos nódulos especiales tienen muchas conexiones con otros nódulos, lo que les permite ayudar a acortar la cantidad de pasos que se tienen que dar en las conexiones entre los nódulos que conforman cualquier red neuronal”.

Los científicos ya sabían que los niños tienen muchas menos relaciones de larga distancia entre las regiones del cerebro que los adultos, pero cuando han mirado más de cerca han encontrado que había suficientes de estos vínculos y nódulos con múltiples conexiones como para establecer una organización del mismo tipo que presentan los adultos.

Fuente:

Tendencias 21

24 de abril de 2009

Descubren las bases neurológicas de la sabiduría

Viernes 24 de abril de 2009

Definida desde la religión y la filosofía durante
siglos, ahora se sabe que está asociada al sistema límbico y a la corteza
prefrontal...

La sabiduría, entendida como una virtud humana asociada a
la empatía, la compasión o el altruismo, está relacionada con la actividad de
ciertas partes del cerebro, según una investigación de la Universidad de
California en San Diego. La investigación determinó que la corteza prefrontal
del cerebro se activa con la regulación emocional o la capacidad de relativizar;
que la corteza prefrontal lateral facilita la toma de decisiones razonadas; y
que la corteza prefrontal media está implicada en el equilibro emocional y la
actitudes pro-sociales o socialmente positivas. Aunque éste es sólo el inicio de
un largo camino de investigaciones, la neurobiología promete explicar e incluso
fomentar esta misteriosa virtud, hasta hace poco asociada únicamente a la
filosofía y a la religión.

Por Yaiza Martínez de Tendecias21

Científicos de la Universidad de California en San Diego (UCSD), Estados Unidos, han analizado por vez primera –revisando todos los estudios relacionados con el tema- la neurobiología de la sabiduría, un fenómeno de la conciencia humana normalmente estudiado desde la religión o desde la filosofía.

Los encargados de esta revisión de documentos han sido los especialistas
Dilip V. Jeste y Thomas W. Meeks, del Departamento de Psiquiatría de la UCSD y del Stein Institute for Research on Angig, y los resultados obtenidos han aparecido recientemente publicados en la revista especializada Archives of General Psychiatry.

Según declaró Jeste en un
comunicado emitido por la UCSD, “a pesar de que existen muchas similitudes en la definición de sabiduría en las diversas épocas y culturas, dicha definición es más bien subjetiva”.

Desde la perspectiva de la neurobiología el científico señala que “nuestra investigación sugiere que habría una base neurobiológica en las características más universales de la sabiduría”.

Preguntas sin respuesta

La sabiduría es una capacidad psicológica única que se ha mencionado desde la antigüedad, que se ha discutido desde diversas disciplinas del conocimiento desde siempre, y que sólo recientemente ha sido analizada por la psicología y la sociología.

Por otro lado, la sabiduría ha sido definida a lo largo de los siglos y en el transcurso de las civilizaciones como un cúmulo de elementos psicológicos.

Los componentes más comúnmente señalados dentro de esta virtud humana han sido la capacidad de empatía, la compasión o el altruismo, la estabilidad emocional, el auto-conocimiento; y algunas actitudes pro-sociales, como la tolerancia hacia los valores ajenos.

Pero, según Jeste, ciertas preguntas siempre han quedado sin respuesta: ¿es la sabiduría universal o tiene una base cultural?; ¿es una virtud únicamente humana, relacionada con la edad?; ¿depende la sabiduría de la experiencia o, por el contrario, puede ser enseñada?

La investigación empírica a este respecto es algo relativamente novedoso. Meeks y Jeste señalan que en los años 70 del siglo pasado sólo se publicaron 20 artículos relativos a la sabiduría, pero que desde el año 2000 ha habido ya 250 publicaciones sobre el tema.

Áreas del cerebro implicadas

A pesar de este interés científico en alza, los investigadores no encontraron en su revisión ningún estudio anterior al suyo en el que la palabra “sabiduría” haya sido relacionada con términos como neurobiología, neuroimágenes o neurotransmisores, aseguran.

Con el fin de determinar si existen circuitos cerebrales específicos responsables de la sabiduría de los humanos, los científicos examinaron los artículos, publicaciones y documentos existentes para seis de los atributos más comúnmente incluidos en la definición de sabiduría, y para los circuitos cerebrales asociados con dichos atributos.

Revisados estos documentos, se recogieron todos aquellos datos que los investigadores consideraron potencialmente relevantes para definir la neurología de la sabiduría.

Meeks y Jeste se centraron inicialmente en los estudios en los que se había utilizado la técnica de neuroimagen funcional, que permite medir los cambios en el flujo sanguíneo del cerebro o las alteraciones en éste –ambos en relación a determinadas actividades cerebrales-, así como en investigaciones sobre el funcionamiento de los neurotransmisores.

Así descubrieron, por ejemplo, que el ejercicio del altruismo activa la corteza media pre-frontal, mientras que la toma de decisiones requiere una combinación de las funciones racional (corteza prefrontal dorsolateral, que juega un papel en la atención y en la memoria de trabajo), socio-emocional (corteza prefrontal media); y de detección de conflictos (corteza cingulada anterior, también asociada con el llamado “sexto sentido”).

Curiosamente, señalan los científicos, diversas áreas del cerebro parecen estar relacionadas con diferentes componentes de la sabiduría. En el artículo aparecido en Archives of General Psychiatry se especifica: la corteza prefrontal del cerebro se activa con la regulación emocional o la capacidad de relativizar; la corteza prefrontal lateral facilita la toma de decisiones calculadas o basadas en razonamientos; y la corteza prefrontal media estaría implicada en el equilibro emocional y la actitudes pro-sociales o socialmente positivas.

Equilibro entre cerebro antiguo y cerebro nuevo

Por otro lado, el neurocircuito de la recompensa (cuerpo estriado ventral y núcleo accumbens) también parece importante para la promoción de actitudes pro-sociales; y la actividad monoaminérgica (especialmente serotoninérgica y dopaminérgica) –que está influenciada por diversos polimorfismos genéticos- resulta esencial para ciertos subcomponentes de la sabiduría como la regulación emocional (incluido el control de los impulsos), la toma de decisiones o las actitudes pro-sociales.

En definitiva, según sugieren los investigadores de la UCSD, la neurobiología de la sabiduría podría implicar un equilibrio óptimo entre las regiones del cerebro más primitivas (sistema límbico) y las más nuevas (corteza prefrontal del cerebro).

Entre las posibles aplicaciones de un conocimiento profundo de los mecanismos neurobiológicos subyacentes a la sabiduría estaría la posibilidad de desarrollar, en el futuro, intervenciones destinadas a fomentarla, aseguran los científicos.

Por otro lado, según Jeste, “la comprensión de la neurobiología de la sabiduría tendría una especial significación clínica, por ejemplo, para el estudio de ciertos trastornos o lesiones cerebrales traumáticas que pueden afectar a los caracteres vinculados con esta capacidad”. La presente revisión sería, señala el investigador, tan sólo el primer paso de un largo proceso de investigaciones.

Fuente:

Tendencias21

29 de octubre de 2008

El odio y el amor comparten la misma zona cerebral

El odio y el amor comparten la misma zona cerebral

Se dice que hay una línea muy fina entre el odio y el amor y ahora una nueva investigación científica parece demostrarlo.

"Mientras el amante es siempre menos imparcial y no atiende al sentido común en lo que respecta a la persona amada, el individuo que odia no suele perder el juicio sino que es muy consciente de los pasos que da y las acciones que emprende contra el individuo odiado", señalan los investigadores.




Científicos británicos descubrieron el mecanismo del cerebro humano que produce que odiemos a alguien.

Y la zona donde se inicia esta poderosa emoción está íntimamente relacionada al área cerebral donde se produce el amor, afirmó la investigación llevada a cabo en la Universidad de Londres.

El estudio -publicado en la revista de la Biblioteca Pública de Ciencia, PLoS One- analizó a varios voluntarios que miraran fotografías de alguien a quien odiaban.

Descubrieron que se activaban una serie de circuitos cerebrales en un área del cerebro que comparte ciertas estructuras asociadas al amor romántico.

Pasión "interesante"

"El odio a menudo es considerado una pasión malvada que debe ser reprimida, controlada y erradicada" explicó el profesor Semir Zeki, del Laboratorio Wellcome de Neurobiología de la Universidad de Londres y quien dirigió el estudio.

"Pero para los neurobiólogos el odio es una pasión tan interesante como el amor".

"Porque igual que el amor, el odio a menudo parece ser irracional y puede conducir al individuo a conductas heroicas o malvadas. ¿Cómo es posible que dos sentimientos tan opuestos conduzcan al mismo comportamiento?".

Esa es la pregunta que se planteó el profesor Zeki al iniciar este estudio, que es la continuación de otras investigaciones previas en su laboratorio sobre los mecanismos cerebrales del amor romántico y el amor maternal.

En el nuevo estudio Zeki y su equipo se concentraron específicamente en el odio que siente el ser humano hacia otro individuo.

En la investigación participaron 17 voluntarios, tanto hombres como mujeres, elegidos porque dijeron sentir profundo odio hacia otra persona.

Los científicos llevaron a cabo escáneres cerebrales mientras los participantes miraban tanto la fotografía de la persona odiada, como fotografías de rostros "neutrales" que les eran familiares.

"Cuando miraban el rostro de la persona odiada -señalaron los autores- se produjo actividad en zonas cerebrales que puede ser consideradas el "circuito del odio".

Este circuito del odio incluye estructuras en la corteza y la subcorteza cerebral y tiene componentes que también se activan cuando se genera una conducta agresiva.

El cerebro funciona traduciendo estas señales de los circuitos cerebrales en acciones, como la planeación de movimientos del cuerpo.

Y el circuito del odio también está ubicado en una parte de la corteza frontal que se cree es muy importante en la predicción de las acciones de los demás.

Quizás, explican los científicos, esto es lo que nos hace actuar cuando nos enfrentamos a una persona odiada.



Odio crítico

Pero lo que más sorprendió a los investigadores fue descubrir que el circuito del odio también produce actividad en dos estructuras de la subcorteza cerebral: el putamen y la ínsula.

Según el profesor Zeki "es muy interesante que el putamen y la ínsula también se activan con el amor romántico".

"Pero no es tan sorprendente considerando que el putamen también podría estar involucrado en actos agresivos en un contexto romántico, como en situaciones donde un rival presenta una amenaza".

Los investigadores también descubrieron una diferencia importante en la actividad cortical que producen tanto el odio como el amor.

"Mientras que en el amor grandes partes de la corteza asociadas al juicio y razonamiento se desactivan, con el odio sólo se desactiva una pequeña zona", explicaron los autores.

Los investigadores creen que esto es sorprendente si consideramos que el odio también es, como el amor, una pasión que nos consume totalmente.

Pero mientras que en el amor romántico el amante pocas veces es crítico o juzga a la persona amada, en el contexto del odio, el que odia utiliza su criterio y es calculador para hacer daño, herir o vengarse de la persona odiada.

Otra diferencia es que el amor romántico está dirigido a una sola persona, pero el odio puede ser experimentado contra varios individuos o grupos, como en el caso del odio racial, político o sexual.

El profesor Zaki y su equipo planean ahora centrar sus investigaciones en estas diferentes variedades del odio.

Fuentes:

Reuters América Latina

BBC en español

El Mundo - España

ADN.es

12 de junio de 2008

¿Qué piensan los demás? Averíguelo con un modelo informático.

¿Qué piensan los demás? Averíguelo con un modelo informático.

Reconoce patrones de actividad neuronal asociados a 60 palabras.

Científicos norteamericanos han creado un modelo informático con el que se puede descubrir la palabra en la que está pensando una persona.


Utilizaron imágenes cerebrales de nueve voluntarios, obtenidas mediante resonancia magnética, para descubrir los patrones neuronales asociados a 60 conceptos. A continuación “adiestraron” al modelo informático para que fuera capaz de reconocer los patrones de actividad cerebral asociados a dichos conceptos. De esta forma, una vez determinado un patrón natural, el modelo deduce en qué palabra está pensando el sujeto.

El descubrimiento podría servir para conocer mejor el procesamiento del lenguaje por parte del cerebro, así como para comprender la causa de algunas disfunciones del lenguaje. También podría ser la base para una tecnología que decodifique los pensamientos.


Por Yaiza Martínez.


The Oxford Foundation for Theoretical Neuroscience

Investigadores de la Universidad Carnegie Mellon, en Pennsylvania (Estados Unidos) han desarrollado un modelo informático que puede descubrir la palabra en la que piensa un individuo, informa la mencionada universidad en un comunicado.

Según explica al respecto la revista Nature, el invento podría servir para resolver cuestiones sobre la manera en la que el cerebro procesa las palabras y el lenguaje, e incluso puede ser la base para una tecnología de decodifique los pensamientos.

Los científicos, liderados por Tom Mitchell -que es el director del Departamento de Aprendizaje Automático de la Escuela de Ciencias Computacionales de dicha universidad- “adiestraron” al modelo informático para que fuera capaz de reconocer los patrones de actividad cerebral asociados a un total de 60 palabras, que fueron presentadas a nueve voluntarios sólo a través de su nombre (como “apio” o “avión”).

Lenguaje y actividad cerebral

Los científicos partieron de la premisa de que el cerebro procesa las palabras en términos de su relación con el movimiento y con la información sensorial. Por ejemplo, la palabra “martillo” activa las regiones del cerebro vinculadas al movimiento, mientras que la palabra “castillo” activa áreas relacionadas con el procesamiento de la información espacial.

Por otro lado, Mitchell y sus colegas también sabían qué diferentes nombres son asociados más a menudo por el cerebro con algunos verbos que con otros. Por ejemplo, el verbo “comer” se asocia más con palabras como “apio” que con términos como “avión”.

Los investigadores diseñaron el modelo informático tratando de aprovechar estas relaciones semánticas para calcular la manera en la que el cerebro reaccionaría a nombres concretos. Para ello, incluyeron en dicho modelo 25 verbos.

Todo este esfuerzo fue, principalmente, para comprender mejor cómo organiza el cerebro el conocimiento y el lenguaje. Y es que, tal y como explican los científicos en la revista Science, la cuestión de cómo el cerebro humano representa el conocimiento conceptual ha sido debatida en muchos campos científicos.

Cuestión compleja

Anteriores estudios de imaginería cerebral han demostrado que diversos patrones de actividad neuronal se asocian con pensamientos sobre diferentes categorías semánticas de imágenes y de palabras.

El estudio de Mitchell ha podido demostrar ahora que diversos patrones de actividad neuronal se asocian también a palabras. Para conseguirlo, los científicos utilizaron la tecnología fMRI (de captación de imágenes de la hemodinámica del cerebro por medio de resonancia magnética funcional).

A los nueve participantes en el experimento se les pidió que pensaran en 58 palabras diferentes mientras se iban captando las imágenes de su actividad cerebral con la fMRI. Las palabras se les fueron mostrando, y ellos debían pensar en sus propiedades. Al mismo tiempo, y gracias al registro de las imágenes de sus cerebros, se fueron generando los patrones de actividad neuronal vinculados a cada una de estas palabras.

Después, el programa informático fue sometido a prueba, con dos palabras nuevas cuyos patrones no habían sido registrados. Se pidió al ordenador que eligiera qué imagen correspondía a estas palabras y el ordenador las reconoció. El siguiente paso, señalan los científicos, será estudiar la actividad cerebral con frases o composiciones lingüísticas más complejas.

Según Mitchell, el hecho de haber conseguido conocer el procesamiento de las palabras aisladas por parte del cerebro servirá de acicate para empezar a ver lo que hace el cerebro con múltiples palabras, y la manera en que las ensambla. Es decir, que se abre la posibilidad para los investigadores de comprender la “química mental” de la materia gris cuando procesa frases.

Conocimiento general

Mitchell señaló haberse sorprendido de lo similar que resultó la actividad cerebral de los nueve participantes en la prueba para cada una de las palabras. Un estudio anterior de este investigador y su equipo, del que hablamos en Tendencias21, ya había demostrado que los patrones de actividad cerebral que se generan al pensar en objetos familiares se repiten ante los mismos objetos en distintos individuos.

Ambos estudios acabarían tal vez con el enigma filosófico acerca de si la percepción es igual en un individuo que otro. Las investigaciones han revelado que sí: los diversos cerebros reproducen los mismos patrones de actividad neuronal frente a las mismas imágenes, en el primer estudio, pero también frente a los conceptos abstractos de las palabras, según el segundo estudio.

Modelos informáticos como éste podrían ser además útiles para el diagnóstico de desórdenes en el lenguaje o, tal vez, para ayudar a estudiantes a aprender una lengua extranjera. En la demencia semántica, por ejemplo, la gente pierde la capacidad de recordar el significado de las cosas, pero aún se desconoce cómo sucede esto en el cerebro. Quizá pueda encontrarse cual es la codificación neuronal subyacente a este problema.

Fuentes:

Tendencias 21

NeoFronteras

30 de mayo de 2008

Comportamiento: Encuentran área del cerebro que se activa cuando juzgamos a los demás.

Comportamiento: Encuentran área del cerebro que se activa cuando juzgamos a los demás.

Los procesos cognitivos abstractos se hallan en una región específica de la corteza cerebral.

Neurocientíficos del MIT han conseguido definir, utilizando la tecnología de captación de imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI), el área del cerebro que se activa cuando emitimos un juicio de valor moral sobre el comportamiento de otras personas. El descubrimiento implicaría que no sólo los procesos cognitivos más sencillos se reflejan en la actividad cerebral, sino que también los procesos cognitivos complejos de mayor nivel están vinculados a áreas concretas de la corteza del cerebro. En este caso, los juicios morales ponen en marcha la unión temporoparietal que es el lugar en el que se encuentran el lóbulo temporal y el lóbulo parietal del cerebro. Se sabe que esta región juega un papel fundamental en los procesos de distinción entre el yo y los demás.

Por Yaiza Martínez.


Unión temporoparietal, la región implicada. MIT.

Científicos del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), en Estados Unidos, han conseguido definir el área del cerebro que se activa cuando juzgamos si otros se están comportando o no correctamente, desde una perspectiva moral. ¿Qué sucede en el cerebro cuando se emite un juicio de valor de este tipo?

La neurocientífica Rebecca Saxe, del MIT, es una investigadora especializada en el análisis de las bases neuronales y psicológicas de la cognición social (la manera en que la gente interpreta lo que otros piensan), así como en el desarrollo del cerebro social.

Saxe lleva años tratando de entender cómo se producen en el cerebro los juicios morales, cómo se construyen los sistemas de creencias y de qué manera se genera el lenguaje. Es decir, tratando de describir y de dar explicación desde la observación del cerebro a todos aquellos procesos cognitivos que nos hacen específicamente humanos, publica el MIT en un comunicado. Una versión ampliada puede leerse en la revista MIT Tech Talk.

Pero es una ardua tarea, porque estos procesos cognitivos son altamente complejos y, sobre todo, porque los pensamientos y creencias no pueden observarse directamente. Sin embargo, las técnicas para la medición de la actividad cerebral desarrolladas en las últimas décadas abren cada vez más puertas a los neurólogos para el estudio del cerebro.

Área específica

En concreto, la técnica utilizada por Saxe y su equipo de investigadores ha sido la del registro de imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI). Esta técnica permite medir la respuesta hemodinámica -o de los flujos sanguíneos del cerebro-, relacionada con la actividad neuronal, es decir, que hace posible saber qué regiones del cerebro se activan cuando la gente está pensando en ciertas cosas.

Gracias a la fMRI, Saxe identificó que existe un área concreta del cerebro que se enciende cuando tratamos de entender porqué los otros actúan como actúan. Este área sería la denominada unión temporoparietal, que es el lugar en el que se encuentran el lóbulo temporal y el lóbulo parietal del cerebro.

Se sabe que esta región cerebral juega un papel fundamental en los procesos de distinción entre el yo y los demás. Por otro lado, daños en ella se han relacionado con la aparición de episodios de experiencias extracorporales. Estas experiencias también han podido inducirse, de manera artificial, mediante la aplicación de estímulos eléctricos a la unión temporoparietal.

Rebecca Saxe. Fuente: MIT.

Otros procesos


Para los científicos, la importancia del descubrimiento radica en que, aunque ya se sabía que algunas partes del cerebro están implicadas en aspectos específicos de la percepción y del control motor del cuerpo, ahora se sabe también que existe una región específica de la corteza cerebral que se encarga de procesos cognitivos abstractos de alto nivel, como el hecho de que comprendamos los pensamientos de otras personas o podamos juzgar sus actos.

Para el estudio, un grupo de voluntarios tuvo que tomar decisiones que implicaban un dilema moral, como darle a un botón que desviaría la ruta de un tren descontrolado ocasionando la muerte de una persona, pero salvando la vida a otras cinco.

Juzgar el comportamiento de otros en estas situaciones requiere de un complejo proceso que depende de más cuestiones, aparte del resultado de dicho comportamiento.

Por ejemplo, nuestros juicios están sometidos a nuestra situación con respecto a la persona que actúa: si un soldado ha puesto una bomba que ha matado a varios civiles, nuestra percepción sobre si el soldado tenía o no la intención de asesinar a civiles dependerá de en qué bando del conflicto nos encontremos.

En futuras investigaciones, Saxe planea estudiar otra cuestión compleja: la manera en que los niños desarrollan creencias relativas a grupos humanos que hayan estado en conflictos de larga duración con su propio grupo social (como musulmanes y serbios en la antigua Yugoslavia), y su efecto en la actividad del cerebro.

Reconocer la intención del otro

El logro de los neurocientíficos del MIT resulta de gran interés, pero no es la primera vez que se identifica actividad cerebral vinculada a procesos de cognición complejos. Hace unos años, neurólogos de la universidad de California consiguieron demostrar que las “neuronas espejo” de nuestro cerebro son capaces no sólo de activarse cuando ven realizar una acción, sino también de reconocer la intención de aquél que la realiza.

Las neuronas espejo son un grupo de neuronas que tienen la facultad de descargar impulsos tanto cuando el sujeto observa a otro realizar un movimiento, como cuando es el mismo sujeto quien lo hace.

Estas neuronas forman parte de un sistema de percepción y de ejecución cerebral que activa las regiones específicas de nuestra corteza motora cuando vemos que se mueve una mano u otra parte del cuerpo de otra persona, como si nosotros mismos también nos moviéramos aunque no lo hagamos.

Pero no sólo sirven para eso, sino que, además, nos ayudan a entender las intenciones de otros, tal y como demostraron entonces los neurocientíficos californianos. Y, aunque estas intenciones se refieren sobre todo a las intenciones motoras, este descubrimiento apunta a que se podría estimular la función de las neuronas espejo para que éstas desarrollem su capacidad y consigan hacer que pacientes con desórdenes como el autismo puedan empatizar con los pensamientos y sentimientos de otros, señalaron los investigadores.

Fuente:

Tendencias 21

14 de febrero de 2008

Hombre y Pensamiento

La cultura rige también la actividad del cerebro.

Un estudio descubre los efectos neuronales de los valores culturales.

La cultura, así como el nivel de identificación que tengamos con ella, no sólo condiciona nuestros comportamientos, sino que también rige los patrones de la actividad neuronal, según un estudio llevado a cabo en Estados Unidos con individuos de dos grupos culturales diferentes. A través de imágenes de resonancia magnética funcional, la investigación descubrió enormes diferencias entre los patrones neuronales de ambos grupos culturales, así como la gran actividad neuronal que se despliega en las áreas cerebrales relacionadas con la atención, cuando se emiten juicios alejados de nuestra cosmovisión cultural.

Por Yaiza Martínez.

Actividad cerebral de asiáticos y americanos mientras hacían juicios perceptivos absolutos y relativos. Fuente: MIT.

La cultura condiciona la forma en que usamos el cerebro, señala un estudio del McGovern Institute for Brain Research, del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), por un equipo de investigadores de la Stony Brook University de Nueva York, del MIT, y de la Stanford University de California.

A esta conclusión han llegado los científicos a partir de una serie de exploraciones de resonancia magnética funcional (fMRI) -tecnología que permite medir la respuesta hemodinámica (respuesta de regulación dinámica del flujo de sangre) vinculada a la actividad neuronal- de los cerebros de 20 personas, 10 de ellas orientales recién llegados a Estados Unidos, y otras 10 de origen norteamericano, informa el MIT en un comunicado.

Los resultados obtenidos de dichas exploraciones han demostrado por vez primera que la cultura en que crecemos, así como el nivel de identificación que tengamos con ella, influye en los patrones de la actividad cerebral de nuestras neuronas. Los científicos han publicado un artículo al respecto en la revista especializada Psychological Science.

Memoria y percepción condicionadas

En ella explican que investigaciones anteriores sobre el comportamiento, en las que se ha basado el presente estudio, habían demostrado que las personas procedentes de contextos culturales occidentales rinden mejor en tareas en las que se enfatizan las dimensiones independientes (absolutas) en lugar de las dimensiones interdependientes (relativas), y que exactamente a la inversa sucede con las personas que proceden de contextos orientales.

Así, el hecho de que la cultura americana, de valores individualistas, acentúe la independencia de los objetos en relación a sus contextos, mientras que en las sociedades de Extremo Oriente se acentúe lo colectivo y la interdependencia contextual de los objetos, afecta a las percepciones.

Dichas investigaciones anteriores habían demostrado asimismo que estas diferencias culturales pueden influir también en la memoria. En el origen de la presente investigación estaba la pregunta de si estas diferencias culturales podrían condicionar incluso la actividad neuronal del cerebro.

Para descubrirlo, los científicos, liderados por John Gabrieli, del McGovern Institute for Brain del MIT, pidieron a los participantes en la investigación que realizaran rápidos juicios de percepción de una serie de imágenes presentadas, al mismo tiempo que sus cerebros eran escaneados con la fMRI.

Cultura en la actividad cerebral

Según explica la Stony Brooks University, las respuestas de los participantes, simultáneas a la medición de su actividad cerebral, sirvieron para medir su percepción de la independencia o interdependencia de los objetos.

Las imágenes presentadas consistían en diagramas consecutivos en los que había una línea vertical dentro de una caja. A los participantes se les mostró una serie de estos dibujos para que emitieran su juicio de percepción en función de dos reglas: una de ellas les exigía ignorar el contexto y definir la longitud de la línea sin tener en cuenta el tamaño de los cuadrados (juicio absoluto). La otra regla consistía en tener en cuenta el contexto, y comparar las proporciones de las líneas con los cuadrados en los que estaban (juicio relativo).

Los cerebros de todos los participantes fueron sometidos a las mediciones del escáner mientras realizaban estos juicios aplicando los dos tipos de reglas. La intención era descubrir si los patrones de actividad cerebral diferían según una u otra norma de atención.

Las tareas eran lo suficientemente fáciles como para que los dos grupos las llevaran a cabo correctamente, pero sí hubo diferencia en la actividad cerebral medida. Los individuos de ambos grupos mostraron patrones de actividad cerebral distintos en el momento de realizarlas: la activación de determinadas áreas del cerebro era mucho menor cuando los juicios emitidos coincidían con los valores de sus culturas.

Implicación cultural y percepción

Según el artículo aparecido en Psychological Science, “en cada grupo, la activación en las regiones frontal y parietal del cerebro, que se sabe están asociadas al control de la atención, fue mayor durante la emisión de juicios no-preferidos culturalmente que durante la emisión de juicios preferidos culturalmente”.

Los científicos quedaron sorprendidos por la magnitud de la diferencia de los patrones neuronales entre ambos grupos culturales, así como de la enorme actividad neuronal vinculada al sistema de atención del cerebro que se ponía en marcha cuando los participantes emitían juicios alejados de su cosmovisión cultural.

Profundizando más en este fenómeno, los investigadores descubrieron que en aquellos individuos más identificados con su cultura, el efecto neuronal de los juicios que les resultaban “extraños”, se acentuaba aún más que en el resto de individuos de su misma cultura, pero menos implicados en ella.

Utilizando una serie de cuestionarios de preferencias y valores en las relaciones sociales de los participantes, calibraron su grado de identificación con su propia cultura. Así, pudo demostrarse que, en ambos grupos, una identificación más fuerte se correspondía con un patrón más intenso de activación cerebral específico de cada cultura.

De esta manera, explican los investigadores, “el trasfondo cultural individual, así como el grado en que un individuo da crédito a sus valores culturales, modera la activación de las redes del cerebro implicadas, incluso durante la realización de tareas visuales y de atención muy simples”.

Fuente:

Tendencias 21

9 de enero de 2008

Especial: Cerebro.
Descubiertas las pautas eléctricas cerebrales que producen el lenguaje.

Los hemisferios izquierdo y derecho trabajan conjuntamente en la gestión de las palabras

El lenguaje es una función cerebral altamente compleja que emerge de la interacción entre el desarrollo biológico del cerebro y el medio social. Un estudio reciente, que ha combinado la electroencefalografía y las imágenes de resonancia magnética funcional, ha puesto de relieve las diferencias entre las oscilaciones de la actividad eléctrica neuronal de los dos hemisferios cerebrales, que son las que posibilitan que hablemos y comprendamos el lenguaje. Asimismo, ha descubierto una concordancia entre dichas oscilaciones y las que se suceden en la corteza motora, lo que confirma la enorme complejidad del fenómeno lingüístico. La comprensión de la importancia de la actividad eléctrica del cerebro en el lenguaje podría ayudar a sanar enfermedades como la dislexia o el autismo infantil.

Por Yaiza Martínez.


Áreas del lenguaje en el cerebro.

Un equipo de científicos del Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica de Francia (el INSERM) ha conseguido avanzar en la comprensión de los mecanismos cerebrales que nos permiten articular y comprender el lenguaje, gracias a la combinación de dos técnicas de análisis del cerebro: los electroencefalogramas (registros gráficos de la actividad eléctrica del cerebro) y la resonancia magnética funcional, que permite la detección e identificación de áreas del cerebro en activo.

Según explica el INSERM en un comunicado, el registro simultáneo llevado a cabo con ambas tecnologías ha permitido a los investigadores sugerir las bases fisiológicas que explicarían la especialización del cerebro en la decodificación y producción de palabras, aportando asimismo nuevas pistas para entender las principales patologías de la comunicación humana, como el autismo infantil o la dislexia.

Esta investigación ha reunido, además de a científicos de la unidad del Inserm « Action, Neuroimagerie, Modélisation », de la Escuela Normal Superior de París, a investigadores daneses y alemanes. Sus resultados han aparecido publicados en la revista Neuron.

Diferencias fisiológicas

El cerebro humano tiene la particularidad de estar dividido en dos partes que funcionan de manera distinta en lo que se refiere al procesamiento del lenguaje. Por ejemplo, el hemisferio derecho se encarga de la decodificación y la producción de las palabras, mientras que el izquierdo procesa el reconocimiento de la voz de nuestros interlocutores, explican los científicos.

Nuestro cerebro, al igual que el de muchas otras especies animales, presenta asimismo una corteza auditiva izquierda más desarrollada que la corteza auditiva derecha, y su contenido celular es ligeramente distinto.

Esta asimetría estructural podría ser el origen de la especialización del hemisferio izquierdo en la decodificación de la palabra, especialización que se habría reforzado durante el proceso evolutivo por una utilización conjunta de la vocalización y de la gesticulación manual con la mano derecha, que depende de regiones cerebrales próximas a esta corteza auditiva izquierda.

Y distinción en la actividad eléctrica neuronal

Los científicos, empleando las tecnologías antes mencionadas, han demostrado que la corteza auditiva izquierda y la derecha presentan además una actividad eléctrica neuronal distinta, a partir de la medición de la actividad cerebral de 20 voluntarios en estado de reposo, sin estímulos externos.

En los registros realizados, la corteza izquierda presentó una actividad eléctrica oscilatoria espontánea de una frecuencia de alrededor de 40 Hz, frente a la actividad registrada en la corteza auditiva derecha, mucho menor, de 4 Hz. Un hercio representa un ciclo por cada segundo, entendiendo ciclo como la repetición de un evento.

Estas oscilaciones espontáneas, modulando de manera global y regular la respuesta individual de las neuronas de la corteza auditiva, podrían actuar como un mecanismo de registro de las señales auditivas. Así, la corteza auditiva izquierda cribaría la información auditiva más rápidamente que la corteza derecha, lo que la haría más sensible a las variaciones rápidas de la palabra, permitiéndole distinguir los diferentes sonidos del lenguaje o fonemas.

La corteza derecha sería menos sensible a estos fonemas, pero más sensible a las regularidades acústicas de la voz y a las variaciones lentas de la palabra, importantes para reconocer al interlocutor y la entonación de las conversaciones, explican los científicos.

Concordancia con la corteza motora

De la misma forma, en la corteza motora los investigadores observaron oscilaciones rápidas (de 40 Hz) al nivel de las regiones que controlan los movimientos de la lengua; y oscilaciones lentas (de 4 Hz) en los niveles de las regiones que controlan los movimientos de la mandíbula. Los movimientos de la lengua contribuyen a la producción de la mayoría de los fonemas, mientras que los de la mandíbula determinan los ritmos lentos de la palabra y de la voz.

Esta segunda disociación reveló una concordancia entre las propiedades oscilatorias de las cortezas sensoriales y aquéllas de las cortezas motoras implicadas en la función del lenguaje. Estos datos sugerirían que las cortezas auditivas y motoras han interactuado en el curso de la evolución para optimizar la sinergia entre los mecanismos de escucha y de producción de la palabra humana.

Ambos resultados permiten sugerir una base fisiológica cerebral que habría propiciado la especialización del hemisferio izquierdo del cerebro en la decodificación y la producción de la palabra, noción conocida desde el siglo XIX. Permiten asimismo afrontar la investigación de las perturbaciones de las propiedades oscilatorias de las regiones cerebrales del lenguaje en las grandes patologías de la comunicación humana.

Lenguaje y cerebro

Desde el siglo XIX, los especialistas han intentado comprender cómo nuestro cerebro produce y comprende el lenguaje, una función cerebral altamente compleja que emerge de la interacción entre el desarrollo biológico del cerebro y el medio social.

Así, se ha llegado a la conclusión de que, en el cerebro, el procesamiento del lenguaje se produce en múltiples áreas interrelacionadas que trabajan de forma coordinada para la emisión, la comprensión y la integración de mensajes lingüísticos.

En la distribución neuroanatómica del lenguaje determinada por los modelos clásicos del habla de los científicos Carl Wernicke y Ludwig Lichtheim, se establecieron dos áreas esenciales en el procesamiento del lenguaje: el área de Wernicke (situada en la región posterior del lóbulo temporal izquierdo y que descodifica la información auditiva del lenguaje) y el área de Broca (sección del cerebro humano involucrada en la producción del habla, el procesamiento del lenguaje y la comprensión).

Además, en las últimas décadas, el desarrollo de las técnicas de neuroimagen cerebral, como las utilizadas en el presente estudio, han permitido explorar la organización funcional del lenguaje en nuestro cerebro en directo, es decir, en vivo.

Sábado 05 Enero 2008

Fuente:

Tendencias 21

28 de septiembre de 2007

Los hombres son más felices que las mujeres.

Más pseudociencia. Les dejo una pregunta ¿qué condiciona el comportamiento? ¿es algo que proviene del interior, del espíritu de cada persona? ¿o es condicionado por las condiones extermas en las que se desarrolla el sujeto? Lean este artículo de la prensa y saquen sus conclusiones:

Un estudio basado en la calidad y no la cantidad de respuestas afirma que ellos disfrutan más haciendo algo, mientras ellas lo hacen por simple trámite social.

En un estudio que recogió The New York Times, se anunció que los hombres son más felices porque disfrutan más de hacer ciertas cosas mientras que las mujeres las hacen más por realizar una tarea.

Así, en las muestras tomadas por los investigadores Betsey Stevenson y Justin Wolfers, de la Universidad de Pennsylvania, no se tomó en cuenta la cantidad de veces que una persona se sienta contento al hacer algo, sino los motivos.

Del estudio se desprende que las mujeres califican con la misma intensidad de alegría una visita a los padres con lavar la ropa, por lo que lo toman como un trámite más. Mientras que los hombres relacionan el mismo acto con una buena tarde de conversación y algunas cervezas.

Según los investigadores, esta situación era inversa en los años 70' por lo que las mujeres habrían sido más felices en esa época.

Alan Krueger, un economista de Princeton, explicó que esto se debe a que desde la década de los 60', los hombres han ido abandonando progresivamente toda actividad que no les guste.

Por ejemplo, según el estudio, desde hace 40 años una mujer normal dedicaba 23 horas por semana en actividades que le disgustaban, unos 40 minutos más que cualquier hombre. Hoy la diferencia ha aumentado hasta una hora y media.

De acuerdo a David Leonhardt, esta variación se debe a lo que explicaba el sociólogo Arlie Hochschild en una de sus obras donde argumentaba que las mujeres de hoy en día tienen dos trabajos: en la oficina y en la casa.


Fuentes:

Diario Sur

Peru 21

2 de agosto de 2007

Todos tenemos algo de Homero
BBC Mundo Ciencia


Jueves, 2 de agosto de 2007 - 20:13 GMT

¿Cuántas veces ha ido al supermercado a comprar leche y regresa con cualquier otra cosa? ¿Y cuántas le ha pasado que en vez de botar el papel de las galletas que se acaba de comer, las llaves que tiene en la otra mano son las que terminan en la basura?

Homero Simpson.
No se preocupe si le pasa como a Homero: quiere decir una cosa y le sale otra.
Si en algún momento se siente como Homero Simpson porque esto le ocurre con frecuencia, no se preocupe. Una investigación realizada recientemente por un grupo de científicos islandeses revela que estos "olvidos" son más comunes de lo que se cree.

Según el "Estudio de lapsos mentales en individuos saludables", elaborado por la Universidad de Islandia y el Hospital Universitario Landspítali, estos episodios pueden ocurrir hasta 30 veces a la semana.

La mayoría tiene lugar los días laborales entre el mediodía y las 08:00 de la noche.

Los especialistas concluyeron que en estos resultados no influyeron ni la edad ni el género de los encuestados.

La investigación incluyó a 189 voluntarios a quienes se les pidió que detallaran el número de "ausencias mentales" que tenían en una semana.

Los hallazgos del análisis serán publicados próximamente en la revista Neurología Clínica.

Nada malo

La coordinadora de la investigación, la neuropsicóloga clínica Maria Jonsdottir, del Hospital Universitario de Reykjavic en Islandia, le dijo a la BBC el objetivo de este trabajo.

"Hay pacientes que se preocupan porque tienen problemas con su memoria, están muy distraídos y cometen mucho errores. Pero es normal tener cierta cantidad de olvidos. Y estos resultados sirven para convencerlos de que no tienen nada malo".

Hay pacientes que se preocupan porque tienen problemas con su memoria. Pero es normal tener cierta cantidad de olvidos
Maria Jonsdottir, investigadora del Hospital Universitario de Reykjavic
Afirma que es una situación que genera mucha ansiedad en la persona porque piensa que tiene alguna enfermedad mental.

Pero para Jonsdottir la explicación a este fenómeno es sencilla.

"No le prestamos suficiente atención a lo que estamos haciendo, o de repente nos confiamos porque se trata de algo rutinario".

Quienes tienen un estilo de vida agitado y están sometidos a situaciones de estrés son más propensos a tener "lapsus mentales".

Por esta razón -indica la neuropsicóloga- es probable que la frecuencia de estos episodios se incremente porque en la actualidad las personas tienen que realizar un gran número de actividades en muy poco tiempo.

Soluciones para todos

El neurólogo Raúl Arizaga, de la Federación Mundial de Neurología, señala que las características del individuo también influyen en las "ausencias".

Imagen cerebral
En una semana se pueden producir hasta 30 "lapsus mentales".
Asegura que hay algunas personas que, sencillamente, tienen menor capacidad de retención.

De cualquier forma, si su mala memoria obedece a una razón genética, o a una dinámica agitada, tiene opciones para combatirla.

"Se pueden hacer muchas cosas en el hogar. Palabras cruzadas, Sudoku, el Memory Test, en el que la persona tiene que recordar dónde está ubicado el par de una carta, e incluso leer el periódico y hacer un resumen de 10 noticias".

También es importante la actividad física -añade Arizaga- para lo cognitivo es fundamental. De igual forma debemos atender a nuestro cerebro cuidando los triglicéridos y el colesterol.

Así que la próxima vez que tenga uno de esos "olvidos", no se preocupe, nos pasa a todos.

Fuente:

BBC en español
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