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9 de diciembre de 2009

La Conferencia de Copenhague tiene que superar cuatro barreras



Miércoles, 09 de diciembre de 2009

La Conferencia de Copenhague tiene que superar cuatro barreras

La Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático se inauguró en día 7 en Coperhague. Tiene como objetivo alcanzar a un nuevo acuerdo para enfrentar el problema del cambio climático global.En vista de las serias divergencias de los países participantes, esta conferencia tiene que superar “cuatro barreras” para alcanzar a un acuerdo que tenga obligatoriedad legal.


Primera, las metas de los países desarrollados en la reducción de emisiones en 2020, o sea, metas a medio plazo. Los países en vías de desaarrollo exigen a los países desarrollados cumplir sus compromisos de reducir por lo menos un 40% de las emisiones en 2020 con respecto a 1990, tal como lo señaló en la “Hoja de Bali” acordada en 2007. En el momento, sólo Noruega se compromete a reducir sus emiones en 40% en 2020 respecto a 1990. La Unión Europea se compromete reducir sus emisiones en un 20% en el mismo período, y Japón, en un 25%. Pero EEUU sólo se compromete a reducir en unos 4%.

Si los países desarrollados rehusan en la Conferencia de Copenhague cumplir sus compromisos contraídos en la “Hoja de Bali”, es inevitable que provoquen serias disputas y divergencias con los países en vías de desarrollo.

Segunda, el problema de la reducción de emisiones de los grandes países en vías de desarrollo como China e India. Actualmente, China e India han pasado a ser países que emiten gases de efecto invernadero en cantidaes relativamente grandes. Pero en cuanto al volumen acumulado de las emisiones y en el volumen de la emisión per cápita China e India están muy inferior a los países desarrollados de Europa y América. En vísperas de la convocación de la Conferencia de Copenhague los países desarrollados de Europa y América ya exigieron con vehemencia que los grandes países en vías de desarrollo como China e India comprometieran a cumplir metas concretas de la reducción. Y estos países han rechazado en términos explícitos las exigencias de los países desarralldos de acuerdo con las condciones de la etapa de desarrollo en que se hallan.

Como grandes países en vías de desarrollo y economías emergentes, China, India y Brasil se hallan en un proceso de industrialización y urbanización en gran escala y a rtimo acelerado. El crecimiento económico y la elevación del nivel de vida de la población conducen inevitablemente al aumento de energías en grandes márgenes, y por lo tanto la emisión de gases de efecto invernadero se mantiene a un alto nivel durante un período determinado. Además, sigue en aumento la población de estos países, la infraestructura todavía requiere mejorarse, y las condiciones de vida del pueblo aún necesitan mejorarse. En un contexto tal es evidente que los países en vías de desarrollo como China e India no reúnen las condiciones para contraer compromisos para cumplir metas absolutas en la reducción de gases de efecto invernadero, ni pueden precisar la fecha exacta de su culminación.

Tercera, para dar respuesta al cambio climático los países en vías de desarrollo tienen que afrontar los problemas de las tecnologías y fondos necesarios. Como los países desarrollados tienen ineludible responsabilidad histórica en el problema de cambio climático, los países en vías de desarrollo les exigen asumir esta responsabilidad tomando la delantera en la reducción de las emisiones, y ayudar a los países en vías de dsarrollo a adaptarse al cambio climático con fondos y tecnologías. Cuando los países desarrollados exigen con vehemencia a los países en vías de desarrollo comprometerse a cumplir metas concretas en las emisiones, no quieren aportarles ayudas concretas en fondos y tecnologías, o lo hacen con mucho ruido y pocas nueces.

La Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático exige en términos explícitos que los países desarrollados aporten fondos a los países en vías de desarrollo para afrontar el cambio climático. Según las estimaciones de Inglaterra, hasta 2020 los países en vías de desarrollo necesitan anualmente unos 100.000 millones de euros para reducir la emisiones de gases de efecto invernadero y afrontar el cambio climático. De momento, entre los países desarrollados sólo la Uniión Europea ha manifestado su disposición a aportar 5.000 a 7.000 millones de euros como ayuda financiera. Es evidente que la insuficiencia financiera es sumamente grande al respecto.

Cuarta, el marco y los principios de las negociaciones sobre el cambio climático. En las negociaciones celebradas en septiembre del presentre año en Bangkok de Tailandia, los países como la Unión Europea propusieron fusionar en una misma las dobles vías de las negociaciones de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto. Con ello tratan de deshacer por completo el Protocolo de Kyoto que ha establecido metas concretas de reducción para los países desarrollados, y de establecer nuevas negociaciones para elaborar un sólo documento legal a base de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático. La esencia de la propuesta es anular el principio de “responsabilidad compartida pero diferenciada” en el problema de emisión de gases de efecto invernadero y establecer metas concretas de reducción para los países en vías de desarrollo después de 2012, exigiéndoles asumir la misma responsabilidad de los países desarrollados. La propuesta ha encontrado oposiión general y decidida entre los países en vías de desarrollo.

En resumida cuenta, sólo con la superación de estas cuatro barreras, la Conferencia de Coperhague podrá llegar a un acuerdo global de obligatoriedad legal para la reducción. De otra manera, sólo alcanzará a hacer una declaración política o compromiso sin fuerza legal en materia de reducción de gases contaminantes.

Fuente:

Pueblo en Línea

11 de octubre de 2009

Padre Opeka: "Hablar es burlarse de los pobres"




Domingo, 11 de octubre de 2009

Personajes: Padre Pedro Opeka

"Hablar es burlarse de los pobres"





"Uno no tiene tiempo de pensar en el miedo". Esa es la primera frase que le viene a la mente al padre argentino Pedro Opeka para explicar cómo enfrentó el desafío de dejar su Argentina natal y radicarse en Madagascar, donde fundó la Asociación Humanitaria Akamasoa, dedicada a ayudar a los más pobres de esa nación africana.

Para responder a las preguntas de los lectores de BBC Mundo -como la de Elba Cano, de Venezuela- el padre Pedro explica que estuvo durante 15 años en la selva, "aprendiendo la lengua de Madagascar, aprendiendo las costumbres, las tradiciones, la mentalidad de ese pueblo".

De aquellos tiempos recuerda que "en la selva había pobreza, pero mucha solidaridad", pero cuando llegó al basurero de Antananarivo, donde actualmente trabaja, comprobó que "había miseria" y que "cada uno odiaba al hermano".

"Cuando vi ese odio entre los pobres de un basurero grité –en el momento no me di cuenta que no estaba solo y que había delante de mí un millar de personas que podrían haberme pegado–, 'hermanos, no puede ser que siendo tan pobres sean tan desunidos'. Lo dije en lengua malgache, con algunos proverbios malgaches, y con la fuerza que lo dije, ellos se quedaron sorprendidos".

Ahí comenzó una nueva vida. "No tuve tiempo de pensar en el miedo. Sólo veía esos niños que se disputaban la basura con cerdos y perros; ahí me quedé electrocutado. Yo no podía hablar. Hablar es burlarse de los pobres; aquí hay que actuar, hay que actuar ya, ahora".

"Una alianza con Dios"

Madagascar (Foto: Fabio Meloni y Anne Aubert)

El padre pedro lleva 20 años ayudando a que los más pobres en Madagascar tengan una economía sustentable.

El padre pedro cuenta en esta entrevista interactiva que hizo "una alianza con Dios". Esa fue la decisión que tomó tras sus primeros contactos con la gente del basurero y que 20 años más tarde, el trabajo que comenzó en un gran silencio, "sorprende a mucha gente".

Madagascar le reveló el rostro adusto de la miseria donde gran cantidad de niños mueren por enfermedades que son curables en los países desarrollados y comprobó que la resignación anidaba en muchas de esas familias. "Entonces yo dije: 'no hermanos; esta pobreza la vamos a vencer y vamos a salir y nuestros hijos tienen derecho a vivir con más dignidad y no morir a los cinco o seis años".

"No me puedo acostumbrar a enterrar a los muertos. Cada muerte para mí es un drama nuevo, es un dolor. Y así, con la gente que sufre, sufrimos juntos y decimos: 'bueno, trataremos de que en el futuro haya siempre menos muertes, de jóvenes, de gente que nunca debería morir'", explica tras evocar los comienzos del proyecto Akamasoa, al que define como "un gran movimiento de solidaridad".

La realidad del padre Pedro contrasta con la de los países desarrollados que según Richard Baptista León, de Caracas Venezuela, gastan mucho dinero en sus carreras armamentistas, pero no miran a los países hundidos en la miseria. "Yo estoy escandalizado", le responde.

"Siento mucha bronca como decimos en Argentina, yo estoy escandalizado y lo trato de gritar".

"No se mojan"

Opeka también tiene una posición crítica respecto a las cumbres internacionales sobre hambre y alimentación o a los objetivos del milenio.

Foto de Fabio Meloni y Anne Aubert

Para el padre Pedro, la gente en Madagascar no entiende de cumbres, sí de hambre y enfermedades.

"Son programas que ponen para darse buena conciencia, pero muy poca gente obra –sobre todo aquellos que más medios tienen–, no se comprometen, dan grandes ideas, dan consejos, pero no se mojan. No entran en la vida de los pobres, pero vienen con discursos que los pobres no comprenden aquí en África".

"Padre, tengo hambre; padre, estoy enfermo, no tengo dinero, no tengo trabajo, no tengo vivienda, no tengo qué darle de comer a mis hijos", es el lenguaje que según Opeka entiende la gente de Madagascar.

El padre considera que "no se puede hacer filosofía de la pobreza" y agrega que "aquí la combatimos cuerpo a cuerpo, todos los días, sin intermediarios".

"Yo no tengo fórmulas, pero sí puedo contagiar fuerza y convicción de que se puede hacer porque aquí lo hemos comenzando sin dinero y sin ser apoyados por las grandes entidades y grandes organismos internacionales".

Seguir el modelo

La obra del padre Pedro llamó la atención a muchos lectores de Latinoamérica, como Natalia Jimena de Rosario, Argentina, quien le preguntó si existe alguna posibilidad de extrapolar el proyecto de Madagascar a la región. "Yo pienso que los mecanismos se tienen que crear en cada lugar, en cada país".

"Así que le diría a Natalia que ideas hay, lo que nos falta es cumplirlas, es zambullirse en el medio de los pobres, entrar ahí adentro y comenzar con un pequeño proyecto. No hay que pensar en el gran proyecto. Nosotros empezamos aquí dándole de beber a los niños un poco de leche y un pedacito de pan".

El padre Pedro dice que su sueño es que "seamos una verdadera familia humana, que los unos a los otros nos sintamos como hermanos".

En ese sentido agrega que "compartir es amar, es una obligación moral que tenemos y no podemos basar la economía solamente en la ganancia".

Al ser consultado sobre la posibilidad de que un día se haga acreedor del premio Nobel de la Paz, expresa que "eso depende de la providencia". Sin embargo, aclara: "si algún día aparece algo así, más ventanas se abrirán para ayudar a los pobres más eficazmente".

A todos los lectores que le ofrecieron su ayuda al Padre Pedro o que desean comunicarse con él, pueden hacerlo a través de su página en internet: www.amigospadrepedro.com.ar



Fuente:

BBC en español

Escuche también:

La obra de Pedro Opeka
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