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24 de agosto de 2019

La deforestación, “principal causa” de los incendios amazónicos, afirma científico brasileño

El área de la cuenca amazónica [que abarca Brasil y otros países] deforestada equivale al tamaño de Francia. Es más o menos un 20%. Todavía queda un 80% de selva en pie. Todavía estamos a tiempo de evitar un colapso funcional de la selva, pero la solución tiene que ser rápida. 


El alarmante aumento de los incendios en la Amazonía brasileña se debe en gran parte al avance de la deforestación y no a la temporada seca, como sostiene el gobierno de Jair Bolsanaro, explica Paulo Moutinho, investigador del IPAM, una organismo de investigación amazónico.

P: - El ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, dijo que el avance de los incendios se debe “al tiempo seco, el viento y el calor”. ¿Eso es así?
R: - La deforestación explica la mayor parte de los incendios. Históricamente, [los incendios] están ligados al avance de la deforestación, combinada con períodos de temporada seca intensa. Pero en este año 2019 no tenemos una sequía tan severa como la de los años anteriores y hay un aumento sustancial de los incendios.
Así que todo indica que la temporada seca no es ni mucho menos el factor predominante. Si hubiera habido más sequía, habría sido mucho peor.

P: - ¿Cómo se provocan?
R: - Los incendios siempre tuvieron la mano del hombre; el fuego se usa para limpiar las áreas ya deforestadas, para abrir caminos o para preparar la tierra de cultivo. La falta de prevención hace que esos incendios se propaguen a áreas que no se quería quemar y que están más secas. Muchas veces, si no se extinguen con la lluvia, terminan encontrando barreras de vegetación más densa y húmeda y se apagan.

P: - ¿Cuánto tardan en recuperarse esas zonas?
R: - En la Amazonía, las llamas recorren el suelo de la selva y su acción es suficiente para causar la muerte de árboles muy grandes, hasta dos años después del incendio. Los árboles muertos pierden las hojas y eso hace que haya más sol entrando en la selva, lo que provoca que esa vegetación se vuelva más inflamable. Si no hay nuevos incendios, se tarda varias décadas en recuperar la misma densidad. En algunas regiones, las zonas quemadas son invadidas por otras especies de zonas más áridas, como del cerrado [la sabana brasileña, el segundo mayor bioma de Brasil].

P: - ¿Qué consecuencias dejan esos incendios?
R: - De entrada se pierde diversidad biológica y la función de la selva, la de abastecer a la atmósfera de nubes para producir lluvia. Pero además la humareda sobre las ciudades de la Amazonía deja graves consecuencias para la salud, con graves problemas respiratorios. Y eso se traduce en daños económicos.

P: - ¿La política del gobierno de Jair Bolsonaro incentiva los incendios?
R: - No tengo datos para responder a eso. Te puedo decir que el problema es muy grave y el gobierno debería iniciar inmediatamente una campaña de control y prevención de la deforestación. Es un proceso que hay que interrumpir. La ocupación ilegal de tierras públicas es un robo a los brasileños. En gran parte, la deforestación es para especular y revender esa tierra más tarde.

P - ¿Cuánto ya fue deforestado en la Amazonía?
R: - El área de la cuenca amazónica [que abarca Brasil y otros países] deforestada equivale al tamaño de Francia. Es más o menos un 20%. Todavía queda un 80% de selva en pie. Todavía estamos a tiempo de evitar un colapso funcional de la selva, pero la solución tiene que ser rápida. Hay que tener en cuenta además que la degradación de la selva no se da solo por la deforestación. También por el efecto del cambio climático, por fenómenos, cada vez más frecuentes, como “El Niño”, que trae mucha sequía a la Amazonía.

Fuente: Gestión (Perú)
 

18 de noviembre de 2018

El nuevo líder de Brasil amenaza la Amazonía; una tribu se prepara para pelear

En zonas ya afectadas por la deforestación y la minería ilegal, tribus como la munduruku no planean quedarse de brazos cruzados ante las declaraciones de Jair Bolsonaro, quien promete aprovechar la "riqueza" debajo de tierras indígenas protegidas.


The New York Times se adentró a la Amazonía brasileña y se hospedó con una tribu del Territorio Indígena Munduruku para ver de cerca sus luchas contra la deforestación.
Así se decidió: los mineros tenían que irse.

Sus excavadoras y dragas y mangueras de alta presión estaban destruyendo kilómetros de tierra a lo largo del río, contaminando el agua, envenenando a los pescados; eran, en general, una amenaza al estilo de vida de quienes habían habitado en la zona amazónica desde hace miles de años.
Así que una mañana de marzo los líderes de la tribu munduruku juntaron sus arcos y flechas, guardaron algo de comida en bolsas de plástico y se subieron a cuatro barcos para ir a expulsar a los mineros.

“Así se decidió”, dijo Maria Leusa Kabá, una de las mujeres de la tribu que fue parte del grupo.
Y así comenzó la confrontación.

Esta fue apenas una pequeña lucha entre las batallas enormes y existenciales que libran las comunidades indígenas en todo Brasil: no solo se trata de su supervivencia, sino de qué sucederá con toda la Amazonía y con su papel clave en el combate contra el cambio climático.

En los últimos años, el gobierno brasileño ha reducido considerablemente los fondos destinados a comunidades indígenas y varios legisladores han impulsado cambios regulatorios para que varias industrias puedan acceder a zonas amazónicas protegidas en la Constitución.

Ahora Brasil eligió a Jair Bolsonaro como presidente, figura de utlraderecha que promueve la eliminación de las tierras indígenas protegidas. Ha prometido reducir la vigilancia de leyes ambientales, a las que califica de obstáculo al crecimiento económico, y ha dejado muy claras sus intenciones para la Amazonía.

“Donde hay tierra indígena”, dijo en 2017, “hay riqueza debajo”.

Lea el artículo completo en: The New York Times en español

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