En el lenguaje español, hay un refrán que
enuncia “el hablar bien, nada cuesta”, y a pesar de las ciento de
afirmaciones que alagan la veracidad de nuestro refranero, no nos queda
otra opción que discrepar con éste. Millones de años han tenido que
pasar, acompañados de procesos evolutivos y fisiológicos, para que el Homo sapiens
fuera capaz de crear palabras y frases que adquirieran significados que
todos los de su mismo grupo entendieran y compartieran. La mayoría de
las especies animales son capaces de comunicarse entre sí, unas cuantas
presentan vocalización, pero tan sólo el ser humano es capaz de generar
un prácticamente ilimitado lenguaje hablado.
Para poder entender como el humano actual
llegó a adquirir las habilidades lingüísticas que le hacen único,
primero hay que conocer la anatomía y fisiología de su cerebro.
Investigaciones anatómicas y fisiológicas han mostrado que hay una serie
de circuitos neuronales que intervienen en el habla y que comprenden el
área de Wernicke, la región temporoparietal y el área de Broca.
Según los
estudios, el área de Wernicke es la encargada en el entendimiento de las
palabras escuchadas, mientras que el área de Broca es la encargada de
la producción de las palabras, ambas áreas están conectadas gracias al fascículo arcuato.
Al tener una conversación, el sonido entra por nuestros oídos y es
procesado por el área de Wernicke, que lo procesa, luego el cerebro
trabaja la respuesta y la envía al área de Broca, que junto con las
partes adyacentes en el cerebro se encarga de articular las palabras.
Pero teniendo en cuenta que esto se da en primates, hay que citar que no sólo los primates nos comunicamos. El lenguaje corporal se usa en la mayoría de los vertebrados, y unos cuantos de ellos también se ayudan de la vocalización para llevar a cabo sus funciones comunicativas. Pero, ¿qué nos hace diferentes a nosotros, los humanos? El ser humano es capaz de generar palabras y frases y describir cosas que ni siquiera existen, sin embargo, esa capacidad no se ha conseguido ver en ningún otro ser vivo a pesar de experimentos en los que se intentaba enseñar a chimpancés y a bonobos a hablar, nunca consiguiendo dicha meta. Sin embargo, sí se consiguió que individuos de estas dos especies fueran capaces de aprender y reproducir el lenguaje sordomudo y comunicarse gracias a él. Evidentemente, en un momento de la evolución nuestros caminos se separaron y nosotros adquirimos una habilidad única, pero la comunicación de los animales no comienza ahí.
Se piensa que el posible origen del habla humana reside en las neuronas espejo.
Las neuronas espejo son una cierta clase de neuronas que son activadas
con ciertos movimientos, pero más impresionante, cuando el individuo
observa a otro animal o persona desarrollando una actividad, aunque hay
que mencionar que no todas las actividades observadas generan una
activación de las mismas. Esta activación neuronal promueve la
imitación, así que el individuo copia lo observado, suponiendo en este
caso también una activación de estas neuronas. Pero este tipo de
neuronas no es único de primates, de hecho han sido encontradas y
ampliamente estudiadas en las aves que son capaces de cantar distintas
canciones para comunicarse. Se pudo ver en ellas que estas neuronas se
activaban tanto cuando el pájaro cantaba como cuando escuchaba una
canción de otro individuo de la misma especie, suponiendo este
descubrimiento una fuerte base para los pilares del complejo lenguaje
humano.
La neurociencia supone que las neuronas espejo tienen un papel importante en los aspectos sociales, ya que ayudan a imitar y aprender los patrones y conductas. Además, como se puede imaginar, la imitación es una parte importante en el lenguaje, no hay más que pensar en las madres repitiendo a sus bebes una y otra vez la palabra “Ajo” para que el bebé la termine repitiendo. En humanos las neuronas espejo se encuentran en una zona circundante al área de Broca, además de en la zona que contiene la vista y la memoria. Rizzolatti y Arbib proponen en su hipótesis que los circuitos neuronales responsables del procesamiento del lenguaje evolucionaron desde un circuito neuronal espejo presente en los simios actuales.
Pero este no es el único factor por el
que somos capaces de hablar, también intervienen el bipedismo, el
incremento del tamaño cerebral, la asimetría del cerebro, la memoria
funcional (encargada de retener información a corto plazo), nuestro aparato fonador, y el gen FOXP2.
La suma de estos factores, y probablemente otros que aún no se hayan
descubierto, es la que nos da al humano esta característica única entre
los seres vivos.
Fuente:El efecto Paraguas