¿Tienes un teléfono con GPS en tu 
bolsillo? Entonces tienes la prueba de que Einstein tenía razón cuando 
enunció su teoría de la relatividad especial y general.

Moneda alemana conmemorativa sobre la obra de Albert Einstein.
 
Pero, ¿qué me estás contando? Sí, ya sé que suena un poco loco, pero vamos a ir por partes y explicar primero grosso modo cómo funciona un GPS.
Cómo funciona un GPS (in a nutshell)
El sistema de posicionamiento global 
funciona gracias a un conjunto de satélites, en concreto 24, formando 
una  constelación que nos permite tener en todo momento 4 “a la vista”. 
Además hay 7 satélites de reemplazo. Los satélites orbitan alrededor de 
la tierra emitiendo continuamente datos sobre su posición y tiempo. Y es
 que un satélite del sistema GPS es básicamente un reloj atómico que da 
vueltas alrededor de nuestro planeta. Los satélites contienen además 
unos propulsores para realizar correcciones en su órbita.

Constelación de satélites GPS
 
Por otro lado, existe una serie de 
estaciones de seguimiento en tierra, además de una estación base, desde 
las que se controla el funcionamiento de los satélites y se les envía 
instrucciones cuando hay que hacer correcciones.
Finalmente tenemos el terminal de 
usuario. En este caso, se trata de un receptor que “escucha” en el ancho
 de banda correspondiente a las señales GPS (1575.42 MHz para la señal 
civil) y realiza los cálculos necesarios para obtener su posición.
Todo el sistema de satélites y estaciones
 base ha sido creado y mantenido por el departamento de defensa de EEUU;
 esta es una de las razones por las que la UE está preparando ahora su 
sistema Galileo, que será compatible con GPS y, aparte de evitar la 
dependencia de este sistema, permitirá una mejor localización en zonas 
cercanas a los polos. Actualmente, el servicio GPS es muy poco fiable 
cuando se usa en latitudes cercanas a los polos.
Qué información envía un satélite y cómo se usa
Los satélites GPS emiten a varias 
frecuencias, pero vamos a centrarnos en la que nos importa a los 
civiles, ya que el resto están codificadas y son de uso gubernamental y 
militar.
La señal civil de GPS consta de paquetes 
(frames) de 1500 bits (±188 bytes) que a su vez se dividen en 5 
subpaquetes (subframes) de 300 bits cada uno.

Formato de un paquete de datos usado por GPS
 
En cada subframe se envía la siguiente información:
- Subframe 1: información de salud del satélite y valores de corrección para el cálculo de posición.
 
- Subframe 2 y 3: “efemérides” 
del satélite. Aquí van entre otras cosas los datos de órbita del 
satélite, el tiempo de su reloj atómico cuando emitió la señal, datos de
 configuración… Todo lo necesario para realizar los cálculos de 
posición.
 
- Subframe 4: (almanac) información de los satélites auxiliares y otros datos.
 
- Subframe 5: (almanac) información resumida de efemérides y salud del resto de 24 satélites del sistema principal.
 
De esta forma, en cada envío del satélite
 recibimos los subframes del 1 al 3 completo y una de las 25 partes de 
las que consta la información completa de los subrames 4 y 5. Para el 
cálculo de posición realmente lo que vamos a necesitar son los 3 
primeros subframes. La información recibida en los campos almanac es necesaria, pero tiene un vigencia muy larga y casi siempre es válida la que ya tiene almacenada nuestro dispositivo.
El ancho de banda con el que se envía 
esta señal es de 50bps, es decir, se necesitan 30 segundos para recibir 
un frame completo. El satélite emite continuamente estos paquetes, por 
lo que un mensaje completo de 25 frames se completaría en unos 13 
minutos.
Los primeros satélites se pusieron en 
órbita entre 1978 y 1985. El acceso civil al servicio se permitió a 
partir de 1983, aunque ha habido periodos de indisponibilidad, como 
durante la guerra del golfo (1990-1991). En 1993 se autorizó el uso 
civil libre de cargo, es decir, gratis.
Y cómo se calcula la posición
Las órbitas de los satélites están 
calculadas para que en todo momento podamos tener disponible la señal de
 cuatro satélites en cualquier punto de la Tierra. El método usado para 
realizar el cálculo de la posición se llama trilateración. 
Cada satélite, como hemos dicho 
anteriormente, emite sus datos de posición en el espacio, y el valor de 
tiempo de su reloj atómico cuando se emitió la señal. Si nuestro aparato
 estuviera sincronizado con esa hora atómica, podría calcular el tiempo 
que ha tardado en llegar la señal a su posición.
Mediante un cálculo que tiene en cuenta 
el retraso que sufrirá la luz por el efecto de la atmósfera, se puede 
calcular la distancia que ha recorrido la señal en ese tiempo: r(t). Con
 ese dato tendremos una primera esfera (en este caso de ejemplo una 
circunferencia) con centro en la posición del satélite y radio igual a 
la distancia recorrida por la señal.
Con
 la señal de un segundo satélite se puede realizar el mismo cálculo, con
 lo que obtendremos dos puntos en los que se cruzan las circunferencias 
(si tuviéramos esferas obtendríamos una elipse en su intersección).
Con la señal de un tercer satélite, 
conseguimos un solo punto en el que coinciden las tres circunferencias, 
que será nuestra posición si estuviéramos haciendo el cálculo en 2 
dimensiones. Cuando hacemos en cálculo en 3 dimensiones en este punto 
tendríamos 3 esferas y dos puntos de intersección, por lo que 
necesitaríamos una cuarta esfera para obtener un solo punto.
¿Nuestro GPS tiene la hora atómica para poder realizar este cálculo?
 En principio no, la hora atómica, o mejor dicho la diferencia de tiempo
 entre la hora interna de nuestro GPS y la hora atómica de los satélites
 es un parámetro más a calcular.
Así tenemos los valores  para cada uno de los satélites y nuestro GPS deberá 
calcular sus propios valores para .
Cuatro incógnitas, cuatro ecuaciones y 
cuatro satélites, parece que la cosa cuadra. No obstante hemos dicho que
 se puede llegar a hacer el cálculo con tres satélites.
Cuando tenemos 3 satélites y por tanto 
tres esferas para realizar el cálculo, tenemos dos puntos candidatos a 
ser la posición de nuestro GPS, pues bien, uno estará en el espacio y 
otro en la superficie de la tierra, así que es fácil descartar uno de 
los dos.
El cálculo no es tan sencillo como puede 
parecer, ya que hay que tener en cuenta la desviación de la onda 
electromagnética que emite el satélite por la atmósfera y el retraso que
 se produce al viajar en un medio distinto del vacío; además, la señal 
puede rebotar en objetos cercanos al receptor y puede recibirse más de 
una vez. El aparato que realiza el cálculo de posicionamiento tiene que 
tener en cuenta todas estas fuentes de error y finalmente el cálculo de 
la posición no se hace con una simple resolución de 4 ecuaciones de 4 
incógnitas, sino que se utilizan técnicas de análisis numérico.
Tu propio reloj atómico
Hemos dicho que además de las tres 
coordenadas de posición, se calcula también una cuarta que es el tiempo.
 Esta cuarta coordenada es el tiempo atómico mantenido por el sistema 
GPS. Todos los satélites están sincronizados y cuando se realiza un 
posicionamiento el dispositivo GPS en cuestión pasa a estar sincronizado
 con estos. Pues bien, esta es una utilidad muy importante para muchos 
laboratorios que realizan investigaciones en las que la precisión en el 
tiempo es muy importante. En lugar de instalar un reloj atómico, es 
suficiente con instalar un receptor GPS en el laboratorio y de esa forma
 mantener sincronizados sus relojes continuamente con la hora atómica 
del sistema GPS.
¿Por qué no funciona el GPS dentro de edificios y túneles?
La transmisión se realiza a 1575.42 MHz, 
una frecuencia que no permite que la señal atraviese obstáculos como 
edificios o montañas, aunque algunos GPS en dispositivos móviles pueden 
resolver este problema obteniendo su posición mediante triangulación de 
antenas móviles.
¿Por qué el GPS en mi móvil es tan rápido y el de mi coche tan lento cuando lo enciendo?
Los móviles con GPS normalmente llevan 
una modalidad denominada A-GPS o GPS asistido. Lo que hacen es 
aprovechar su conexión a internet para obtener datos de configuración de
 los satélites de una forma más rápida que si tuvieran que obtenerlos a 
través de los propios satélites. Además, pueden utilizar funciones de la
 red para mejorar el cálculo de la posición o incluso realizarlo.
En cambio, un GPS sin conexión a internet depende únicamente de la señal de los satélites para obtener la información de efemérides y almanac, necesarios para los cálculos. La información de efemérides
 tiene una validez de 2-6 horas y si no está disponible necesitamos 
esperar unos 45 segundos para que se descargue por completo en nuestro 
dispositivo. La información de almanac tiene una vigencia mayor, pero de perderla necesitaremos más de 12 minutos para recibirla al completo.
Todo esto está muy bien, pero ¿qué pasa con Einstein?
Al principio hablábamos de Einstein, y es que Albert tiene mucho que decir en el funcionamiento del GPS.
Como hemos dicho, cada satélite del 
sistema esta continuamente emitiendo su órbita, coordenadas y el tiempo 
que marca su reloj atómico. Pues bien, la clave está en el reloj y en la
 velocidad del satélite y su altura.
La teoría de la relatividad especial 
tiene como consecuencia que un reloj que viaja a una velocidad mayor que
 otro reloj, atrase respecto a este último.
La teoría de la relatividad general tiene
 como consecuencia que los relojes que se encuentran en un campo 
gravitatorio mayor (más afectados por la fuerza de la gravedad) atrasan 
respecto a los que se encuentran en uno menor.
Un satélite del sistema GPS da varias 
vueltas al día a la Tierra a una gran velocidad (unos 12.000 km/h), por 
lo que su reloj atrasa respecto a uno situado en la Tierra al ir a mayor
 velocidad que este último. Por otro lado, el satélite se encuentra 
menos afectado por la gravedad terrestre que uno situado en la 
superficie, así que irá más rápido el reloj del satélite que uno situado
 en la Tierra. En concreto, los satélites GPS orbitan a una altura de 
unos 20.000 km.
Sumando los dos efectos, el resultado 
final es que un reloj en una de las órbitas del sistema GPS es más 
rápido que un reloj en la superficie terrestre (el efecto gravitatorio 
es mayor que el producido por la velocidad). En concreto, el adelanto es
 de unos 38 milisegundos al día. Parece un adelanto bastante ridículo, 
pero lo parece menos si sabemos que un error de esta magnitud en el 
tiempo lleva al sistema de GPS a un error de 10 km en la posición a lo 
largo de un día.
El ajuste sobre los satélites se lleva a 
cabo reduciendo la frecuencia a la que funcionan los relojes atómicos 
para ajustar esos 38 milisegundos de adelanto.
Antes de los satélites GPS, la NASA ya 
había hecho una prueba para demostrar el adelanto de un reloj atómico en
 un campo gravitatorio menor:
Y no hace mucho se lanzó Gravity Probe B, que demostró otras consecuencias de la teoría de la relatividad general.
Gran parte de la historia de la física en el sistema de posicionamiento
Hemos visto, que para calcular nuestra 
posición con el sistema GPS se usan las teorías de la relatividad 
general y especial de Einstein, las leyes de Kepler (para el cálculo de 
órbitas), los conocimientos sobre la desviación de las ondas 
electromagnéticas en distintos medios (para calcular la desviación de 
las señales por la acción de la atmósfera) e incluso se tiene en cuenta 
el efecto doppler en los terminales, ya que se están moviendo y por 
tanto ese movimiento afecta a la forma en la que se recibe la señal.
En definitiva, cuando encendemos un GPS 
estamos ante una maravilla de la tecnología y una demostración del 
conocimiento físico que tenemos desde Kepler hasta Einstein. Como dijo 
Newton en una ocasión: “Si he visto más lejos es porque estoy sentado 
sobre los hombros de gigantes”.
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