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2 de febrero de 2020

Cómo funcionaba "Nautilus", la nave que Verne ideó hace 150 años

Tiene más de 150 años, pero el "Nautilus" de Julio Verne muy probablemente sigue siendo el submarino más famoso del mundo.


El sumergible apareció por primera vez en "Veinte mil leguas de viaje submarino", la novela que Verne empezó a publicar por entregas en marzo de 1869.

Pero tomó su nombre del que muchos consideran el primer submarino de hélice del mundo, el Nautilus diseñado en 1800 por el ingeniero estadounidense Robert Fulton por encargo de Napoleón Bonaparte. 

"En la época en la que Verne escribió su novela, la palabra Nautilus prácticamente se utilizaba como sinónimo de submarino", destaca Marie-Hélène Huet, una profesora del MIT experta en Verne.

Descrito por el propio Verne como "una maravilla, llena de maravillas", el Nautilus también era una máquina muy adelantada a su tiempo.


¿Cómo se supone que funcionaba?

En "Veinte mil leguas…", y por boca del capitán Nemo, el propio Verne ofrece abundantes detalles sobre la nave y sobre la tecnología que la propulsa.

"Como ve, es un cilindro muy alargado, de extremos cónicos. Tiene, pues, la forma de un cigarro, la misma que ha sido ya adoptada en Londres en varias construcciones del mismo género", le explica al profesor Pierre Aronnax, el narrador de la novela.
"La longitud de este cilindro, de extremo a extremo, es de 70 metros, y su bao, en su mayor anchura, es de ocho metros", agrega, para luego explicar que "el Nautilus se compone de dos cascos, uno interno y otro externo".

Pero en la época del motor de vapor es sobre todo el mecanismo de propulsión de esta nave de 1.500 toneladas lo que intriga a Aronnax.

Una intriga que solo crece cuando Nemo le dice que la electricidad es lo que impulsa el submarino.

"Capitán, la extremada rapidez de movimientos que usted posee no concuerda con el poder de la electricidad. Hasta ahora la potencia dinámica de la electricidad se ha mostrado muy restringida y no ha podido producir más que muy pequeñas fuerzas", argumenta Aronnax.

"Señor profesor, mi electricidad no es la de todo el mundo, y eso es todo cuanto puedo decirle", responde Nemo.

Baterías de sodio-mercurio

Más adelante, sin embargo, el misterioso marino devela el misterio, explicando que todo lo que necesita para producir electricidad, el Nautilus lo obtiene del mar.

"De esa notable cantidad de cloruro sódico contenida por el agua marina extraigo yo el sodio necesario para componer mis elementos", dice luego de destacar la elevada presencia de ese elemento en el hábitat natural del submarino.

Y ese sodio, "mezclado con el mercurio, forma una amalgama que sustituye al zinc en los elementos Bunsen", agrega, revelando así que su fuente de electricidad son baterías de sodio-mercurio.

"El mercurio no se gasta nunca. Sólo se consume el sodio, y el mar me lo suministra abundantemente", explica su razonamiento Nemo.

"Debo decirle, además, que las pilas de sodio deben ser consideradas como las más enérgicas y que su fuerza electromotriz es doble que la de las pilas de zinc", continúa.


Más detalles en: El Comercio (Perú)



26 de diciembre de 2012

Punto Nemo: El lugar más aislado del Planeta Tierra




Que en la Luna existe un cráter con el nombre Jules Verne –en el lado oscuro y con 143 kilómetros de diámetro- es más o menos conocido, pero lo es menos que en la Tierra tengamos un punto geográfico con el nombre de uno de los más famosos personajes del escritor galo, el capitán Nemo.

Cráter Jules Verne

El Punto Nemo es el punto en el océano más aislado que existe, el más alejado de cualquier masa de tierra, el punto, de alguna forma, más solitario del planeta. Se encuentra en el Océano Pacífico Sur, y está al sur de la isla Ducie, al suroeste de la isla Maher y al norte de la Antártida.




¿POR QUÉ ESTE NOMBRE?

Pues supongo que Hrvoje Lukatela, cartógrafo y geodesta de origen croata que reside en Canadá, es un lector de Julio Verne y se percató de una de esas misteriosas casualidades, o mejor dicho, causalidades a las que nos tiene acostumbrado el abuelo Verne. Si el capitán Nemo, ese pirata filolibertario, es misántropo que navegaba en su particular icaria submarina, el Nautilus, si el capitán Nemo, repito, quisiera aislarse del mundo buscaría una isla cercana a este punto del océano. Y así lo hizo Verne, ya que la imaginaria isla Lincoln de la novela La isla misteriosa (publicada por entregas desde 1874 y en formato libro en 1875) estaba relativamente cerca de este punto, exactamente en el Pacífico Sur, a 34º, 57’ de latitud sur y 150º, 30’ de longitud oeste. ¿Dónde está el misterio?, pues que el Punto Nemo no pudo ser definido hasta los estudios del citado Lukatela, exactamente en 1992.



BLOOP: ¿EL GRITO DE NEMO?

Y ahora sí que terminaran de asombrarse o de tomarme por loco, les cuento: En 1997, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (cuyas siglas en inglés son NOAA) detectó un sonido submarino de ultra-baja frecuencia de origen desconocido. En la época de la guerra fría, la marina de EE.UU. había dispuesto millares de micrófonos submarinos con el objeto de detectar posibles incursiones de los submarinos soviéticos. Durante varios días del verano de ese año, los micrófonos, incluso los más alejados, detectaron un sonido potentísimo que bautizaron con el nombre de Bloop, y claro, este sonido se produjo en esa zona del Pacífico Sur donde se encuentra en Punto Nemo. Aunque la explicación más lógica llevó a los científicos a pensar que los sonidos podían ser el resultado de unos terremotos de hielo causados por el resquebrajamiento de grandes icebers, la verdad es de que nunca se dio una explicación cerrada del asunto. También se habló de calamares gigantes o ballenas aún más grandes que la conocida ballena azul. Como ven, todo muy verniano, pero los seguidores de H.P. Lovecraft, también tienen su predicamento en esta historia. Resulta que cerca de este punto, el escritor de Providence situó la ciudad sumergida de R’Lyeh, que aparece en la novela La llamada de Cthulhu (1926). ¿Y cómo se comunican las entidades mitológicas de esta ciudad? Sí, con sonidos de ultra-baja frecuencia.




Ahora que se habla del fin del mundo me viene a la memoria un neologismo utilizados por los vulcanólogos de habla inglesa, se trata del Verneshot (¡otra vez Verne!), que sería una erupción volcánica de tal magnitud que terminaría con todas las especies vivientes de la faz de la tierra, banqueros y notarios incluidos.

En fin, dijo Verne que con lo que no sabían los científicos se podría escribir una biblioteca entera, y espero que esta hipótesis se quede en eso, que el fin del mundo ahora no me viene bien, quizá más adelante.
Fuente:

Blog de Javier Coria

31 de enero de 2010

Comunicación y "mares fosfoscentes"

Domingo, 31 de enero de 2010

Comunicación y "mares fosfoscentes"

Desde el siglo XVII, los “mares fosforescentes” han sido asociados más usualmente con el folklore marítimo que con el conocimiento científico. Se les menciona en el clásico de Julio Verne “20.000 leguas de viaje submarino”, y han alimentado la imaginación y las leyendas de la gente del mar. Hasta esta detección vía satélite, el fenómeno sólo había sido registrado en bitácoras de buques, y sus descripciones estaban sujetas a las incertidumbres de la percepción humana.


A lo largo de estos siglos, los marineros han descrito el fenómeno del mar fosforescente como tener la impresión de estar navegando sobre un campo nevado o de deslizarse sobre nubes, siempre en la oscuridad de una noche sin luna. Las aguas brillantes parecen extenderse hasta el horizonte en todas las direcciones, y esta situación tan singular puede durar desde unas pocas horas hasta llegar a repetirse varias noches consecutivas. Los científicos creen que el fenómeno es causado por enormes poblaciones de bacterias bioluminiscentes, pero su naturaleza efímera ha hecho difícil ubicar apropiadamente a los barcos de investigación.

Los investigadores buscaron testimonios de avistamientos de los “mares fosforescentes” desde 1992, y los compararon con los archivos de datos satelitales. Una nave mercante británica, el S.S. Lima, navegaba por el noroeste del Océano Índico en la noche del 25 de enero de 1995, cuando se encontró con el “mar fosforescente”. Las imágenes por satélite recolectadas aproximadamente 30 minutos después del avistamiento inicial desde el buque, revelaron una gran región de emisión lumínica de bajo nivel. Las aguas brillantes abarcaban un área de más de 15.000 kilómetros cuadrados, y duró al menos tres noches. El evento tuvo lugar en el noroeste del océano Índico, aproximadamente a 280 kilómetros de la costa de Somalia.




Los científicos desde hace mas de 10 años las estudian, hace dos años dieron con la clave, si bien sabían que son organismos, unicelulares, bacterias, no se explicaban porque en ciertas épocas brillan todas a la vez por un tiempo determinado, que son horas, días, a veces semanas generando el espectáculo visual y de golpe no lo hacen y de repente si.

La clave es que se comunican, sin cerebro, sin órganos, sin televisión, sin celulares, sin internet, sin radios, sin diarios, sin… la comunicación es química por eso brillan.

¿Pero por qué y para qué brillan? Para atraer peces y ser devoradas ya que se encuentran muy cómodas en sus aparatos digestivos.

Se agrupan, se transmiten información, se dividen, crean así nuevos organismos unicelulares que tienen la información para hacer lo mismo, desde todos los tiempos.

O sea: desde los organismo unicelulares como una bacteria hasta el hombre utilizan la comunicación como método de supervivencia

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