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7 de noviembre de 2012

El apagón nuclear alemán ya genera beneficios económicos y medioambientales

El desastre de Fukushima no provocó la decisión de Alemania de abandonar la energía nuclear, sólo aceleró un proceso que estaba en marcha desde hacía al menos una década, según varios expertos. Los germanos han conseguido desligar su crecimiento económico del suministro energético y la dependencia atómica.

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Central de Biblis, cerrada en 2011 tras el accidente de Fukushima / Bigod

Cuando la canciller alemana, Angela Merkel, anunció el cierre de ocho centrales nucleares y la revisión del resto, sólo habían pasado cuatro días del accidente de Fukushima, sucedido el 11 de marzo de 2011. Aún se desconocían las dimensiones del desastre y muchos vieron en el apagón nuclear germano una decisión precipitada, cuando no una “estupidez” de los políticos, como titularía la revista Forbes. Sin embargo, los alemanes son demasiado serios y lo que menos hay en el adiós de Alemania a la energía nuclear es precipitación. 

Llevaban tres décadas preparándose para un abandono que ya les está dando beneficios económicos y medioambientales.
En una serie especial, el Bulletin of Atomic Scientists (BoAS) ha reunido a una serie de expertos para analizar el desmantelamiento de las centrales nucleares alemanas y su impacto sobre la economía y la vida de los alemanes. Según el plan anunciado por Merkel, aprobado por el parlamento federal alemán en julio de 2011, a las ocho plantas cerradas se le irán añadiendo las otras nueve que siguen operativas de forma paulatina. Para 2022, Alemania ya no tendrá energía nuclear. Otras fuentes, en especial las renovables, tendrán que tomar el relevo. Y esa transición tendrá que hacerse sin poner en peligro la economía del país.

“La decisión alemana de conseguir un futuro sin nucleares fue de todo menos precipitada e irreflexiva”, escribe el editor del BoAS, John Mecklin, en la presentación de los cinco artículos que forman esta edición especial. La decisión de Merkel, una pronuclear en el pasado reciente, bebe en realidad de un poso histórico que nace con las primeras movilizaciones contra la instalación de centrales nucleares en los años 70 y se realimenta con Chernóbil. Fukushima sólo da la puntilla a un cadáver andante. Mucho antes del tsunami que golpeó las centrales japonesas, en Alemania había consenso político y social contra lo nuclear.


Mapa nuclear de Alemania1Ampliar

Este es el mapa nuclear alemán a agosto de 2011: Un total de 15 centrales desmanteladas, varias de ellas en territorio de la antigua RDA (en verde), otras ocho paralizadas (en amarillo) y las nueve restantes dejarán de funcionar en 2022. / Bundesamt für Strahlenschutz

Ya en 2002, gobernando una coalición de socialdemócratas y verdes, se aprobó una ley que incluía la prohibición de construir nuevas centrales y limitar la producción eléctrica de las existentes. Con el cambio de gobierno, en 2005, los conservadores no cambian la legislación. A lo más que llegó Merkel fue a ampliar la vida útil de los reactores, medida que anuló tras Fukushima. Hoy, el 90% de la población germana es favorable al apagón nuclear.

De hecho, el gobierno de Merkel aprobó la energiewende, un ambicioso plan para pasar toda la economía alemana a una estructura energética baja en emisiones y sin usar la energía nuclear. Como destaca el profesor de la Universidad Libre de Berlín, Lutz Mez, “la energiewende ha desligado el crecimiento económico del suministro energético”. Alemania es de los pocos países industrializados que ha reducido sus emisiones. Sus necesidades de energía primaria han pasado de 14.905 petajulios (unidad para medir energía) en 1990 a 13.374 en 2011. En ese mismo periodo, las emisiones de CO2 han pasado de 1.042 millones de toneladas a 800 millones de toneladas.

El desmantelamiento nuclear no afecta al crecimiento económico


¿Ha perjudicado esta reducción del consumo energético a la economía alemana? En absoluto. El Producto Interior Bruto (PIB) de Alemania fue de 1,8 billones de euros en 1990. En 2011 ya era de 2,44 billones de euros, un aumento del 36%. Y todo eso, con una reducción de la energía de origen nuclear, que ha pasado del 11,2% hace 22 años, al 8,8% del año pasado. De hecho, aunque el consumo de electricidad ha aumentado, las centrales nucleares han reducido a la mitad sus aportaciones hasta el 17,6%. Una cuarta parte de la electricidad del primer semestre de 2012 ya procedía de energías renovables.
Porque esa es otra de las singularidades del apagón nuclear: su vinculación a la lucha contra el cambio climático. Alemania, cuarta potencia económica y sexto emisor de CO2, se ha propuesto para 2020 reducir sus emisiones en un 40% con respecto al nivel de 1990. Y, para 2050, están confiados en bajarlas hasta el 95%.

“A diferencia de otros muchos países, donde hay una gran división sobre si el apoyo a las renovables tiene sentido desde un punto de vista económico, en Alemania hay un relativamente gran acuerdo sobre su papel crítico en el futuro del país”, razona Miranda Schreurs, también de la Universidad Libre de Berlín. Precisamente, una de las razones del consenso político de los alemanes sobre el apagón nuclear es que ha venido generando una industria alternativa muy pujante. El sector eólico, por ejemplo, daba trabajo a 27.000 personas (entre directos e indirectos) en 2000. Cuando Fukushima, trabajaban 370.000 sólo en la eólica.

Bueno para el medio ambiente, bueno para la economía, pero también bueno para el bolsillo de los alemanes. En el último de los trabajos publicados por el BoAS, el investigador del Instituto de Ecología Aplicada y uno de los miembros del Grupo de Expertos del Energy Roadmap 2050 de la Comisión Europea, Felix Matthes, analiza los diferentes escenarios de precios finales de la electricidad en una Alemania sin nucleares. En el escenario más probable, el recibo de la luz podría subir unos cinco euros por megavatio-hora durante algunos años alrededor de 2022, fecha en la que se apagará la última central nuclear alemana. Sin embargo, también existe la posibilidad de que no suba el precio. También estima que el impacto negativo del cierre de todas las centrales en favor de las renovables sobre el PIB podría suponer el 0,3% en los años anteriores a 2030. Muy poco, si se compara con los riesgos de otro Fukushima.

Fuente:

23 de marzo de 2011

Los apagones en Japón tras el terremoto, visibles desde el espacio


Foto: NOAA


Una de las consecuencias del terremoto y el tsunami que azotó el noreste de Japón el 11 de marzo fue la pérdida generalizada de la electricidad. Múltiples áreas a lo largo de la costa sufrieron pérdidas de energía, en particular alrededor de la ciudad de Sendai.

El 12 de marzo, el satélite F-18 del Programa de Satélites Meteorológicos para la Defensa (DMSP) de la Fuerza Aérea de los EE.UU. observaron pérdidas de electricidad en partes del noreste de Japón, informa la web Earth Observatory de la NASA.

Esta imagen compuesta compara observaciones después del terremoto con las imágenes de las luces observadas en 2010. El amarillo indica que las luces estaban funcionando en 2010 y 2011, e incluye Tokio y áreas al sur y al oeste. El color rojo indica los cortes de energía detectados el 12 de marzo de 2011, en comparación con los datos de 2010.

Las áreas de pérdida de energía incluyen Sendai, y localidades costeras al norte de Tokio. El color azul indica las nubes, y el azul también tinta algunas de las áreas de color amarillo en verde. El magenta (visible al sur y al oeste en la imagen) indica las luces oscurecidas por las nubes. Brillantes manchas verdes también pueden indicar nuevas luces detectadas en 2011 que no fueron observados en 2010, y algunas son visibles en las zonas costeras al norte de Sendai.

Fuente:

Europa Press

16 de marzo de 2011

La mayor cascada de Ecuador compite con una hidroeléctrica

Cascada de San Rafael

Para los ambientalistas, la cascada de San Rafael está en peligro por la hidroeléctrica del río Coca.

La imagen de la cascada de San Rafael es algo omnipresente en la región amazónica de Ecuador. Desde folletos turísticos a las fotos bastante comunes colocadas en la parte trasera de los autobuses de la región.

La catarata, la mayor del país, está en plena reserva de la biosfera de Sumaco, un exuberante rincón protegido por Naciones Unidas por su flora y fauna únicas, fruto del clima húmedo originados por la confluencia de los Andes y la Amazonía.

Según los ambientalistas, este delicado ecosistema será destruido por la mayor planta hidroeléctrica del país, que ya se construye en el río que alimenta el salto de San Rafael.

La compañía estatal Coca Codo Sinclair, que gestiona el proyecto, asegura que tales miedos no tienen fundamento.

La empresa afirma que estudios hidrológicos han determinado el flujo de agua necesario para que la catarata conserve su intensidad y que la hidroeléctrica está diseñada para asegurarlo.

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Con fondos chinos

Colectivo con la imagen de la cascada

San Rafael es un icono de la Amazonía ecuatoriana que aparece hasta en los colectivos.

Tanto partidarios como críticos del proyecto están de acuerdo en que Ecuador necesita renovar su modelo energético y que las hidroeléctricas desempeñarán un rol crucial. Pero discrepan sobre la Coca Codo Sinclair.

La idea del proyecto nació en los años 70, pero no fue hasta que Rafael Correa llegó al poder en 2007 que se convirtió en una prioridad.

El desarrollo de Coca Codo Sinclair se estancó mientras el Ejecutivo buscaba fondos para financiar su construcción. El pasado junio, tras largas negociaciones, se aseguraron los US$1.700 millones del Banco de Exportaciones e Importaciones de China.

El contratista chino Sinhohydro inició oficialmente el trabajo poco después. Pero meses después, la obra parece extrañamente vacía, lejos de lo que se podría esperar del proyecto bandera del gobierno de Correa.

Señales en chino y brillantes luces –que los lugareños aseguran han espantado a mariposas endémicas– son los principales indicios de los cambios que se vienen.

¿Sostenible?

La presa se situará unos 20 kilómetros de la cascada de San Rafael en el río Coca, uno de los principales de la Amazonía ecuatoriana.

El proyecto planea ser capaz de generar 1.500 megavatios de electricidad a partir de 222 metros cúbicos de agua por segundo.

Según Matt Terry, director de la ONG Ecuadorian Rivers Institute, los estudios hidrológicos que maneja el gobierno están caducados.

Matt Terry, Ecuadorian Rivers Institute

"Estamos muy preocupados de que cuando construyan la hidroeléctrica de tan alta capacidad, requieran cada gota de agua y sequen la cascada"

Terry calcula que el Coca ahora mantiene un flujo de entre 80 y 100 metros cúbicos por segundo y que el proyecto de hidroeléctrica, en las proporciones actuales, no es sostenible.

"Estamos muy preocupados de que cuando construyan la hidroeléctrica de tan alta capacidad, requieran cada gota de agua y sequen la cascada", afirma.

Terry señala al segundo mayor salto de agua del país, Agoyan, que según él ha sido duramente afectado por un proyecto similar.

Pero además, Coca Codo podría resultar deficitario al largo plazo si no es capaz de generar suficiente energía para pagar el préstamo chino, suscrito a un 6,9% de interés.

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Apagones

Últimamente, el río presenta un aspecto poco caudaloso. Pero los expertos de la hidroeléctrica aseguran que aunque el nivel de las aguas fuera incluso menor, la hidroeléctrica siempre liberaría hasta 22 metros cúbicos por segundo, lo que consideran es el mínimo para mantener viva la cascada.

Además, señalan que la planta funcionará a plena capacidad sólo el 57% del tiempo, pues el caudal puede variar.

"Sería criminal desperdiciar diesel (para alimentar una planta termoeléctrica) cuando hay meses en los que podemos usar el río para generar energía", dice Luciano Cepeda, gerente técnico de Coca Codo Sinclair.

"Incluso si pudiéramos operar a plena capacidad sólo cinco o seis meses al año, todavía es muy importante".

De acuerdo con los últimos datos disponibles, las termoeléctricas, que se alimentan de diesel importado, generan la mitad de la energía que consume Ecuador. Sólo el 38% de hidroeléctricas.

En 2009, las sequías paralizaron parcialmente la mayor hidroeléctrica del país. Los apagones duraron dos meses. El impacto en la economía del país se estima fue de US$1.000 millones.

Los derechos de la Pacha Mama

Lugar de construcción de la hidroeléctrica

La obra comenzó oficialmente hace meses, pero el lugar parece más bien vacío.

Eduardo Aguilera, ingeniero que trabajó en el proyecto de Coca Codo Sinclair y que ahora ejerce de consultor de energías alternativas, opina que la hidroeléctrica es el mal menor.

Pero también piensa que proyectos como Coca Codo no son tan viables económicamente o sostenibles ecológicamente como otros más pequeños.

Para Aguilera, el gobierno podría usar las mismas cantidades invertidas en plantas de pequeña o mediana escala.

Además, considera que deberían ser complementadas con plantas geotérmicas, fuente de energía renovable y sostenible en un país como Ecuador, que tiene decenas de volcanes activos.

De esa forma, las plantas alimentadas con diesel podrían ser empleadas para cubrir sólo los picos de demanda.

"La conclusión es que Ecuador no está usando ninguna de las fuentes de energía que se consideran más económicamente viables y mejores para el medio ambiente", sentencia.

La BBC intentó entrar en contacto en diversas ocasiones con funcionarios de Ministerio de Electricidad y Energías Renovables, pero no quisieron hacer comentarios.

En 2008, Ecuador se convirtió en el primer país en llevar a rango constitucional los derechos de la Pacha Mama, la madre tierra, al tiempo que el presidente Correa declaraba su fuerte compromiso con la naturaleza.

El gobierno además tiene un proyecto piloto para comprometerse a no explotar sus reservas de petróleo en una de las áreas de mayor biodiversidad del planeta.

Pero a los críticos como Terry les preocupa que pese a la retórica "verde", el gobierno no haya demostrado suficiente compromiso para preservar la cascada de San Rafael.

La planta se espera que esté en pleno funcionamiento en 2016. En unos años se podrá comprobar cuál es su impacto, de darse, sobre la cascada de San Rafael.

Fuente:

BBC Ciencia & Tecnología

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