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15 de diciembre de 2008

Arqueología: Descubren una ciudadela Wari en Lambayeque

Arqueología:

Descubren una ciudadela Wari en Lambayeque (Perú)



Chiclayo, dic. 14 (ANDINA).- Una ciudadela de la cultura Wari, que se constituiría en un "eslabón perdido" del desarrollo cultural del departamento de Lambayeque (Perú), donde se erigen grandes fortificaciones de piedra de carácter militar y religioso, fue descubierto en el Complejo Arqueológico de Cerro Pátapo, ubicado a 22 kilómetros de esta ciudad.

Estos importantes hallazgos fueron descubiertos tras los trabajos de mantenimiento que está realizando la Unidad Ejecutora Naylamp:111- Lambayeque en la zona.




Cesar Soriano Ríos, arqueólogo de la Unidad Ejecutora Naylamp, refirió que en ese lugar se desarrolló un estado aristocrático que administraba todo el valle, cuya presencia militar fue imponente.

En este lugar se puede evidenciar celdas y lugares de sacrificios humanos, cuyos restos eran lanzados al precipicio.

Soriano Ríos indicó que en la etapa de introspección se ha observado osamentas en las partes bajas de la zona, que eran de las posibles víctimas lanzadas al abismo.

Agregó, que éstas fortificaciones son de gran importancia para conocer el eslabón del desarrollo cultural luego de la extinción de la cultura Moche, en los años 700 d.C., donde se habría desarrollado la presencia de la cultura Wari en esta zona en los años 700 a 1200 d.C.



“Es la primera vez que se determina la presencia de esta cultura que se expandió desde el sur de nuestro país”, acotó.

Por su parte, Celso Sialer Távara, director de la Unidad Ejecutora Naylamp- Lambayeque, señaló que en las labores de mantenimiento y prevención se han invertido 40 mil nuevos soles, ante las denuncias de huaqueo y destrucción de este importante patrimonio arqueológico.

“Se contrató a 43 obreros de la zona de Pátapo y Pósope Alto y luego de concluidos estos trabajos quedará un vigilante en la zona con el fin de cuidar este importante legado cultural, hasta que se inicie la etapa de investigación arqueológica”, concluyó.

Fuentes:

Agencia Andina - Perú


Terra - España


La República - Perú


El Comercio - Perú (incluye video)

Arqueología: Hallan una ciudadela preinca en el corazón de la Amazonia peruana

Arqueología:

Hallan una ciudadela preinca en el corazón de la Amazonía (Perú)


Un grupo de escolares ha descubierto al norte del país una ciudadela que podría pertenecer a la civilización Chachapoyas, que tuvo su época de esplendor hace mil años. Ésta se desarrolló en la provincia de Utcubamba, departamento de Amazonas (Perú), donde se ubican, además de los restos encontrados, la fortaleza de Kuélap, un importante sitio arqueológico peruano de esta cultura.

Con este hallazgo, se confirman los rumores que hablaban de la existencia de restos preincas escondidos en la selva.

El lugar está situado a unos 800 kilómetros al noreste de Lima, en un cerro de una altitud de unos 2.200 metros, con abundante flora y fauna, y al borde de una catarata de 500 metros. Entre los restos, semiocultos por la maleza, se han encontrado algunas fortificaciones, viviendas circulares de piedra en una extensión de unas cinco hectáreas, en las que había bateas de piedra que se presume se utilizaron para moler semillas o plantas silvestres.

La construcción llega hasta un abismo, utilizado, supuestamente, por los antiguos habitantes como mirador y para divisar a sus posibles enemigos.

En la zona también se han hallado pinturas rupestres, hecho que permiten apuntar a que se trata de una civilización preinca, y dos cavernas con restos de cerámica, actualmente protegidas por rondas campesinas del lugar para evitar su saqueo y desaparición.

Se espera que expertos del Instituto Nacional de Cultura peruano viajen a Utcubamba para establecer más detalles y confirmar la época de que puede datar la construcción. Agentes municipales han solicitado al gobierno regional de Amazonas la creación de un circuito turístico en el lugar, ya que también alberga la catarata Lejía con 672 metros de altura.

Fuentes:

AFP Noticias

Diario La Primera - Perú

HostelTut

Libros: Eutanasia

Libros:

Eutanasia


Con auditorios a favor y en contra de la eutanasia, el cierre de la vida, ese instante en el que la muerte acecha ha sido (y es actualmente), materia de arduas discusiones en la sociedad. Para conocer una mirada médica y ética sobre el asunto, Futuro, que no teme en lo más mínimo a las controversias, presenta Ayudar a morir (Katz Editores).

Por Iona Heath
LA NEGACION CONTEMPORANEA DE LA MUERTE IMPONE AGOBIOS ADICIONALES TANTO A MEDICOS COMO A PACIENTES.
“Triunfo de la muerte”, Brueghel (Landesmuseum Joanneum)

“La sociedad, el arte, la cultura, toda la civilización humana no es sino evasión, un gran autoengaño colectivo cuya intención es hacernos olvidar que incesantemente caemos por el aire, que a cada instante estamos más cerca de la muerte.”
Sven Lindqvist, Exterminate All The Brutes

INTRODUCCION: UNA HISTORIA

Por John Berger

F. tenía 95 años y, si bien caminaba tan encorvado como una navaja a medio abrir, se preparaba las comidas, leía el periódico y seguía lo que sucedía en Medio Oriente. Desde la muerte de su esposa, ninguna mujer había vivido en la granja. Sus hijos, que sí lo hacían, habían aumentado el número de vacas lecheras de tres (cuando iban a la escuela) hasta las más de cien actuales. A medida que F envejecía, sus hijos, que creían en el trabajo, lo aceptaron tal como era y no trataron de cambiarlo. Era un hombre que pensaba, rezaba y no trabajaba mucho. Era anarquista por temperamento. Respetuoso y obstinado al mismo tiempo.

Hace poco los hijos reconstruyeron toda la casa, pero dejaron intacta su habitación, ubicada junto a la cocina, para que pudiera seguir dando exactamente los mismos pasos, seguir con su rutina de cortar verduras para la sopa, rezar, encender la pipa y tratar de contestar sus propias preguntas. F. murió hace dos martes. Por la tarde, apenas antes de la hora de ordeñe, los hijos lo hallaron en el suelo junto a su cama. Le costaba respirar. Telefonearon a todos los lugares posibles. Sólo los bomberos locales contestaron.

Alrededor de las diez de la noche los bomberos trasladaron a F. al hospital de la ciudad más cercana, donde murió a las cinco de la mañana. Retirado con precipitación de su casa, pasó las últimas horas de su larga vida con escasa atención médica. En tales circunstancias, de las que ninguno de los involucrados tuvo la culpa, murió separado arbitrariamente de toda la experiencia humana, aprendida en el transcurso de siglos, relacionada con la tarea de estar con -y acompañar- a los moribundos.

En su juventud había pocos médicos en esta región alpina, y las personas estaban acostumbradas a manejar la enfermedad (y la muerte) entre ellas. Para el momento en que nacieron los hijos había un servicio médico nacional: los médicos recibían llamados en plena noche y acudían a las casas; los hospitales se ampliaron. Poco a poco la población empezó a depender de un consultorio médico profesional y a tomar pocas decisiones por sí misma. Hace diez años, con la privatización y la desregulación, las cosas volvieron a cambiar. En la actualidad, la atención médica en un caso de emergencia quedó reducida a un servicio de transporte compulsivo. F. no murió en lugar alguno.

CAPITULO I: LA NEGACION DE LA MUERTE

Hace unos años, una de mis pacientes fue hospitalizada cuando perdió el conocimiento. El director de la institución geriátrica en la que vivía pidió una ambulancia. La mujer, una viuda de 80 y tantos años, estaba muy débil. En ese momento la preocupación por la discriminación a los ancianos estaba en su apogeo y, tal vez como consecuencia de ello, la paciente fue internada en una unidad coronaria donde se le brindó la mejor atención posible.

La mujer se recuperó y, dado que parecía encontrarse bien, se la dio de alta una semana después. Cuando la visité me dijo que estaba muy agradecida por cómo la habían atendido, pero manifestó su profundo disgusto por un tratamiento que consideraba completamente inapropiado. Me explicó que tanto su esposo como casi todos sus amigos y conocidos ya habían muerto, que su fragilidad física le impedía hacer prácticamente todas las cosas que le gustaban y que no tenía deseos de seguir viviendo.

Nadie le había preguntado nada al respecto ni se había tratado de determinar si el tratamiento -eficaz y por lo tanto recomendado- resultaba apropiado en su caso específico. Murió tres semanas después, mientras dormía. El elevado costo del tratamiento anterior había resultado inútil, perturbador y antieconómico. Como médico generalista, soy consciente de que no hago lo mejor para muchos de mis pacientes, sobre todo en el caso de los que agonizan. ¿Por qué son tan pocos los pacientes que tienen lo que se calificaría como una buena muerte? ¿Qué es una buena muerte? ¿Qué forma de morir queremos para nosotros y para nuestros seres queridos?

Hablando con amigos y colegas, compruebo que muchos pueden describir su participación en una muerte especial, aquella en la que el moribundo parece poder controlar y orquestar el proceso y morir con tal dignidad y calma que todos los que lo rodean, entre ellos el médico, se sienten privilegiados por la vivencia de esa situación y, en cierta forma extraña, enriquecidos por ella. Sin embargo, es sorprendente qué poco comunes son esas muertes. Muchos más son objeto de manoseo y falta de respeto, y quedan sumidos en el pánico, el sufrimiento o ambas cosas, circunstancias que llevan a que quienes permanecen entre los vivos, incluido el médico, abriguen sentimientos de rabia, culpa y tristeza.

CUANDO LA MUERTE SE HACE FAMILIAR

En Un hombre afortunado, John Berger destacó el importante papel que desempeña el médico generalista en relación con la muerte: “El médico es el familiar de la muerte. Cuando llamamos a un médico, le pedimos que nos cure y que alivie nuestro sufrimiento, pero si no puede curarnos también le pedimos que sea testigo de nuestra muerte. El valor del testigo es que ya vio morir a muchos otros [...]. Es el intermediario viviente entre nosotros y los innumerables muertos. Está con nosotros y estuvo con ellos, y el consuelo difícil pero real que los muertos ofrecen por su intermedio es el de la fraternidad”.

En los últimos cien años, sin embargo, el éxito espectacular de la medicina científica permitió que los médicos abandonaran ese papel tradicional de “compañeros de la muerte”. Poco a poco, el desafío tecnológico de prolongar la vida fue adquiriendo prioridad sobre la calidad de vida. Como consecuencia de procesos peligrosos e insidiosos, perdimos de vista en qué grado la forma en que vivimos tiene más importancia que cuándo morimos. De manera perversa, eso se hace más evidente en la atención de los moribundos.

La soberbia de la medicina científica alimenta cada vez más expectativas de salud perfecta y de longevidad. Periodistas y políticos, y sobre todo la industria farmacéutica, aprovechan esos procesos con entusiasmo. En buena medida, el objetivo de la atención médica y el límite respecto del cual se la evalúa pasó a ser la simple prolongación de la vida. Hablamos constantemente de muertes evitables, como si la muerte pudiera prevenirse en lugar de posponerse. Nos imponemos actividades y limitaciones que, suponemos, permitirán que vivamos más tiempo, y al parecer nunca se piensa en lo oportunas que son muchas muertes.

Los lineamientos de la atención médica parecen cada vez más producto de protocolos empíricos cuya naturaleza hace que se considere a los pacientes como unidades estandarizadas de enfermedad. Esos protocolos no tienen manera de dar cabida al relato de cada individuo, a los valores, las aspiraciones y las prioridades de cada persona diferente y a las formas en que los mismos van cambiando con el tiempo. El resultado es que una intervención empírica racional de eficacia comprobada puede terminar por ser inapropiada, antieconómica e inútil.

EL COSTO DE MIRAR PARA OTRO LADO

Las sociedades occidentales coinciden en lo que Philip Larkin calificó como “el costoso apartar la vista de la muerte”. El costo es monetario, pero también tiene un profundo efecto en la experiencia de la vida y de la muerte. A pesar de las onerosas pretensiones de la medicina, la muerte sigue siendo el final inevitable de la vida, y a menudo es impredecible, arbitraria e injusta, si bien cada vez más se la considera un simple fracaso de la medicina y de los médicos. La medicina no puede prometer el alivio de todo el dolor y el malestar corporal, pero cada vez los toleramos menos y nos mostramos más convencidos de que tenemos derecho a una salud perfecta.

El constante énfasis en los factores de riesgo de enfermedad ocasionados por el estilo de vida genera un clima de responsabilización de la víctima, que agrega un sentimiento de culpa a la angustia y el terror que sufren aquellos que, azarosamente, padecen una enfermedad grave. Susan Sontag destaca que en las películas de Ingmar Bergman la justicia –la idea de que los personajes tienen lo que se “merecen”– está rigurosamente excluida. Eso puede explicar el carácter sombrío de algunas de sus películas, pero también destaca su fuerza y su autenticidad.

Todos tratamos de darle sentido a la vida mediante la construcción de un relato coherente fundado en relaciones de causa y efecto. Nos decimos, y les decimos a los demás, que algo sucedió porque hicimos esto o porque se nos hizo aquello, pero el vínculo entre causa y efecto suele ser mucho más tenue de lo que nos gusta pensar. La actual ola de afirmaciones exageradas sobre el poder de la medicina preventiva forma parte del mismo fenómeno. Queremos creer que si nos comportamos bien, si comemos los alimentos adecuados y con moderación, si hacemos ejercicio de manera habitual, etc., se nos recompensará con una vida larga y saludable. Sin embargo, como nos muestra Ingmar Bergman, no necesariamente es así. Arthur Kleinman señala: “El cáncer es un recordatorio perturbador del núcleo inexorable de azar, incertidumbre e injusticia –todos ellos cuestiones de valor– de la condición humana. La negación contemporánea de la muerte impone agobios adicionales tanto a médicos como a pacientes”.

MORIR CON DIGNIDAD

Cuando sienten que se los responsabiliza de toda muerte, la culpa y la incomodidad impulsan a los médicos a luchar cada vez más por la prolongación de la vida, a menudo en detrimento de su calidad. Un estudio sobre la atención a pacientes con cáncer o demencia en estado avanzado, que agonizaban en un hospital de agudos de los Estados Unidos, reveló que se había intentado una resucitación cardiopulmonar en el 24 % de ambos grupos y que el 55 % de las personas que padecían demencia senil murieron con los tubos de alimentación forzada todavía puestos. La consecuencia es que “en los Estados Unidos hoy es casi imposible morir con dignidad a menos que se trate de una persona pobre”.

Uno de los encuentros más desafortunados de la medicina moderna es el de un anciano débil e indefenso, que se acerca al final de su vida, con un médico joven y dinámico que comienza su carrera. En un estudio llevado a cabo por S. A. Murray, éste y sus colegas utilizaron técnicas de investigación cualitativa para comparar la experiencia de la muerte en países ricos y pobres. Descubrieron que mientras los pacientes de Kenia manifiestan el deseo de morir para verse libres del dolor, los pacientes escoceses afirman que quieren morir debido a los efectos colaterales del tratamiento médico. Eso parece una condena terrible a la atención médica moderna.

Christopher Ricks describió a Samuel Beckett como el gran escritor de una época que ha creado nuevas posibilidades e imposibilidades, incluso en lo que respecta a la muerte, una época que ha prolongado la longevidad hasta hacer de aquélla tanto una pesadilla como una bendición.

Por lo que parece, la gente común toma cada vez mayor conciencia de la pesadilla, sobre todo cuando envejece. Y manifiesta esa conciencia a través de la adopción entusiasta de instrucciones por adelantado en materia de autodeterminación y testamentos vitales, mediante los cuales manifiesta su voluntad anticipada para el caso de carecer de facultades en el momento de decidir acerca de su tratamiento médico.

He afirmado que en la sociedad contemporánea la soberbia y la ambición de la ciencia biomédica son las principales responsables de la negación peligrosa y nociva de la muerte. Sin embargo, cuando visité el nuevo edificio de Daniel Libeskind para el Museo Judío de Berlín y estuve en la oscuridad helada de la Torre del Holocausto, comencé a preguntarme si la atrocidad genocida de tanta muerte en el siglo que acaba de finalizar no ha sido, por lo menos en parte, responsable de nuestra aversión, si las causas de nuestro rechazo no serían tanto culturales como científicas.

Fuente:

Página 12

Libros: El breve lapso entre el huevo y la gallina

Libros:

El breve lapso entre el huevo y la gallina:
Historias y
reflexiones sobre la ciencia


Mariano Sigman

Buenos Aires: Ediciones Le Monde Diplomatique, 2004. 124 págs.



Con intempestiva belicosidad, este libro de divulgación propone un recorrido por las novedades en ciencia. Sobre todo en neurociencias, pero más, mucho más, por aquellos interrogantes imperecederos. Para eso, su autor no rehuyó la anécdota ni la impresión particularísima, y sobrevoló lo sentencioso para revisar tópicos y prejuicios. Un panorama es sin embargo su mayor enemigo: el dominado por especialistas en contar historias que nada significan.El breve lapso entre el huevo y la gallina es casi un pedido de oxígeno, de espacio, de libertad. En sus páginas conviven la teoría del Big-Bang y las leyes de Murphy, los cocineros y los matemáticos, Niels Bohr y Werner Heisenberg, el té verde y las uvas, Charles Darwin y el genoma, los elefantes y las moscas, los ajíes y el esperma. Todo está contado por Mariano Sigman de modo periodístico, con frases precisas que logran imponer una mirada general allí donde había antes un fenómeno aislado, circunstancial. Seis capítulos organizan este material que, por momentos, parece amenazar en su profusión con desbarrancarse hacia el caos. De manera esquemática diremos que el primero reflexiona en torno al concepto de evolución; el segundo cuestiona, mayormente, la idea de que lo simple (o lo natural) es mejor que lo complejo. El tercero reúne impresiones de curiosas, y reveladoras, investigaciones realizadas sobre animales y seres humanos. El cuarto es del todo cosmológico, y en el quinto y sexto alternan la literatura con ciertos hitos científicos. Físico, doctor en neurociencias, investigador, Mariano Sigman reincide en el universal Jorge Luis Borges para dar comienzo a algunos de los casi cuarenta textos que conforman el volumen. Y al entusiasmado prólogo de Adrián Paenza le siguen dibujos y textos insólitos que abren y cierran los capítulos, destinados, suponemos, a insistir en que el terreno científico fue siempre un reino del juego y la imaginación.

Sergio Di Nucci

Fuente:

Página 12

Anexo:

Indice del Contenido

PRÓLOGO
¿Es que acaso se mueve el sol?

Necesaria reflexión sobre el tiempo y la gente

1. VIDA, EVOLUCIÓN Y MUERTE
HISTORIAS DE LA FAMILIA
El origen
¿La familia nace o se hace?
La primera cruzada Rocas y saltamontes
Tediosa eternidad

2. CIENCIA COTIDIANA
LAS AVENTURAS DEL NIÑO COCO
Vino el niño Coco
Coco te ve verde
Saberes de gourmet
Niños al unísono
Las puertas de Coco
Niños en fuga

3. COSTUMBRES ANÍMALES
LAS ANÉCDOTAS DE LAS CHANCHAS
Juvenilia Cumbia, son y ballenato
Ningunos burros Ménage á trois
Encuentro subliminal

4. ALLÁ A LO LEJOS
TRAVESÍAS DE UN PUERCONAUTA
Los primeros puerconautas
Puerconautas asimétricos
Explosiones en la vía del puerconauta
Puerconautas de pesca
Reencuentro con la vida

5. HISTORIAS Y REFLEXIONES
RELATOS DE ELEFANTES
Elefantes nobles
A los trompazos
Paso de elefante
Noche de ilusiones
Remontando el Nilo
El rey de la selva
Alfileres de marfil
Acuerdo chino
Los mosquitos de Hammett

6. EL FUTURO EN MENTE
LOS SUEÑOS DE NEURO
Sueños de diván
Rayos y truenos
Proyecten sobre Neuro
Emocionen a Neuro
En la frontera del milenio (octubre de 1999)
En la frontera del milenio (octubre de 2000)
Riken: un cuento japonés Natal: un sueño brasileño

13 de diciembre de 2008

Canadá: Un científico creó robot que sería una "novia perfecta"

Especial: Robots

Canadá: Un científico creó robot que sería una "novia perfecta"


Un joven programador japonés diseñó a Aiko, una robot de bella figura capaz de hablar distintos idiomas (puede decir hasta trece mil frases), y responder con dulzura al contacto físico. Además puede trabajar todo el día sin descanso, llevar las finanzas del hogar y realizar complejas operaciones matemáticas.

Le Trung, un científico japonés radicado en Canadá y creador del proyecto, lleva dos años trabajando en "Aiko" su creación más importante. Hasta ahora le costó 14 mil libras (cerca 21 mil dólares) y un ataque cardíaco.


Aparenta tener unos 33 años de edad, bien vividos.

Le Trung no se anduvo con rodeos. En lugar de buscarse una novia, o quizás luego de buscar una y no encontrarla, tomo su caja de herramientas, un buen puñado de componentes electrónicos y un álbum de fotos de una ex novia vietnamita de su juventud, y construyó Aiko. Aiko, digámoslo sin rodeos, es un robot mujer, con una función absolutamente clave para Trung: la de compañera sexual.

Aiko es, al menos para su trasnochado inventor, "la mujer perfecta". El fembot mide 1.52 centímetros de alto, tiene 82 centímetros de busto (podría haber sido un busto más generoso, ¿no creen?), 57 centímetros de cintura y 84 centímetros de cadera. Dicen los que saben que aparenta tener unos 33 años de edad, y lo mas retorcido de todo, es que su cara y aspecto general está calcado del de una ex novia del rompecorazones (robóticos) Le Trung que, como él, nació en Vietnam.

El software que da ¿vida? a Aiko demoró apenas 45 días en estar listo. Aquí tenemos que, forzosamente, preguntarnos si tan corto plazo obedece a que el canadiense es un genio programando, o bien a que solo le enseño a decir “oh, yes” y “oh, my God!” con voz de actriz porno. Sea como fuese, Trung se tomó otros dos años para que su invento reconozca la escritura, distinga los colores, detecte la presión en algunos lugares de su estructura (sí, claro, algo indispensable para un robot sexual que se considere superior a una muñeca hinchable) y haga algunas morisquetas con su rostro mientras dice “te quiero”.

Parece que incluso cuida el perro

El cacharro ya fue presentado en sociedad. Efectivamente, el mes pasado Le Trung cogió a Aiko y la llevó al "HobbyShow” de Toronto, una especie de súper feria de ciencias. Solo podemos imaginarnos las caras de los demás participantes cuando el inventor saco a la robot de la maleta. Se supo que para mantener las apariencias mientras estaba fuera de casa, y ante el manoseo indebido de su cuerpo, Aiko reaccionaba defendiéndose, tal como lo haría cualquier muchacha vietnamita de treinta y tres años cuyo novio inventa fembots en los ratos libres.

Según Le Trung "la experiencia de interactuar con la robot es única, ya que nadie esperaría una calidad de respuesta tan natural de una androide". Casi casi, dan ganas de tener una. De hecho, y a pesar de que el chisme cuesta alrededor de los 15 mil euros (unos 60 mil nuevos soles), puede que hasta sea más económico que una novia de carne, grasa y hueso, ya que a la hora de la separación no intentará quedarse con el piso o el coche. Además, entiende ordenes en inglés y japonés, algo que posiblemente nuestra novia no hace ni hará nunca (lo de “obedecer”, digo.)

¡Aiko usa peluca!

A la hora de intentar vender su invento, Le Trung sostiene que Aiko puede servir muy bien como compañía para personas mayores (se acabo aquello de ir de put@s con el abuelito) o niñera para los más pequeños. Pero si eres un adulto, la puedes pedir especialmente configurada para que responda a tus particulares preferencias sexuales, e incluso, puede "fingir un orgasmo”. Lo que se dice, ¡una robot totalmente realista!

No tenemos idea si se comercializarán alguna vez en España o en Perú, o si la dejaran pasar por la aduana cuando la compremos en eBay. Por lo pronto, ya podemos imaginar cuál fue la respuesta de Le Trung cuando le preguntaron “¿Tendrías sexo con un robot?"

Además...

La mujer robótica le lee los diarios a su "marido" y le da indicaciones cuando él maneja con rumbo incierto. Aiko no come, no duerme, no se queja y no tiene mamá, destaca un feliz Trung.

Sobre cómo la sociedad tomara esta particular relación, Trung dijo al Daily Mail que "las personas tienen reacciones distintas cuando conocen a Aiko. Algunos la aman, otros la odian. Algunas personas se enojan y me acusan de jugar a ser Dios", finalizó.

Fuentes:

Terra - España

NeoTeo.com

Proyecto Aiko - Web Oficial

Japón: Repliee R-1: Un robot que no teme al valle inexplicable

Especial: Robots

Japón: Repliee R-1: Un robot que no teme al valle inexplicable


Repliee R-1No todos los robots en la CEATEC son lindos chiches amigables, también hay ginoides como el Repliee R-1, un robot de la Universidad de Osaka que pese a tener varios años fue presentado en la mentada feria para exhibir los últimos avances en imitación de gestos, ya que este robot imita la apariencia de una niña de 5 años de edad y para ello utiliza una serie de 50 sensores inteligentes y una infinidad de pequeños motores con el fin de imitar los movimientos de una niña real.

Los posibles usos de estos ginoides son varios: ayudantes para personas de edad o discapacitadas, vendedoras de tiendas, guías turísticos, etc. Pero el problema que muchos vemos es que el departamento de robótica de la Universidad de Osaka está rozando el “abismo” al valle inexplicable, un principio de la robótica que describe las respuestas negativas de los humanos a robots que aparentan serlo. Lo triste es que el R-1 genera mucho más rechazo que sus predecesores como la Repliee Q-2.

Con esto podemos ver cómo ha avanzado la robótica, pero a la vez confirmamos el principio del valle inexplicable que describiera Mori hace cerca de 40 años, y nos preguntamos cuándo tendremos persocons. Después del salto, un video de la Repliee R-1 en acción.

Link: Repliee R-1 Robot Is All Creepy (Übergizmo)



Fuente:

Fayer Wayer
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