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9 de agosto de 2018

¿Es cierto que en la escritura japonesa no se separan las palabras con espacios?



Efectivamente, en la escritura japonesa tradicional se escribe de izquierda a derecha y sin espacios ni símbolos tipográficos. Combinan varias escrituras y alternan kanjis (heredada del chino) con hiragana y katakana, y es así cómo, quien conoce la combinación de varias palabras, sabe dónde empiezan unas y donde terminan otras. Por ejemplo, sabe que el verbo siempre está al final de la frase, así que ahí hay un espacio y, para la lectura, una pausa. Sin embargo, en algunos medios de comunicación actuales, así como en el manga, se empiezan a incluir algunos signos de puntuación occidentales, como los puntos y las comas.

Si deseas profundiar en el tema debes de saber que son tres los sistemas de escritura en Japón, más detalles AQUÍ

Fuente: QUO

24 de febrero de 2014

Matemáticos de Harvard aplican modelos evolutivos al lenguaje

Científicos de Harvard han elaborado una fórmula matemática para tratar de predecir la evolución lingüística del tiempo pasado. El estudio se basa en el análisis diacrónico de los verbos irregulares desde el inglés antiguo, pasando por el inglés medio hasta la actualidad. A partir de la aplicación de varias reglas que compiten entre sí, han creado una función matemática específica que predice pautas de regularización en la evolución de las conjugaciones. Han enunciado incluso una regla proporcional mediante la cual los verbos se regularizan a un ritmo inversamente proporcional a la raíz cuadrada de su frecuencia de uso. Una buena síntesis en español. Si te interesa el tema, sigue en la página ampliada. 
Esto es algo que conocían ya los lingüistas de forma más o menos intuitiva: los verbos irregulares se aprenden de memoria, no son fruto de la aplicación de una regla mental (como por ejemplo: "añádase la desinencia -ió"). Por ello, tanto en niños como en adultos, las formas irregulares menos frecuentes son las que peor se recuerdan, lo que activa la regla de regularización correspondiente, que había permanecido bloqueada mientras somos capaces de recordar la forma irregular (como en plugo->plació). Se sabe desde hace tiempo que muchos de estos «errores», seleccionados inconscientemente por la comunidad de hablantes, son los que han motivado cambios permanentes en las lenguas con el paso del tiempo (el inglés antiguo y el inglés medio tenían aproximadamente el doble de verbos irregulares que el inglés moderno), y es ese mecanismo el que estos matemáticos de Harvard han tratado de modelar matemáticamente.

Los verbos irregulares han sido también tradicional objeto de estudio sincrónico (no evolutivo) en la gramática generativa porque permiten comprender aspectos muy interesantes de las reglas de adquisición del lenguaje. Estas reglas y construcciones son en algunos casos muy complejas y difíciles de explicar y de abstraer (modelar) lo que no impide que un niño de tres años las maneje con total soltura y sin apenas errores (sus errores son, precisamente, con las irregularidades). 
Fuente:

24 de febrero de 2010

Los nombres y los verbos se aprenden en regiones diferentes del cerebro


Miércoles, 24 de febrero de 2010

Los nombres y los verbos se aprenden en regiones diferentes del cerebro

Dos psicólogos españoles y un neurólogo alemán acaban de comprobar que cuando se aprende un nombre nuevo se pone en marcha una región del cerebro diferente a la que actúa durante el aprendizaje de los verbos. Los científicos lo han observado con imágenes cerebrales obtenidas por resonancia magnética funcional, según publican este mes en la revista Neuroimage.
El aprendizaje de nombres y verbos nuevos activa regiones diferentes del cerebro.
“El aprendizaje de los nombres activa el giro fusiforme izquierdo del cerebro, mientras que el de los verbos activa otras regiones (giro frontal inferior izquierdo y parte del giro temporal medio posterior izquierdo)”, explica a SINC Antoni Rodríguez-Fornells, coautor del estudio e investigador ICREA de la Unidad de Cognición y Plasticidad Cerebral de la Universidad de Barcelona.

El investigador catalán, junto a la psicóloga Anna Mestres-Missé, actualmente en el Max Planck Institute for Human Cognitive and Brain Sciences de Leipzig, y el neurólogo Thomas F. Münte de la Universidad Otto-von-Guericke de Magdeburgo -ambos en Alemania-, acaban de publicar en la revista Neuroimage los resultados de un estudio que confirma las diferencias neuronales en el mapa del cerebro cuando se aprenden nombres y verbos nuevos.

El equipo sabía que muchos pacientes con daños cerebrales presentan una disociación en el procesamiento de estos dos tipos de palabras, y que los niños aprenden antes los nombres que los verbos. Las personas adultas también se desenvuelven mejor y reaccionan más rápidamente con los primeros en las pruebas cognitivas.

A partir de estas ideas los investigadores plantearon un experimento para confirmar si estas diferencias se podían visualizar en el cerebro. Para ello plantearon a 21 personas una prueba de aprendizaje de nuevos nombres y verbos y registraron sus reacciones neuronales con imágenes de resonancia magnética funcional. Esta técnica permite observar la activación de las regiones cerebrales mientras se ejecuta una determinada tarea.

Descubrir la palabra oculta

La prueba consistió en deducir el significado de un término nuevo a partir del contexto facilitado en dos oraciones. Por ejemplo, en la frase “La chica recibió un jat por Navidad” y “Con los nervios el padrino olvidó el jat”, el nombre jat corresponde a “anillo”. Del mismo modo, en el caso de “El estudiante ha nisado fideos para desayunar” y “El hombre nisó una comida deliciosa para ella” el verbo oculto es “cocinar”.

“Con esta tarea se simula a nivel experimental la adquisición que hacemos a lo largo de nuestra vida de parte de nuestro vocabulario, según se descubren los significados de nuevas palabras en contextos escritos”, aclara Rodríguez-Fornells. “Este tipo de adquisición de vocabulario a partir de contextos verbales se supone que es uno de los mecanismos más importantes para el aprendizaje de palabras nuevas en la infancia y posterior edad adulta, ya que constantemente estamos aprendiendo términos nuevos”.

Lea el artículo completo en:

Plataforma SINC
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