Hace un siglo, el capitán Scott y  su equipo iniciaron una fatídica carrera para ser los primeros en  llegar al Polo Sur. Aunque no lo lograron, su viaje a esa misteriosa  tierra de hielo rindió fruto.
                      La expedición es mejor conocida por su fracaso.  No sólo un rival noruego le ganó al capitán Robert Scott en su carrera  al Polo Sur, sino que su equipo de cinco hombres murió en el viaje de  regreso.                        
En la tienda de campaña donde se  encontraron sus cuerpos congelados había 16kg de fósiles, un diario  meteorológico, notas de cuentas, y rollos de películas tomadas por el  propio Scott.
                                               
El grupo de cinco hombres murió en marzo de 1912 a 17 kilómetros del depósito de suministros.
                                                                       Los moribundos exploradores pensaron que esto  era muy valioso para echarlo por la borda, aunque viajar más ligeros de  carga pudo haber sido determinante en su lucha entre la vida y la muerte  tras semanas de viaje en temperaturas de -37ºC.
                      La expedición de Scott tenía un doble propósito:  alcanzar el polo para el Imperio Británico y explorar y documentar esta  gran tierra del sur.
                      Este objetivo está reflejado en una respuesta  registrada en el Congreso Internacional de Geografía de 1895, en el que  se definió la Antártica con "la gran pieza de exploración geográfica por  ser asumida", que podría resultar en "una adición al conocimiento de  casi todas las ramas de la ciencia".
                      A finales del siglo XIX, la Antártica era un  espacio largo y blanco en el mapa. Nadie estaba seguro si se trataba de  un continente o una colección de islas de hielo.
                      Scott  lideró primero una expedición a la región  en 1901, y regresó una década más tarde con un equipo de jóvenes y  hambrientos expertos, que por primera vez incluía a un fotógrafo  profesional, y que debían recoger tesoros ocultos de especímenes,  información y observaciones para ser analizados a la vuelta.
                      Sólo unos poco de su equipo de 38 hombres  zarparon hacia el Polo en ese último viaje fatal. Los otros continuaron  su investigación en los alrededores del campamento base y más allá.
                      Recuperados los restos para responder las  interrogantes de entonces, estos descubrimientos continúan aclarando las  preguntas científicas de nuestros días.
                      Aquí hay cuatro de esos descubrimientos claves (además del Polo), y uno que los descubrió a ellos.
1. Huevos de pingüinos Emperador
                                                                     
El equipo pasó meses observando colonias de pingüinos exploradores.
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                      Se esperaba que esto ofreciera la tan esperada prueba de la teoría de la evolución de Darwin.
                      En esa época, se creía que un embrión pasaba por todas las etapas de la evolución de su especie mientras se desarrollaba.
                      Los eduardianos (de la época del reinado de  Eduardo VII) asumían que los pingüinos Emperador eran las aves más  primitivas del planeta. Ellos esperaban que los embriones en esos huevos  mostraran la relación entre dinosaurios y aves.
                      Estos pingüinos se habían visto antes, pero no con sus huevos.
                      "Era la gran búsqueda biológica de esos días",  dice el historiador David Wilson, cuyo tío abuelo, Edward Wilson, fue un  naturalista de Scott. "Ellos recogieron los huevos, y todas las teorías  resultaron ser incorrectas".
                      Las pieles de pingüinos recolectadas fueron  usadas 50 años más tarde como un control de especímenes para probar que  el pesticida DDT había llegado a la aparentemente inmaculada Antártica.
                      "El programa científico era tan largo que  básicamente fundó la ciencia moderna polar", explica Wilson. "Así que  ofrece la base de datos de casi cualquier estudio".
2. El fósil del eslabón perdido
                                                                     
Este fósil sirvió de prueba para la teoría de que los continentes formaban parte de una sola masa prehistórica.
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                      En el viaje de regreso del Polo Sur, se detuvieron a explorar una morrena bajo la montaña Buckley.
                      Este no fue un desvío al azar. A pesar de que la  comida escaseaba y luchaban contra el inclemente clima, los científicos  exploradores tenían en mente un objetivo específico.
                      Una nueva teoría hablaba sobre una Antártica  alguna vez unida a un supercontinente ancestral llamado Gondwanaland  (ahora conocido como Gondwana) y que tenía un clima lo suficientemente  tibio como para que crecieran árboles.
                      Era una teoría convincente. Todo lo que necesitaba era una pieza de evidencia clave.
                      Así que cuando Scott y compañía encontraron este  fósil, igual a otros descubiertos en Australia, África y Sudamérica,  fue como descubrir la pieza perdida del rompecabezas de la Tierra, pues  indicaba que estas regiones formaban parte de la misma masa  prehistórica.
                      "El descubrimiento de ese espécimen fue  fundamental", señala Wilson. "Nos ayudó a cambiar nuestro entendimiento  geológico del planeta".
3. Vida salvaje en acción
                                            Además de especímenes, dibujos y fotografías, el  Terra Nova regresó con imágenes nunca antes vistas de criaturas polares  en acción.
                      Era la primera vez que una cámara de película se  usaba para hacer un descubrimiento en el estudio de la biología.  También fijó el estándar para expediciones futuras y documentales de  vida salvaje.
                                            "Scott creía que la cámara podía alcanzar logros  importantes hasta entonces no conseguidos en la exploración  científica", dijo Wilson, autor de The Lost Photographs del Capitán Scott (Las fotografías perdidas del capitán Scott).                      
                      El fotógrafo expedicionario Herbert Ponting  capturó las formas y texturas del hielo, y filmó los ciclos y  comportamientos de los pequeños y desconocidos habitantes de la región.
                      Por ejemplo, con la filmación de focas de  Weddell abriendo huecos en el hielo con sus caninos, Ponting echó al  traste las teorías existentes sobre cómo estos animales creaban agujeros  para respirar.
                      Y cuando filmaba a ballenas asesinas cazando en grupos, Ponting casi se convirtió en su almuerzo.
                      El hielo bajo él cedió y empezó a separarse cuando las ballenas lanzaron un ataque coordinado para lanzarlo al mar.
4. Sistema de clima extraño
                                                                     
Foto de la expedición polar de Scott, los ponies también perecieron.
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                      La detallada previsión del tiempo realizada para  el viaje al polo por el meteorólogo George C Simpson no mostró señales  de este desafortunado cambio climatológico.
                                               
Simpson con un globo meteorológico.
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                      ¿Una inesperada y rara desgracia o el pronóstico simplemente falló?
                      Lo primero, dice Susan Solomon, experta en  ciencia atmosférica. El meticuloso análisis de los datos del clima de  Simpson habrían sido correctos en casi cualquier otro año, pero 1912 fue  uno en que el invierno antártico empezó muy fuerte y temprano.
                      Su investigación contribuyó mucho al  entendimiento de no sólo el clima antártico, sino de cómo las corrientes  de vientos más altas interactúan  en el hemisferio sur.
5. Legado de hongos
                                            Incluso el refugio de 100 años de Scott esconde  un nuevo descubrimiento. Uno que lo encontró a él, al contrario de los  anteriores.
                      Durante el trabajo de restauración, se  encontraron tres nuevas especies de hongo de madera dándose un festín  con la histórica choza y sus contenidos.
                                               
Hongos en uno de los objetos recaudados de la expedición de Scott.
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                      "Pero nuestra secuencia de ADN, usada para  identificar el hongo, determinó que existen especies presentes en la  cabaña que no se habían visto antes y no son similares a otras  especies", comenta Blanchette.
                      Otras pruebas encontraron el mismo tipo de hongo  en la región del mar de Ross y en la península antártica, en el lado  opuesto del continente, así como en otros refugios históricos.
                      El experto considera que tiene sentido encontrar nuevas especies en la cabaña de Scott.
                      "El objetivo de la expedición era estudiar todas  las cosas nuevas de este único ecosistema. Estoy seguro de que este  hongo, descubierto 100 años más tarde, habría sido de gran interés para  los biólogos y otros científicos del último viaje de Scott".
Fuente:
BBC Ciencia
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