En el imaginario popular, la discapacidad del aprendizaje a la que
llamamos dislexia se da cuando un niño altera el orden de las letras,
sílabas o palabras, a la hora de escribir. De ser esto cierto, uno
podría pensar que en las aulas de los colegios chinos, donde los niños
aprenden una lengua que no se representa gráficamente mediante un
alfabeto sino con ideogramas (un dibujo que representa una sílaba, y al mismo tiempo un concepto) no deberían ser disléxicos. ¿Pero es así?
Pues va a ser que no. En China también hay niños disléxicos,
que tienen que esforzarse para entender lo que hay escrito – o dibujado
– en sus libros de texto. Curiosamente, al contrario que en las
sociedades occidentales (en Estados Unidos se estima que hay un 15% de
niños disléxicos y en España la cifra puede alcanzar el 20%) en China la incidencia de la dislexia es mucho menor: en torno al 7%.
¿Por qué esta diferencia? ¿Podría ser que el tipo de dislexia occidental fuera diferente a la oriental? La respuesta no estaba del todo clara, pero en 2004 un equipo de investigadores de la Universidad de Hong Kong dirigido por Li Hai Tan, publicó un trabajo en Nature (Biological abnormality of impaired reading is constrained by culture) que arrojó un poco de luz al respecto.
Para realizar aquel trabajo, Li Hai Tan y sus colegas realizaron escáneres cerebrales de lectores en chino e inglés,
tanto normales como disléxicos, mientras realizaban pruebas de lectura.
Así descubrieron que los lectores chinos normales mostraban una mayor
actividad en la circunvolución frontal media izquierda del
cerebro, área que se cree está especializada en recordar los patrones
visuales (por ejemplo, los millares de ideogramas chinos), mientras que
los disléxicos chinos mostraban una menor actividad en esa zona. En
contraste, los lectores de inglés mostraban una actividad alta en un
área craneal diferente llamada región temporal-parietal izquierda, en comparación con los lectores disléxicos en inglés.
En base a esto, podemos pensar que una persona puede ser disléxica en
un idioma pero no en otra ¿verdad? Pues es correcto. En un artículo
sobre el tema publicado en The Guardian a raíz del trabajo del equipo de Li Hau Tan, dos neurocientíficos británicos llamados Brian Butterworth y Joey Tang
comentaron el caso de un sujeto llamado Alan, que tenía padres ingleses
pero se había criado en Japón. Alan padecía una dislexia severa en
inglés, pero no tenía problemas para leer japonés.
Para ambos neurocientíficos (Buttleworh y Tang) la dislexia es un problema que afecta al análisis fonológico,
es decir a la capacidad de convertir letras en sonidos, que el lector
luego ensambla en sílabas, palabras, oraciones, etc. Así pues, el
problema de Alan es que presumiblemente tenía serios problemas con el
análisis fonológico pese a que, en cambio, contaba con las habilidades
necesarias para decodificar el japonés (que comparte muchos ideogramas
con el chino). Por ello Butterworth y Tang sugerían que esta era la
clave a la hora de explicar por qué hay menos dislexia en China, ya que
el análisis fonológico requiere dar un paso adicional para el que los
lectores chinos tienen menos necesidad.
Para finalizar, añadir que se sabe que la dislexia es un trastorno hereditario (véase el caso de esta mujer española con seis hijos disléxicos), por lo que hay un buen número de investigadores tratando de identificar a los genes responsables.
Pero si, como vemos, la dislexia está relacionada con la cultura,
entonces esta condición en China puede estar provocada por una anomalía
genética diferente a la que ocasiona la dislexia en lenguas
occidentales.
Fuente:
Mailkenais Blog