
Pero parece ser que esto no es algo únicamente humano. Existe documentación sobre el supuesto comportamiento supersticioso en animales. Está el ejemplo del experimento de la paloma de Skinner. Burrhus Frederick Skinner descubrió comportamientos semejantes a la superstición en aves enjauladas, cuya comida se les suministraba periódicamente. No obstante, las palomas realizaban diferentes acciones (dar vueltas sobre sí mismas, dar cierto número de picotazos en la jaula, etc.) como si hubiese una relación causal entre esas acciones y la presencia de comida. Las palomas “creían” que si repetían ciertas cosas, se les administraría la comida. Aunque esta les era administrada independientemente de lo que hiciesen. A pesar de todo, no quedó claro si era correcta la conclusión de la superstición en animales.
Pero decididamente estamos hechos para creer.
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