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26 de enero de 2011

¿Por qué creemos en cosas tan raras?

Todos los seres vivos estamos evolutivamente preparados para buscar y encontrar patrones. Observamos patrones en las nubes cuando creemos ver figuras conocidas. O realizamos actos que no tendrían ningún sentido de no ser porque nos transmiten seguridad o con anterioridad nos han reportado beneficios. Es más, todos hemos vivido casos similares: dejar de tomar algo porque en una ocasión nos salió mal, ponerse cierta prenda porque anteriormente nos dio “suerte”, etc. De hecho, la propia astrología está basada en un intento de encontrar en las estrellas patrones conocidos para los humanos.

Pero parece ser que esto no es algo únicamente humano. Existe documentación sobre el supuesto comportamiento supersticioso en animales. Está el ejemplo del experimento de la paloma de Skinner. Burrhus Frederick Skinner descubrió comportamientos semejantes a la superstición en aves enjauladas, cuya comida se les suministraba periódicamente. No obstante, las palomas realizaban diferentes acciones (dar vueltas sobre sí mismas, dar cierto número de picotazos en la jaula, etc.) como si hubiese una relación causal entre esas acciones y la presencia de comida. Las palomas “creían” que si repetían ciertas cosas, se les administraría la comida. Aunque esta les era administrada independientemente de lo que hiciesen. A pesar de todo, no quedó claro si era correcta la conclusión de la superstición en animales.

Pero decididamente estamos hechos para creer.

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