Viernes, 15 de enero de 2010
La tecnología al servicio de Haití
El devastador terremoto en Haití destruyó las vías de comunicación tradicionales, pero gracias a la nueva tecnología el mundo se dio cuenta de inmediato de la magnitud del desastre.
Minutos después del terremoto, la mayoría de los servicios esenciales en la capital, Puerto Príncipe, habían dejado de funcionar. No había líneas de teléfono terrestres ni electricidad, y vastas áreas del país quedaron aisladas del resto del mundo.
Pero el internet se convirtió en el principal vínculo de comunicación entre los haitianos y el mundo exterior.
Gracias a la red pronto se dieron a conocer en el mundo las primeras imágenes de la devastada ciudad y los haitianos empezaron a comunicarse con sus parientes y amigos en el extranjero.
Twitter y Facebook
Poco después del terremoto las redes sociales como Twitter y Facebook se vieron inundadas con mensajes sobre el desastre. Ésta última informó que sus usuarios estaban colocando unas 1.500 actualizaciones por minuto que contenían la palabra "Haití".
Sin embargo, un nivel muy bajo de estos mensajes provenía del país.
La cruda realidad es que muy pocos en Haití tenían los medios para comunicarse por internet. Según cálculos del Banco Mundial, sólo de 10% de los haitianos tenían acceso a internet antes del terremoto.
Pero aún así, la red ha tenido un enorme impacto no sólo como vía de comunicación con los trabajadores de rescate en el país, sino también ha sido utilizada como una herramienta para recolectar fondos y ayuda para los haitianos.
Los usuarios de Facebook y YouTube pasaron el mensaje de donar fondos para la Cruz Roja de Estados Unidos y la campaña -vía teléfono celular- ha logrado reunir US$35 millones.
Y Twitter fue utilizado por la organización Médicos Sin Fronteras para reclutar voluntarios.
Satélites
Pero no sólo la tecnología en la tierra está ayudando a mitigar el desastre de Haití.
En el cielo, la flota de satélites que orbitan el planeta a cientos de kilómetros de la Tierra también se han unido para ofrecer sus servicios.
Lo primero que se necesita para planear una respuesta de emergencia es un mapa actualizado de la región afectada en el desastre.
Los servicios de ayuda necesitan saber cuáles caminos y puentes quedaron intactos, cuáles están destruidos, qué áreas remotas son las más afectadas, cuál es el mejor lugar para establecer un campamento de base.
Y cuando las comunicaciones terrestres están destruidas, son los satélites los que pueden ser utilizados para coordinar los esfuerzos de rescate, no sólo para poder utilizar teléfonos sino también computadoras.
Por eso, muchas agencias espaciales han firmado un documento llamado Carta Internacional sobre el Espacio y los Grandes Desastres.
Este compromiso fue establecido en el 2000 por la Agencia Espacial Europea (ESA) y las agencias espaciales de Francia y Canadá, pero rápidamente se unieron otros signatarios, incluidos organismos importantes como la Noaa (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos) y el Sondeo Geológico de Estados Unidos.
De manera que cuando la Carta se activa -como ha ocurrido ahora con el terremoto de Haití- los signatarios tienen el deber de reprogramar a sus satélites para obtener los datos que se necesitan de forma más urgente en una región devastada.
Los primeros mapas que hemos visto de las calles devastadas de Haití fueron generados por estos satélites, con imágenes tomadas las primeras 24 horas tras el terremoto.
Estas imágenes están siendo ahora utilizadas para identificar calles y edificios públicos importantes que han resultado dañados.
También se han desplegado otros satélites, incluidos los principales de la ESA: la sonda de observación de la Tierra, el ERS-2 y el Evisat.
Estos satélites tienen un radar que, a diferencia de los sensores ópticos, pueden ver la Tierra cualquiera que sea el clima.
El radar es particularmente útil ahora porque puede ayudar a detectar cómo se ha movido la superficie terrestre tras el terremoto comparando datos antes y después del evento.
Y esta información será muy importante cuando se intente analizar los futuros riesgos sísmicos de la región.
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