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1 de diciembre de 2012

¿Por qué es malo vestir con imitaciones de marcas famosas?

El otro día os explicaba cómo las empresas pueden salir ganando con las falsifaciones de sus productos, sobre todo en el ámbito de lo moda: Obsolescencia inducida: de cómo la falsificación de marcas es positiva para las marcas. Sin embargo, si vestimos con imitaciones de marcas piratas, entonces los que podemos salir más perjudicados somos nosotros.



Nuestra vestimenta, una vez cubiertas las necesidades básicas, funciona como “señalización externa”, tal y como lo denominan los científicos sociales: transmitir a los demás lo que somos mediante lo que llevamos puesto.

Durante la historia se ha intentado regular esta señalización externa con severas leyes. Por ejemplo, en la Inglaterra renacentista sólo la nobleza estaba autorizada para vestir determiandas clases de piel, tela, encaje, adornos d cuentas por pie cuadrado, etc. Las razones eran obvias: si se permitía que todo el mundo vistiera como quisiera, entonces distinguir tu clase social mediante la ropa se hacía más difícil.

Hoy en día ocurre algo parecido, pero en vez de leyes se usan otras estrategias. El precio es una de las principales: si vendemos un bolso a un precio 40 veces más caro de lo habitual sólo por el hecho de que está diseñado por determinada marca exclusiva, entonces privamos de su compra a todos aquellos que no dispongan del dinero suficiente para hacerlo. Y, a su vez, las imitaciones o falsificaciones son la manera que tiene el mundo de superar esta barrera.

Con todo, dejando a un lado las razones legales del asunto, vestir con imitaciones no es una acción baladí ni siquiera a nivel psicológico. Es lo que los científicos sociales llaman “autoseñalización”. Es decir, que el portador es consciente de que su vestimenta es una falsificación, y no actúa, entonces, del mismo modo que si llevara una prenda auténtica.

Para dejar en evidencia este efecto psicológico, Dan Ariely (autor del libro ¿Por qué mentimos?) y Fances Gino y Mike Norton (profesor de la Universidad de Harvard) llevaron a cabo un experimento. Reclutaron a varias estudiantes de empresariales, y asignaron a cada mujer a una de tres situaciones: auténtica, falsa o sin información. Lo explica así Ariely en su libro ¿Por qué mentimos?:
En la auténtica, les decíamos que se pondrían gafas de Chloé de diseño. En la falsa, lucirían gafas de imitación que parecían idénticas a las de Chloé (de hecho, todos los productos que usábamos eran McCoy auténticos). Por último, en la condición sin información, no decíamos nada sobre la autenticidad de las gafas.
A continuación, las mujeres debían interactuar con un viejo amigo con quien podían o no engañar sobre determinadas cuestiones. Las que más engañaron fueron las que llevaban imitaciones. Gracias al grupo de control que no sabía si llevaba artículos falsificados o no, se dieron cuenta de que llevar un artículo auténtico no las hacía más honestas: lo que le hacía más deshonestas era llevar un artículo falso. Como si llevar a sabiendas un artículo falsificado relajara en cierto modo las limitaciones morales, es decir, distorsionara cómo nos percibimos a nosotros mismos.

Si queréis profundizar en el tema, quizá os interese leer los artículos El efecto Proteo: la belleza determina la seguridad en uno mismo… incluso en un mundo virtual (I) y (y II).

Fuente:

Xakata Ciencia

21 de noviembre de 2012

Obsolescencia inducida: de cómo la falsificación de marcas es positiva para las marcas

El estudio de cómo nace una moda o tendencia social y se propaga rápidamente por el cerebro colectivo es algo fascinante, aunque todavía muy incompleto. Con todo, podéis leer un acercamiento bastante espectacular en mi serie de artículos ¿Cómo empieza paso a paso una moda o tendencia social? (I), (II), (III), (IV) y (V).

La gente, en definitiva, se distingue de la gente usando marcas, pero a la vez se acerca a ella: en realidad se aleja de los grupos a los que no quiere pertenecer y se acerca a los grupos a los que quiere pertenecer. Las marcas son, por tanto, un rasgo de distinción pero también de mimetismo y diferenciación, simultáneamente. 

Y esa es precisamente la razón de que la obsolescencia inducida sea tan eficaz e interese tanto a las marcas más avispadas, sobre todo en el ámbito de la ropa y los complementos.


Por ejemplo, imaginemos que yo tengo mucho dinero o quiero fingir tener mucho dinero. Dar esa imagen es importante para mí porque quiero codearme con determinada clase social y distanciarme lo más posible de otra clase social que considero inferior. Para ello, adquiriré una pieza de ropa cara que la mayor parte de la gente sepa que es cara. 

Tarde o temprano, cada vez habrá más gente intentando ascender de clase social adquiriendo productos de dicha marca, ya sean éstos verdaderos o falsos (recordad que hemos dicho que lo importante es fingir que tenemos poder adquisitivo, no tanto tenerlo de realmente). Cuando mucha gente empiece a llevar el mismo producto que yo, finalmente tendré que cambiar de producto para volver de nuevo a desbancarme: al fin y al cabo, si mucha gente viste como yo y usa mis marcas, de nada sirve que me gaste el dinero porque ya no puedo enviar un mensaje elocuente sobre lo que soy y a qué clase social pertenezco.

Es decir, que la falsificación de marcas, sobre todo del mercado Chino, además de ser un delito también devalúa mis adquisiciones. Sin embargo, no todo son obstáculos: para los creadores de productos exclusivos resulta económicamente muy rentable que existan falsificadores, porque si bien ello provocará que mucha gente prefiera la falsificación al original (se pierden ventas potenciales), realmente la mayor parte de gente que compra falsificaciones no adquirirá tampoco el producto original. Con un añadido: los consumidores requerirán nuevos productos originales y caros para que no se confundan con las falsificaciones, con lo cual la empresa aún ganará más dinero. 

Es lo que los profesores de derecho Karl Raustiala y Christopher Springman acuñan como “paradoja de la piratería”. El editor de Wired Chris Anderson lo explica así en su libro Gratis:
La paradoja surge del dilema básico que sustenta la economía de la moda: a los consumidores tienen que gustarles los diseños de este año, pero también deben quedar rápidamente insatisfechos con ellos para que compren los diseños del año siguiente. A diferencia de la tecnología, por ejemplo, las empresas de ropa no pueden argumentar que los diseños del año siguiente son funcionalmente mejores, sólo parecen diferentes. De manera que necesitan alguna otra razón para conseguir que los consumidores pierdan su encaprichamiento con los modelos de este año. La solución: una copia masiva que convierta un diseño exclusivo en un artículo de mercado masificado. La mística del diseñador queda destruida por la ubicuidad barata, y los consumidores con criterio deben empezar la búsqueda de algo exclusivo y nuevo.

Fuente:

Xakata Ciencia

28 de marzo de 2012

El curioso origen del nombre de 5 compañías tecnológicas

¿Te has preguntado de donde viene o cómo se creo el nombre de algunas de tus compañías favoritas? La marca de algunas empresas que hoy son instituciones y tienen un top of mind inmenso en millones de personas se crearon por mera casualidad, por una anecdota o porque no se les ocurría nada mejor a sus fundadores, y no por un detallado proceso de branding para llegar a la mayor cantidad de público objetivo.

Pixar

Una vez que Steve Jobs compró la división de animación generada por gráficos de ordenador de Lucasfilm, él junto a Edwin Catmull y Alvy Ray Smith se pusieron a buscar un nombre que los identifique, al final lo hizo el ordenador que hacía los gráficos en cuestión.

La primera elección de nombre para la máquina fue simplemente Pixel. Pero en algún punto decidieron cambiar las últimas letras, el por ar en relación a las iniciales de Alvy Ray Smith. El resultado fue Pixar Image Computer. El nombre gustó sobre todo por su significado en español: Pixar como la acción de hacer pixeles. La compañía adoptó la palabra y quedó como simplemente Pixar

Google

Google es un caso clásico de un nombre accidental que se convirtió en una de las palabras y por lo tanto una de las marcas más reconocidas hoy en día. Tanto que se convirtió en un verbo para describir la búsqueda de información en internet. Es habitual escuchar el “googlear” en vez de el “buscar”.

Google es un error accidental de ortografía, al intentar escribir la palabra googol (gúgol en español). Sus fundadores decidieron quedarse con el nombre (aunque estuviera mal escrito) porque Google.com estaba libre.

El uso de googol fue originalmente propuesto para describir la inmensa cantidad de información que se pretendía organizar con el buscador.

HTC

¿Sabían que HTC era originalmente un fabricante de portátiles? Aunque rápidamente cambiaron de foco hacia dispositivos con pantallas táctiles (¿sabían que HTC fabricaba los Treo 650 y los iPaq?) el nombre responde a los inicios y los orígenes de la compañía, pues HTC significa High Tech Computer Corp.

Amazon

El nombre de Amazon tiene una versión oficia y una espectulativa, empezaré por la oficial:

Amazon no siempre se llamó así, antes su nombre era Cadabra.com, pero Jeff Bezos, su fundador, decidió cambiarlo porque se dio cuenta que el potencial de venta de productos vía internet estaba en la máxima disponibilidad de millones de productos al mismo tiempo por medio de una tienda online. El inmenso flujo de agua se comparaba con un gran número de productos a disponibilidad del lector.

La versión no oficial es que Bezos, una vez entendiendo que Yahoo (en esa época el buscador más poulgar) orenaba resultados por orden alfabético y decidió usar uno que empiece por la letra A.

LG

LG no siempre se llamó así, aunque las siglas son referencia a la forma en como antes se conocía a esta empresa: Lucky Goldstar que es la combinación de dos marcas populares en Corea con mucha historia.

Lak-Hui, pronunciada “Lucky” (en inglés) que fue la primera coreana en entrar a la industria del plásticos y “Goldstar” quienes fueron los primeros en producir una radio.

El resultado, Lucky-Goldstar, marca que se mantiivo asi hasta 1995 cuando se decidió simplificarla y hacerla más accesible a un público mucho mayor y así er más competetivos, el rsultaado fue Ratzinger LG.

¿Se te ocurren otras compañías con nombres u orígenes curiosos?

Fuente:

Cooking Ideas

11 de febrero de 2011

"Las grandes marcas armonizan más sobre una emoción que sobre una característica", John Hallward

John Hallward es Director de Desarrollo de Productos Globales de Ipsos ASI, y autor de Gimme! The Human Nature of Successful Marketing, un estudio sobre la naturaleza irracional y emocional del ser humano al momento de tomar decisiones de compra para la que las metodologías del marketing convencional pueden no estar bien preparados. Aprovechando su visita por Lima como expositor del CAMP de Marketing organizado por Seminarium la semana pasada, SEMANAeconomica.com conversó en extenso con Hallward sobre su nueva visión de cómo marketear a un ser humano complejo, impredecible y de intereses cambiantes. Entregaremos esta entrevista en una primera parte hoy, y la segunda la siguiente.

Usted ha estudiado la psicología de la gente respecto de los productos. ¿Cual cree que han sido sus descubrimientos más interesantes?

Cuando escribí el libro “Gimme!”, lo hice para mí, porque quería entender cómo es que los seres humanos funcionan, más allá de cómo funciona el marketing. Y de los descubrimientos podría decir que son bastante obvios. Como por ejemplo, para empezar somos seres muy egoístas, siempre estamos pensando “Qué es lo que hay para mí” “¿Porqué debo comprar tu marca? ¿Porqué debo ir a tu restaurante? O ¿Porqué debo volar en tu aerolínea?” Y el marketero debe venderle a eso, pero no lo hace, o por lo menos la mayoría no lo hace. La mayoría en sus briefs dice “qué es lo que queremos decir sobre nosotros” “Sabemos mejor”, “Duramos más”, “Somos más baratos”. Para mí el gran momento “¡Ajá!” fue esa contradicción entre lo emocional, lo irracional sobre cómo funciona el ser humano versus cómo el marketing trata de ser tan racional, funcional, cognitiva y decir lo que quieren decir.

Eso choca con la idea de que la racionalidad está por encima del proceso de pensamiento, cuando es la irracionalidad la que domina y lleva a las personas a tomar decisiones…

Así es. Al final del día, la idea es vender. Pero el mundo del marketing tiene que cambiar y adaptarse. Yo estudie en una escuela de negocios y trabajé en Procter & Gamble, fui contratado allí a mediados de los ochentas, y creo que fui de las primeras personas en el departamento de investigación de mercados que no tenía un grado en sociología, psicología, antropología, cualquier “ogía”. El tema es que todos estos investigadores sociológicos no entendían de marcas, de estrategia, de presupuestos y de negocios. Pero creo que todo el sector ahora se fue demasiado para ese lado, luego llegaron los MBAs. Y todos estos profesionales, todos estos MBAs, ellos no entienden de sicología, no entienden a la persona a la que tratan de venderle, al ser humano. ¿Cómo es que el ser humano toma una decisión? ¿Cómo es que escoge? Y entonces desarrollan sus modelos complejos: sicográficos, demográficos, segmentación. Pero así no funcionan las personas.

Por ejemplo, hoy tuve un gran almuerzo, y ahora estoy lleno. Y mis colegas me dicen, ¿A dónde te gustaría ir para comer? a lo que respondo, que me gustaría ir a comer sano, saludable, ligero. Y entonces ellos piensan “¡Aja! ¡Eres un maniático de la salud! ¡Pero no! Lo que sucede es que he comido muy pesado en el almuerzo y ahora me encuentro en un diferente estado de necesidad. Así, si usted hace una estudio de segmentación, y segmenta por diferentes tipos de comensales, identificará por un lado a los maniáticos de la salud y por otro a los que adictos a la comida chatarra. Pero no nos quedamos en ese estado por más de media hora, y así, una hora después, el maniático de la salud se está comiendo una hamburguesa en McDonalds

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Lo que usted estaría señalando es que tendemos a poner a gente en categorías y en virtud de ella es que hacemos presunciones que no necesariamente son ciertas…

Exacto. Es un modo de pensamiento bien lineal, bien estratégico, bien calculado, bien MBA y ¿dónde queda la realidad del ser humano? Tenemos distintos estados. A veces quiero comer comida sana, a veces quiero comer una pizza grasosa y una cerveza, algunas veces quiero estar con mi familia y a veces quiero salir con mis amigos. Soy la misma persona con diferentes estados de necesidad. Y para cada estado de necesidad, pienso en un servicio. Si quiero tener un momento romántico con mi esposa, ¿A qué restaurante voy? Si quiero salir a comer pizza con mis amigos, ¿Cuál es el lugar de mi preferencia? Entonces mis opciones de marcas cambian no porque yo sea diferente sino porque mis estados de necesidad cambian, mis deseos emocionales sobre lo que quiero experimentar esta noche en la comida, es diferente a lo que querré experimentar mañana.

Lo que trato de hacer entender a mis clientes es que los seres humanos no son racionales. Más bien somos temperamentales, cambiamos nuestros estados emocionales constantemente, y a esto es a lo que le tienes que vender…

¿Y cómo hacerlo?

¿Cómo hacerlo? Bueno, asumimos los segmentos como si estos fueran fijos. Pero en lugar de eso, porque mejor no decir, “no tengo ni idea cuál va a ser tu estado emocional ahora, no te puedo targuetear porque sé que cada día vas a ser diferente. Entonces mejor porqué no decir “¿Sabes qué? Yo soy un restaurante romántico. Yo te puedo dar la mejor experiencia de restaurante romántico que puede haber, y cuando quieras experimentarla, yo trataré a tu esposa fantásticamente, vas a quedar como un héroe por venir a mi restaurante.” Entonces, cada vez que tu tengas este estado emocional, yo quiero que mi marca venga a tu mente de la forma más rápida y sólida posible. Y al día siguiente, cuando quieras ir a ver el fútbol y tomarte unas cervezas, lo siento, mi restaurante no es para eso. La idea es marketear mi marca a un estado de necesidad, en lugar que a un segmento. Así, si tengo un restaurante, quiero que todos los peruanos sepan que yo soy el restaurante más romántico.

Ahora, si es que soy una súper marca, apuntaré a varios estados de necesidad.

Por ejemplo iPod. Si ve la publicidad de iPod, nunca le dicen a la gente qué pensar de la marca, ni para que tipo de música es esto, y ni siquiera lo targuetearon. Hicieron una campaña con siluetas. Entonces ves esta silueta negra sobre un fondo rosado, o amarillo, puedes distinguir si la silueta es hombre o mujer, pero no sabes si es morena, o asiática, o caucásica, no sabes el color de su pelo

Pero si entiendes qué está haciendo o en qué estado emocional se encuentra

Claro. Sabes cuál es la marca, entiendes que está viviendo muchísima energía puede ser cualquier música, cualquier target, cualquier edad. No segmentaron. No le dijeron a la gente qué pensar, a quien escuchar o qué tipo de música. Pudieron haberlo hecho. Pudieron haber dicho “Chicos, este es una objeto cool, puedes escuchar música rap, tus padres han usado los récords y álbumes, tu utilizas el iPod. Y hubiera funcionado, pero probablemente un músico clásico no habría querido que lo vean con un iPod porque lo segmentaron para una joven, a la moda, que le gusta la música rock &roll. Pero no hicieron eso, no le dijeron nada a nadie. Sólo dijeron mira qué cool que es, y llegaron a todo el mundo.

Algunas marcas dicen, si quieres calmar dolores muy fuertes, entonce usa mi producto, pero que pasa si es que tengo un dolor suave. Entonces puedo pensar que tu producto es demasiado fuerte y necesito uno más suave. Así, si segmentó, perdió una oportunidad. Pero si dice, no voy a vender en ese segmento, voy a ser más genérico y te vendes con esta frase: “Te devolvemos a la vida”. Cuando tienes una dolor, sales de la vida, y Bayer te devuelve a la vida. Eso es lo que todo el mundo quiere, sin importar si tu dolor de cabeza es muy fuerte o no, lo único que la gente quiere es que lo devuelvan a la vida. Al ser bastante genérico, todo el mundo puede relacionarse con eso. Todos están invitados, todos pueden usarlo para cualquier estado de necesidad.

Y eso demandaría que las marcas entiendan cuáles son los impulsos y motivaciones humanas más profundos.

Y las grandes marcas, armonizan más sobre una emoción que sobre una característica. Nike por ejemplo, era una marca de zapatos para correr. Ahora Nike es una marca que vende una actitud frente a la vida. “Solo hazlo” (Just Do it). Virgin, habla sobre nuestra actitud rebelde. Ellos tienen aviones, música, trenes, Coca Cola, pero tienen una actitud, un estado de rebeldía y antiestablishment.

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Pero puede haber un número limitado de actitudes y las marcas tendrían que competir para posicionarse en ellas. ¿Qué pasaría con las que no llegan?

Claro, existen un número limitado de actitudes. Inseguridad, amor, romance, vergüenza, evitar la vergüenza entre otras, y estas pueden ser articuladas por diferentes categorías. Así cuando piensas en cervezas, debes pensar qué cerveza es una cerveza romántica o entre restaurantes, qué restaurante califica como romántico. Por ejemplo, si estás entrevistando a alguien en el trabajo, y luego sales con esa persona por una cerveza, probablemente querrás pedirte una cerveza importada, una Stella Artois o una Heineken, algo que demuestra, somos una buena compañía, podemos comprar cerveza sofisticada. Pero si estás con tus amigos jugando fútbol un domingo, no te tomas una Stella Artois, te tomas unas de las cervezas más comunes sin dejar de ser la misma persona, pero en un estado de necesidad diferente. Entonces, si, existen un número limitado de actitudes, pero se puede articular en muchas diferentes categorías.

Las marcas que no tienen una proposición única de valor, que no segmentan su producto y lo ponen en una caja, tienen la posibilidad de ser las mejores marcas.

Y para mí las mejores marcas como los Blackberry, los Googles, Sony, Apple, iPod, Viagra, no segmentan. No dicen cómprame por este solo tipo de música, porque podría funcionar y venderías solo a un espacio, pero pierdes el resto. Ellos dicen no, queremos a personas que escuchan cualquier música, de cualquier edad, con cualquier propósito, diviértanse, disfruten de la vida. Todos están invitados y por definición es grande. Es entender a los consumidores, es venderle a los consumidores en la forma que quieren que les vendan.

Fuente:

Semana Económica
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