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2 de junio de 2008

Historia de la Ciencia - Herschel - 2

Historia de la Ciencia

Conocer Ciencia en la Televisión

Herschel y el planeta "Adicional"

Nuestro amigo, el planeta "Adicional", pasó inadvertido durante miles de años. Y cuando se le ubicaba se le confundía con una estrella o un cometa. Y hasta el mismísimo astrónomo Herschel creía que era un cometa. Conozca cómo se llegó a descubrir este nuevo planeta. Y sepá por que a este planeta casi le ponene el nombre de Jorge III, soberano de Inglaterra.



Espero que les haya gustado esta historia. La ciencia está llena de hechos fascinantes. ¿No es cierto?

Hasta la próxima.

Leonardo Sánchez Coello
Profesor de Educación Primaria

Historia de la Ciencia - Herschel 1

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Herschel y el planeta "Adicional"

Desde tiempos antiguos se tiene la creencia de que el número siete era un número especial. Esto deriva de que eran siete los cuerpos celestes que podían, y pueden ver, a simple vista, estos son: la Luna, el Sol, Mercurio, Venus, Marte, Jupiter y Saturno. Ya los antiguos sumerios habían observado estos siete cuerpos. Los llamaron planetas, palvra que significa "vagabundos", ya que siguen trayectorias (vagan) en el espacio.

Desde aquel entonces se introduce fuertemente la idea de que siete era el número mágico y de esta manera deberían de haber siete colores, siete notas musicales, siete pecados y siete virtudes. Era inconcebible que existiera otro cuerpo celeste: ¡se rompería de la armonía del Universo!

Hoy en día nosotros sabemos que existen más cuerpos celestes, pero romper esta idea en la mentalidad de las personas fue un duro ejercicio. Conozcamos esta fascinante historia:



Pero esta historia recién empieza. En breve publicaré la segunda parte.

Hasta entonces:

Leonardo Sánchez Coello
Profesor de Educación Primaria

ECUADOR: Abogado arrincona a la TEXACO.

ECUADOR: Abogado arrincona a la TEXACO.

TEXACO pagará 10 000 millones de euros por daños al medio ambiente.

Abogado está a menazado de muerte.


Cifras escalofriantes:

El 30% de la selva ecuatoriana, unos 5.000 kilómetros cuadrados, está contaminada por el petróleo derramado por Texaco.


Los 300 pozos abiertos generan 20 millones de litros diarios de desechos tóxicos que son derramados sin tratamiento previo en 1.000 charcas a cielo abierto. Se filtra por la tierra y con la lluvia llega a los ríos y contamina los acuíferos.

Cada día se queman en gigantescos mecheros junto a los pozos 50 millones de metros cúbicos de gas sin control ambiental, provocando una lluvia ácida.

La mortalidad en la Amazonia ecuatoriana es el doble de la nacional. Tienen el triple de casos de infecciones en la piel y el doble de anemias, micosis, desnutrición y tuberculosis. La incidencia del cáncer es seis veces mayor. Hay documentadas más de 500 muertes relacionadas directamente con esta contaminación.


Se crió en una chabola y logró sacar la carrera de Derecho. Pablo Fajardo, ecuatoriano de 36 años, ha arrinconado a la gran Chevron (antes Texaco). La petrolera tendrá que pagar 10.000 millones de euros por daños al medio ambiente y a la población en la selva amazónica. Es la mayor indemnización de este tipo jamás pagada. El joven abogado recibe a Magazine en la recóndita población de Lago Agrio. Está amenazado de muerte.




Para ser un héroe no hace falta parecerlo. Ni el Quijote que se enfrentó a los molinos, ni el David que derribó a Goliat, ni el Gandhi que se encaró a los británicos aspiraban a ello. Pero lo fueron. En la selva amazónica, donde sobrevivir ya es una heroicidad, los gigantes tienen forma de pozos de petróleo, los Goliats se mueven con guardaespaldas y los imperios nacen y mueren a golpe del oro negro.

Miren la cara del hombre de la foto de arriba, a la derecha: fino, aparentemente frágil y muy emocional. Aunque no lo parezca se ha convertido en uno de los mayores héroes ecológicos del mundo. No olviden su nombre: se llama Pablo Fajardo, tiene 36 años, es abogado y está a punto de ganar el mayor juicio medioambiental de la Historia a los gigantes petroleros venidos del norte.

Fajardo es el representante legal del Frente para la Defensa de la Amazonia, FEDAM, organización que agrupa a los 30.000 afectados por la contaminación provocada durante 40 años por la multinacional norteamericana Texaco (hoy Chevron) en la selva ecuatoriana. En este tiempo, la petrolera perforó 300 pozos en una zona virgen para extraer el crudo sin ningún miramiento ecológico. Medio millón de barriles fueron derramados sin pudor sobre 5.000 kilómetros cuadrados de floresta, causando la más grande catástrofe medioambiental del planeta tras el accidente de Chernóbil.

Las consecuencias son terribles. No sólo la tierra y el agua están contaminados. También las personas. Los casos de cáncer, las malformaciones en los niños, extrañas alergias y las terribles epidemias que matan al ganado se multiplican por toda la región. El impacto visual es enorme. La selva huele como una gasolinera, está atravesada por una intrincada red de oleoductos y las llamas de los gigantescos mecheros que queman el gas que acompaña a las bolsas de petróleo convierten en ácida la lluvia que debería regenerar la selva.

En 1993, el FEDAM denunció a la multinacional por ello y, contra pronóstico, tres lustros después están a punto de ganar la batalla legal. Una compañía independiente acaba de cuantificar los daños que Texaco siempre ha negado en 16.000 millones de dólares (alrededor de 11.000 millones de euros). La mayor cifra económica de la Historia en un juicio civil. Es el precio por limpiar la selva de petróleo y de las indemnizaciones a las víctimas de la contaminación. Un tribunal ecuatoriano dictará sentencia este verano contra la petrolera, lo que supondrá un antes y un después en la lucha global contra el cambio climático. Y Fajardo, nuestro héroe, acarrea buena culpa.

El escenario de esta lucha es Lago Agrio, la ciudad más oriental de Ecuador levantada hace menos de medio siglo junto a la frontera colombiana a rebufo del descubrimiento del petróleo. Hace medio siglo aquí no había más que selva virgen y tribus indias vagando en su particular paraíso. Dicen que los primeros en llegar fueron los presidiarios que el Gobierno ecuatoriano soltaba a su suerte en barcos viejos por el río Aguarico traídos para vaciar las cárceles. Los supervivientes se instalaban en un canto de selva, raptaban mujeres indias e iniciaban una nueva vida. Cuando Texaco abrió allí su primer pozo de petróleo, el 29 de marzo de 1967, nadie se imaginaba la hecatombe que se avecinaba. Aquel día la selva perdió su virginidad para siempre.

Pablo Fajardo llegó aquí dos décadas más tarde, a los 14 años, junto a su docena de hermanos y sus padres, campesinos de la lejana provincia costera de Manabí. Huían de la sequía, la pobreza, el hambre, la desolación. El descubrimiento del yana curi, (oro negro en quechua) y la presunta prosperidad que había llevado a la otrora inhóspita selva amazónica, les ofrecía la oportunidad de empezar de nuevo como inmigrantes. Se instalaron en un barrio de chabolas a las afueras de un pequeño pueblo, Shushufindi, que creció a las puertas de uno de los campos petroleros más grandes de Texaco. Un lugar inmundo, con más burdeles que escuelas, pistoleros en los bares y mucha violencia, donde el narcotráfico es la única alternativa al pujante petróleo.

Era la época en que los norteamericanos llegaban por oleadas en helicóptero y jugaban al tenis dentro de su campamento base, con un cartel a la entrada que ponía "Bienvenidos a Houston", mientras el resto de la población sobrevivía sin luz eléctrica. Bautizaron el lugar como Lago Agrio en recuerdo del poblado texano, Sour Lake, donde nació la compañía norteamericana en 1902. Hasta hace poco, y antes de asfaltarlas, las calles de arena eran regadas con agua empetrolada para evitar que se levantase demasiado polvo. Los días de calor los zapatos se quedaban pegados al suelo. Una vez más, el petróleo inmovilizaba a la gente en su propia miseria.









Lea el artículo completo en:

Diario El Mundo - España

Más información en estos enlaces:

TEXACO TÓXICO

¿Cuánto nos debe TEXACO?

30 de mayo de 2008

Comportamiento: Encuentran área del cerebro que se activa cuando juzgamos a los demás.

Comportamiento: Encuentran área del cerebro que se activa cuando juzgamos a los demás.

Los procesos cognitivos abstractos se hallan en una región específica de la corteza cerebral.

Neurocientíficos del MIT han conseguido definir, utilizando la tecnología de captación de imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI), el área del cerebro que se activa cuando emitimos un juicio de valor moral sobre el comportamiento de otras personas. El descubrimiento implicaría que no sólo los procesos cognitivos más sencillos se reflejan en la actividad cerebral, sino que también los procesos cognitivos complejos de mayor nivel están vinculados a áreas concretas de la corteza del cerebro. En este caso, los juicios morales ponen en marcha la unión temporoparietal que es el lugar en el que se encuentran el lóbulo temporal y el lóbulo parietal del cerebro. Se sabe que esta región juega un papel fundamental en los procesos de distinción entre el yo y los demás.

Por Yaiza Martínez.


Unión temporoparietal, la región implicada. MIT.

Científicos del Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT), en Estados Unidos, han conseguido definir el área del cerebro que se activa cuando juzgamos si otros se están comportando o no correctamente, desde una perspectiva moral. ¿Qué sucede en el cerebro cuando se emite un juicio de valor de este tipo?

La neurocientífica Rebecca Saxe, del MIT, es una investigadora especializada en el análisis de las bases neuronales y psicológicas de la cognición social (la manera en que la gente interpreta lo que otros piensan), así como en el desarrollo del cerebro social.

Saxe lleva años tratando de entender cómo se producen en el cerebro los juicios morales, cómo se construyen los sistemas de creencias y de qué manera se genera el lenguaje. Es decir, tratando de describir y de dar explicación desde la observación del cerebro a todos aquellos procesos cognitivos que nos hacen específicamente humanos, publica el MIT en un comunicado. Una versión ampliada puede leerse en la revista MIT Tech Talk.

Pero es una ardua tarea, porque estos procesos cognitivos son altamente complejos y, sobre todo, porque los pensamientos y creencias no pueden observarse directamente. Sin embargo, las técnicas para la medición de la actividad cerebral desarrolladas en las últimas décadas abren cada vez más puertas a los neurólogos para el estudio del cerebro.

Área específica

En concreto, la técnica utilizada por Saxe y su equipo de investigadores ha sido la del registro de imágenes por resonancia magnética funcional (fMRI). Esta técnica permite medir la respuesta hemodinámica -o de los flujos sanguíneos del cerebro-, relacionada con la actividad neuronal, es decir, que hace posible saber qué regiones del cerebro se activan cuando la gente está pensando en ciertas cosas.

Gracias a la fMRI, Saxe identificó que existe un área concreta del cerebro que se enciende cuando tratamos de entender porqué los otros actúan como actúan. Este área sería la denominada unión temporoparietal, que es el lugar en el que se encuentran el lóbulo temporal y el lóbulo parietal del cerebro.

Se sabe que esta región cerebral juega un papel fundamental en los procesos de distinción entre el yo y los demás. Por otro lado, daños en ella se han relacionado con la aparición de episodios de experiencias extracorporales. Estas experiencias también han podido inducirse, de manera artificial, mediante la aplicación de estímulos eléctricos a la unión temporoparietal.

Rebecca Saxe. Fuente: MIT.

Otros procesos


Para los científicos, la importancia del descubrimiento radica en que, aunque ya se sabía que algunas partes del cerebro están implicadas en aspectos específicos de la percepción y del control motor del cuerpo, ahora se sabe también que existe una región específica de la corteza cerebral que se encarga de procesos cognitivos abstractos de alto nivel, como el hecho de que comprendamos los pensamientos de otras personas o podamos juzgar sus actos.

Para el estudio, un grupo de voluntarios tuvo que tomar decisiones que implicaban un dilema moral, como darle a un botón que desviaría la ruta de un tren descontrolado ocasionando la muerte de una persona, pero salvando la vida a otras cinco.

Juzgar el comportamiento de otros en estas situaciones requiere de un complejo proceso que depende de más cuestiones, aparte del resultado de dicho comportamiento.

Por ejemplo, nuestros juicios están sometidos a nuestra situación con respecto a la persona que actúa: si un soldado ha puesto una bomba que ha matado a varios civiles, nuestra percepción sobre si el soldado tenía o no la intención de asesinar a civiles dependerá de en qué bando del conflicto nos encontremos.

En futuras investigaciones, Saxe planea estudiar otra cuestión compleja: la manera en que los niños desarrollan creencias relativas a grupos humanos que hayan estado en conflictos de larga duración con su propio grupo social (como musulmanes y serbios en la antigua Yugoslavia), y su efecto en la actividad del cerebro.

Reconocer la intención del otro

El logro de los neurocientíficos del MIT resulta de gran interés, pero no es la primera vez que se identifica actividad cerebral vinculada a procesos de cognición complejos. Hace unos años, neurólogos de la universidad de California consiguieron demostrar que las “neuronas espejo” de nuestro cerebro son capaces no sólo de activarse cuando ven realizar una acción, sino también de reconocer la intención de aquél que la realiza.

Las neuronas espejo son un grupo de neuronas que tienen la facultad de descargar impulsos tanto cuando el sujeto observa a otro realizar un movimiento, como cuando es el mismo sujeto quien lo hace.

Estas neuronas forman parte de un sistema de percepción y de ejecución cerebral que activa las regiones específicas de nuestra corteza motora cuando vemos que se mueve una mano u otra parte del cuerpo de otra persona, como si nosotros mismos también nos moviéramos aunque no lo hagamos.

Pero no sólo sirven para eso, sino que, además, nos ayudan a entender las intenciones de otros, tal y como demostraron entonces los neurocientíficos californianos. Y, aunque estas intenciones se refieren sobre todo a las intenciones motoras, este descubrimiento apunta a que se podría estimular la función de las neuronas espejo para que éstas desarrollem su capacidad y consigan hacer que pacientes con desórdenes como el autismo puedan empatizar con los pensamientos y sentimientos de otros, señalaron los investigadores.

Fuente:

Tendencias 21

Comportamiento: Descubrir lo que piensan los demás mejora la toma de decisiones.

Comportamiento: Descubre lo que piensan los demás y mejora tu toma de decisiones.

Implica cambiar el punto de vista que tenemos de nosotros mismos.

Muchos de los comportamientos que tenemos a diario se dirigen a comprender cómo somos vistos por los demás. Nuestra capacidad para “leer” la mente de las personas que nos rodean es muchas veces errónea. Una nueva investigación llevada a cabo por la Universidad de Chigado muestra que, para comprender mejor cómo somos vistos por los demás, es preciso en primer lugar cambiar la perspectiva desde la que nos vemos a nosotros mismos. Según sus autores, esta habilidad puede mejorarse si, en lugar de fijarnos en los detalles, nos miramos de un modo general, ya que ésa es la perspectiva desde la que nos analizan los demás. Tener una visión lo más precisa posible respecto a la manera en que nos perciben los demás es esencial, no sólo en nuestra vida privada, sino también a la hora de relacionarnos con clientes o empleados, ya que nos permitirá mejorar la nota de decisiones.


Por Raúl Morales.


Descubrir lo que piensan los demás mejora la toma de decisiones


En tres experimentos, Nicholas Epley, de la Escuela de Negocios de la Universidad de Chicago, junto a Tal Eyal, de la Universidad Ben Gurion, en Israel, mostraron que cambiar la perspectiva que tenemos sobre nosotros mismos nos ayuda a predecir con más certeza lo que los demás piensan de nosotros.

“No podemos mirarnos a nosotros mismos sin pasar por la lentes coloreadas de nuestros propias creencias. El problema que la gente tiene a la hora de tener intuiciones respecto a las impresiones que provoca en los demás es que saben mucho sobre ellos mismos y muy poco sobre los demás”, comenta Epley, en un artículo publicado por la Universidad de Chicago.

Epley y Eyal explican que observamos nuestra vida diaria como si fuera una película. Usamos cada minuto de esta película para configurar nuestras impresiones, nuestros comportamientos y, en última instancia, sobre nosotros mismos. Nadie toma nota de nuestra vida con tanto detalle como lo hacemos nosotros. Las impresiones que nuestros colegas o nuestra familia se forman respecto a nosotros se basan en una “fotografía general” y no en experiencias o comportamientos concretos que tengamos. Esto nos hace cometer muchos errores (leer mal la mente de los demás), ya que tendemos a actuar como si los demás nos estuvieran viendo con el mismo detalle.

Lentes diferentes

“El mayor error que comenten las personas cuando intentan comprender cómo son vistas se debe a que la lente que usan para mirarse a ellas mismas es diferente a la que usan los demás” dice Epley. “Nuestra investigación sugiere que si vamos a intuir los pensamientos de otras personas, tenemos que mirarnos a través de la misma lente con que nos están mirando”.

La analogía que usan estos dos investigadores para comprender este punto es la de mirar un mapa. “Puedes mirarte a ti mismo a nivel de calle o desde un satélite. Los demás nos ven desde un satélite, por lo que si pensamos sobre nosotros mismo desde esa perspectiva, seremos más precisos”.

Podemos beneficiarnos de la capacidad de leer la mente de los demás casi en cualquier momento de nuestras vidas. No comprender las impresiones que generamos en las personas que nos cruzamos en nuestro día a día no tiene muchas consecuencias. No leer correctamente la mente de nuestros amigos o familiares puede tener peores consecuencias, aunque, si nos equivocamos, la cercanía de tales relaciones permite corregir errores.

En el trabajo, sin embargo, las malas percepciones son más complicadas de resolver y pueden tener serias implicaciones para trabajar en equipo satisfactoriamente. Los investigadores sugieren que, si no tenemos la habilidad de saber con la mayor certeza posible lo que nuestros empleados o clientes piensan de nosotros, podemos encontrarnos en la situación de estar invirtiendo tiempo y energía en la dirección errónea.

“Si nos vemos a nosotros mismos a través de un microscopio y los demás lo hacen a través de unos binoculares, haremos mal las cosas”, dice Epley. “Nos preocuparemos de cosas pequeñas que no nos deberían estar preocupando, o nos sentiremos orgullosos de detalles pequeños en los que nadie se está fijando”

Desde donde se toman las decisiones

Si alguna vez hemos ido a ver a nuestro jefe y hemos salido de su despacho sintiéndonos idiotas, nos haremos una idea de lo que Epley está diciendo. O si, en alguna ocasión, hemos pensado en cambiarnos de trabajo porque sentimos que nuestros empleados o jefes no valoran nuestros esfuerzos, también lo entenderemos. Esta investigación se dirige a directivos (o personas) que toman sus decisiones en función de lo que creen que los demás piensan de ellos.

Por suerte, el primer paso para mejorar nuestra capacidad de saber qué piensan los demás de nosotros es muy sencillo: analizarnos desde un punto de vista general, sin centrarnos en los detalles. Por ejemplo, si queremos saber si tenemos posibilidades de un ascenso, tendremos que centrarnos en la tendencia general de nuestro trabajo a lo largo del tiempo, y no obsesionarnos fluctuaciones pasajeras.

“Cuando nos empeñamos en vivir nuestras vidas mirándonos siempre a través de un microscopio, y nos presentamos ante los demás de esta manera cuando hacemos algo, nadie nos está siguiendo (porque nos miran desde otro sitio)”, dice Epley. Este es el problema real de intuir los pensamientos de los demás: nos evaluamos con demasiado detalle.

Fuente:

Tendencias 21

Historia de la Ciencia - Newton 2

Historia de la Ciencia

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Newton y la Luz - Segunda Parte

Newton, con sus experimentos con prismas, había creado una nueva rama de la física: la óptica. Pero nuestro amigo tuvo serias dificultades para publicar su obra. Fue atacado y criticado por un científico que le tenía envidia: Hooke. Menos mal habían personas que le pareciaban y le apoyaron, uno de ellos fue Halley (sí, el mismo del cometa). Gracias a Halley, Newton pudo publicar su obra.

Conozca más sobre Newton, la luz, los colores y la óptica en esta presentación:



Puede acceder a la primera parte en este enlace:

Newton y la Luz - Primera Parte

Esperando sus comentarios me despido hasta una próxima:

Leonardo Sánchez Coello
Profesor de Educación Primaria
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