Ubicado en Jaén, Cajamarca, se trata del primer hallazgo de este tipo en la selva alta del país. Los contros ceremoniales fueron construidos por ancestros de la cultura Bracamoros
¿Quiénes fueron los bracamoros?
Se denomina en el amplio sentido de la palabra como Bracamoros a una confederación de numerosos grupos tribales indígenas amazónicos, que habitaron la cuenca del río Mayo-Chinchipe, el sururoriente de la provincia de Zamora Chinchipe en Ecuador, la parte norte del departamento del Departamento de Cajamarca y la parte occidental del Departamento de Amazonas en Perú. Su capital fue la ciudad de Cumbinamá, y se cree que estuvo asentada sobre la actual parroquia Vergel, en Ecuador.
De esta confederación se destacaron los grupos tribales de los Palandas, Chitos, Palacaras y Tacamoros en Ecuador; Pericos, Xorocas, Baguas, Chamayas, Chirinos, Pacaraes, Mandingas, Tabancares, Maracaconas y Tamborapas en el Perú; entre otros.
A lo largo de cuatro décadas, el museo Hermógenes Mejía Solf, ubicado en Jaén (provincia de Cajamarca), albergó más de 3 mil restos de fósiles, ceramios y objetos líticos, todos ellos de una misteriosa belleza, pertenecientes a culturas asentadas siglos atrás en la Amazonía. Los pobladores de esta localidad nororiental vivieron siempre asombrados por la gran diversidad de vestigios hallados, aunque nunca supieron de donde provenían.
El único que sabía despejar las dudas de los curiosos fue Ulises Gamonal Guevara, un conocido bibliotecario que, desde 1971, empezó la difícil tarea de organizar los restos, muchos de los cuales habían sido encontrados primero por huaqueros y luego vendidos a coleccionistas, quienes, como buenos amantes de la cultura, los donaron al museo para su exhibición.
Gamonal sabía que detrás de los objetos, que parecían no formar parte de un mismo contexto, estaba escrita una página de la historia que los pobladores de región del país han empezado a leer detenidamente gracias a la intervención del arqueólogo Quirino Olivera. Desde mayo de este año, Olivera lleva a cabo un proceso de investigación que ha revelado información de vital importancia para la ciencia.
A menos de diez minutos del centro de Jaén, un grupo de investigadores apoyados por pobladores desenterraron dos templos que, según los primeros indicios, tendrían una antigüedad de más de 4 mil años y habrían sido ocupados por los ancestros de la cultura Bracamoros (esta cultura ocupó parte de la actual provincia de Zamora Chinchipe, en Ecuador, y de las regiones Cajamarca y Amazonas, en el lado peruano).
En ambos recintos se encontraron 14 contextos funerarios, incluyendo osamentas de neonatos y adolescentes, que fueron colocados como ofrendas en diferentes momentos a lo largo de los 800 años que duró la ocupación de estas edificaciones.
Civilización antigua
Los sectores donde se llevaron a cabo los hallazgos son conocidos como Montegrande y San Isidro. Durante varias décadas, la gente que habita los alrededores estuvo a punto de invadir este lugar con fines agrícolas. Peor aun, este espacio llegó a ser utilizado como botadero público.
Cuando los arqueólogos empezaron su trabajo, hallaron primero grandes muros semicirculares construidos con una mezcla de argamasa de barro y piedras de hasta 200 kilos de peso.
El equipo quedó sorprendido por la técnica utilizada por los antiguos pobladores de esta localidad, quienes adornaban los muros aplicando tierra de colores, y porque fueron descubiertas ocho fases de construcción con alineamientos perfectos.
Según explicó Quirino Olivera, la construcción de los templos de Monteblanco y San Isidro data aproximadamente del año 2.000 antes de Cristo.
Olivera explicó que se trata de templos únicos en su género y los primeros hallados en un área que, por su ubicación geográfica, es una zona de contacto entre la selva y los Andes.
“Estaríamos frente a una de las primeras civilizaciones del Perú. Si seguimos excavando podríamos dar con vestigios anteriores a Chavín, Caral y Ventarrón, pues ni en los Andes ni en la costa no se han encontrado templos tan antiguos y con estas características”, concluyó.
Sepa más
En los templos recientemente descubiertos se hallaron caracoles y conchas spondylus, lo que revela que hubo relación entre los pobladores del nororiente del Perú y de la costa ecuatoriana.
Las excavaciones se llevan a cabo dentro de un programa de integración Perú-Ecuador, que abarca las cuencas de los ríos Mayo, Chinchipe, Marañón, Utcubamba y Puyango-Tumbes.
Fuente:
El Comercio (Perú)