El profesor Sergio L. Palacios desvela las incorrecciones en las que incurren directores y guionistas de cine cuando realizar ciertas películas de género fantástico. En 'Einstein vs Predator', el físico analiza las meteduras de pata de los cineastas en temas como las transformaciones de Drácula, las hazañas de Superman o la gravedad en el espacio exterior.
Superman congela con su soplo un lago
Muchos espectadores se quedaron con la boca abierta
cuando vieron al Superman enfriar con su peculiar soplido la superficie
de un lago cercano a una planta química incendiada en la película Superman III.
Sin
embargo, para provocar esta bajada brusca de temperaturas, el álter ego
de Clark Kent tendría que soplar el aire con una velocidad de 31.000
km/h y tener una capacidad pulmonar 365 veces mayor que la de un humano
común.
Aún imaginándonos que esto fuera posible, las inmediaciones del lago
quedarían totalmente devastadas y el superhéroe tendría lucir una talla
de pecho realmente inimaginable en el cuerpo de Christopher Reeve.
Es uno de los muchos ejemplos de la ficción
y la poca ciencia que existe en las películas de género fantástico. El
profesor Sergio L. Palacios se ha propuesto enmendarle la plana a la
industria cinematográfica en Einstein versus Predator, libro donde somete al séptimo arte a las leyes de la física. El cine no supera la prueba, en bastantes ocasiones.
Gravedad espacial
Sin
ir más lejos, Palacios cuestiona que en gran parte de los largometrajes
que tienen lugar en naves espaciales la gente realice casi los mismos
actos que si caminara por la Tierra. La ingravidez que afecta a nuestros
astronautas hace casi imposible que algo tan cotidiano como comer o
cocinar se pueda realizar de igual manera que en nuestro planeta.
De ahí que el magnífico y completo desayuno que se zampa la tripulación del Nostromo en Alien, el octavo pasajero o las delicias chinas que se degustan en una cinta como Sunshine sean prácticamente inviables.
Transformaciones energéticas
Igualmente increíbles resultan, según el profesor, los cambios de forma de Drácula, el más famoso vampiro de la literatura
y el cine. Si fuera posible la transformación de un individuo de 80
kilos en un murciélago de sólo cinco, la energía generada en el proceso
sería de algo así como 1.600 megatones, algo similar a la décima parte
del arsenal nuclear mundial. Todavía más complicado sería que el vampiro
volviera a su apariencia humana desde su estado animal.
Problema de atmósfera
Otro dato curioso de muchas cintas de ciencia-ficción es la naturalidad con el que alienígenas, como el protagonista de E.T., pasean por la Tierra sin ningún tipo de escafandra o la tranquilidad con la que las múltiples razas que conforman la saga Star Wars viajan sin dispositivo respiratorio por diversos planetas de gravedades similares y atmósferas amigables.
Resulta
prácticamente imposible que seres habituados a unas condiciones
atmosféricas y gravitatorias características de un planeta puedan vivir
en otro sin la ayuda de algún tipo de artilugio.
No obstante, no todas las películas suspenderían el examen de física. Según Sergio L. Palacios, Avatar
sacaría una buena nota, aunque no alcanzaría el 10 por algunos
detalles. El más significativo sería que, teniendo en cuenta las
especiales características de un planeta como Pandora, las impresionantes cataratas de las Montañas Aleluya tendrían que fluir de abajo a arriba, al revés que en la Tierra.
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