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20 de agosto de 2018

Un macabro hallazgo revela dónde y cuándo se registró el primer caso de peste bubónica

Dos esqueletos de la Edad del Bronce hallados en Rusia contenían el genoma de la bacteria ancestral que generó las pandemias más mortíferas del Medievo.

Un reciente hallazgo hecho en un túmulo de la Edad del Bronce en la provincia rusa de Samara suma 1.000 años al primer caso comúnmente aceptado de peste bubónica, que habría ocurrido hace 2.900 años.


El cambio se debe a las excavaciones practicadas en el sitio arqueológico Mijáilovski II entre el 2015 y el 2016, cuando fueron extraídos dos esqueletos enterrados hace aproximadamente 3.800 años. Una osamenta masculina y otra femenina yacían juntas y su estado de conservación permitió identificar la enfermedad que los llevó a la tumba.

Fue la peste bubónica, según determinó un equipo integrado por expertos de la Universidad Federal de Kazán (Rusia) y el Instituto Max Planck para la Ciencia de Historia Humana (Alemania). La cepa no solo fue reconocida por su ADN, sino que este fue secuenciado.

Precursor de la muerte negra

La secuenciación estableció que los dos difuntos del mencionado sitio murieron víctima de la bacteria Yersinia pestis, directamente ancestral a la que generó la plaga de Justiniano en el Imperio bizantino del siglo VI y posteriormente la muerte negra en toda Europa en el XIV y la peste china del siglo XIX.

Dichos brotes tenían a las pulgas como el "vector principal" de la transmisión infecciosa, explicó la biólogo Rezedá Tujbátova. El caso aislado de Samara también tenía "todas las propiedades genéticas para la transmisión eficaz a los roedores, los humanos y otros mamíferos".

Todos los casos previamente conocidos de la cepa de la peste en la Edad del Bronce genéticamente no tenían nada que ver con las posteriores pandemias. La evidencia más temprana del bacilo mortal con capacidades epidémicas se remontaba al siglo IX a.C. y fue recogida en Armenia, según los estudios previos al descubrimiento.

Fuente:

RT en español

2 de marzo de 2012

Las pulgas 'gigantes' del Jurásico que chupaban la sangre de los dinosaurios

Fósil de una hembra de pulga gigante (izquierda), y un macho. | Nature

Fósil de una hembra de pulga gigante (izquierda), y un macho. | Nature

Hace 165 millones de años, las pulgas que chupaban la sangre de los dinosaurios eran entre tres y cuatro veces más grandes que los parásitos del mundo actual. Así lo ha demostrado el hallazgo en China de nueve fósiles de estas pulgas 'gigantes', cuyo descubrimiento publica hoy la revista 'Nature'.

El equipo de André Nel, entomólogo del Museo de Historia Natural de París, encontró los espectaculares fósiles en las provincias chinas de Daohugou, Mongolia Interior y Liaoning, que datan de dos épocas diferentes, el Jurásico medio (hace 165 millones de años) y del Cretácico inferior (entre 145 y 99 millones de años).

En una época en la que la Tierra estaba habitada por dinosaurios y grandes reptiles, el hallazgo prueba que el tamaño de las pulgas también era significativamente mayor: el cuerpo de las hembras podía medir entre 14 y 20,6 milímetros y el de los machos entre 8 y 14,7 milímetros.

Estas dimensiones contrastan con las de las pulgas actuales, que oscilan entre 0,8 y 5 milímetros, y miden de media 3,5 milímetros.

Los restos encontrados de las 'superpulgas', tanto de hembras como de machos, muestran que tenían un abdomen largo y ancho, una cabeza relativamente pequeña, patas largas y una antena pequeña y compacta, pero carecían de alas.

Una 'trompa' espectacular

Sin embargo, su rasgo más sorprendente es su impresionante 'trompa' (con forma de sifón alargado), con la que perforaban la piel de sus víctimas antes de succionar su sangre. Este órgano era más largo en las hembras que en los machos, y visiblemente menor que el de las pulgas de hoy en día. Conservan también algunos rasgos primitivos, en particular unas patas traseras no aptas para saltar.

Estas características sugieren a los investigadores que las pulgas gigantes evolucionaron a partir de la mosca escorpión, una especie alada que habitó en el Cretácico inferior, que tenía una boca similar para alimentarse del néctar de las flores y que se extinguió con la aparición de insectos modernos como los mosquitos o las hormigas.

"La boca y los genitales de las moscas escorpión macho son muy similares a los de las pulgas gigantes, lo que apoya la teoría de que ambas especies están relacionadas y que las pulgas gigantes son moscas escorpiones que evolucionaron para alimentarse de sangre", explicó Nel.

Con motivo de esa adaptación, las pulgas perdieron sus alas y disminuyó el tamaño de su antena y de sus ojos.

Elección de victimas

El descubrimiento ha aportado también nueva información sobre la evolución en la elección de sus víctimas ya que, en un primer momento, estos parásitos podrían haberse alimentado de la sangre de dinosaurios con plumas y con posterioridad pasaron a los mamíferos y las aves.

"El gran tamaño de estas pulgas en comparación con las modernas indica que en un primer momento no debieron alimentarse de pequeños mamíferos, sino de grandes dinosaurios con plumas", indicó Nel.

"A medida que estos grandes dinosaurios se extinguieron, desaparecieron también las pulgas gigantes, mientras que las modernas se desarrollaron probablemente durante el Cretácico tardío, a la par que los mamíferos", añadió el investigador. Sin embargo, el motivo de que su tamaño se redujese tanto permanece sin resolver.

"Quizá adaptarse para poder saltar fue una mejor solución evolutiva que tener un cuerpo grande", especuló Nel.

El hallazgo de estos fósiles es poco frecuente, ya que los restos de ectoparásitos, insectos que viven sobre la piel de sus víctimas y entre los que figuran las pulgas y piojos, son poco abundantes y difíciles de encontrar, lo que dificulta la investigación de sus orígenes en la era mesozoica.

Fuente:

El Mundo Ciencia

3 de febrero de 2011

Secuenciado el genoma de la pulga de agua, el organismo con más genes

La secuencia del genoma de la Daphnia Pulex, conocido vulgarmente como "pulga de agua" por su modo de saltar, reveló que este minúsculo crustáceo de agua dulce es el animal con mayor cantidad de genes, aún más que los humanos, muchos de ellos desconocidos hasta ahora.

La Daphnia Pulex tiene 31.000 genes contra los 23.000 que tiene el ser humano, precisan los autores de esta investigación publicada en la revista estadounidense Science con fecha 4 de febrero.

"Más de un tercio de los genes de la Daphnia Pulex no han sido vistos hasta ahora en ningún otro organismo; en otras palabras, son totalmente desconocidos por la ciencia", señala Don Gilbert, biólogo de la Universidad de Indiana (norte de EEUU) y coautor del trabajo.

"El elevado número de genes de este crustáceo se explica sobre todo por el hecho de que sus genes crean mayor número de copias que las demás especies animales", explica John Colbourne, director del centro de genómica y bioinformática (CGB) de la Universidad de Indiana y encargado del proyecto.

"Pensamos que el ritmo de reproducción de copias de genes es tres veces mayor en la Daphnia Pulex que en otros invertebrados, y 30% superior que en los seres humanos", agregó.

Este diminuto crustáceo, presente en lagos y estanques, es utilizado como un centinela para vigilar la integridad de los ecosistemas acuáticos.

Hoy en día, la "pulga de agua" se ha convertido en un modelo para la genómica medioambiental, que es un nuevo campo de investigación científica que busca comprender las interacciones entre los genes y el medio ambiente, precisan los autores del estudio.

Fuente:

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