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13 de agosto de 2016

¿Para qué sirve el Índice Big Mac?

Además de ser un icono de la comida rápida, estas conocidas hamburguesas son un peculiar referente para la economía.

Cualquiera que haya viajado por unos cuantos países y haya degustado alguna que otra hamburguesa en los numerosos McDonald’s que hay por el mundo, se habrá dado cuenta de que, por ejemplo, un Big Mac, aunque es omnipresente en todos los establecimientos de la marca, no cuesta lo mismo en cada uno. Por eso, por ser un producto universal que cambia de precio según el lugar, la revista británica The Economist decidió crear en 1986 el conocido como índice Big Mac, todo un referente para la economía.

El objetivo de este baremo no es evaluar la calidad de esas populares hamburguesas, que vinieron al mundo en 1968 con la receta: Dos de carne, salsa especial, lechuga, pepinillo, cebolla, queso y pan. No. Se trata de comparar el coste de la vida entre los países a la par que medir la capacidad de gasto de sus habitantes. El punto de partida es la llamada teoría de la paridad del poder adquisitivo (PPA) que, grosso modo, viene a decir que el tipo de cambio debe igualar el precio de una canasta de bienes o servicios en diferentes naciones. En este caso, la canasta es la famosa hamburguesa, bocado suculento para unos, el summum de la comida basura para otros.

De acuerdo con la última medición, de enero de 2016, un Big Mac en Estados Unidos cuesta 4,93 dólares. Si al convertir la moneda de un determinado país a dólares, el resultado está por debajo de esa cantidad, según el índice citado, esa divisa estaría subvaluada o depreciada. Es el caso de Venezuela (0,66 dólares), Rusia (1,53) y Ucrania (1,54). Si está por encima, como ocurre por ejemplo en Suiza, Suecia y Noruega, entonces su moneda está sobrevalorada o apreciada. De esta curiosa manera se ofrece un supuesto espejo de la situación de los tipos de cambio a nivel mundial.

Fuente:

Muy Interesante

10 de diciembre de 2013

Comprobado: Las hamburguesas de McDonald's no son aptas para el consumo humano

¿Te apetece esa Mc Donalds? ¡Cuidado! Antes de comértela tienes que leer esto:

La carne que la cadena de comida rápida McDonald’s incluye en sus hamburguesas no es apta para el consumo humano, debido a que es "lavada" con sustancias tóxicas, así lo demostró un chef activista británico.

Jamie Oliver mostró en su programa de televisión en la BBC cómo McDonald's 'lava' las partes de la res que no son aptas para el consumo con un agente antimicrobiano, el hidróxido de amonio, para poder usarlas como materia prima en la preparación de las hamburguesas.

"Estamos hablando de carnes que hubieran sido vendidas como alimento para perros y después de este proceso se les sirve a seres humanos. Aparte de la calidad de la carne, el hidróxido de amonio es dañino para la salud", dijo Oliver.

Luego de que se haya revelado este 'lavado de carne', la cadena McDonald's decidió modificar su receta, aunque voceros de la compañía negaron que haya sido en respuesta a la iniciativa del chef.

"¿Qué ser humano en su sano juicio pondría un trozo de carne remojada en hidróxido de amonio en la boca de un niño?", se preguntó Oliver.

Pero si ya compró una hamburguesa de McDonald’s y esta información le desorientó, no se preocupe, puede guardarla para comérsela después, incluso años más tarde si quiere. En abril pasado salió a la luz la historia de un ciudadano estadounidense que ha conservado un sándwich en perfecto estado: sin hongos, moho ni olor durante 14 años. 

Tomado de:

Actualidad RT

22 de febrero de 2012

Los misterios de la primera hamburguesa artificial


Un científico de la Universidad de Maastricht utiliza células madre cultivadas en suero fetal bovino

No quiere desvelar el nombre del patrocinador que le permitirá presentar la carne en octubre

Su producción en masa aliviaría el calentamiento global y la escasez futura de ganado y pastos


La primera hamburguesa artificial no saldrá de una de las grandes cadenas de comida rápida repartidas por el mundo. Está siendo elaborada en un entorno mucho menos llamativo: el laboratorio del departamento de Fisiología de la Universidad holandesa de Maastricht. Su jefe, Mark Post, ha cultivado células madre de vaca en suero fetal de bovino hasta conseguir tejido muscular. El proyecto cuesta unos 250.000 euros, y el científico espera presentar la carne el próximo mes de octubre. Lo que no quiere desvelar es la identidad de su patrocinador. Un personaje del que solo ha dicho que desea reducir las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la cría de ganado. Y con ello, el número de cabezas sacrificadas para el consumo. “No es un tipo famoso, ni tampoco británico”. “Es de fiar y capaz de convertir en oro todo lo que toca”, ha declarado. Una descripción en la que encajaría, sin que el investigador lo haya confirmado, Bill Gates.

El fisiólogo Post ha aprovechado para su carne sintética los conocimientos extraídos durante las dos últimas décadas en los experimentos con células madre. De momento, cuenta con una tira de músculo de entre 2 y 3 centímetros de largo, casi 2 de ancho y medio milímetro de grosor. Luego deberá añadirle grasa, obtenida de la misma forma. Para la hamburguesa, necesitará cerca de 3.000 tiras de músculo y 200 de grasa, además de varias semanas de cultivo en el laboratorio. Si la primera pieza ha resultado muy costosa, Post sostiene que con los fondos adecuados y el visto bueno de las autoridades sanitarias, en una década podría pasarse a la producción industrial. “El Gobierno holandés se ha involucrado en este proyecto porque el país es uno de los mayores productores de animales de granja”, ha recordado. Tampoco olvida que la demanda mundial de carne se multiplicará en los próximos 40 años, con el consiguiente deterioro ambiental derivado de la crianza en explotaciones ganaderas.

Ante sus colegas, Post se ha mostrado también entusiasta. “Mostraremos que gracias a las células madre surge un producto similar, esperamos que también en sabor, a la carne. Con unas cuantas cabañas de animales donantes (muchos menos que los sacrificados en mataderos a diario) tendríamos suficientes células madre para la carne”, ha dicho durante la conferencia anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, recién clausurada en Vancouver (Canadá). Un equipo de bioquímicos de la Universidad estadounidense de Stanford (California) elabora asimismo carne artificial. En su caso, tratan de extraerla de cultivos de maíz, trigo, o bien soja y arroz.

Para el Grupo estadounidense en Defensa del Trato Ético de los Animales (PETA, en sus siglas en inglés), que cuenta con dos millones de miembros y simpatizantes, la hamburguesa artificial puede ser muy beneficiosa. “Está producida sin gases de efecto invernadero ni basuras. Si la consiguen en cantidades comerciales, no tendremos objeciones de tipo ético”, han manifestado sus portavoces. Una cosa sí tendrá que mejorar el equipo de la Universidad de Maastricht antes de presentar en sociedad la carne. Es el color, todavía entre rosado y amarillento.

Fuente:

El País Ciencia

14 de noviembre de 2011

¿Te provoca? Científicos esperan crear una hamburguesa de laboratorio para el próximo año


Hace algún tiempo comentamos aquí que un grupo de científicos había logrado hacer crecer carne de cerdo en un laboratorio. Esa investigación ha seguido avanzando, y ahora los científicos de la Universidad de Maastricht en Holanda esperan producir la primera hamburguesa de laboratorio.

La idea es ayudar a solucionar los problemas de hambre en el mundo, fabricando carne en laboratorios en lugar de hacer crecer animales en granjas, una solución que podría ser más amigable con el medioambiente, y claro, salvaría la vida de varios animales.

Sin embargo, al principio el asunto no será muy barato. La primera hamburguesa de laboratorio tendrá un costo de producción de alrededor de 250.000 euros (US$345.000). “La primera sólo será una prueba del concepto, para ver si es posible. Creemos que podemos hacer esto el próximo año“, explicó el biólogo Mark Post a la agencia Reuters.

Puede sonar loco, pero la carne cultivada en laboratorio sería carne real – no como la de soya, o sustitutos usados por vegetarianos -, excepto que nunca ha formado parte de un animal completo y viviente.

El sistema funciona usando células madres de animales, que son alimentadas con azúcares, aminoácidos, lípidos, minerales y todos los nutrientes necesarios para que crezcan correctamente. Hasta ahora se ha logrado producir unas pálidas tiras similares a músculo, de 2,5 cm de largo, menos de un centímetro de ancho y tan delgadas que son casi transparentes. Pero si se apila un montón de este tejido junto con grasa (también creada en laboratorio), se podría conseguir una hamburguesa de laboratorio.

Como en el laboratorio esa carne no tiene sangre, tampoco tiene color, por lo que no se ve muy apetitoso por el momento. Como todos los músculos, los de laboratorio también necesitan ejercicio para crecer y fortalecerse, de modo que los científicos utilizan láminas de velcro en la placa de Petri para ayudarles a ejercitarse.

Todavía hay que trabajar en el sabor de la carne de laboratorio, pero Post cree que combinando las cantidades correctas de grasa, carne y quizás sangre de laboratorio se puede lograr algo bueno. También sería posible crear carne “más saludable”, con menos grasas saturadas, por ejemplo, o más nutrientes.

Habrá que ver si la idea gana apoyo y algún día la carne que comamos no venga de animales que fueron criados en granjas, usando antibióticos y hormonas y consumiendo pasto, sino que será producida en laboratorios. No es un tema menor, considerando que se espera que para 2030 consumamos alrededor de 376 millones de toneladas de carne en el mundo- quizás sin suficiente espacio donde poner más granjas -, según la Organización Mundial de la Salud.

Fuente:

FayweWayer

9 de noviembre de 2010

¿Por qué las hamburguesas de la "cajita feliz" no se pudren nunca?





En abril, Sally Davies compró una cajita feliz en McDonalds, sacó la hamburguesa y las papas y las dejó sobre un plato. Después, se dedicó a sacarle fotos a la comida durante seis meses. Adivinen qué: después de 180 días, no hubo moho, ni mal olor, ni gusanos ni ningún tipo de descomposición.

¿De qué está hecha la cajita feliz que no se pudre nunca? Hay una explicación natural y no asquerosa para este fenómeno de la vida eterna de las hamburguesas de la cajita feliz: ninguna hamburguesa de ese tamaño y bajo esas condiciones se pudre.

El blog Serious Eats hizo una experimentación científica para probar este fenómeno. Así, compraron una cajita feliz y la sacaron de la caja, dejándola en un plato tal como en el video. Después hicieron ellos mismos una hamburguesa comprada en el supermercado de más o menos el mismo tamaño y la dejaron en otro plato. También agregaron otras hamburguesas a la comparación: una hecha en casa con carne, una hamburguesa de McDonalds hecha sin sal, un cuarto de libra, etc.

Luego las dejaron todas descansar a ver qué sucedía. Y sorprendentemente, ninguna de las hamburguesas del tamaño de la que viene en la cajita feliz se pudrieron.

Sólo a los cuartos de libra (que son más grandes) les creció moho. Así que este asunto de no pudrirse no es exclusivo de McDonalds.

¿Y cuál es entonces la explicación?

La hamburguesa no se pudre debido a su pequeño tamaño y relativamente amplia área de superficie, que le permite perder humedad muy rápidamente. Sin humedad, no hay moho o crecimiento de bacterias. Por supuesto, esa carne está bastante estéril para empezar, debido a la alta temperatura de cocción, lo que ayuda a las cosas también. Los humanos han sabido de este fenómeno por miles de años. Si no, cómo creen que se hace el charqui?

Si a eso le agregan grandes cantidades de sal, la explicación de la deshidratación tiene sentido. Por otro lado, una hamburguesa en una bolsa de plástico, donde la humedad sí queda atrapada, quedó así:


Probablemente en lugares con climas húmedos estas hamburguesas se pudrirían de lo más normal. ¿Alguien haría el experimento?

Link: The Burger Lab: Revisiting the Myth of the 12-year old McDonald’s Burger that just won’t rot

Tomado de:

Fayer Wayer
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