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3 de mayo de 2010

Los mamuts tenía sangre "anticongelante"

Lunes, 03 de mayo de 2010

Los mamuts tenía sangre "anticongelante"


Los grandes mamuts del Pleistoceno tenían sangre “anticongelante” que les permitía mantener su cuerpo en perfectas condiciones aún cuando las temperaturas eran extremadamente bajas, según se desprende de un estudio publicado en Nature Genetics.

Para llegar a esta conclusión, los científicos han secuenciado los genes de la hemoglobina procedentes de tres mamuts siberianos, de hace diez mil millones de años de antigüedad, que se conservaron en el permafrost, la capa de hielo permanente situada en los niveles superficiales del suelo en las regiones muy frías, como los polos.

La hemoglobina es una proteína que se encuentra en los glóbulos rojos sanguíneos y que se ocupa de la circulación del oxígeno a través de la sangre, recogiéndolo en los pulmones y transportándolos hasta los tejidos. El análisis mostró que en estos animales prehistóricos la hemoglobina había sufrido una serie de mutaciones que le permitía liberar el oxígeno incluso a muy bajas temperaturas, una capacidad que normalmente se ve inhibida cuando los termómetros descienden por debajo de cero grados.

“Ha sido como viajar atrás en el tiempo y tomar una muestra de sangre de un mamut” afirma Kevin Campbell, coautor del estudio e investigador de la Universidad de Manitoba (Canadá) Según su compañero Alan Cooper, director del Centro Australiano de ADN de la universidad de Adelaida, ha sido muy significativo poder "traer de vuelta una compleja proteína de una especie extinta de nuevo a la vida y descubrir importantes cambios bioquímicos que no se encuentran en ninguna especie viviente".

Tomado de:

Muy Interesante

2 de diciembre de 2007

Los antecedentes climáticos pronostican guerras y hambrunas.

Un estudio histórico revela que las guerras aumentan con el frío y diezman a la población.

Un revelador estudio sobre el impacto social de los cambios climáticos pasados alerta de los peligros que acechan a nuestra sociedad por el mero hecho de afrontar otra época de cambios en el clima. Analizando el periodo comprendido entre 1400 y 1900, se descubrió que existe un patrón cíclico de periodos históricos turbulentos que coinciden con temperaturas bajas, seguidos de periodos de tranquilidad que coinciden con temperaturas más suaves.

Por otro lado, el estudio también reveló declives de población que seguían a cada aumento de las guerras. La lucha por los alimentos, cuya producción puede verse reducida en el futuro por los efectos del calentamiento global en la agricultura, puede ser en nuestra época el detonante de profundas turbulencias sociales.


Por Olga Castro-Perea.

El cambio climático en Brasil.

Según los antecedentes históricos, el cambio climático que padecemos actualmente es una amenaza para la humanidad porque el calentamiento global y la inestabilidad climática, derivados en esta ocasión de las acciones del hombre, provocarán guerras, hambrunas, y menguarán la población humana, señala una investigación llevada a cabo por científicos del Georgia Institute of Technology, de Estados Unidos, y de la Universidad de Hong Kong.

El estudio ha sido publicado en la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), y revela que en otro periodo de cambio climático en el que las temperaturas se redujeron, en la llamada Pequeña Edad de Hielo, aumentaron las guerras y enfrentamientos, se produjeron hambrunas y la cantidad de población disminuyó.

La Pequeña Edad de Hielo transcurrió desde principios del siglo XIV y hasta mediados del XIX, poniendo fin a una era muy calurosa llamada Óptimo climático medieval. Estas subidas y bajadas de las temperaturas a lo largo de la historia han proporcionado información y datos sobre el clima del pasado que han ayudado a los científicos a predecir con exactitud lo que sucederá en el futuro, y a diseñar estrategias para los futuros y persistentes cambios climáticos de larga duración, informa el Georgia Institute of Technology en un comunicado.

Frenar el impacto social

La presente investigación, llevada a cabo por Peter Brecke, profesor de la Sam Nunn School of International Affaire, de dicho instituto, y el científico de la universidad de Hong Kong, David Zhang, ha tenido como objetivo analizar el impacto social del cambio climático a lo largo de la historia, para comprender y anticipar los posible los efectos del calentamiento global para nuestra época. Según Brecke, actualmente podrían llegar a presentarse los mismos conflictos que en el pasado, dado que seguimos dependiendo de los recursos terrestres para alimentarnos.

Zhang, que anteriormente había investigado a este mismo respecto la China oriental, señala que los resultados de la presente investigación, que cubre un área espacial mucho más amplia, pueden ser considerados como principios generales, es decir, aplicarse a cualquier región de la Tierra.

Según los científicos, existe una conexión entre los cambios en la temperatura y las guerras porque dichos cambios afectan a la disponibilidad del agua, a los cultivos y a la fertilidad de los terrenos, pudiendo producir escasez de alimentos. Si se llega a ese punto, surgen los conflictos: revueltas locales, desestabilización de los gobiernos e invasiones por parte de regiones vecinas. Las masacres y el hambre harían que la población menguara.

Diversas fuentes de datos

Para determinar de qué manera el cambio climático ha afectado a la cantidad de enfrentamientos a lo largo de la historia, los científicos examinaron un periodo de tiempo concreto: entre el año 1400 y el año 1900.

A lo largo de este periodo, las temperaturas medias más bajas se registraron alrededor de 1450, 1650 y 1820, fechas separadas por intervalos ligeramente cálidos. Los investigadores recopilaron datos de las guerras que se produjeron durante esos siglos en múltiples fuentes, incluyendo una base de datos de 4.500 guerras en todo el mundo que el propio Brecke empezó a desarrollar en 1995 con financiación del U.S. Institute of Peace.

Por otro lado, utilizaron registros de cambios climáticos realizados por paleoclimatólogos (científicos que estudian las formas en que los patrones del clima cambiaron en el pasado), consultaron documentos históricos y examinaron determinados indicadores de cambio en las temperaturas, como los anillos de los árboles y de los esqueletos del coral, así como los isótopos de oxígeno presentes en los núcleos de hielo.

Los árboles producen un anillo por año, debido al rápido crecimiento que sufren en primavera y verano y el escaso crecimiento que tienen en otoño e invierno. El grosor de cada anillo da la clave para conocer la temperatura de cualquier época: si el anillo es más ancho quiere decir que ese año fue más cálido.

En cuanto a los corales, algunos de éstos también forman anillos anuales en sus esqueletos, de carbonato de calcio, a medida que crecen, por lo que pueden servir igualmente para calcular las temperaturas que ha habido, y que habrán producido temperaturas más o menos altas en el agua del mar.

Por último, los núcleos de hielo también dan algunas pistas: se han perforado núcleos de hielo en gruesas capas heladas en diversas partes del mundo, alcanzando incluso capas muy profundas con miles de años de antigüedad. Los niveles de concentración del deuterio, un isótopo estable del hidrógeno, en el hielo están relacionados con la temperatura de cada época.

Patrón cíclico

A partir del estudio de todas estas fuentes variadas, se descubrió que existía un patrón cíclico de periodos históricos turbulentos que coincidían con periodos en que las temperaturas habían sido bajas y seguidos de periodos de tranquilidad que coincidían con temperaturas más suaves. De hecho, el número de guerras por año en todo el mundo durante los siglos fríos fue de casi el doble que en el siglo XVIII, más cálido que los demás.

Por otro lado, el estudio también reveló declives de población que seguían a cada aumento de las guerras, según los datos recopilados por Brecke. El incremento de la tasa de población del hemisferio norte del planeta fue elevado entre 1400 y 1600, a pesar de que el periodo frío comenzó a mediados del siglo XV. Sin embargo, durante el siglo XVII, más frío, en Europa y en Asia se vivieron más guerras de gran magnitud y la población disminuyó.

En China, se redujo la población un 43% en sólo treinta años, entre 1620 y 1650. Posteriormente, aumentó dramáticamente a partir de 1650, hasta que llegó otro periodo más frío, desde 1800 en adelante, cuando un nuevo descenso de la población ocasionaría una crisis demográfica en todo el mundo.

Un futuro incierto

Los científicos demostraron asimismo la importancia de los precios de los alimentos en la aparición de conflictos y su relación con las temperaturas: el desequilibrio ecológico ha afectado siempre a la producción agrícola y los cambios climáticos han condicionado dicha producción y, en consecuencia, los precios del grano. Estos precios más altos han fomentado la aparición de guerras y, por último, el declive de la población.

En nuestra época se espera que las temperaturas globales aumenten en el futuro, al mismo tiempo que crece sin parar el número de personas que habitan en el mundo. Según Brecke, podríamos no ser capaces de adaptarnos adecuadamente a los cambios ecológicos venideros.

El incremento de periodos de sequía, en combinación con el aumento de la población, hará cada vez más difícil que el suministro de alimentos pueda cubrir toda la demanda planetaria. Brecke señala que, por tanto, no debe sorprendernos que haya más ejemplos futuros de hambrunas y de luchas entre distintos pueblos y naciones para conseguir comida y agua.

Fuente:

Tendencias 21

2 de agosto de 2007

La Tierra era mucho más cálida y con más CO2 hace 120.000 años

La Tierra ha vivido épocas mucho más cálidas que la actual y aun con más CO2 en la atmósfera, por ejemplo hace unos 300.000 y 120.000 años, 'cuando el Homo Sapiens andaba ya por Africa'.



El cambio climático, como tal, ha existido siempre y 'es algo natural', aseguró en declaraciones a Efe la paleontóloga María Angeles Bárcena, de la Universidad de Salamanca y miembro del Comité Científico Español para la investigación en la Antártica, después de intervenir en un curso de verano en el Escorial sobre la vida en la Tierra a través del tiempo.

Lo que es nuevo, dijo, es la emanación de 'tanto dióxido de carbono' a la atmósfera por parte del hombre.

Según la investigadora, existen registros de 'variabilidades climáticas' ya desde la época romana y también de la medieval, a partir de las cosechas y las vendimias que confirmarían que el cambio climático es una constante en la Tierra, como también lo son las inundaciones y otras catástrofes.

También se tiene constancia de la antigua canalización de los ríos y otras obras civiles para evitar problemas derivados de inundaciones en los pueblos por intensas lluvias.

Explicó que cada 200 años se producen 'reconstrucciones' o movimientos de la posición del Sol, como centro del sistema solar, para mantener en órbita a todos sus planetas y esto propicia mayor actividad, un proceso en el que también influyen las llamadas manchas solares.

Otros factores que inciden en la variabilidad climática aparte del Sol, la geometría de la órbita terrestre y la inclinación de la Tierra, son los volcanes, la tectónica y 'la propia vida'.

'Vamos hacia un mínimo de temperaturas, por la propia geometría terrestre, y aunque estamos sumergidos en este proceso desde hace millones de años, ha habido períodos cálidos, y algunos mucho más que el actual, y con más CO2 en la atmósfera', insistió.

Sin embargo, precisó, 'desde la revolución industrial el hombre esta emitiendo CO2 a la atmósfera; antes esto no lo había hecho nadie, por lo que está bien tener precaución y no lanzar tantas emisiones'.

Lea el artículo completo en:

Terra

¿Una nueva edad de hielo?

Vamos hacia una pequeña era de hielo

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